AREA DE SANTA CLARA-JESÚS DEL GRAN PODER
Iglesia de Santa Clara
El convento de Santa Clara (ver) se fundó, según la tradición, en 1249 tras la entrada
de san Fernando en la ciudad, estando aún en vida la santa de Asís (ver) que
murió en 1253, ubicándose en las inmediaciones del convento casa grande de san
Francisco.
En 1260 Alfonso X otorga un privilegio
para que se trasladaran las monjas a unas casas y huertas almohades que eran
propiedad del infante don Fadrique, lo que se llevó a cabo tras la muerte de
este en 1277.
A partir de 1284 el rey Sancho IV
concede el permiso para que se pueda construir el monasterio en estas casas. Se
comienza entonces a edificar este convento que fue modificando la estructura
original hasta convertirse en el siglo XVII en el monumental complejo que hoy
conocemos.
La
portada situada en la calle
santa Clara es de estilo manierista del primer tercio del siglo XVII, presidida
por un azulejo de Santa Clara y encima el escudo franciscano y culmina con una
cruz de forja.
Portada a la calle Santa Clara
Detalle del azulejo de Santa Clara
Ático de la portada con el escudo
franciscano
Detalle del escudo franciscano
Detalle de la cruz de forja
La cara posterior de esta portada
presenta también un pequeño azulejo de santa Clara.
Cara posterior de la portada
Detalle de la portada Con la imagen del Sacramento
Detalle del pequeño azulejo de Santa
Clara
Esta portada da acceso a una calle por la que se llega al compás, que es un patio distribuidor, actualmente en obras, plantado de naranjos. En su centro la fuente de la Universidad, actualmente tapada.
A su izquierda con una casa antigua, vivienda del mandadero, y la Puerta del colegio de Maese Rodrigo, que se encontraba en la actual Puerta Jerez, y que es el acceso a los jardines y la torre Don Fadrique.
Junto a esta puerta la antigua vivienda del capellán.
El acceso a la iglesia se realiza por el muro de la epístola, porticado con frontón triangular.
Sobre
el escudo franciscano que corona la puerta de entrada se sitúa una imagen de la
santa titular en piedra que la muestra con el hábito inmaculista de color
celeste.
Pórtico
de la iglesia
Santa Clara con hábito inmaculista
En los laterales el escudo de la Custodia del Santísimo de
santa Clara y un azulejo dedicado a las obras realizadas por un Caballero
Coronel de Infantería.
Todo el
conjunto está coronado por una espadaña con tres campanas, de ladrillo y
decorado con un azulejo de Santa Clara, del siglo XVI, coronado con una cruz de
forja con una veleta.
Detalle oblicuo de la espadaña
Detalle del azulejo de Santa Clara en la espadaña
Detalle de la cruz y la veleta
La iglesia de estilo inicial gótico mudéjar, comienza a construirse en las primeras décadas del siglo XIV
y es reformada al estilo barroco en el siglo XVII por Juan de Oviedo (ver) y Miguel
de Zumárraga.
Presenta planta de cajón o de salón, con una sola nave con cabecera
poligonal, como es común en la arquitectura conventual femenina sevillana.
Vista de la nave desde los pies
Vista de la nave desde la cabecera
Vista de la nave desde el coro alto
Vista de la nave a través de la celosía del
coro alto
La nave
está cubierta por artesonado de madera policromado de estilo mudéjar, con
cabecera de forma poligonal sobre la que se levanta una bóveda de crucería
gótica.
Está iluminada por seis grandes ventanales.
Vista del artesonado
de madera
Vista de la bóveda de
crucería gótica
Las paredes están decoradas con yeserías manieristas, con escudos franciscanos, diseñadas en 1620 por los ya citados Juan de Oviedo y Miguel de Zumárraga.
Comenzamos la
descripción, como siempre, por los pies del muro de la epístola y continuamos
en sentido contrario a las aguas del reloj para terminar a los pies del templo.
Nave de la Epístola
A los
pies del muro derecho el cuadro renacentista de san Roque de
Hernando de Esturmio.
San Roque
Le sigue el retablo de San Juan Bautista que tiene
unas dimensiones de 443 x 284 x 82 cm y fue realizado por Martínez Montañés
entre 1621 y 1626.
Retablo de san Juan Bautista
La imagen que preside este retablo, obra de Montañés (ver), muestra a San Juan Bautista (ver) vestido con su característica piel de camello, la cual se reviste de un manto rojo.
En su
mano izquierda sostiene un libro cerrado sobre el que se recuesta un cordero,
al cual señala con el dedo índice de su mano derecha (Jn 1:29).
San Juan Bautista
Detalle de san Juan Bautista
El retablo esta coronado por el relieve que representa el momento del Bautismo de Cristo, obra de 1633 de Francisco de Ocampo (ver).
En la escena aparecen dos ángeles tras Jesucristo y una gran palmera junto al Precursor, y se remata en la parte superior con la paloma del Espíritu Santo entre nubes.
Se presenta a
San Juan arrodillado mientras vierte agua sobre la cabeza de Jesús valiéndose
de una concha.
Detalle del ático
Detalle
del relieve del Bautismo de Cristo
En el ático, un
frontón curvo partido, sobre el que se recuestan dos figuras femeninas
alegóricas que simbolizan las virtudes.
Bajo la hornacina y sobre la mesa de altar
aparece una cartela con la inscripción “Hoceft enim cotpus meum/Hic eft enim
calix fanguinis mei: nour eterni teftamenti promultis e ffundertur inremifsionempecca
torum” (“Porque ésta es mi copa, porque ésta es la copa de mi vino:
derramaremos el perdón del pecado del sepulcro”).
Retablo de San Francisco de Asís
El retablo está
presidido por una magnífica escultura de madera policromada, realizada entre 1623
y 1625, sin duda una de las mejores obras que Martínez Montañés tallara
para Santa Clara.
El Santo se presenta
de pie, con la pierna izquierda ligeramente flexionada y adelantada,
sosteniendo en su mano derecha un crucifijo de orfebrería, al que dirige su
mirada penetrante con gran devoción, mientras que aleja de sí su brazo
izquierdo, con la mano
izquierda indicando silencio, dirigiendo la palma hacia el suelo.
Viste el hábito
franciscano, el cual presenta una abertura a la altura del pecho en el lado
derecho dejando ver el estigma, visibles también en manos y pies.
Destaca el
detallado modelado de la cabeza, así como la policromía de todo el conjunto,
especialmente en la tela del hábito, obra de Salvador Quintero.
San Francisco de Asís
Detalle de San Francisco de Asís
El relieve del ático se representa la escena de la estigmatización en el monte Alverna, en la madrugada del 14 de septiembre de 1224, cuando mientras estaba orando se le apareció un serafín con seis alas y con figura de un hombre crucificado, y en él se van formando las heridas de Jesucristo en las manos, los pies y el costado derecho.
Así, el relieve muestra a San Francisco en éxtasis arrodillado en una gran roca, bajo la cual aparece dormido Fray León, y contemplando al serafín de seis alas que se le ha aparecido, mientras parece mostrar las llagas de la crucifixión de Cristo en sus manos.
Como en los demás retablo,
el ático está centrado por un frontón roto curvo en el que se sitúan
representaciones alegóricas de las virtudes, reconocible la de la caridad en el
lado izquierdo.
Detalle del ático
Detalle del relieve de la estigmatización de San Francisco
Detalle
de las figuras femeninas
Bajo la hornacina y
sobre la mesa de altar aparece una cartela con la inscripción VITA IESU IN
CARNE / EIUS MORTALI / 2. CORIN. 4., tomada de la Segunda Carta de San Pablo a
los Corintios (4, 11), que hace alusión a cómo el fundador de los Franciscanos fue
verdaderamente “alter
Christus”, otro Cristo, ya que en su carne mortal se manifestó la
vida de Jesús.
Cartela
El
Presbiterio está separado de la nave por un arco toral, en cuya base se
encuentran los azulejos de Santa Bárbara mártir romana y Santa Rosa de Viterbo
de la orden tercera franciscana.
Presenta
una planta poligonal de estilo gótico, de los siglos XV al XVII y se cubre mediante una bóveda
ojival de nervadura gótica de crucería estrellada decorada con pinturas de
principios del XVIII y con macollas de madera dorada.
Presbiterio separado de la nave por arco toral
Detalle de la bóveda ojival
El muro se adorna
con yeserías manierista y con un zócalo con azulejos de
los siglos XVII y XVIII.
En la parte superior del zócalo de azulejos se muestran los
escudos de Jesucristo, de la Virgen María, de las Cinco llagas franciscanas y
el Santísimo Sacramento de Santa Clara.
En la parte inferior del zócalo de azulejos se muestran imágenes
antropomorfas.
Relieve
de Santa Clara con las Clarisas
En la base del segundo arco podemos ver pequeños ángeles atlantes.
Y a cada
lado dos parejas de Ángeles Lampadarios.
Primer Ángel lamparario
Detalle del primer ángel lamparario
Segundo Ángel lamparario
Detalle del segundo ángel lamparario
Tercer Ángel lamparario
Detalle del tercer ángel lamparario
Cuarto Ángel lamparario
Detalle del cuarto ángel lamparario
Retablo Mayor
El retablo mayor fue concertado el 6 de noviembre en 1621 con Martínez Montañés, ocupándose de su diseño y de su talla.
Además, contratará igualmente el dorado
y encarnado de todo el conjunto, lo que motivará el conocido pleito con
Francisco Pacheco (ver), por lo que finalmente llevará a cabo las policromías el
pintor y escultor onubense Baltasar Quintero a partir de 1623.
El retablo, de estilo manierista, se adapta al ábside poligonal de la
iglesia y sufrió una importante modificación en 1722, cuando se reformó la
calle central, eliminándose el relieve que representaba a la Santa titular en
oración, rodeada de monjas.
Está formado
por un banco, tres calles más dos entrecalles separadas con columnas, y tres
cuerpos. Tiene unas dimensiones de 11 x 8,70 metros.
Retablo Mayor
En el banco del retablo, a los lados del Sagrario de plata, aparecen dos
pequeñas esculturas de San Pedro y de San Pablo, relacionándose el primero con
la obra de Alonso Cano.
En los laterales se sitúan
sendas puertas rectangulares de madera policromada decoradas con roleos
vegetales y jarrones con flores. En una inscripción puede leerse que fueron
realizadas en el año 1722.
El
frontal está decorado con un panel cerámico del siglo XVII, que
representan a san Juan Evangelista, san Francisco de Asís y Santa Clara, que no
se pueden fotografiar por estar delate el altar.
Detalle del banco del retablo
Detalle del Sagrario
Detalle de la puerta del Sagrario
Detalle de San Pedro
Detalle de San Pablo
En
el primer cuerpo, la figura central del retablo es Santa Clara (ver), extraordinaria
obra de Martínez Montañés fechada entre 1621 y 1623, se representa a esta santa
vistiendo el hábito de la orden, portando un manto recogido sobre la cintura
con el brazo izquierdo, y sosteniendo entre las manos una custodia con la Sagrada
Forma.
Primer cuerpo del retablo
Camarín de Santa Clara
Santa Clara
Detalle de Santa Clara
En las calles
externas encontramos dos relieves de la vida de la santa de Asís, realizados
por Martínez Montañés.
La imposición del
hábito a Santa Clara por San Francisco. Se representa la escena en que
Santa Clara deja la casa de sus padres y es recibida por San Francisco y sus
frailes en la Porciúncula (ver), abandonando el mundo para ingresar en el convento, hecho acaecido
el Domingo de Ramos de 1212. Destaca la representación en el fondo de un altar
presidido por una Inmaculada.
La imposición del hábito a
Santa Clara
La bendición milagrosa del pan, de gran calidad, cuya composición reproduce la del relieve de la Visitación del Monasterio de la Limpia Concepción de Lima, realizado por Montañés en la primera década del XVII.
En esta escena Santa Clara de
pie bendice un pan que le presenta una religiosa arrodillada. Refleja la
situación de escasez en el convento y como Santa Clara, gracias a la oración,
obró el milagro de multiplicar el pan para sustentar a toda la comunidad.
La bendición milagrosa del pan
Flanqueando a Santa Clara se muestran las tallas de dos santos franciscanos enmarcadas por columnas estriadas, San Buenaventura y San Antonio (ver), el primero portando sus atributos, la maqueta de una iglesia en la mano izquierda y la pluma en la derecha y el segundo con un libro en el brazo izquierdo sobre el que se apoya el Niño Jesús que le toca la cara y una vara de azucenas en el derecho.
Sobre ellos aparecen sendas
cartelas con inscripciones.
En el segundo cuerpo, la figura central es la Virgen con el Niño, con la advocación del Rosario (ver), obra atribuida a Francisco de Ocampo (ver), fechable hacia 1633, que se incorporó al retablo en la reforma que se realizó en 1722.
La Virgen viste una túnica y un manto que recoge con la
mano izquierda, está mano sostiene también al Niño Jesús, mientras que la
derecha porta un cetro.
Virgen del Rosario
Detalle del querubín a los pies de la
Virgen
Flanquean a la Virgen del Rosario las
tallas de Santa Inés, hermana menor de santa Clara, que sostiene en sus manos
el Cordero Místico y Santa María Magdalena que se representa portando
un tarro de perfume.
Completan este cuerpo
dos hermosos relieves de Martínez Montañés, en que sobresale la policromía del
conjunto, redescubierta tras la restauración efectuada por el equipo de la
Delegación diocesana de Patrimonio dirigido por los restauradores Antonio
Gamero y Agustín Martín.
La Natividad del Señor en que se representa a la Virgen arrodillada mientras levanta una sábana que cubre al Niño Jesús. Completan la escena San José (ver), un pastor arrodillado, un ángel, la mula y el buey.
Destaca la belleza de la Virgen y de
San José.
Natividad del Señor
La Anunciación es de madera
de cedro y representa a la Virgen arrodillada y sobre ella, en una nube, el
arcángel San Gabriel y arriba el Espíritu Santo en forma de paloma.
Anunciación
En el ático aparece representada la Santísima Trinidad según la iconografía postridentina del Trono de Gracia, que muestra a Dios Padre en actitud oferente sosteniendo en sus brazos a Cristo Crucificado.
La escultura de Cristo crucificado está dispuesta sobre una cruz arbórea de 90 x 75 cm.
El conjunto está coronando por el Espíritu Santo en forma de paloma.
Detalle del ático
Detalle
de la Santísima Trinidad
Rematando las
calles laterales aparecen parejas de ángeles sentados, con las alas
desplegadas, tocando trompetas
y flanqueando la custodia, símbolo de Santa Clara. Este conjunto
fue realizado por Martínez Montañés entre 1621 y 1623.
Debajo de los
ángeles, sobre los frontones curvos, aparecen sendas cartelas con el escudo
franciscano de las Cinco Llagas.
Detalle de los ángeles laterales
Nave del Evangelio
Retablo de la Inmaculada (ver). Presenta la tipología de
retablo-tabernáculo rematado por un ático, obra de Martínez Montañés, que junto
con los otros tres retablos laterales fue realizado entre 1621 y 1626.
Presenta una composición arquitectónica con dos columnas de capitel corintio enmarcando la hornacina central donde se ubica la Inmaculada.
En su fondo están pintados los rayos de luz que parecen salir de la Virgen, en alusión al vestido de sol que viste la mujer del capítulo 12 del libro del Apocalipsis.
Retablo de la Inmaculada
En su intradós
aparecen representados los símbolos de las letanías lauretanas (ver).
Este retablo está
presidido por la imagen en madera tallada y policromada de la Inmaculada
Concepción de María, obra de Martínez Montañés realizada en 1623, anterior por
tanto a la Cieguecita, tallada entre 1629 y 1631.
La del Convento de
las clarisas presenta mayor monumentalidad, si bien también adquiere facciones
de menor dulzura que la que se venera en la Catedral, con la que comparte la
mirada baja, llena de humildad y recogimiento, destacándose además la larga
cabellera que le cae por ambos hombros.
Aparece con las
manos unidas en oración dirigidas levemente hacia su izquierda, bajo las cuales
recoge el manto azul notándose su pierna izquierda adelantada bajo la túnica
blanca.
Inmaculada
Bajo sus pies se
descubre la media luna con las puntas hacia arriba sobre una nube con dos
cabezas de angelitos.
Detalle de los angelitos
En el banco destaca la puerta del Sagrario con un cordero que porta una cruz con un banderín y está subido a un libro con siete borlas, que es el "Libro de los Siete Sellos" que será abierto por el cordero. Es
el cordero del Apocalipsis que representa a Cristo “El cordero de Dios que
quita los pecados del mundo”.
Detalle de la puerta del Sagrario
En el ático, un
frontón curvo partido, sobre el que se recuestan dos figuras femeninas
alegóricas que simbolizan las virtudes, enmarcando el relieve que representa la
escena de los Tallos o los Lirios, obra de Francisco de Ocampo fechada en 1633.
Representa a los
padres de la Virgen, San Joaquín y Santa Ana de cuyos corazones brotan sendos
tallos que se unen en una flor sobre la que aparece una delicada imagen de la
Purísima Concepción, que repite el modelo de la imagen que preside el retablo.
Detalle del ático
Detalle de la escena de los Tallos
Detalle de las figuras femeninas
El retablo de San Juan Evangelista,
presenta idéntico esquema.
Retablo de San Juan Evangelista
La hornacina central está ocupada por la imagen del Evangelista, obra de Montañés de entre 1623 y 1625.
Se presenta de pie, con tupé, perilla y bigote, vistiendo túnica y manto que recoge el brazo izquierdo, con la mirada elevada hacia lo alto. En su mano izquierda sostiene el libro del Apocalipsis, mientras que con su derecha alza una pluma.
Completa su iconografía el águila que se dispone a sus
pies, abajo a la derecha, así como la
representación en el fondo de la hornacina del paisaje de la isla de Patmos en
cuyo cielo se distingue la Mujer del capítulo 12 del Apocalipsis.
San
Juan Evangelista
El ático, tallado por Francisco de Ocampo en 1633, narra el episodio recogido en la Leyenda Dorada en el que el emperador Domiciano, antes de desterrarlo a la isla de Patmos, mandó echar a San Juan a una tina llena de aceite hirviendo de la que salió milagrosamente ileso.
Así, se nos muestra a San Juan en el
interior de la tina, que se coloca sobre unos leños de madera, con el torso
desnudo y las manos en actitud de oración, en un paisaje desértico.
Bajo la hornacina y
sobre la mesa de altar aparece una cartela con la “Hoc eft enim corpus meum.
Hic eft enim calix fanguinis mei noui lerni teftamentimist iumfidei, qui
provobis, pro multis eff undeturin remisi onempeccatorum” (“Porque este es mi
cuerpo. Porque este es el cáliz de mi aprendido testimonio de los fieles, que
demostrará, por muchos efectos indeterminados, perdonará uno de los pecadores”).
Pies de la nave
En los pies de la iglesia, a ambos lados de la reja del coro bajo, debajo de la hermosa celosía del coro alto, encontramos dos puertas de Juan de Vandelvira fechables entre 1590 y 1600.
La del lado del Evangelio corresponde al comulgatorio de las monjas y está decorado por un relieve de la Última Cena.
La del lado de la
Epístola, que da acceso al coro, presenta un relieve que representa el traslado
del racimo de Canáan (Num 13,23).
Vista del templo desde la cabecera
Detalle de los pies de la Iglesia y la reja del coro bajo
Detalle de la celosía del coro alto
Relieve de la Ultima Cena
Relieve del traslado del racimo de Canáan
En el segundo cuerpo de los pies del templo, encima de las puertas, los escudos de Jesucristo, las Cinco Llagas franciscanas y la Virgen María.
En el coro bajo
destaca la sillería y el artesonado de la cubierta y entre las dos rejas de
separación con la nave encontramos un azulejo de Santa Clara y San Francisco, muy difícil de fotografiar.
En el coro alto igualmente destacamos la sillería y el artesonado de la cubierta.