RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas
Santa Clara de Asís.
Santa
Clara nació en Asís el 16 de
julio de 1194. Su Padre, Favarone
Offeducio degli Scifi, era un caballero rico y poderoso, pertenecía a una de las familias de
mejor linaje de la ciudad, tenía el título de conde de
Sasso-Rosso. Su madre, Ortolana descendiente de familia noble y feudal, era
una mujer muy cristiana. Clara tenía cuatro hermanos,
un varón, Boson, y tres mujeres, Renenda, Inés y Beatriz.
Según la tradición, antes de
nacer Clara, el Señor le reveló en oración a su madre que la alumbraría de una
brillante luz que habría de iluminar al mundo entero, y fue por eso por lo que
la niña recibió en el bautismo el nombre de Clara, el cual encierra
dos significados, “resplandeciente” y “célebre”.
De niña creció en el palacio
fortificado de la familia, cerca de la Puerta Vieja, y desde sus primeros años fue asidua a la oración y mortificación.
En
1210, San Francisco (ver) predicó en la catedral de Asís los sermones de cuaresma. Su
afirmación de que para tener plena libertad para seguir a Jesucristo hay que
librarse de las riquezas y bienes materiales, confirmaría lo que ella venía
experimentando en su interior, y
comprendió que el modo de vida observado por el santo era el que a ella le
señalaba el Señor.
Sus parientes
cercanos, Rufino y Silvestre, que eran seguidores de Francisco, le ponen en
contacto con el santo y un
Domingo de Ramos, 18 de marzo de 1212, cuando tenía 18 años, Santa Clara se
fuga de su casa y llega a la humilde Capilla de la Porciúncula (ver) donde se
consagra al Señor por manos de Francisco.
Cambió sus ricas vestiduras por un tosco sayal,
semejante al de los frailes, sustituyó su cinturón adornado con joyas por un
cordón nudoso, y Francisco le cortó su larga y hermosa cabellera, para entrar a formar parte de la Orden de los
Hermanos Menores.
Inmediatamente fue confiada por Francisco al monasterio benedictino de San Pablo de las Abadesas. Allí tuvo Clara que vencer la oposición de sus parientes, pues su padre, al darse cuenta de su fuga, la buscó con la determinación de llevársela de vuelta al palacio.
Quince
días después, Francisco le procuró un asilo más seguro en el convento de
Sant´Angelo in Panzo, en las estribaciones del monte Subasio, donde residían
unas mujeres piadosas, que llevaban vida de penitentes, y a donde fue a
unírsele, fugada también clandestinamente, su hermana Inés.
Posteriormente,
San Francisco dispuso para Clara y sus seguidoras una vivienda, adaptada al
ideal de pobreza y sencillez que ella misma anhelaba, junto a la pequeña
iglesia de San Damián, restaurada por el santo. Y en ella se instaló el pequeño
grupo de Damas Pobres, llamadas luego Clarisas, formado inicialmente por Clara
de Asís y otras tres compañeras. La comunidad femenina imitaba en lo posible la
de los hermanos franciscanos.
San
Francisco la pone al frente de la
comunidad, como guía de Las Damas Pobres, y en aquel
convento de San Damián, germinó y se desenvolvió la vida de oración, de
trabajo, de pobreza y de alegría, virtudes del carisma franciscano.
El estilo
de vida de Clara y sus hermanas llamó fuertemente la atención y el movimiento
creció rápidamente. La condición requerida para admitir una postulante en San
Damián era la misma que pedía Francisco en la Porciúncula, repartir entre los
pobres todos los bienes.
Los
medios de vida de las monjas eran el trabajo y la limosna. Mientras unas
hermanas trabajaban dentro del claustro otras iban a mendigar de puerta en
puerta. Clara, cuando las hermanas volvían de mendigar, las abrazaba y las
besaba en los pies.
En su espíritu de sacrificio y
mortificación utilizaba debajo de su túnica, como prenda íntima, un áspero
trozo de cuero de cerdo o de caballo, y su lecho era una cama compuesta de
sarmientos cubiertos con paja, la que se vio obligada a cambiar por obediencia
a Francisco, debido a su enfermedad.
Para ella la Santa Pobreza era su
mayor riqueza y rechazó toda posesión y renta, y solicitó y
consiguió, en 1216, que Inocencio III les otorgase el “Privilegio de la Pobreza”.
Santa Clara escribió la norma de vida para las hermanas,
por lo que es la única mujer que redactó una regla de vida religiosa para
mujeres.
Con la
intermediación del Santo, obtuvieron del papa Inocencio III la
confirmación de esta regla en 1215, y ese año, por orden expresa de Francisco,
Clara tuvo que aceptar el título de abadesa de San Damián, pues hasta entonces
Francisco había sido jefe y director de las dos órdenes, pero después de que el
papa les aprobara la regla, las monjas debían de tener una superiora que las
gobernase.
Finalmente, en 1253, una bula pontificia aprobaba
solemnemente la regla que había compuesto.
Cuarenta y tres años vivió Clara este ideal sin salir
del convento y pudo ver como su orden se extendía por España (43 conventos en
el siglo XIII), Bohemia, Francia, Inglaterra.
Pero, Santa Clara estuvo enferma 27 años en el
convento y en su lecho bordaba, hacía costuras y oraba sin cesar. El Sumo
Pontífice la visitó dos veces e ,igualmente, Cardenales y obispos iban a
visitarla y a pedirle sus consejos.
Murió en San Damián, el 11 de agosto de 1253, rodeada de sus hermanas y tres de
los discípulos preferidos del santo, Fray Junípero, Fray Ángel y Fray León. Sus restos mortales descansan en la cripta de
la basílica de santa Clara en Asís.
Fue
canonizada en 1255, solo dos años después, por Alejandro IV.
El 17 de
febrero de 1958, el papa Pio XII declaró a Santa Clara patrona de la
televisión y de las telecomunicaciones. También es patrona de los
clarividentes, de los orfebres y del buen tiempo, motivo por el cual desde la
Edad Media existe la tradición de que las novias ofrezcan huevos a Santa
Clara para que no llueva el día de su boda.
Se refieren
distintas situaciones milagrosas vividas por Santa Clara.
Según la
leyenda, en una ocasión el papa fue a San Damián, y santa Clara preparó las
mesas y puso el pan para que lo bendijera el pontífice. El papa pidió a la
santa que fuera ella quien lo hiciera, a lo que Clara se opuso rotundamente,
por considerarlo indecoroso. El Papa, entonces, le ordenó, bajo el voto de obediencia, que hiciera la señal de la Cruz y los bendijera
en el nombre de Dios. Santa Clara, como verdadera hija de obediencia, bendijo
aquellos panes con la señal de la cruz, y al instante apareció impresa la señal
de la cruz en todos los panes.
También se refiere una ocasión en que solo
tenían un pan para que comieran cincuenta hermanas, Santa Clara lo bendijo y,
rezando todas un Padre Nuestro, partió el pan y envió la mitad a los hermanos
menores y la otra mitad se la repartió a las hermanas. Aquel pan se multiplicó,
permitiendo que todas comieran.
Estando
una vez Clara gravemente enferma en la solemnidad de la Natividad de Cristo,
fue transportada milagrosamente a la iglesia de San Francisco, y así pudo
asistir a todo el oficio de los maitines y de la misa de medianoche, y
además pudo recibir la sagrada comunión; después fue llevada de nuevo a su
cama.
En 1240 los sarracenos atacaron la ciudad
de Asís. Cuando se acercaban a atacar el convento que está en la falda de la
loma, en el exterior de las murallas de Asís, las monjas se fueron a rezar muy
asustadas y Santa Clara que era extraordinariamente devota al Santísimo
Sacramento, tomó en sus manos la custodia con la hostia consagrada y se enfrentó a los atacantes, y los sarracenos levantaron el
sitio del monasterio.
Un año más tarde, en junio de
1241, las tropas de Federico II, capitaneadas por Vital de Aversa, atacaban a
la ciudad de Asís. Santa Clara y sus monjas oraron con fe ante el Santísimo
Sacramento y los atacantes se retiraron inesperadamente.
Tradicionalmente
se representa a santa Clara con el hábito propio de las clarisas. Este consiste
en un sayal marrón y un velo negro, sujeto con el tradicional
cordón de tres nudos de cuyo cinturón sale un rosario.
Los
atributos tradicionales de la Santa son la custodia y el báculo. La primera
derivada del enfrentamiento a las tropas sarracenas. El báculo proviene de
haber sido abadesa mitrada. Otro atributo característico lo
constituye el lirio, flor que representa la pureza y la virginidad.
Museo del Prado
En
el altar mayor, en la calle de la izquierda, una imagen de Santa Clara de Asís.
En los muros laterales del presbiterio
aparecen pinturas al temple, que representan la ordenación de Santa
Clara por San Francisco y Santa Clara expulsando a los sarracenos de Asís.