AREA DE SAN ANDRÉS
Calle Cervantes.
De la
confluencia de Don Pedro Niño, Angostillo y san Andrés a la de Quevedo y Plaza
de san Martin.
La primera
referencia documental a este espacio se remonta a 1502 como la calle que va de
San Andrés a San Martín. Así se menciona repetidas veces a lo largo del XVI y
principios del XVII.
Después se
llamó calle de Francisco de Céspedes, por referencia al Caballero Veinticuatro
de ese nombre, que vivió en ella.
Ya en 1665
aparece nombrada en un documento como San Pedro de Alcántara, por el convento
del mismo título que había sido edificado allí a mediados del s. XVII y cuya
iglesia aún se conserva. Con ese nombre fue conocida a lo largo del s. XVIII y
buena parte del XIX, hasta que en 1845 se le da el de Cervantes (ver),
en homenaje al autor del Quijote.
A comienzos del
XX tal denominación debió alternar con la de Miguel de Cervantes, pues en 1949
el Ayuntamiento acuerda que vuelva a designarse sólo con el apellido del
ilustre escritor.
Santiago Montoto
afirma haberla visto aludida en un antiguo padrón como calle de Diego de
Zúñiga, en honor del historiador Diego Ortiz de Zúñiga (ver), que vivió y murió
en una de sus casas.
Se trata de una
calle de configuración rectilínea, si bien tiene dos angulaciones o rinconeras
a la altura de los números 8 y , 2, ésta última muy marcada.
Estos quiebros
debieron, sin duda, estar más acentuados en el pasado, tal como puede
observarse en el plano de Olavide (1771), antes de algunas alineaciones
llevadas a cabo en nuestro siglo.
La parte final,
cerca ya de San Martín, es algo más estrecha que el resto y baja en suave pendiente.
Esa estrechez debió afectar en lo antiguo a casi todo el espacio.
En 1575 el
Cabildo autoriza a un vecino a incorporar a su casa una barreduela, y en 1597
un jurado de la ciudad hace una propuesta de ensanche.
En la prensa
del XIX abundan las referencias a los marmolillos que deben evitar el paso de
los carruajes, y al sistemático incumplimiento de esa norma, con el
consiguiente deterioro de las fachadas. Tanto que en 1878 el Ayuntamiento
ordena poner “aceras de banquetes con sus correspondientes falcos ... toda vez
que en ella obtendrán reconocida ventaja tanto los transeúntes como los
propietarios de fincas en la misma vía, que con la mayor frecuencia tienen que
reparar sus fachadas por los desperfectos que le causan los carruajes y carros
... (Sec. 10, 1878).
En 1880 el Ayuntamiento aprueba también un proyecto de alineación de parte de la calle.
Ha
sido, sin embargo, en el s. XX cuando más se ha transformado este espacio, con las
alineaciones efectuadas sobre todo en la acera de los impares.
En la acera de
los impares hay que destacar la fachada lateral de la que fuera casa de la
familia Lissen, inmueble que hasta finales de los años 1980 fue sede de la Comunidad
de las Siervas de María, con entrada por la calle de San Andrés, número 4, y que
actualmente es la Delegación Territorial de Fomento y Vivienda de Sevilla de la
Junta de Andalucía.
En la fachada hay un” Retablo cerámico de Nuestro Padre
Jesús del Gran Poder”. El Señor lleva la Túnica “perdida”, bordada en 1854, por Manuel María Ariza, y
que sirvió de modelo a otros ceramistas que la pintaron en el primer cuarto del
siglo XX. Se cree que fue creado a principios
de los años 20 del siglo XX y mide 1,65 m. de alto por 0,85 ms. de ancho.
La casa de las
Esclavas de Sagrado Corazón de Jesús, que regentan también en la misma vía un
colegio mayor femenino. Y sobre todo la iglesia del antiguo convento de San
Pedro de Alcántara, perteneciente hoy a la citada comunidad de las Esclavas.
Este convento
fue fundado en 1649, en las antiguas casas de los Ortiz de Zúñiga, por los
franciscanos descalzos, como enfermería tras la peste que asoló a Sevilla.
En 1694 se construyó en él la capilla de la
Orden Tercera de los Franciscanos Seglares.
Durante la
invasión francesa, el convento se convirtió en hospital.
Los frailes
permanecieron en él hasta la exclaustración de 1835. Las dependencias conventuales
pasaron a servir de viviendas.
A mediados del
XIX se ubicaban en aquéllas la Escuela Industrial y una fábrica de cerveza.
Hoy sólo
permanece la iglesia, que carece de fachada y es de una sola nave, muy recargada
en su decoración, y la sede de la Orden Tercera, ambas en el número 7 de la
calle.
La puerta trasera del instituto de bachillerato San Isidoro, cuya entrada principal al centro educativo la tiene en la calle Amor de Dios.
En la parte superior de su frontispicio, entre pilastras que se rematan con un frontón recto, se inscribe una cita latina de san Isidoro de Sevilla: “Doctrina sine vita arrogantem reddit. Vita sine doctrina inutilem facit”(“Aprender si vida nos vuelve arrogante. La vida sin aprendizaje es inútil”)
.
En la acera de
la derecha alternan las viviendas con grandes edificios del sector servicios,
entre ellos una clínica y la delegación de la Organización Nacional de Ciegos
(Once).
Posee gran interés ambiental la casa núm. 4, sede de un viejo hotel que conserva en su patio la fisonomía de las tradicionales fondas sevillanas de fines del XIX y principios del XX. Así lo describe el poeta Luis Jiménez Martas, que se hospedó en él en los años 40 de nuestro siglo: “En la otra vivienda de Albertos estaba el comedor y el patio de mármol en el que, tras la cena, se abría la tertulia plural. .. La puerta de cancela, el mostrador de oscura madera, las jaulas de canarios (no me extrañaría que fuesen los mismos ), los butacones, las plantas, el Gran Poder con el farolillo, la montera de cristales, siguen en esa atmósfera, tan atinadamente conservada, donde me empieza a fluir un tiempo cuya imagen física no se alteró".
En la calle
Cervantes nació y murió el historiador Diego Ortiz de Zúñiga (ver), autor de
los famosos Anales de Sevilla y vivió un tiempo la escritora Fernán Caballero,
y falleció Alberto Lista.
En una de sus casas tuvo su sede temporal la comunidad de las Hermanas de la Cruz (ver), antes de su traslado a Sor Ángela de la Cruz.