RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas Mártires
San Clemente
Da nombre al Monasterio de san Clemente (ver).
Azulejo de San Clemente en
la portada barroca que da acceso al convento por la calle Reposo.
El Papa
Clemente I (llamado Clemente Romano para distinguirlo del alejandrino), fue el tercer sucesor de San
Pedro (después de Lino y Cleto) y obispo de Roma, de lo que ya dio
noticia la lista de obispos compilada por Ireneo de Lyon, quien lo llamó el “tercero después de los Apóstoles” y le dedicó un
espacio considerable.
Se
le representa siempre de pontifical, como en esta obra, en la que viste alba,
estola y capa pluvial de color rojo y forro verde con orla y broche de
pedrería, que cruza por delante y sujeta bajo el brazo. Va nimbado con una fina
aureola circular y cubre su cabeza con la tiara papal de triple corona, de la
que cuelgan las ínfulas. En las manos, enguantadas, luce sendos anillos de oro
y rubíes; bendice con la derecha y porta en la izquierda una cruz patriarcal de
triple travesaño. No le acompañan en esta ocasión ninguno de sus atributos
característicos, con los que suele aparecer a partir de la Edad Media, que son
el ancla, símbolo del martirio, una capilla rodeada de agua, en recuerdo de la
que le construyeron los ángeles en el fondo del mar, y un “Agnus Dei” , en
referencia a uno de sus milagros. El santo está efigiado de pie, en posición
frontal, sobre un suelo terroso. Al fondo se divisa un paisaje montañoso con
una ciudad de edificios clásicos de planta circular y poligonal. La composición
remata en semicírculo; las enjutas no van decoradas y en origen irían
cubiertas. La figura está dotada de cierto carácter escultórico. Su marcada
frontalidad se ve compensada por el suave movimiento del cuerpo y los plegados
de sus vestiduras, por la disposición en diagonal de sus brazos, en línea con la
estola cruzada, y por la leve desviación lateral de su mirada.
Una antigua tradición le emparenta con la dinastía de los flavios y según testimonio de Tertuliano había recibido de Pedro el diaconado presbiterado y episcopado y según Orígenes colaboró con Pablo en la fundación de la comunidad de Filipos.
El hecho
de que tuviera contacto con quienes escucharon directamente las enseñanzas de
Cristo dota a su testimonio de un atractivo especial.
Alcanzó la suma dignidad eclesial y gobernó la
iglesia desde el año 93 hasta el 101. Hacia el año
95 en alguna comunidad hubo conatos de levantamiento contra los
presbíteros y obispos, lo que le obligó, en su condición de obispo de Roma,
a escribir una carta donde pedía unidad y obediencias. Afortunadamente esta
carta se conserva y lleva el nombre de” Epístola de Clemente a los
Corintios”. En esa carta da muy hermosos consejos,
y recomienda obedecer siempre al Pontífice de Roma. Entre otras cosas dice: "el que se conserva puro no se
enorgullezca por ello, porque la pureza es un regalo gratuito de Dios y no una
conquista nuestra".
El “Liber Pontificalis” le asigna
nueve años de episcopado en tiempos de los emperadores Galba y Vespassiano, mientras que la cronología de Eusebio de Cesarea (Historia eclesiástica III, 15) y la biografía que trazó Jerónimo de Estridón (Vir. ill.
15) sitúan su muerte en el tercer año del reinado de Trajano, es decir, en el año
101.
Por ser cristiano fue desterrado por el
emperador Trajano a Crimea (al sur de Rusia) y condenado a trabajos forzados, a
picar piedra con otros dos mil cristianos. Las actas antiguas dicen que estos
le decían: "Ruega por nosotros Clemente, para que seamos dignos de las
promesas de Cristo" y añaden que allá en Crimea convirtió a muchísimos
paganos.
Los obreros de la mina de mármol sufrían mucho
por la sed, porque la fuente de agua más cercana estaba a diez kilómetros de
distancia. El santo oró con fe y apareció allí muy cerca una fuente de agua
cristalina. Esto le dio más fama de santidad y le permitió conseguir muchas
conversiones más.
Un día las autoridades le exigieron que
adorara a Júpiter. Él dijo que no adoraba sino al verdadero Dios. Entonces fue
arrojado al mar, y para que los cristianos no pudieran venerar su cadáver, le
fue atado al cuello una piedra de molino. Pero una gran ola devolvió su cadáver
a la orilla.
Martirio
de san Clemente. Pier Leone Ghezzi. 1724. Pinacoteca Vaticana
Del mar sería rescatado y sus restos habrían de ser trasportados a Roma por Cirilo y Metodio en el año 867.
Dichos restos fueron resguardados por la Confraternidad de los Santos Ángeles Custodios, en la Sacristía de la Capilla Paulina del Vaticano.
Dos ciudades latinoamericanas se disputan el poseer los restos de San Clemente: las ciudades de Mérida en Venezuela y la de Linares en Chile.
En la Iglesia Católica se lo venera
como santo y mártir, y su festividad se celebra el 23 de noviembre. En Roma existe una
antiquísima basílica, la Basílica de san Clemente de Letrán, levantada sobre su tumba.
Su carácter de mártir resulta fundado a partir de
una evidencia epigráfica: una dedicatoria fragmentada de fines del siglo IV
con el término “martyr”
encontrada en el antiguo “titulus
Clementis”, basílica dedicada a Clemente por el papa Siricio, por lo que la noticia de su martirio se
remontaría al menos hasta esa época.
Interior
de la Iglesia de san Clemente. Roma
La basílica de
San Clemente de Letrán es un complejo de edificios en Roma centrados
alrededor de una iglesia católica dedicada al papa Clemente I.
La
antigua iglesia fue transformada a lo largo de los siglos desde una casa
privada que era el sitio de veneración cristiana clandestina en el siglo i hasta una gran basílica pública
en el siglo vi, reflejando la
creciente legitimación y poder de emergente iglesia católica.
La casa
fue en origen propiedad de un cónsul y mártir cristiano, Tito
Flavio Clemente, que fue uno de los primeros senadores romanos en convertirse
al cristianismo. Permitió que su casa se usara como lugar de reunión secreto
para sus compañeros cristianos, estando por entonces prohibida esa religión.
Hay
evidencia de un culto pagano en el lugar. En el siglo ii miembros de un culto mitraista (ver) construyeron
un pequeño templo dedicado a Mitra en
una “insula” o
complejo de apartamentos, en el lugar. Este templo, usado para rituales de
iniciación, duró hasta alrededor de finales del siglo iii.
Las excavaciones de los años 1860 revelaron la primera basílica olvidada que subyace a la medieval. A finales del siglo iv o principios del siglo V, después de que el cristianismo se convirtiera en la religión oficial de Roma, la pequeña iglesia sufrió una ampliación, adquiriendo la “insula” vecina y otros edificios cercanos.
Se construyó una nave central sobre el lugar de la iglesia
precedente, y un ábside sobre el anterior mitreo. La nueva iglesia
estaba dedicada al papa Clemente I.
Se emprendieron restauraciones en el siglo ix y
hacia 1080-99.
Durante los siglos siguientes, San Clemente se convirtió en un “beacon” para los artistas y escultores de iglesias, beneficiándose de la generosidad del Imperio bizantino. Actualmente, es una de las iglesias de Roma más ricamente decoradas.
En Sevilla, la Iglesia del Monasterio de San Clemente fue construida sobre otra primitiva iglesia gótico mudéjar a finales del siglo XVI.
El Altar Mayor lo preside la imagen de San Clemente
Altar Mayor de la Iglesia de san Clemente de Sevilla
San Clemente
Detalle de san Clemente
Detalle del Ancla de san Clemente
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