miércoles, 4 de diciembre de 2024

 RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas 

Santa Clara de Asís.

Santa Clara nació en Asís el 16 de julio de 1194. Su Padre, Favarone Offeducio degli Scifi, era un caballero rico y poderoso, pertenecía a una de las familias de mejor linaje de la ciudad, tenía el título de conde de Sasso-Rosso. Su madre, Ortolana descendiente de familia noble y feudal, era una mujer muy cristiana. Clara tenía cuatro hermanos, un varón, Boson, y tres mujeres, Renenda, Inés y Beatriz.

Según la tradición, antes de nacer Clara, el Señor le reveló en oración a su madre que la alumbraría de una brillante luz que habría de iluminar al mundo entero, y fue por eso por lo que la niña recibió en el bautismo el nombre de Clara, el cual encierra dos significados, “resplandeciente” y “célebre”.

De niña creció en el palacio fortificado de la familia, cerca de la Puerta Vieja, y desde sus primeros años fue asidua a la oración y mortificación.

En 1210, San Francisco (ver) predicó en la catedral de Asís los sermones de cuaresma. Su afirmación de que para tener plena libertad para seguir a Jesucristo hay que librarse de las riquezas y bienes materiales, confirmaría lo que ella venía experimentando en su interior, y comprendió que el modo de vida observado por el santo era el que a ella le señalaba el Señor.

Sus parientes cercanos, Rufino y Silvestre, que eran seguidores de Francisco, le ponen en contacto con el santo y un Domingo de Ramos, 18 de marzo de 1212, cuando tenía 18 años, Santa Clara se fuga de su casa y llega a la humilde Capilla de la Porciúncula (ver) donde se consagra al Señor por manos de Francisco.

Cambió sus ricas vestiduras por un tosco sayal, semejante al de los frailes, sustituyó su cinturón adornado con joyas por un cordón nudoso, y Francisco le cortó su larga y hermosa cabellera, para entrar a formar parte de la Orden de los Hermanos Menores.  

Inmediatamente fue confiada por Francisco al monasterio benedictino de San Pablo de las Abadesas. Allí tuvo Clara que vencer la oposición de sus parientes, pues su padre, al darse cuenta de su fuga, la buscó con la determinación de llevársela de vuelta al palacio. 

Quince días después, Francisco le procuró un asilo más seguro en el convento de Sant´Angelo in Panzo, en las estribaciones del monte Subasio, donde residían unas mujeres piadosas, que llevaban vida de penitentes, y a donde fue a unírsele, fugada también clandestinamente, su hermana Inés.

Posteriormente, San Francisco dispuso para Clara y sus seguidoras una vivienda, adaptada al ideal de pobreza y sencillez que ella misma anhelaba, junto a la pequeña iglesia de San Damián, restaurada por el santo. Y en ella se instaló el pequeño grupo de Damas Pobres, llamadas luego Clarisas, formado inicialmente por Clara de Asís y otras tres compañeras. La comunidad femenina imitaba en lo posible la de los hermanos franciscanos.

San Francisco la pone al frente de la comunidad, como guía de Las Damas Pobres, y en aquel convento de San Damián, germinó y se desenvolvió la vida de oración, de trabajo, de pobreza y de alegría, virtudes del carisma franciscano.

El estilo de vida de Clara y sus hermanas llamó fuertemente la atención y el movimiento creció rápidamente. La condición requerida para admitir una postulante en San Damián era la misma que pedía Francisco en la Porciúncula, repartir entre los pobres todos los bienes.

Los medios de vida de las monjas eran el trabajo y la limosna. Mientras unas hermanas trabajaban dentro del claustro otras iban a mendigar de puerta en puerta. Clara, cuando las hermanas volvían de mendigar, las abrazaba y las besaba en los pies.

En su espíritu de sacrificio y mortificación utilizaba debajo de su túnica, como prenda íntima, un áspero trozo de cuero de cerdo o de caballo, y su lecho era una cama compuesta de sarmientos cubiertos con paja, la que se vio obligada a cambiar por obediencia a Francisco, debido a su enfermedad.

Para ella la Santa Pobreza era su mayor riqueza y rechazó toda posesión y renta, y solicitó y consiguió, en 1216, que Inocencio III les otorgase el “Privilegio de la Pobreza”.

Santa Clara escribió la norma de vida para las hermanas, por lo que es la única mujer que redactó una regla de vida religiosa para mujeres.

Con la intermediación del Santo, obtuvieron del papa Inocencio III la confirmación de esta regla en 1215, y ese año, por orden expresa de Francisco, Clara tuvo que aceptar el título de abadesa de San Damián, pues hasta entonces Francisco había sido jefe y director de las dos órdenes, pero después de que el papa les aprobara la regla, las monjas debían de tener una superiora que las gobernase.

Finalmente, en 1253, una bula pontificia aprobaba solemnemente la regla que había compuesto.

Cuarenta y tres años vivió Clara este ideal sin salir del convento y pudo ver como su orden se extendía por España (43 conventos en el siglo XIII), Bohemia, Francia, Inglaterra.

Pero, Santa Clara estuvo enferma 27 años en el convento y en su lecho bordaba, hacía costuras y oraba sin cesar. El Sumo Pontífice la visitó dos veces e ,igualmente, Cardenales y obispos iban a visitarla y a pedirle sus consejos.

Murió en San Damián, el 11 de agosto de 1253, rodeada de sus hermanas y tres de los discípulos preferidos del santo, Fray Junípero, Fray Ángel y Fray León. Sus restos mortales descansan en la cripta de la basílica de santa Clara en Asís.

Fue canonizada en 1255, solo dos años después, por Alejandro IV.

El 17 de febrero de 1958, el papa Pio XII declaró a Santa Clara patrona de la televisión y de las telecomunicaciones. También es patrona de los clarividentes, de los orfebres y del buen tiempo, motivo por el cual desde la Edad Media existe la tradición de que las novias ofrezcan huevos a Santa Clara para que no llueva el día de su boda.

Se refieren distintas situaciones milagrosas vividas por Santa Clara.

Según la leyenda, en una ocasión el papa fue a San Damián, y santa Clara preparó las mesas y puso el pan para que lo bendijera el pontífice. El papa pidió a la santa que fuera ella quien lo hiciera, a lo que Clara se opuso rotundamente, por considerarlo indecoroso. El Papa, entonces, le ordenó, bajo el voto de obediencia, que hiciera la señal de la Cruz y los bendijera en el nombre de Dios. Santa Clara, como verdadera hija de obediencia, bendijo aquellos panes con la señal de la cruz, y al instante apareció impresa la señal de la cruz en todos los panes. ​

También se refiere una ocasión en que solo tenían un pan para que comieran cincuenta hermanas, Santa Clara lo bendijo y, rezando todas un Padre Nuestro, partió el pan y envió la mitad a los hermanos menores y la otra mitad se la repartió a las hermanas. Aquel pan se multiplicó, permitiendo que todas comieran.

Estando una vez Clara gravemente enferma en la solemnidad de la Natividad de Cristo, fue transportada milagrosamente a la iglesia de San Francisco, y así pudo asistir a todo el oficio de los maitines y de la misa de medianoche, y además pudo recibir la sagrada comunión; después fue llevada de nuevo a su cama.

En 1240 los sarracenos atacaron la ciudad de Asís. Cuando se acercaban a atacar el convento que está en la falda de la loma, en el exterior de las murallas de Asís, las monjas se fueron a rezar muy asustadas y Santa Clara que era extraordinariamente devota al Santísimo Sacramento, tomó en sus manos la custodia con la hostia consagrada y se enfrentó a los atacantes, y los sarracenos levantaron el sitio del monasterio.

Un año más tarde, en junio de 1241, las tropas de Federico II, capitaneadas por Vital de Aversa, atacaban a la ciudad de Asís. Santa Clara y sus monjas oraron con fe ante el Santísimo Sacramento y los atacantes se retiraron inesperadamente.

Tradicionalmente se representa a santa Clara con el hábito propio de las clarisas. Este consiste en un sayal marrón y un velo negro, sujeto con el tradicional cordón de tres nudos de cuyo cinturón sale un rosario.

Los atributos tradicionales de la Santa son la custodia y el báculo. La primera derivada del enfrentamiento a las tropas sarracenas. El báculo proviene de haber sido abadesa mitrada. Otro atributo característico lo constituye el lirio, flor que representa la pureza y la virginidad.

Museo del Prado


Santa Clara. Anónimo (Circulo de Juan de Borgoña). Primer tercio del siglo XVI. Óleo sobre tabla. 99 x 56 cm. Museo del Prado. Deposito en otra Institución. (CC BY 3.0)






Iglesia de Santa Clara
En el pórtico de entrada al compas. 

Pórtico de entrada al compas
Azulejo de Santa Clara

Iglesia de Santa Rosalía

En el altar mayor, en la calle de la izquierda, una imagen de Santa Clara de Asís.

Altar Mayor
Santa Clara de Asís

En los muros laterales del presbiterio aparecen pinturas al temple, que representan la ordenación de Santa Clara por San Francisco y Santa Clara expulsando a los sarracenos de Asís.  


Ordenación de santa Clara por san Francisco de Asís. Juan de Espinal
 
Santa Clara expulsando a los sarracenos de Asís. Juan de Espinal