domingo, 30 de octubre de 2022

 AREA DE SAN ROMAN

Convento de Santa Isabel

Se ubica en el número 2 de la calle Hiniesta, en la collación de san Marcos, dando su fachada sur a la plaza Santa Isabel. Fue fundado en 1490, en unas casas principales de doña Isabel de León, viuda de Gonzalo Farfán de los Godos, como convento de la Visitación "A la gloria de Dios y de San Juan Bautista y de la Santa Visitación de Nuestra Señora Santa Isabel", y hoy es conocido como Convento de Santa Isabel.

Fue originalmente regido por la Orden de San Juan, ya que el hijo de la fundadora era comendador de dicha orden, siendo expedida la licencia de la fundación por el Gran Maestre de los sanjuanistas.

El origen de esta rama femenina se remonta, según algunos autores, a la fundación de la propia Orden de Malta en el siglo XI y a las primeras monjas consagradas del Hospital de Santa María Magdalena. Estas religiosas, dirigidas por doña Inés de Alix, tenían como misión la atención a peregrinas y enfermas en los hospitales. Uno de sus cometidos, era labrar y abastecer de lienzos a los peregrinos a Tierra Santa.

Otros autores sostienen que su creación fue el año 1153, con la aprobación por el papa Eugenio III de la fundación de la comunidad del convento de Sijena, por parte de la reina Sancha de Aragón, viuda de Alfonso II, y su hija Dulce. Sería, por tanto, el origen de una de las primeras comunidades femeninas del cristianismo, con vínculos familiares con los caballeros de la Orden y con el cometido de rezar por ellos y por el Gran Maestre.

El monasterio de La Valeta se fundó siglos después, en el año 1584; y al igual que en otros conventos más antiguos, a sus religiosas se les denominaba “sórores” ya los caballeros “fratres”.

La desamortización de Mendizábal, en 1835, conllevó la expropiación del edificio por parte del Estado y su conversión en una cárcel de mujeres y reformatorio femenino (casa de Arrepentidas). Desde 1869 el convento está regentado por la Congregación de Religiosas Filipenses Hijas de María Dolorosa y de San Felipe Neri, fundada en 1859 por Dolores Márquez Guerrero y Onoro (ver), y el sacerdote   Francisco García Tejero.

Madre Mª de los Dolores Márquez y Oñoro. Padre Francisco García Tejero


El convento se estableció como una escuela para niños y hogar espiritual para las mujeres con problemas, como las prostitutas que buscaban ayuda.

Esta obra de acogida de mujeres prostituida por parte de la Congregación (mujeres totalmente malditas en la puritana sociedad sevillana del siglo XIX) había comenzado con Rosario Muñoz, en una casa del barrio Santa Cruz. Rosario y la madre Dolores llegaron a ser confundidas, en ocasiones, con las arrepentidas, y apedreadas en las puertas y ventanas de lo que algunos pensaban que era una nueva casa de citas.

O sea, esta monjita de hace dos siglos ya hacía las labores de el Ministerio de Igualdad que tenemos actualmente... pero gratis.

Actualmente el convento sigue manteniendo sus tres funciones principales de acogida a mujeres y niños (especialmente en situación de maltrato o de niños tutelados por la Junta de Andalucía), educativa (con el colegio adjunto que imparte educación primaria y secundaria) y la función espiritual como centro de encuentro y celebraciones. Históricamente, han realizado labores de bordados de ornamentos sagrados, pero desgraciadamente esta actividad se ha perdido por el envejecimiento de la comunidad, además, cada día las monjas donan bocadillos a los necesitados que vienen a las puertas del convento.

San Felipe Neri

Es la advocación de esta congregación religiosa, llamado el “Apóstol de Roma”, fue el fundador de la Congregación del Oratorio. 

Recibió sus primeras enseñanzas religiosas de los frailes dominicos del Monasterio de san Marcos de Florencia y se concretó su vocación en una pequeña capilla de la montaña que pertenecía a los benedictinos de Montecasino.

En 1533 se marchó a Roma donde estableció amistad con Galiotto Vaccia, aduanero florentino, que le proporcionó alojamiento y manutención a cambio de ser tutor de sus hijos. 

En este periodo estudió filosofía en la Sapienza y teología en la escuela de los agustinos y escribió la mayor parte de la poesía que compuso, de la que solamente han perdurado algunos sonetos. 

En Roma Felipe se encontró con una Iglesia donde el colegio cardenalicio era gobernado por los Medici y muchos cardenales se comportaban como príncipes seculares más que como eclesiásticos y el pueblo romano parecía haberse alejado de la fe cristiana.

Por ello, aun siendo laico comenzó la actividad de reevangelizar la ciudad, por lo que un día se le llamaría “el Apóstol de Roma”, dirigiéndose a la gente en mercados y plazas, visitando hospitales e induciendo a otros a que le acompañaran, constituyendo el núcleo de lo que después se convirtió en la Hermandad del Pequeño Oratorio.

En 1544, en las catacumbas de San Sebastián, tuvo lugar el que se conoce en la tradición cristiana como milagro de su corazón, pues su corazón creció de tal manera que algunas costillas se fracturaron.

En 1548, junto con su confesor, Persiano Rosa, fundó la Confraternidad de la Santísima Trinidad, conocida como la “cofradía de los pobres”, para ocuparse de los peregrinos y convalecientes.

En 1551, entró en el sacerdocio y se fue a vivir a san Jerónimo de la Caridad. 

La Hermandad del Pequeño Oratorio fue creciendo y en 1575 fue aprobada, con la bula "Copiosus in misericordia Deus" del Papa Gregorio XIII, como Congregación del Oratorio de San Felipe Neri, siendo la única en la que los sacerdotes eran seculares, viviendo en comunidad, pero sin votos. 

Los miembros retenían sus propiedades, pero debían contribuir a los gastos de la comunidad. Los que deseaban tomar votos estaban libres para dejar la Congregación y unirse a una orden religiosa. El instituto tenía como fin la oración, la predicación y la administración de los sacramentos.

Felipe tenía el don de curación y les devolvió la salud a muchos enfermos. En varias ocasiones también predijo el futuro y vivía en estrecho contacto con lo sobrenatural.

Los últimos años de su vida fueron marcados por periodos de enfermedad y recuperación, y murió el 26 de mayo, a la edad de 79 años. 

Su cuerpo se conserva en la Chiesa Nuova (antes, iglesia de Santa María de Vallicella), bajo un mosaico, copia de la pintura de Guido Reni, que representa la aparición de la Virgen María a San Felipe Neri en 1594. 

Fue beatificado por Pablo V en 1615 y canonizado por Gregorio XV en 1622. En el Santoral católico su onomástica se celebra el 26 de mayo.

Convento

Se accede a las dependencias de la comunidad a través de una grandiosa portada con un azulejo de la Virgen en el ático y otro con el rotulo de las Filipenses.

Portal de acceso por calle Hiniesta número 2

Detalle del azulejo del ático

Nomenclator del Convento

A través de la portada se accede al compás, constituido por un espacio sencillo con dos pórticos en cada frente, sobre sencillos arcos de medio punto que se sustentan sobre antiguas columnas de procedencia romana.

Los pórticos del compás

Arcos de medio punto en uno de los pórticos del compás. Detalle de capitel de procedencia romana

En el patio destaca retablo cerámico dedicado a la Madre Dolores Márquez Romero de Onoro, fundadora de la Congregación de Religiosas Filipenses hijas de María Dolorosa.

En uno de los laterales del compás y resguardada de las inclemencias del tiempo por un corredor y una triple arcada podemos ver, colgada de la pared, una cruz de hierro forjado es la llamada Cruz de Santa Isabel. Está datada en el siglo XIX y procede del Convento que esta misma congregación tiene en la ciudad de Écija. En cada uno de los extremos están representados los símbolos de los cuatro evangelistas y el del crucificado en el centro.

En el otro corredor, una foto de María Santísima de la Caridad. 

Azulejo de la Fundadora. 

Cruz de forja en uno de los pórticos

María Santísima de la Caridad

La edificación fue notablemente transformada en los siglos XIX y XX como consecuencia de la desamortización y con la creación del colegio. El claustro principal del edificio, fechable a comienzos del siglo XVI se sustenta sobre pilares ochavados de ladrillo encalado que sostienen arcos de medio punto y escarzanos (es un tipo de arco rebajado simétrico cuyo centro del sector circular se sitúa por debajo de la línea de impostas). A pesar de su cronología, presenta claras influencias tardomudéjares, ejemplo de la pervivencia de este estilo en la Sevilla del siglo XVI. En su centro permanece una fuente de mármol blanco que mantiene la inscripción "esta agua se trajo el año de 1586, 14 de agosto, siendo priora la muy ilustre señora doña Ana de Heredia"

Claustro principal con columnas ochavadas

Fuente central de mármol. Inscripción de la fuente

Una señorial escalera compartimenta las estancias y une los dos patios principales, creando un área con arquitectura del siglo XVII que acoge un lienzo de la Virgen de las Angustias, obra de finales del siglo XVII. En la misma sala cuelgan otros lienzos como una copia de la Virgen de la Servilleta de Murillo y un Calvario de José María Romero de hacia 1860. 

En el segundo patio destaca el cuidado floral y diversos azulejos alusivos a la comunidad.

 

Segundo patio con abundancia macetas y de flores


Azulejos en el patio

San Felipe Neri

La leyenda de Tomasin

Tomasin, era un niño de unos ochos años, cuya madre había fallecido hacía poco y que vivía en la calle Vergara número 9. Su padre trabajaba, durante toda la jornada, en la estación de ferrocarriles de San Jerónimo y por sus limitaciones económicas llegó a un acuerdo con las monjas del convento de Santa Isabel, que conocían la tragedia que había ocurrido a la familia, para que el niño estuviera a su cuidado prácticamente durante todo el día. El niño que era obediente y alegre, llegó a ser especialmente querido por las monjitas.

Calle Vergara número 9

El niño estaba muy ilusionado con salir de nazareno en la Hermandad de los Gitanos, que en aquel tiempo tenía su sede en la próxima iglesia de San Marcos. Las monjas decidieron coserle una túnica para que aquel Viernes Santo su padre lo metiera en las filas de nazarenos.

Pero en plena Cuaresma el niño cayó gravemente enfermo, y no consiguió superar la desconocida enfermedad que padecía, por lo que falleció a los pocos días.

Esta muerte inesperada creó un dramático impacto en el barrio y en la congregación, y las monjas lo amortajaron   con la pequeña túnica que nunca llegó a estrenar.

A las dos de la mañana de aquel Viernes Santo, un grupo de hermanos de los Gitanos, vestidos de nazareno, atravesaban la plaza de Santa Isabel camino de la Iglesia para efectuar su estación de penitencia y vieron, a las puertas del convento de San Isabel, un niño solitario vestido de nazareno con su antifaz puesto y portando una varita. Los nazarenos comentaron la irresponsabilidad de los padres de dejar al niño solo y decidieron seguirle para alcanzarlo y acompañarlo hasta el templo, pero al doblar la esquina desapareció y solo encontraron la varita tirada en el suelo. La recogieron y se la llevaron a las monjas al día siguiente y estas comprobaron que era la que habían conseguido para Tomasin, y que la guardaban como recuerdo del niño al que con tanto cariño habían cuidado y que sorprendentemente había desaparecido de su sitio habitual.

A pesar de haber pasado muchos años de estos hechos, todavía se sigue produciendo las apariciones del nazarenito en la madrugada del Viernes Santo, saliendo del convento de Santa Isabel para su cita anual con la Hermandad de los Gitanos.

1 comentario:

  1. Muy bien documentado. Entrañable la historia de Tomasín,

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