AREA DE SAN ROMAN
Convento de Santa Isabel
Se ubica en el
número 2 de la calle Hiniesta, en la collación de san Marcos, dando su fachada
sur a la plaza Santa Isabel. Fue fundado en 1490, en unas casas
principales de doña Isabel de León, viuda de
Gonzalo Farfán de los Godos, como convento de la Visitación "A la
gloria de Dios y de San Juan Bautista y de la Santa Visitación de Nuestra
Señora Santa Isabel", y hoy es conocido como Convento de Santa Isabel.
Fue originalmente regido
por la Orden de San Juan, ya que el hijo de la fundadora era comendador de
dicha orden, siendo expedida la licencia de la fundación por el Gran Maestre de
los sanjuanistas.
El origen de esta rama
femenina se remonta, según algunos autores, a la fundación de la propia Orden
de Malta en el siglo XI y a las primeras monjas consagradas del Hospital de
Santa María Magdalena. Estas religiosas, dirigidas por doña Inés de Alix, tenían
como misión la atención a peregrinas y enfermas en los hospitales. Uno de sus
cometidos, era labrar y abastecer de lienzos a los peregrinos a Tierra Santa.
Otros autores sostienen
que su creación fue el año 1153, con la aprobación por el papa Eugenio III de
la fundación de la comunidad del convento de Sijena, por parte de la reina
Sancha de Aragón, viuda de Alfonso II, y su hija Dulce. Sería, por tanto, el
origen de una de las primeras comunidades femeninas del cristianismo, con vínculos
familiares con los caballeros de la Orden y con el cometido de rezar por ellos
y por el Gran Maestre.
El monasterio de La Valeta se fundó siglos después, en el año 1584; y al igual que en otros conventos más antiguos, a sus religiosas se les denominaba “sórores” ya los caballeros “fratres”.
La desamortización de Mendizábal, en 1835, conllevó la expropiación del edificio por parte del Estado y su conversión en una cárcel de mujeres y reformatorio femenino (casa de Arrepentidas). Desde 1869 el convento está regentado por la Congregación de Religiosas Filipenses Hijas de María Dolorosa y de San Felipe Neri, fundada en 1859 por Dolores Márquez Guerrero y Onoro (ver), y el sacerdote Francisco García Tejero.
Madre Mª de los Dolores Márquez y Oñoro. Padre
Francisco García Tejero
El convento se estableció como una
escuela para niños y hogar espiritual para las mujeres con problemas, como las
prostitutas que buscaban ayuda.
Esta obra de acogida de
mujeres prostituida por parte de la Congregación (mujeres totalmente malditas
en la puritana sociedad sevillana del siglo XIX) había comenzado con Rosario
Muñoz, en una casa del barrio Santa Cruz. Rosario y la madre Dolores llegaron a
ser confundidas, en ocasiones, con las arrepentidas, y apedreadas en las
puertas y ventanas de lo que algunos pensaban que era una nueva casa de citas.
O sea, esta monjita de hace
dos siglos ya hacía las labores de el Ministerio de Igualdad que tenemos
actualmente... pero gratis.
Actualmente el convento sigue manteniendo sus tres funciones
principales de acogida a mujeres y niños (especialmente en situación de
maltrato o de niños tutelados por la Junta de Andalucía), educativa (con el
colegio adjunto que imparte educación primaria y secundaria) y la función
espiritual como centro de encuentro y celebraciones. Históricamente, han
realizado labores de bordados de ornamentos sagrados, pero desgraciadamente
esta actividad se ha perdido por el envejecimiento de la comunidad, además,
cada día las monjas donan bocadillos a los necesitados que vienen a las puertas
del convento.
San Felipe Neri
Es la advocación de esta congregación religiosa, llamado el “Apóstol de Roma”, fue el fundador de la Congregación del Oratorio.
Recibió sus primeras enseñanzas religiosas de los frailes
dominicos del Monasterio de san Marcos de Florencia y se concretó su
vocación en una pequeña capilla de la montaña que pertenecía a
los benedictinos de Montecasino.
En 1533 se marchó a Roma donde estableció amistad con Galiotto Vaccia, aduanero florentino, que le proporcionó alojamiento y manutención a cambio de ser tutor de sus hijos.
En este periodo estudió filosofía en la
Sapienza y teología en la escuela de los agustinos y
escribió la mayor parte de la poesía que compuso, de la que solamente han
perdurado algunos sonetos.
En Roma Felipe se
encontró con una Iglesia donde el colegio cardenalicio era
gobernado por los Medici y muchos cardenales se comportaban como príncipes
seculares más que como eclesiásticos y el pueblo romano parecía haberse alejado
de la fe cristiana.
Por ello, aun siendo
laico comenzó la actividad de reevangelizar la ciudad, por lo que un día se le
llamaría “el Apóstol de Roma”,
dirigiéndose a la gente en mercados y plazas, visitando hospitales e induciendo
a otros a que le acompañaran, constituyendo el núcleo de lo que después se
convirtió en la Hermandad del Pequeño Oratorio.
En 1544, en
las catacumbas de San Sebastián, tuvo lugar el que se conoce en la
tradición cristiana como milagro de su corazón, pues su corazón creció de
tal manera que algunas costillas se fracturaron.
En 1548, junto con
su confesor, Persiano Rosa, fundó la Confraternidad de la Santísima
Trinidad, conocida como la “cofradía
de los pobres”, para ocuparse de los peregrinos y convalecientes.
En 1551, entró en el sacerdocio y se fue a vivir a san Jerónimo de la Caridad.
La Hermandad del Pequeño Oratorio fue creciendo y en 1575 fue aprobada, con la bula "Copiosus in misericordia Deus" del Papa Gregorio XIII, como Congregación del Oratorio de San Felipe Neri, siendo la única en la que los sacerdotes eran seculares, viviendo en comunidad, pero sin votos.
Los miembros retenían sus propiedades, pero debían contribuir a los
gastos de la comunidad. Los que deseaban tomar votos estaban libres para dejar
la Congregación y unirse a una orden religiosa. El instituto tenía como fin la
oración, la predicación y la administración de los sacramentos.
Felipe tenía el
don de curación y les devolvió la salud a muchos enfermos. En varias ocasiones
también predijo el futuro y vivía en estrecho contacto con lo sobrenatural.
Los últimos años de su vida fueron marcados por periodos de enfermedad y recuperación, y murió el 26 de mayo, a la edad de 79 años.
Su cuerpo se conserva en la Chiesa Nuova (antes, iglesia de Santa María de Vallicella), bajo un mosaico, copia de la pintura de Guido Reni, que representa la aparición de la Virgen María a San Felipe Neri en 1594.
Fue beatificado por Pablo V en
1615 y canonizado por Gregorio XV en 1622. En el Santoral
católico su onomástica se celebra el 26 de mayo.
Convento
Se accede a las dependencias de la comunidad a través de una grandiosa portada con un azulejo de la Virgen en el ático y
otro con el rotulo de las Filipenses.
Portal de acceso por calle Hiniesta
número 2
Detalle del azulejo del ático
Nomenclator del Convento
A través de la portada se accede al compás, constituido por un espacio sencillo con dos pórticos en cada frente, sobre sencillos arcos de
medio punto que se sustentan sobre antiguas columnas de procedencia romana.
Los pórticos del compás
Arcos de medio punto en uno de los
pórticos del compás. Detalle de capitel de procedencia romana
En el patio destaca retablo cerámico dedicado a la Madre Dolores Márquez Romero
de Onoro, fundadora de la Congregación de Religiosas Filipenses hijas de María
Dolorosa.
En uno de los
laterales del compás y resguardada de las inclemencias del tiempo por un
corredor y una triple arcada podemos ver, colgada de la pared, una cruz de
hierro forjado es la llamada Cruz de Santa Isabel. Está datada en el siglo XIX
y procede del Convento que esta misma congregación tiene en la ciudad de Écija.
En cada uno de los extremos están representados los símbolos de los cuatro
evangelistas y el del crucificado en el centro.
En el otro corredor, una
foto de María Santísima de la Caridad.
Azulejo de la Fundadora.
Cruz de forja en uno de los pórticos
María Santísima de la Caridad
La edificación fue
notablemente transformada en los siglos XIX y XX como consecuencia de la
desamortización y con la creación del colegio. El claustro principal del
edificio, fechable a comienzos del siglo XVI se sustenta sobre pilares
ochavados de ladrillo encalado que sostienen arcos de medio punto y escarzanos
(es un tipo de arco rebajado simétrico cuyo centro del sector circular se sitúa
por debajo de la línea de impostas). A pesar de su cronología, presenta claras
influencias tardomudéjares, ejemplo de la pervivencia de este estilo en la
Sevilla del siglo XVI. En su centro permanece una fuente de mármol blanco que
mantiene la inscripción "esta agua se trajo el año de 1586, 14 de agosto,
siendo priora la muy ilustre señora doña Ana de Heredia"
Claustro principal con columnas ochavadas
Fuente central de mármol. Inscripción de
la fuente
Una señorial escalera
compartimenta las estancias y une los dos patios principales, creando un área
con arquitectura del siglo XVII que acoge un lienzo de la Virgen de las
Angustias, obra de finales del siglo XVII. En la misma sala cuelgan otros
lienzos como una copia de la Virgen de la Servilleta de Murillo y un Calvario de
José María Romero de hacia 1860.
En el segundo patio
destaca el cuidado floral y diversos azulejos alusivos a la comunidad.
Segundo patio con abundancia macetas y de
flores
Azulejos en el patio
San Felipe Neri
La leyenda de Tomasin
Tomasin, era un niño de unos ochos años, cuya madre había fallecido
hacía poco y que vivía en la calle Vergara número 9. Su padre trabajaba,
durante toda la jornada, en la estación de ferrocarriles
de San Jerónimo y por sus limitaciones económicas llegó a un acuerdo con las
monjas del convento de Santa Isabel, que conocían la tragedia que
había ocurrido a la familia, para que el niño estuviera a su cuidado prácticamente
durante todo el día. El niño que era obediente y alegre, llegó a ser especialmente querido por
las monjitas.
Calle Vergara número 9
El niño estaba muy
ilusionado con salir de nazareno en la Hermandad de los Gitanos, que
en aquel tiempo tenía su sede en la próxima iglesia de San Marcos. Las monjas decidieron
coserle una túnica para que aquel Viernes Santo su padre lo metiera
en las filas de nazarenos.
Pero en plena Cuaresma
el niño cayó gravemente enfermo, y no consiguió superar la
desconocida enfermedad que padecía, por lo que falleció a los pocos días.
Esta muerte inesperada creó un dramático impacto en el barrio y en
la congregación, y las monjas lo amortajaron con la pequeña túnica
que nunca llegó a estrenar.
A las dos de la mañana de aquel
Viernes Santo, un grupo de hermanos de los Gitanos, vestidos de nazareno,
atravesaban la plaza de Santa Isabel camino de la Iglesia para efectuar su
estación de penitencia y vieron, a las puertas del convento de San Isabel,
un niño solitario vestido de nazareno con su antifaz puesto y portando una
varita. Los nazarenos comentaron la irresponsabilidad de los padres de dejar al
niño solo y decidieron seguirle para alcanzarlo y acompañarlo hasta el templo,
pero al doblar la esquina desapareció y solo encontraron la varita tirada
en el suelo. La recogieron y se la llevaron a las monjas al día siguiente y
estas comprobaron que era la que habían conseguido para Tomasin, y que la
guardaban como recuerdo del niño al que con tanto cariño habían cuidado y que
sorprendentemente había desaparecido de su sitio habitual.
A pesar de haber pasado muchos años de estos hechos, todavía se sigue produciendo las apariciones del nazarenito en la madrugada del Viernes Santo, saliendo del convento de Santa Isabel para su cita anual con la Hermandad de los Gitanos.
Muy bien documentado. Entrañable la historia de Tomasín,
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