martes, 19 de noviembre de 2024

AREA DE SAN ANDRÉS

Hospital del del Santísimo Cristo de los Dolores o del Buen Pastor o del "Pozo Santo".

El día 5 de enero de 1666 llegaba a Sevilla la religiosa franciscana Beatriz Jerónima de la Concepción, con el encargo, que le había dado la Superiora de la Orden, Marta de Jesús Carrillo, de recoger donativos con destino a la creación de un Hospital de convalecientes en Cabrilla, pueblo de la provincia de Salamanca.


Madre Beatriz Jerónima de la Concepción. Anónimo. Hacia 1700. Óleo sobre lienzo.

Madre Marta de Jesús Carrillo. Anónimo. Hacia 1700. Óleo sobre lienzo

El religioso dominico Fray Gonzalo de Morales, confesor de Beatriz, aconsejó a ésta la creación en Sevilla de un instituto benéfico.

La Superiora, Marta de Jesús Carrillo, no sólo dio su aprobación, sino que se trasladó a Sevilla para ayudarle a su compañera en el desarrollo de la idea de fundar un Hospital destinado a “socorrer a pobres mujeres desamparadas, impedidas o incurables, asistiéndolas en su enfermedad y ayudándolas a bien morir”

Ambas eran religiosas de la Congregación de Terciarias Franciscanas, que eran las que no hacían votos, aunque seguían las normas de San Francisco. 

Instalaron su primer beaterio en la casa de la calle Venera (actual José Gestoso) número 19, lugar que les cedió doña Ana de Trujillo, titulándose la nueva institución bajo la advocación del Buen Pastor.

La nueva casa empezó a funcionar con las tres camas procedentes de una donación y los cincuenta reales de vellón que aportó don Melchor de la Escuda, obispo de Viserta, bajo el título de “Hospital del Santísimo Cristo de los Dolores o del Buen Pastor”.

Anteriormente, durante el tiempo que no tuvieron casa en Sevilla vivieron de la caridad, en el palacio de la familia Tello de Guzmán.

Posteriormente, la misma señora Trujillo compró unas nuevas casas, del Convento de San Clemente en la Plaza del Pozo Santo, donde se construyó el Hospital del “Santísimo Cristo de los Dolores”, conocido popularmente como Hospital del Pozo Santo.

La iglesia se edificó entre 1669 y 1682, consagrándose el 4 de febrero de este último año, por el prelado Jaime de Palafox y Cardona (ver).

Retrato del prelado Jaime de Palafox y Cardona. Obra anónima del siglo XVIII. Catedral de Sevilla


El edificio del hospital fue ampliado con el tiempo, añadiéndose casas anexas hasta el siglo XIX, dando en la actualidad tanto a la plaza como a las calles contiguas.

Desde sus orígenes la institución fue recibiendo el favor y los donativos de numerosas casas nobiliarias y de bienhechores que la mantuvieron a lo largo de toda su historia. Entre ellas estuvieron los sucesivos duques de Medinaceli, que aportaron durante generaciones numerosos donativos en metálico o en especie como “las arrobas de jamón que recibió la madre en 1817”. Otros bienhechores del conjunto fueron Nicolás Bucarelli (ver), el general nacido en el palacio de la calle Santa Clara; el arzobispo Luis Salcedo y Azcona, que en el siglo XVIII socorrió a la casa con una renta de mil ducados anuales, don Francisco de Campo y Arroyo, que fue primer capellán de la institución o el que fuera arzobispo de Sevilla Francisco Javier Cienfuegos.

La Institución también recibió numerosas indulgencias y prerrogativas, entre ellas destaca la Bula de agregación a San Juan de Letrán concedida por el papa Clemente XII, la concesión del patronazgo de San Nicolás de Bari en 1792, el privilegio de ánimas del altar mayor, la indulgencia plenaria concedida en varias festividades o el jubileo de la porciúncula confirmado por varios papas a lo largo de su historia.

Por la Real Orden de 1848, circular de 3 de abril, se disponía que el Hospital de las Cinco Llagas y el del Pozo Santo eran considerados como establecimientos municipales y en virtud de lo dispuesto en la Real Orden de 9 de diciembre de 1853, los Hospitales de las Cinco Llagas y Pozo Santo pasaban a administrarse junto con el de San Lázaro.

Entre 1984 y 1998 se sometió todo el edificio a un proceso de rehabilitación, con el proyecto del arquitecto Alberto Donaire Rodríguez, para restaurar los elementos históricos y modernizar las instalaciones hospitalarias.

También se realizó un proyecto museográfico a cargo del profesor Roda Peña, que ordenó el rico patrimonio artístico de la comunidad para exponerlo como museo.  

En la actualidad el hospital del Pozo Santo funciona como Residencia de ancianos y acoge un amplio equipo humano junto a las hermanas terciarias, grupo que incluye trabajadores sociales, médicos, terapeutas ocupacionales, fisioterapeutas, etc.,

Hoy la congregación terciaria franciscana cuenta con otras casas abiertas, tales como la Residencia de Santa Teresa (Espartinas) y Residencia de San José (Villanueva del Ariscal), en la provincia de Sevilla, todas ellas dedicadas a ancianas enfermas e impedidas; y el Hogar Franciscano de Teror (Canarias), de protección de menores.

EXTERIOR

La portada de la iglesia situada en el muro izquierdo de la nave está construida en ladrillo, se articula en torno a un vano adintelado flanqueado por pilastras toscanas y rematado por un entablamento liso sobre el que se sitúa un frontón recto y roto en cuyo centro aparece una hornacina.

Portada de la Iglesia

La hornacina contiene una cruz con una calavera y una serpiente, recordándonos lo breve que es nuestra vida en la tierra y lo grande que es la vida tras la muerte junto a Dios. 

Es la alegoría del triunfo de la Cruz sobre el pecado y la muerte.

Hornacina

Detalle de la cruz

Detalle de la serpiente y la calavera

La espadaña es sencilla, de color amarillo con los motivos decorativos en blanco. Tiene un solo vano con su campana llamada “Virgen del Tránsito”, fechada en 1826. 

Espadaña

La cornisa del frontón rota en profundidad y dentro del tímpano sobresaliendo por debajo de dicha cornisa una especie de pinjante de placa recortada con una cabeza de cerámica blanca vidriada en el centro. 

Detalle de la cabeza de cerámica

Frontón curvo y sobre él tres dados. Sobre el dado del centro una cruz doble y una veleta de hierro de cerrajería sevillana. 

Detalle de la cruz y la veleta

En la parte derecha de la portada, se dibujan tres cuerpos de altura, el último a modo de ático con arcos de medio punto entre pilastras rematadas por ménsulas. En este extremo del edificio se levanta un airoso mirador que sigue estructuras arquitectónicas del italiano Sebastiano Serlio, con óculos y vanos enmarcados por pilastras, un ejemplo de la pervivencia de la arquitectura italiana del Renacimiento en la Sevilla del siglo XVII.

Detalle de la fachada a la derecha de la portada

Detalle de la fachada a la izquierda de la portada

Sobre el dintel de la puerta el azulejo de la “Fraternidad Franciscana” indicando la fundación, en 1666 del Hospital del Santísimo Cristo de los Dolores por las madres beatas de la Orden Tercera de San Francisco, Marta de Jesús y Beatriz de la Concepción.  

Azulejo de la “Fraternidad Franciscana”

INTERIOR

En el zaguán de entrada al patio una cancela de forja y sobre ella una azulejo indicando “Residencia Stmo Cristo de los Dolores”. 

Cancela de entrada al patio

Detalle del patio

En la pared de la izquierda encontraremos un curioso portillo de hierro en forma de castillo que era como un buzón colocado en las calles para que el Sereno, o guardián dejara los partes de la vigilancia nocturna de la ciudad o para colocar avisos para los residentes. La portezuela que falta la arrancaron. Hasta no hace mucho tiempo estaban en las calles del casco antiguo pero los ladrones los robaban como metal así que las monjas de esta congregación pidieron permiso para colocarlo en el zaguán y así se ha podido conservar. 

Detalle del buzón en forma de castillo

IGLESIA

La iglesia es de una sola nave de planta rectangular y dividida en cuatro tramos. Está cubierta por una bóveda de medio cañón, con arcos fajones y lunetos con vidrieras. Los costados laterales aparecen ornamentados por una ancha cornisa sostenida por ménsulas. Los zócalos están decorados con azulejos de Triana.

Destacan cuatro retablos de estilo barroco rococó, pintados en tonos verdes y dorados, probablemente del mismo maestro, datables en torno a 1770.

Realizamos la descripción, como siempre, desde los pies del muro de la epístola y continuamos en sentido contrario a las agujas del reloj para terminar en los pies del templo.  

Muro derecho de la epístola

Muro derecho de la epístola

A los pies del muro derecho se abre una pequeña hornacina con la figura de San José con el Niño, y sobre ambas repisas una imagen de San Antonio de Padua y un Niño Jesús, fechables en torno a 1750. 

San José con el Niño (ver)

San Antonio de Padua (ver)

Niño Jesús

Al comienzo del muro derecho se halla un retablo de mediados del siglo XVIII en el que figura un lienzo de San Nicolás de Bari, de finales del siglo XVII, representando el milagro de los tres niños en un cesto.

Retablo de san Nicolás de Bari

Cuadro de san Nicolás de Bari

Detalle de los tres niños en el cesto


Seguidamente se encuentra un retablo de estípites, típicamente barroco, también de mediados del siglo XVIII. En el banco aparece una imagen de candelero de la Virgen del Rosario de fines del XVIII y en la hornacina central se sitúa un lienzo de San José con el Niño pintado hacia 1760 por un seguidor de Domingo Martínez (ver). Destaca también un Niño Jesús vestido con el habito franciscano. 

Retablo

Virgen del Rosario (ver)


San José con el Niño (ver)


Niño Jesús con habito franciscano


Entre ambos retablos, se abre una ventana cerrada por una artística reja de forja y celosía de madera. Es el mirador para que pudieran asistir a misa los impedidos. Bajo él hay una puerta de acceso al Hospital.

Detalle de la reja de forja y celosía de madera

Presbiterio

Los muros laterales del presbiterio se decoran con pinturas de la segunda mitad del XVIII. 

En el lado de la Epístola, el franciscano San Antonio de Padua y San Cayetano, abogado de la Divina Providencia. En la zona inferior del lado de la epístola, la placa funeraria de María de Jesús y Beatriz de la Concepción.

Pared de la epístola del presbiterio


San Antonio de Padua (ver)


San Cayetano (ver)

Placa funeraria

En el lado del evangelio, el fundador de los dominicos, Santo Domingo de Guzmán (inexistente) y las dos patronas de Sevilla, Santa Justa y Santa Rufina. 

Pared del evangelio del presbiterio

Santa Justa y Santa Rufina (ver)

Retablo Mayor

El retablo mayor es barroco y tiene la particularidad de estar parcialmente dorado. Es atribuido a Julián Jiménez e Hita del Castillo (ver), y fechable en torno a 1760. Esta atribución se suele realizar por su parecido con el retablo del Cristo atado a la columna de la parroquia de Santa María de Mesa de Utrera o con el de la Divina Pastora de Cádiz, obras documentadas de ambos autores.

Llama la atención su abigarrado diseño de líneas, la suntuosidad de los estípites que lo van conformando, la gran calidad de su talla y el hecho de estar conservado en el color natural de la madera.

Consta de banco, un cuerpo de tres calles, compartimentadas por estípites, y ático.

Retablo Mayor

En la hornacina central, concebida como un semibaldaquino, única parte dorada del retablo, se encuentra la imagen de "Cristo Varón de los Dolores", obra tradicionalmente atribuida a Pedro Roldán y datable en la década de 1680, aunque no hay constancia documental de su auditoria.

Se trata de una magnífica talla en la que se nos presenta un Señor musculado y potente que seguramente se talló para ser procesionado pues por la parte de atrás también está tallado (si se pensaba colocar en un retablo, la parte de atrás no se perfecciona, dado que solo iba a ser vista de frente).

En el año 2003 fue restaurado por el profesor Pedro Manzano, que señaló sus semejanzas con obras del maestro como las de la parroquia del Sagrario o del Hospital de la Caridad. Se realizó una limpieza total de la policromía de la imagen. Se pudo identificar un añadido en el paño de pureza que al eliminarlo permitió recuperar su primitivo tamaño y color rojizo con tonos marrones.

Cristo Varón de los Dolores (ver)

Detalle del rostro

Detalle del rostro

Este tipo de representación “Cristo Varón de Dolores" (“Vir Dolorum”), no está referido a un pasaje evangélico concreto, sino que está inspirado en los versículos del “Canto del Siervo”del profeta Isaías (Is. 53-3): “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores y experimentado en quebranto”.

Adquiere un gran valor simbólico al sintetizar los tormentos de la Pasión ofrecidos para la Redención de los hombres, con el triunfo sobre la muerte porque Cristo se muestra vivo y mostrando las llagas con énfasis especial en la herida del costado que certificó su muerte, unificando una imagen dolorosa y gloriosa y un gran simbolismo del triunfo sobre la muerte y el pecado.

Redime del pecado original pisando la calavera y la serpiente de la muerte y del símbolo del pecado del primer hombre, y con la Cruz Triunfal en su mano, imagen de un gran valor catequético para todos los que se ven acogidos en el Pozo Santo, como un signo de la salvación alcanzada por la redención de Cristo.

Detalle de los pies pisando la calavera y la serpiente


Parte de un basamento sobre el que se destacan cuatro grandes estípites entre los que se sitúan las figuras de los dos Santos Juanes, San Juan Bautista y San Juan Evangelista, situadas a ambos lados de la hornacina central.

San Juan Evangelista

Detalle de San Juan Evangelista

San Juan Bautista (ver)

Detalle de San Juan Bautista

Detalle del cordero


En el exterior se sitúan las imágenes de San Francisco de Asís y San Juan Nepomuceno.

San Francisco de Asís (ver)


Detalle de san Francisco de Asís


San Juan Nepomuceno (ver)


Detalle de San Juan Nepomuceno


En los estípites, dos pequeñas figuras de San Josafat y San Pascual Bailón.


San Josafat (ver) y San Pascual Bailón


Encima de “Cristo Varón de Dolores”, un pequeño templete dorada con una imagen de san Nicolás de Bari.


Templete con San Nicolás de Bari


Detalle de San Nicolás de Bari


La parte superior del retablo está coronado por una Inmaculada con ráfaga y corona de plata, del último tercio del XVII, a su lado están las imágenes de San Agustín con la maqueta de la Iglesia y Santa Teresa de Jesús con el hábito de doctora de la Iglesia, todas del siglo XVIII (hacia 1780).

Parte superior del retablo

Inmaculada (ver)


Detalle de la Inmaculada

San Agustín

Santa Teresa de Jesús (ver)


En el remate, un relieve del padre Eterno.


Padre Eterno


Muro izquierdo del evangelio


Muro izquierdo lado del evangelio


En el arranque del muro izquierdo se sitúa un retablo del segundo tercio del siglo XVIII.

Está presidido por un calvario, algo peculiar por la diferencia de tamaño de las figuras que  componen este grupo escultórico. 

En el centro está el crucificado, de tamaño natural y de autor anónimo del segundo tercio del siglo XVIII.

Retablo


Crucificado (ver)


Detalle del rostro


Detalle del rostro

Detalle del paño de pureza

Detalle de los pies


Debajo del crucificado, una dolorosa arrodillada al pie de la cruz, de tamaño menor, de talla completa estofada y policromada de la misma época que el crucificado. 


Dolorosa


A ambos lados se encuentran las imágenes de tamaño académico de San Juan Evangelista y María Magdalena, ambas imágenes del último tercio del mismo siglo XVIII.

María Magdalena y San Juan Evangelista 


En el altar hay una urna con un pequeño Cristo al que vienen muchas mujeres a pedir para quedarse embarazadas, vemos las fotos de los niños dentro de la urna.

Detalle de la urna con el Cristo

También se coloca en esta mesa una pequeña imagen de un Ecce Homo que, según la tradición oral de la comunidad, parece provenir de la fundación del edificio. Tiene especial devoción ya que antaño fue utilizado como imagen limosnera que se trasladaba, tomando con el tiempo carácter de milagrosa la capa o esclavina de la imagen, ya que se le atribuían poderes para conseguir embarazos o para propiciar un buen parto a las embarazadas.

A continuación, se halla un púlpito de forja del siglo XVII y un lienzo del Niño Jesús, vestido al estilo de la corte de finales del siglo XVII y la puerta de acceso a la calle.

Detalle del pulpito


Cuadro del Niño Jesús

A su lado se encuentra un retablo de hacia 1780 que cobija un lienzo con la historia franciscana del jubileo de la porciúncula. 

Retablo del “jubileo de la porciúncula”

Detalle del cuadro. Copia de Murillo (ver)

Y en el ático un relieve de San Joaquín.

Relieve de san Joaquín en el ático

Bajo este cuadro, la imagen sedente de la Virgen del Tránsito (ver).

Esta Virgen llamada "Del Tránsito" representa la Dormición (Tránsito) de la Virgen, pues la tradición cuenta que la Virgen no murió mortalmente, sino que, tras un sueño o estado de tránsito, fue elevada al cielo (Asunción).

Esta advocación fue introducida en el Hospital por la Madre Josefa de la Presentación a mediados del siglo XVIII.

Se trata de una imagen de vestir anónima del último tercio del XVII, que como corresponde a su iconografía de la Dormición se presenta en actitud yacente y recibe culto dentro de una urna de estilo rococó en madera tallada y dorada. 

La Virgen del Transito dentro de su urna

Detalle del rostro

Todos los años, para la novena, las monjas la colocan a los pies del retablo mayor, presidiendo la iglesia desde el presbiterio, en una llamativa cama de madera tallada y dorada, que normalmente se encuentra en el museo de la planta superior, rodeada de ángeles y de flores.

En el muro de los pies se encuentran un cuadro, muy oscurecido, del “Entierro de Cristo”, anónimo de finales del siglo XVII, perteneciente a una hermandad de Caridad.

Entierro de Cristo o Lamentaciones ante Cristo muerto (ver)


El coro se sitúa en alto, a los pies de la nave, presentando el sotocoro una techumbre de madera decorada con casetones y presenta un cuadro de la Inmaculada, posiblemente del circulo de Domingo Martínez (ver)

Coro alto
Inmaculada

Con la colaboración inestimable de Gabriel Derri Alcántara