domingo, 19 de enero de 2025

AREA DE REGINA-ENCARNACIÓN-SAN PEDRO

Barreduela Enrique el Cojo. 

Sin salida en Espíritu Santo.

Barreduela Enrique el Cojo

Siempre formó parte de la calle Espíritu Santo (ver), hasta que en 1985 fue segregada de aquélla y rotulada con el nombre actual a propuesta de la Asociación de Comerciantes Feria-Regina y en homenaje al popular maestro de baile Enrique el Cojo (ver), que tenía su academia en la casa núm. 26 A.

Es corta y rectilínea, y hasta finales del s. XIX debió estar en buena parte sin urbanizar.

Sus viviendas son de carácter popular, de dos y tres plantas, con algún edificio de pisos recientemente construido. 

Lo más significativo de este espacio es la ya citada academia de Enrique el Cojo, y en la que han aprendido a bailar numerosos alumnos, y la casa número 18, actualmente en obras, que cierra la barreduela por el lado este.  Tiene un pequeño jardín delantero.

Número 18

En la número 14 se presenta un azulejo del tipo de la distribución de Olavides.


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Calle Espíritu Santo. 

De la confluencia de san Juan de la Palma y Dueñas a Castellar.

Calle Espíritu Santo

Calle Espíritu Santo esquina con San Juan de la Palma

Entrada a la Calle Espíritu Santo

Está documentada desde fines del s. XVI con el nombre de Niñas de la Doctrina, por el colegio anejo al convento de monjas agustinas, y también Horno de las Tortas.

Ya a mediados del XVII (1665) aparece como Espíritu Santo, por el citado convento así llamado.

En 1931 se sustituyó por el de Francisco Giner de los Ríos (1839-1915), en homenaje al catedrático e ideólogo del krausismo, fundador de la Institución Libre de Enseñanza.

En 1937 volvió a recuperar de nuevo el de Espíritu Santo.

Según González de León (ver) y otros autores, se conoció también como calle de las Palmas.

Es bastante estrecha, rectilínea en su primera parte, con un leve recodo por retranqueo de la casa número 7. Se hace más sinuosa, con rincones y recodos, a partir de la barreduela de Enrique el Cojo, que hasta 1985 formaba parte de la calle a efectos de numeración. Hacia su final vuelve a ensancharse.

Hasta el s. XVIII tenía otra barreduela en la acera de los impares, llamada calleja o callejuela del Espíritu Santo, que fue incorporada al desaparecido convento de la Concepción (ver).  

Las casas son por lo general de dos o tres plantas, de finales del XIX o principios del XX.

Destacan por su valor arquitectónico los números 23 y 25, ambas del s. XVIII.

La acera de la derecha, en su tramo inicial, está prácticamente ocupada por la iglesia del convento del Espíritu Santo (ver), cuya alta espadaña ofrece, desde el final de la vía, una bella perspectiva.

El colegio de Niñas de la Doctrina (ver) tenía un acceso por esta calle, aunque se comunicaba con las dependencias del convento. Estaba destinado a dar cobijo e instrucción a niñas pobres y nobles.

Aunque el topónimo Niñas de la Doctrina atestigua que tal institución existía ya al menos desde fines del s. XV, fue el arzobispo don Manuel Arias quien, según González de León, le dio gran impulso a comienzos del s. XVIII.

En Espíritu Santo vivió a mediados del s. XVI el famoso doctor Constantino de la Fuente (ver), teólogo heterodoxo condenado por la Inquisición. 

Espíritu Santo numero 10






Espíritu Santo numero 19




Espíritu Santo numero 27






Esquina con San Juan de la Palma



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Calle Regina. 

Desde plaza de la Encarnación a la confluencia de san Juan de la Palma, Feria y Viriato.

Calle Regina

Según González de León (ver) y otros autores, fue conocida hasta mediados del s. XVI como Caballerizas del Duque de Béjar, que tenía en ella su casa-palacio.

Más tarde por callejuelas de Regina, por el monasterio de Regina Angelorum (ver), fundado en 1553 por Teresa de Zúñiga y Manrique de Lara, marquesa de Ayamonte, esposa de Francisco de Zúñiga Sotomayor y Portugal, conde de Belalcázar.

La forma plural del topónimo (“callejuelas”) responde a la estrechez y sinuosidad de los diferentes tramos de la antigua calle y así aparece rotulada en el plano de Olavide (1771).

Posteriormente se llamó simplemente Regina, aunque en muchos documentos e incluso en el uso oral de algunos sevillanos se ha seguido nombrando callejuela de Regina.

En el pasado era una calle mucho más angosta y quebrada que la actual y bordeaba el mencionado monasterio de Regina cuyo derribo, durante el régimen surgido de la Revolución Gloriosa de 1868 (ver), facilitó el ensanche del tramo inicial.

Tenía un arco que unía el templo con la casa de los duques de Béjar. Este arco habla sido demolido en 1861, ampliando así la calle y facilitando el ambiente comercial que había adquirido a raíz del establecimiento del cercano mercado de la Encarnación en 1820.

A estas operaciones hay que añadir diversas alineaciones que poco a poco fueron convirtiendo el sinuoso callejón anterior en un espacio más recto y amplio.

Una de las transformaciones más significativas fue la apertura en 1879 de Jerónimo Hernández, que hoy la cruza, para facilitar la unión de la plaza del Pozo Santo con Santa Ángela de la Cruz.

Otra muestra de la intención municipal de ensanchar la zona fue el proyecto de una gran vía entre la plaza de la Encarnación y Feria (1943), que no llega a realizarse.

Hoy la calle posee en su parte inicial considerable anchura y fisonomía de plaza, lo que facilita el trasiego del público del mercado vecino y el aparcamiento de vehículos. 

Zona ancha de la calle Regina


Casa número 1 en la zona ancha de la calle Regina


Detalle del número 1


Casa número 2 en la zona ancha de la calle Regina


Detalle del número 2


Detalle del número 2

A partir del recodo formado por la casa número 3 se estrecha notablemente hasta su final, ofreciendo así dos tramos marcadamente diferenciados. 

Tramo estrecho de la calle Regina

Esquina con la calle Jerónimo Hernández

La tipología de su caserío ofrece diferencias entre la primera y la segunda parte de la calle.

En aquélla predominan las construcciones recientes de tres plantas, mientras que en ésta se encuentran casas de dos plantas de la primera mitad de siglo o fines del XIX.

Carece en la actualidad de edificios significativos, pero en el pasado se situaron en ella los ya citados palacios del duque de Béjar y el convento de Regina Angelorum, que se hizo famoso en la Sevilla del XVII por la oposición de sus frailes al movimiento en favor de la proclamación dogmática de la Inmaculada Concepción.

Dentro de sus muros se hallaba la capilla de la Virgen del Rosario (s. XVII), propiedad de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, que a principios del s. XX donó al Ayuntamiento los terrenos en que aquélla se levantaba. Su artística reja y varios elementos del altar fueron trasladados, tras el derribo del convento, a la actual plaza de loros.

Por sus funciones, Regina es una calle de muy acusada personalidad, con un marcado ambiente comercial. 

Ese carácter peculiar de la calle ha sido certeramente recogido por la literatura.

Rafael Laffón (ver), en su “Sevilla del buen recuerdo”, lo evoca así: " Yo en aquellos paseos a el "Jueves'" tiraba hacia las callejuelas de Regina, donde a la puerta de algunas tiendecillas y entre mil baratijas con que exornar el hogar menestral, se exponían unos cromos de colorido escandalosamente chillón enmarcados en junquillos de purpurina".

La construcción del mercado de la Encarnación fue el hecho que más contribuyó a convertir a Regina en esa especie de "'zoco estable" que dice Antonio Burgos en su “Guía secreta de Sevilla”.

La prensa del XIX se hace ya eco de las quejas de los vecinos por las molestias y gritos tempraneros de los vendedores, que por la noche iluminaban con candiles sus puestos de pan.

El ajetreo habitual que el mercado presta a la primera parte de Regina se intensifica aún más los jueves al final de la calle, en la esquina de Feria.

La clientela popular que diariamente frecuenta su comercio se engrosa con aquella otra que compra o curiosea por los puestos del "Jueves" (ver): "Entras por la callejuela de Regina y en la plaza de San Juan de la Palma hay corros de gente. La bulla. Y escuchas de pronto las trompetas de la banda de los armaos. Te parece por un momento, aunque aún sea febrero, que va a salir una cofradía, o, aunque aún hace frío y el sol es pálido, que viene la Macarena por la Encarnación...Pero no, es el Jueves, los bastones de mando de un general que estuvo en Cuba, las cornucopias mal vendidas en unas particiones, una Underwood que ya no pondrá más "Muy Sr. mío" con una cinta morada como las que los domingos de Ramos llevan en la solapa los sevillanos que vienen del besapiés del Gran Poder... Es el Jueves, el rompeolas de la ciudad extendido sobre los adoquines, delante de la Casa de los Artistas..."(A. Burgos, ABC, 17-XI-1983). 

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Convento de Regina Angelorum.

Convento de Regina Angelorum


Guiomar de Castro, esposa de Pedro Manrique Lara, duque de Nájera, dispuso en su testamento la fundación del Convento de Regina Angelorum, de monjas dominicas.

Y efectivamente, en 1521 este convento es fundado por su hija, Leonor Manrique de Lara y Castro, esposa de Francisco de Zúñiga y Pereza de Guzmán, I marqués de Ayamonte, en unas casas cercanas al palacio familiar, en la collación de San Pedro.

Concretamente, estaba situado en la plaza de la Encarnación junto a la plazoleta de Regina y frente al convento de la Encarnación que fue derribado para construir el mercado dela Encarnación. Debió ocupar parte del antiguo Mercado de la Encarnación y la actual calle Regina hasta la calle Jerónimo Hernández.

Convento de Regina Angelorum (señalado en naranja). Plano de Sevilla del asistente Pablo de Olavide de 1771

Relación del Convento de Regina Angelorum con el antiguo Mercado de la Encarnación y la calle Regina

En este convento hubo doce monjas y una abadesa, pero fue abandonado a los nueve años, por falta de medios, y las religiosas se distribuyeron en otros conventos dominicos de la ciudad y las casas quedaron reservadas a hospedería para frailes.

Su fundadora Leonor Manrique de Lara y Castro dispuso en su testamento la creación de otro convento en estas casas, y su hija, Teresa de Zúñiga y Manrique de Lara, esposa de Francisco de Zúñiga Sotomayor y Portugal, conde de Belalcázar, procedió a la construcción de un convento de Frailes Predicadores, dominicos masculinos, y su correspondiente iglesia en 1553.

Este nuevo convento mantuvo el título de Regina Angelorum y la iglesia tenía un acceso directo desde el palacio familiar. ​ Sus fundadores, Teresa de Zúñiga y Francisco de Zúñiga Sotomayor y Portugal, fueron enterrados en la capilla mayor.

Entre 1549 y 1810 en una capilla de la iglesia se estableció la extinguida Hermandad y Cofradía del Santo Crucifijo e Inmaculada Concepción de María, fundada por nobles sevillanos, entre ellos los marqueses de Ayamonte y de otros miembros de la oligarquía local, y que hacía estación de penitencia a la Catedral la tarde del Jueves Santo.

A los pies de la nave del evangelio se encontraba la capilla de Nuestra Señora del Rosario (s. XVII), diseñada por Pedro Sánchez Falconete y Sebastián de Ruesta y construida por Juan González en 1659, propiedad de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, por lo que la hermandad estaba plenamente vinculada con esa institución.

Curiosamente, en esta capilla fue enterrada el 20 de octubre de 1687, la cabeza Pedro Andrés de Guzmán y Portocarrero, V marqués de La Algaba, gobernador y capitán general de Orán, único resto que pudo recuperarse tras su muerte heroica en combate el 9 de marzo de 1681.

Este convento de Regina Angelorum, se hizo famoso en la Sevilla del XVII por la oposición de sus frailes al movimiento en favor de la proclamación dogmática de la Inmaculada Concepción.

El día de Navidad de 1613 el dominico Fray Diego de Molina, en su prédica llegó a decir “que se concibió la Virgen, como vos y como yo y como Martin Lutero” provocando un gran revuelo en una ciudad eminentemente Inmaculista.

Se inició un enfrentamiento con los franciscanos, con Fray Francisco de Santiago a la cabeza, que dejó versos contundentes:

Aunque le pese a Molina

Y a los frailes de Regina,

Al prior y al provincial,

Y al padre de los anteojos

Sacados tenga los ojos

Y el colgado de un peral

Maria fue concebida

Sin pecado original

O aquellos versos eternos de Miguel del Cid, que se canturreaban por las calles, que decían:

Todo el mundo en general

A voces reina escogida

Diga que sois concebida

Sin pecado original

El 29 de septiembre de 1615 la Hermandad del Silencio formuló y proclamó su voto de sangre para defender la Inmaculada concepción de María.

Los sevillanos mandaron una delegación a la Corte primero y a la Santa Sede después, logrando un breve de Pablo V de 1617 a favor de la Inmaculada Concepción que prohibía que se predicase lo contrario, lo que fue bien recibido en la ciudad. Y el Papa Clemente XIII (1693-1769), en una bula, declara a la Inmaculada Patrona de España.

En 1810 durante la invasión francesa el convento fue exclaustrado y usado como cuartel. Los dominicos regresaron cuando los franceses fueron expulsados.

Pero durante la ocupación francesa la iglesia fue expoliada y el cuadro “La Virgen con san Pedro y san Pablo y santo Domingo arrodillado”, de autor desconocido del siglo XVI, se encuentra en paradero desconocido, y “La Virgen con fray Lauterio y santos”, realizado por Murillo entre 1638 y 1640 se encuentra en la actualidad en el Museo Fitzwilliam de Cambridge.

La visión de fray Lauterio. La Virgen con fray Lauterio, san Francisco de Asís y santo Tomas de Aquino. Murillo, Bartolomé Esteban. 1638-1640. Óleo sobre lienzo. 216 x 170 cm. Fitzwilliam Museum. Cambridge. (CC BY 3.0)

Parece ser que, entregado al estudio de la Teología, fray Lauterio se encontró en cierto momento con algún escollo de difícil interpretación. Mediante la oración, invocó a san Francisco de Asís. Acudieron a su llamada la Virgen María, santo Tomás de Aquino y el mismísimo san Francisco. Le aconsejaron entonces que leyera atentamente la obra “Summa Teologica”, de santo Tomás. Fue gracias a su estudio que fray Lauterio logró disipar sus dudas.

En el cuadro aparece fray Lauterio a la derecha, sosteniendo el libro de santo Tomás, mientras escucha con atención las explicaciones de san Francisco.

De la boca de San Franciusco brota un rayo de luz, en el que aparece una frase en mayúsculas: “Crede huic quia eius doctrina non deficiet in aeternum” (‘Cree esto, porque esta doctrina no acabará jamás’).

Al mismo tiempo, señala directamente a santo Tomás con el índice, indicando al fraile que a él es a quien ha de acudir en busca de la explicación.


En 1821, durante el Trienio Liberal el convento fue exclaustrado de nuevo, instalándose en el inmueble la Sociedad Patriótica, y los dominicos pudieron regresar en 1833.

Finalmente, el convento fue desamortizado en 1835 y sus instalaciones fueron utilizadas como fábrica de sombreros, almacenes y casa de vecinos.

La iglesia se mantuvo como templo católico hasta que fue derribada durante el régimen surgido de la Revolución Gloriosa de 1868 (ver).

La iglesia estaba decorada con zócalos de azulejos, realizados en 1625 por el taller de la casa Valladares. Algunos de ellos, antes del derribo del templo, fueron llevados al Museo de Bellas Artes de Sevilla y otros al Museo de la Hispanic Society of America. ​ La campana se llevó a la Iglesia de Ómnium Sanctorum.

La capilla del Rosario fue derribada en 1905 y los terrenos en que aquélla se levantaba fueron donados al Ayuntamiento por la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, que previamente desalojó sus enseres.

Así, el retablo de la antigua capilla, realizado por Pedro Roldán y Francisco Dionisio de Ribas en 1668, se encuentra en la nueva capilla, construida en 1956, que la maestranza tiene junto a su sede.  Y la reja de hierro forjado de la capilla, diseñada por Pedro Roldán y realizada por Francisco de la Chica y Pedro Núñez en 1670, se encuentra en la puerta del Príncipe de la plaza de toros de la Maestranza.

Reja de la puerta del Príncipe de la plaza de toros de la Maestranza

Capilla de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla

Detalle de la Virgen del Rosario