AREA DE MACARENA-SAN LUIS-SAN JULIAN
Cementerio Municipal de San Fernando.
Los primeros cementerios provisionales que hubo en Sevilla
fueron el del Prado de San Sebastián, el Cementerio de los Pobres, el
Cementerio de los Canónigos o Eclesiástico y finalmente el Cementerio de San
José, en Triana.
Muy pronto, el Cementerio del Prado de San Sebastián quedó en
desuso por su ubicación y ello hizo que en el año 1831 el Ayuntamiento de
Sevilla determinara construir un cementerio nuevo de urbanización más moderna, como
respuesta a las necesidades de concentrar los enterramientos en un solo lugar y
no sólo en las iglesias y cementerios provisionales, ya copados en el siglo
XVIII a causa del crecimiento demográfico y las periódicas epidemias que
azotaban a la población.
En 1849
las autoridades de Sevilla eligieron para dicho fin una de las huertas que
lindaban con San Lázaro, llamada de “Lérida” o de “Leira”, situada en el camino de Brenes, al noreste de la
ciudad, desde el antiguo “Camino de Cantillana” hasta el “Camino viejo
de Córdoba”, lugar que hasta entonces había sido destinado a
enterramientos provisionales en épocas de epidemias en la ciudad.
En 1851,
el arquitecto titular del Ayuntamiento, D. Balbino Marrón y Ranero, presenta el
proyecto, aprobado por la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando, para
la edificación de la nueva necrópolis, que presentaba todas las novedades que
hasta el momento se conocían en materia de Cementerios.
El Cementerio fue construido a lo largo del año 1852 y abrió sus puertas oficialmente al primer entierro el día 1 de enero de 1853.
Sin embargo, se pueden encontrar lápidas que datan incluso de
principios del siglo XIX, debido a que muchos cadáveres fueron trasladados desde
otros cementerios, para que los restos estuvieran sepultados junto a familiares
que empezaron a ocupar las nuevas instalaciones.
Durante los
primeros años del Cementerio, se crea el “Cementerio de Disidentes de la
religión católica”, sobre sendos proyectos de D. Juan Talavera de la Vega de
1874 y D. Francisco Aurelio Álvarez Millán de 1876.
En 1920,
se produce una ampliación del cementerio mediante proyecto de D. Antonio
Arévalo, ya que el proyecto de D. Balbino Marrón se vio superado dado el
crecimiento de la ciudad y la población.
Durante
la Guerra Civil. entre 1936 y 1939, debido a la presencia de las tropas
marroquíes aliadas y los problemas que sus sepelios podían ocasionar, se
procedió a la construcción de un pequeño “Cementerio Musulmán”, adosado a la
tapia trasera del cementerio católico.
Posteriormente, se realiza un
proyecto de ampliación aprovechando unos terrenos linderos con la parte
posterior que se correspondían con una finca perteneciente a la empresa CAMPSA,
y que años más tarde acabaría por integrarse y convertirse en la primera gran ampliación,
ya que posteriormente se llevaría a cabo otra ampliación en el siglo XXI en los
terrenos linderos con el “Cementerio Disidente”.
Se
realiza la correcta demarcación de las calles, en la que se articula la avenida
principal denominada Calle Fe, que mediante la Rotonda del Cristo de las Mieles
se prolonga hasta la Calle Esperanza que alcanzará la Rotonda de la Caridad y
que vertebrará el resto del callejero de la necrópolis.
La Portada Principal, fue diseñada por D. Manuel
Galiano en 1866, pero no llegó a realizarse, siendo definitiva la de los
arquitectos D. Francisco Aurelio Álvarez Millán y D. José Sáez entre 1866 a
1888.
Se trata
de una sencilla puerta adintelada con sendos pilares cuadrangulares con
pilastras adosadas, todo realizado en ladrillo visto. Sobre los pilares unos
escudos coronados en cuyo interior aparece el emblema de la ciudad de Sevilla
NO&DO. Presenta una verja en hierro dulce o forjado. Destaca el remate
decorativo del dintel realizado en forja, con motivos vegetales y roleos que se
entrelazan, todo ello culminado con una fina cruz latina.
Portada principal
En los accesos a cada estancia aparecen como remates
decorativos unas simbólicas ánforas veladas cuyo significado representa la
finitud del cuerpo convertido en polvo y cenizas, y el lienzo o paño que la
cubre simboliza el último testimonio que deja el alma al abandonar toda
materialidad.
Dentro
de los panteones hemos de mencionar los Antonio el Bailarín, Antonio Machín, Ejercito del Aire,
Joselito el Gallo, Juanita Reina, Paquirri, Antonio Susillo o Cristo de las
Mieles.
Panteón de Antonio el Bailarín (ver)
Panteón
del Ejercito del Aire
Panteón
destinado a cobijar los restos de militares y altos mandos del Ejército del
Aire, ocupa un lugar privilegiado a la entrada del Cementerio, presenta una
planta rectangular con una trampilla de acceso a la cripta y tras la cual
se levanta una pequeña edificación destinada a enterramientos en pared, que
presenta un revestimiento de granito, y que se distribuyen en cinco calles
siendo el total de nichos un número de 20. Este pequeño edificio se remata con
un frontón triangular partido para reservar este espacio al escudo de la
Aviación Militar. Por encima, y sobre un denso trono de nubes, aparece la
representación de la Virgen con el niño en sus brazos, en la que hemos querido
ver la representación de la Virgen de Loreto por ser patrona y protectora del
Ejercito del Aire. Tras ella una gran cruz latina remata el conjunto.
Detalle
del Panteón del Ejercito del Aire
Detalle de la Virgen de
Loreto con el Niño
Panteón de Joselito el Gallo (ver)
Panteón de Juanita Reina (ver)
Cristo de las Mieles. Panteón de Antonio Susillo (ver)
Es un
edificio independiente realizado en ladrillo visto, con cubierta al exterior a
dos aguas.
Internamente
muestra una única nave, que en los muros laterales presenta ventanas y óculos
con vidrieras para la iluminación, cegando las ventanas centrales para realizar
unas hornacinas que cobijan a la izquierda la imagen de San Fernando y a la
derecha a San Pedro.
El Altar
Mayor, presenta un sencillo retablo de un solo cuerpo, realizado en yesería, en
cuya hornacina central se venera a la Virgen del Carmen, como protectora de las
ánimas.
A los pies de la capilla y situado sobre la puerta de acceso, un crucificado que podríamos datar en el medievo, y del que desconocemos el lugar de procedencia.
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