domingo, 12 de marzo de 2023

 AREA ALAMEDA

Alameda de Hércules.

La historia de la alameda se remonta al tiempo en el que un brazo del Guadalquivir atravesaba de norte a sur el centro de la ciudad, comenzando su entrada por la zona de la Alameda y terminando en la zona de la Catedral.

Primer asentamiento de la ciudad

Estamos hablando de cuando se funda la "primera Sevilla", la ciudad fenicia llamada Spal o Ispal.

La zona de la Alameda se encontraba aún muy lejos del núcleo habitado. El lugar formaba parte del cauce del río que cruzaba de norte a sur lo que actualmente es el centro histórico de la ciudad. Donde hoy están la Alfalfa y la Cuesta del Rosario, se encontraría el límite norte de la ciudad original hasta inicios de nuestra era.

La Híspalis romana se empieza a expandir hacia el norte, llegando hasta lo que hoy es la Encarnación durante la época imperial, alcanzando el entorno de la Alameda en los primeros siglos de dominio musulmán.

Por los hallazgos encontrados sabemos que, en esos momentos, la ciudad llegó hasta lo que hoy serían San Juan de la Palma y San Martín, donde se cree que pudiera haber una primitiva puerta de la muralla (aunque no hay aún consenso en este tema).

No sería hasta época almohade cuando el lugar que hoy ocupa La Alameda, quedaría incluido dentro del recinto amurallado que estos levantaron para defender la ciudad. En esa época, siglos XII-XIII, el cauce del río sería ya prácticamente el actual y en el espacio de La Alameda, quedaría como remanente una amplia laguna. 

Esta extensa laguna era conocida como "Laguna de Feria", por su proximidad al barrio y calle de ese nombre, y en ella se fue desarrollando una gran actividad comercial, ligada principalmente a la venta de productos agrícolas, procedentes de las huertas situadas en el exterior de la ciudad, así como a la del pescado procedente del río.

También será de gran importancia la "Cañavería", actividad comercial vinculada a la elaboración de cestos con los mimbres y aneas obtenidos de las plantas, que espontáneamente crecían en las orillas, tanto del río como de la propia laguna. Quizás sea este un lejano antecedente del tradicional mercado al aire libre, de los jueves "de donde viene su nombre" y que se ha convertido en seña de identidad de todo este espacio.

Sin embargo, la concentración de aguas residuales, el propio estancamiento del agua de la laguna y la concentración de toda clase de vertidos, la convirtieron en una zona que favorecía la propagación de enfermedades, como Tifus, Peste, etc. que ya en fechas tan lejanas como 1467, dieron lugar a una organizada protesta de vecinos que clamaban por su saneamiento, a las que se sumaban voces autorizadas como la del médico Luis Suárez, que en 1567 abogaba por una pronta y drástica solución.

De hecho, en el año 1649, cuando Sevilla estaba asolada por la fatídica epidemia de peste, se cuenta que la Alameda estaba tan inundada, que los barcos podían navegar con ella, porque la alameda seguía siendo una zona baja e inundable que se llenaba de agua cuando el río se desbordaba.

Inundaciones en la Alameda

Según una bonita leyenda no documentada, la historia de la Alameda comenzó, en 584 al ser designado para reinar el rey Leovigildo. Al año siguiente (585) su hijo Hermenegildo se convirtió al catolicismo (frente al arrianismo de reyes anteriores) y se autoproclamó rey en la ciudad, sublevándose contra su padre.

Para provocar la sequía a los habitantes de la ciudad, Leovigildo hizo cambiar el curso del Guadalquivir, cortando el paso de agua al brazo menor del río, que circulaba por la actual Alameda de Hércules, obstaculizando su paso.  De esta forma quedaría una laguna, de agua estancada junto a las primitivas murallas de origen romano. Esta laguna, quedaría intramuros, al ampliarse la muralla en época almorávide (siglo XI).

Inundación de la Alameda de Hércules en Sevilla. Sánchez Perrier, Emilio. 1876. Lápiz compuesto sobre papel avitelado. 102 x 163 cm. Museo Nacional del Prado. No expuesto

(Los dibujos de este conjunto proceden en gran medida de antiguos cuadernos, que fueron en su momento desmembrados seguramente tras la muerte del artista y en su testamentaria, con el objetivo de ser puestos a la venta. La mayor parte de ellos tienen estampado el sello violeta de la testamentaria, práctica muy frecuente en la segunda mitad del siglo XIX y primeros años del siglo XX. Por fortuna los dibujos fueron prontamente recuperados por el amigo de la familia, bibliófilo y coleccionista Carlos García en un álbum en el que los reunió junto a los que hoy están en la Fundación Cajasol. La mayor parte de ellos proceden de cuadernos de dibujo de pequeño formato, elaborados con lápiz, pluma o aguadas monocromas. Sus focos de interés fueron fundamentalmente paisajes fluviales con sus barcas, arboledas y plantas, casas de campo y de labor con sus norias, calles y casas de pequeñas poblaciones. Pero también hay estudios de figuras que le servirán para sus composiciones pictóricas, junto a retratos de personas cercanas. Además de estos dibujos de pequeño formato, hay otros elaborados en hojas mayores, algunas veces en papel de color, en los que con lápices grasos o carboncillo concibió paisajes muy pictóricos que adquieren valor autónomo.)

En 1574, se decida acometer su completo saneamiento a instancias de Don Francisco de Zapata y Cisneros, Conde Barajas y asistente de Sevilla.

Las obras consistieron primero en su desecamiento rellenándola con escombros y tierras, construyéndose dos largas zanjas de drenaje. Las zanjas vertían a otra, a modo de colector, que finalmente conducía el agua al río, y entre ambas zanjas se diseñaron tres calles de casi 500 metros de longitud.

En la calle central se instalaron tres fuentes de mármol y jaspe cuya agua llegaba desde la Fuente del Arzobispo, un manantial en Miraflores, a 3 km al norte de Sevilla.

Se plantaron numerosos árboles, la mayoría álamos blancos, que favorecían este proceso de desecamiento y que, además de darle nombre al nuevo espacio urbano, contribuirían a crear un gran paseo, convirtiendo la antigua laguna en el primer gran jardín público de la ciudad.

Investigaciones recientes atribuyen al propio Felipe II el deseo de crear el paseo, una vez conocida la vieja laguna, tras su visita a la ciudad en 1570, e incluso se encargó a algún arquitecto de la confianza del monarca "se ha hablado del mismo Juan de Herrera o de Gaspar de la Vega" las trazas de ese primitivo jardín desgraciadamente perdidas.

El nuevo paseo se convirtió pronto en lugar de encuentro y esparcimiento para los sevillanos y dio lugar a un singular comercio en torno al agua que suministraban las tres fuentes instaladas (hoy desaparecidas) y que procedían, como hemos comentado, de la llamada del Arzobispo, que ofrecía mejor calidad que la del resto de la ciudad.

Surge la figura del aguador, que llevaba el agua desde estas fuentes públicas hasta las casas. El agua de la Alameda era especialmente apreciada por su calidad y los aguadores solían llevar una ramita de álamo en los cantaros que aseguraba su origen en esta plaza.

Aguador callejero

Diego Velázquez, nos dejó retratado este oficio en una de sus inmortales pinturas, “El aguador de Sevilla”, que representa las tres edades de la vida. El personaje de más edad es el aguador que vierte agua desde su cántaro en la copa de cristal de un joven, mientras que la edad mediana la representa en la imagen central dentro de la oscuridad. 

El aguador de Sevilla. Diego Velázquez. 1620. Óleo sobre lienzo. 106,7 x 81 cm. Apsley House- Londres. Reino Unido

(Protagonistas del cuadro son un anciano aguador vestido con un capote pardo, bajo el que asoma una camisa blanca y limpia, y el muchacho que de él recibe una copa de cristal fino llena de agua. El muchacho, vestido de negro y con amplio cuello blanco, inclina la cabeza, en escorzo semejante al del joven recadero de La vieja friendo huevos, para recoger la copa con gesto grave, sin cruzarse las miradas. Entre ellos, casi confundido en las sombras del fondo de color tierra oscuro, otro hombre de mediana edad bebe en lo que parece una jarrilla de loza)

Pero, con los problemas de escasa pendiente entre el manantial y la alameda, aumentaron los robos y el vandalismo sobre la conducción y todos sus elementos, no solo en la propia Alameda, sino que se repetían extramuros afectando a los Caños de Carmona.

Para ello, se nombró al “alguacil de la Alameda” que era el encargado de velar por la conservación de sus elementos vegetales, arquitectónicos e hidráulicos y trasladar las deficiencias (través del maestro mayor de la ciudad) al diputado de la Alameda, cuyas denuncias e informes se trasladaban al Cabildo.

Ortiz de Zúñiga indicaba que: “Tiene la ciudad un alguacil particular que cuida del riego de la Alameda en verano, desde el día del Corpus hasta Ntra. Sra. de septiembre y de tener en paz y sosiego a los aguadores de que la mayor cantidad son franceses de los infinitos que tiene hoy Sevilla por sus Indias, polilla de mucha parte de sus tesoros ( Ortiz de Zúñiga 1796 vol. IV P.701 ).

En abril de 1574, en el extremo sur, se colocaron dos grandes columnas romanas, de 9 metros de altura, con grandiosos capiteles corintios, procedentes de un edificio situado en la calle Mármoles (del que aún existen otras tres columnas en la citada calle). 

Situación actual de las columnas del extremo Sur

Columnas del extremo Sur en 1896 y 1898

1903. Photoglobe Zurich,PZ

A su vez estas columnas habían sido reutilizadas en dicho edificio, por lo que se cree que pudieran provenir del "Traianeum de Itálica", templo romano del siglo II. 

De su traslado se encargó el maestro fundidor Bartolomé Morel y sobre las mismas se colocaron dos esculturas, ambas datan de 1578 y que fueron realizadas por Diego de Pesquera: Hércules y Julio Cesar

El primero tenido por legendario fundador de la ciudad y el otro por ser el que la cerró con murallas, considerándola ciudad merecedora de tal protección. 

Las dos esculturas se asientan sobre pedestales situados sobre los capiteles, lo que confiere a las dos columnas carácter de monumentos de gran esbeltez. La de Hércules ​bastó al pueblo y luego a los ediles rotuladores, para dar nombre propio a la Alameda.


Hércules y Julio Cesar

Detalle de Hércules y Julio Cesar

Además, dichas esculturas representaban a los dos monarcas de la nueva casa reinante en España, pues las cabezas de ambas esculturas eran la representación del emperador Carlos I de España y V de Alemania y de su hijo y monarca reinante, Felipe II, y ambos cierran la composición arquitectónica del monumento, lo que de manera invisible cierra el conjunto al estilo de los arcos de triunfo romanos. Terminado así el primer monumento civil de Sevilla, en el cual se resalta la grandeza pasada de la ciudad y además se destaca igualmente a la nueva monarquía, pues Carlos I había usado en su escudo las dos columnas de Hércules que actualmente se mantienen en el escudo de España.  

Bajo los fustes romanos, los dos grandes pedestales contienen una inscripción en la parte frontal. 

En la de Hércules, la inscripción está en castellano y en la de César en latín. 

En la primera, da cuenta del reinado de Felipe II, del gobierno del Conde de Barajas, de las actuaciones llevadas a cabo, intervinientes en la obra y la fecha. 

La segunda se dedica al Conde de Barajas, exaltando su figura, alabando la reforma del lugar, la traída de agua desde la Fuente del Arzobispo y agradeciendo las obras realizadas bajo su mandado en la ciudad, con fecha de 1578, año en el que se dan por concluidos los trabajos.

Inscripción en el fuste de Hércules

Inscripción en el fuste de Julio Cesar

Al convertirse en alameda, el lugar fue configurándose como paseo, no solo para la gente del barrio, sino para damas y caballeros de alto nivel, que, atraídos por la novedad del paraje, lo convirtieron en jardín de moda, con asistencia de carruajes y atuendos costosos y en lugar de citas que, por la relativa lejanía, estaría lleno de oportunidades vivenciales. Que, aunque Sevilla tuvo más conventos, parroquias, capillas, humilladeros, cofradías y festejos a lo divino que ninguna otra ciudad de España, era, al mismo tiempo, capital de truhanerías, donde según Santa Teresa el demonio se encontraba más a gusto.

Así, las fotografías, grabados y pinturas conservadas nos muestran siempre un ambiente festivo donde se mezclaban todas las clases sociales de la ciudad. Desde nobles a caballo o en coche a mendigos, niños, espadachines, músicos o los aguadores, que como hemos comentado, iban a por agua a las fuentes para venderlas en otros puntos de la ciudad.

Alameda de Hercules

Tarde de Carnaval en la Alameda, Ignacio Pinazo

(El Museo Nacional de Cerámica conserva cuatro cuadros de formato apaisado, firmados por Ignacio Pinazo Camarlench (1849-1916) y fechados en 1889, que proceden del desaparecido café-restaurante “El león de Oro”, propiedad del señor Pampló. Dos de ellos fueron comprados a los herederos por la Caja de Ahorros y donados por esta entidad al Museo. Todos ellos están expuestos en la Sala Pinazo: Tarde de Carnaval en la AlamedaConversaciones en la serre, Joven griega Joven y Cupido.)


Puesto de agua en la Alameda(Fototeca Municipal)

En 1764, se iniciaron nuevas obras promovidas por el Asistente Larumbe, consistentes en la plantación de más de 1.600 álamos, aumento del número de fuentes a seis y colocación en la zona norte de dos nuevas columnas, realizadas por el escultor Cayetano Acosta, rematadas con dos leones portando cada uno de ellos un escudo, el de España y el de Sevilla. La distancia entre ambos pares de columnas, 480 m; indica que la Alameda es la plaza del centro histórico más grande de Sevilla.

Columnas del extremo norte

Detalle de las columnas del extremo norte

Todo esto contribuyó a la transformación del primitivo paseo manierista en otro de escenografía barroca. 

Así, la Alameda durante el siglo XVIII se convertirá en un gran espacio de desahogo, en el que se podrán "jugar cañas", "correr toros", y celebrar Justas y Torneos, siendo plaza y jardín de fama en la Europa de la época. 

En ella se comenzaron a celebrar las fiestas locales de la velada de San Juan y San Pedro, en sustitución de las fiestas locales del Corpus Chtisti. Estas nuevas fiestas de finales del mes de junio pudieron ser el precedente de las después famosas fiestas locales de la feria de Abril. 

El juego de cañas era muy popular en España. Era de origen árabe y consistía en una simulación de un combate en que nobles a caballo se lanzaban cañas o dardos y otros paraban con los escudos

En 1876, otra reforma definió el perímetro que hoy tiene, regularizando todos sus frentes mediante la construcción de una serie de manzanas, lo que llevó consigo una reducción de sus dimensiones,  y los pedestales de las columnas se protegieron del público con verjas.

En 1885 se colocó junto a las columnas de los leones una fuente de mármol, conocida popularmente como "la Pila del Pato", que se encontraba previamente en la Plaza de san Francisco, detrás del Ayuntamiento y después fue trasladada a otro lugar y actualmente está en la plaza de San Leandro.

Pila del Pato en la Alameda

Pila del pato en la plaza San Francisco


“Pila del Pato” en su actual ubicación en plaza San Leandro

Detalle de la “Pila del Pato” 

El jardín de la Alameda fue tomado como modelo por otras ciudades, como la Alameda de San Pablo de Écija, la Alameda de los Descalzos de Lima y la Alameda Central de Ciudad de México. Pues, la Alameda de Hércules se considera el jardín público con más antigüedad de España y Europa.

La llegada a Sevilla de los Duques de Montpensier dirigió los estratos más elevados de la vida social a nuevos espacios “de Salón "al sur de la ciudad.

Durante el siglo XIX, se diseñó, junto al río y a los pies de la Torre del Oro, un nuevo paseo, que pronto se conocerá como "Alameda Nueva", y que desplazará a la” Alameda vieja" de su condición de lugar de encuentro preferido por las clases acomodadas, y surgirá a su alrededor una población más modesta y humilde. Quioscos y entretenimiento popular, locales y tabernas, comida, bebidas y juergas de noche, cante flamenco, después la prostitución, la informalidad y la delincuencia se erigieron en estigmas definitivos del espacio. 

Llegaron a haber hasta ocho quioscos, de estilo afrancesado, que en 1910-1911  el alcalde de Sevilla impulsaría con la  intención de dar  un mayor auge a la Alameda,  al dedicarse a la venta de bebidas y no sólo de agua, pero que desaparecerían tras la Guerra Civil; marcando el período entre 1939 y 1954 el de la mayor decadencia de este paseo.

Quiosco

Veladores en la Alameda de Hércules  

Pero esta zona antiguamente pantanosa mejoro su apariencia y funcionalidad, pero se seguía inundando, a menudo, ya que el rio estaba muy cercano, como lo demuestra los azulejos existentes en la calle Santa Ana, justo en su terminación en la alameda.

Esquina de la calle Santa Ana con la Alameda de Hércules

Azulejos indicadores de los niveles de agua en arriadas

La calle Santa Ana hacia la alameda. Foto colección Manuel de Arco

Por ello, todos los cambios y actuaciones en el cauce del Guadalquivir a partir del siglo XVIII estuvieron encaminados a prevenir las inundaciones (arriadas como se conoce en Sevilla) derivadas de las crecidas. 

Alameda de Hercules

Esquina de la calle Delgado

Esquina de la calle Delgado

Riada en la Alameda de Hércules. 1936

Alameda de Hércules. Riada de 1947

Alameda de Hércules 1947

Aspecto de la Alameda de Hércules el día 31-01-1947

La Alameda en la inundación de abril de 1981. Fotografía de Emilio Beauchy

En el siglo XIX cuando la ciudad empezó a derribar sus murallas, el Targarete tuvo que ser soterrado para facilitar la expansión de la población. 

Esquema de los ríos que rodeaban la ciudad en el siglo XVIII, cauces naturales o históricos. La ciudad de Sevilla está representada por la muralla almohade, la población se mantuvo en su mayor parte entre sus muros hasta el siglo XIX

Medidas aún más agresivas se tomaron durante el siglo XX, momento en el que se crearon canales artificiales, las llamadas cortas, ya iniciadas en siglos anteriores. 

Su objetivo era acortar el recorrido del río aumentando su profundidad y el caudal, permitiendo así una mayor velocidad de navegación. 

Cronológicamente se realizaron estas cortas: la corta Merlina (1795), situada frente a Coria del Río; la corta Fernandina o de Borrego (1816); la corta de Los Jerónimos (1888); la corta de Tablada (1926); la Corta de la Punta del Verde (1971).

El Guadalquivir en Sevilla y sus cambios 

Con motivo de la Exposición Universal de 1992 y del Plan Urbanístico impulsado por el andalucista Alejandro Rojas-Marcos en la zona norte del casco viejo, de la vieja Alameda degradada de los ochenta, la del mercadillo de los domingos, la droga y la prostitución, casi en cada calle, que había convertido el barrio en el gran burdel de la ciudad con unos cuarenta prostíbulos, se iba dando paso a un territorio moderno y con una estampa más presentable y abierto al uso y disfrute de la gente. 

La actual gran reforma concluyó entre 2007 y 2008, cuando el gobierno local de coalición formado por el PSOE de Alfredo Sánchez Monteseirín y la Izquierda Unida de Antonio Rodrigo Torrijos remató una reurbanización que generó bastante polémica por sus demoras, por su coste, por los cambios introducidos en la idea inicial y, muy especialmente, porque no conllevó la construcción de un aparcamiento subterráneo en el nuevo bulevar, una necesidad más que evidente. 

Pero con todos sus errores de planteamiento o desarrollo, lo que resulta innegable es que la obra cambió bastante la fisonomía de este espacio y muy profundamente el tipo de vecindario, que ha ido cambiando a un público de mucho mayor poder adquisitivo o, sencillamente, a los turistas.


Aspecto actual de la Alameda de Hércules

Con albero simulado en granito y no su clásica polvareda, quizás con menos sabor y autenticidad, pero con una innegable atracción, la Alameda de Hércules es hoy el espacio más de moda de Sevilla capital y su Casco Histórico. 

La vanguardia artística y cultural se concentra cada vez más en el entorno de este tradicional bulevar, pero también los bares y restaurantes de última generación, los espacios gastronómicos más singulares y, por extensión y hasta contagio, todo el espacio urbano que lleva a San Luis y también a la calle Feria, Regina y la Encarnación con las Setas. Es ya, de hecho, el «soho» sevillano

El panorama de este lugar emblemático ha variado notablemente en un tiempo verdaderamente corto, después de una profunda reforma urbanística pero también social. 

Hasta el 2007, donde se llevó a cabo la última reforma, donde se encuentra tal y como la conocemos hasta nuestros días, la Alameda de Hércules estaba pavimentada con albero y en su parte central veíamos una losa de hormigón fruto del abandono del primer proyecto del metropolitano de Sevilla.

En una vista aérea se aprecia una de las fuentes que forman hoy la Alameda, en ella aparecen dos fechas, 1574, cuando se llevó a cabo la primera reurbanización de la zona y la de 2007, fecha prevista la inauguración de la reurbanización diseñada por el arquitecto Elías Torres, curiosamente se inauguró un año después.

Vista aérea
En 1968 , en el extremo norte,  se incorporó un conjunto escultórico dedicado a la Niña de los Peines, a Manolo Caracol y a Chicuelo.
Grupo escultórico

El retrato en bronce de Pastora Pavón, "Niña de los Peines" (ver) es obra del escultor Antonio Illanes Rodríguez. Es una figura de medio cuerpo, envuelta en un mantón en actitud de iniciar un cante. Es un retrato de características académicas, ya que se trata de un retrato idealizado de la homenajeada. Se alza sobre pedestal de mármol.

Pastora Pavón

La segunda es una escultura realizada en bronce por Sebastián Santos Calero, que representa a Manolo Caracol (ver) sentado, en clara actitud de iniciar un cante. En el plano frontal del monumento, el escultor traza el relieve de una guitarra entre las piernas del cantaor. El monumento se alza sobre un pedestal cuya forma reproduce la base de la escultura.

Manolo Caracol

El tercer homenajeado es Manuel Jiménez Chicuelo (ver) justo en el momento de ejecutar una "chicuelina", obra realizada en bronce por Alberto Germán Franco. Se alza sobre un pedestal cilíndrico de piedra, donde se inserta un relieve en bronce con escenas y paisajes alusivos a la biografía del homenajeado: el puente de Triana, la Plaza de la Maestranza o la propia Alameda de Hércules.

Manuel Jiménez "Chicuelo"

Sin olvidar que aquí nació Arturo Pavón (ver), de la noble casa flamenca de Pavón, emparentado políticamente con Manolo Caracol.

Lateral de la Alameda de Hércules

Placa conmemorativa

Y que tuvo su escuela de baile Adelita Domingo (ver).

Alameda de Hércules numero 92

Placa conmemorativa

Y su taller el escultor Antonio Susillo (ver), actualmente convertido en hotel "Patio de la Alameda".

En Alameda de Hércules. Actual Hotel Patio de la Alameda 

De las edificaciones cabe destacar la casa nº 22 esquina a calle Santa Ana, del S. XVIII, hoy restaurada y convertida en hotel.

Alameda 22

También merece mención la casa nº 93 esquina a la calle Barco. Entre las pilastras vemos la fecha de su construcción (1698). Es una casa de dos plantas y ático con arcos de medio punto, restaurada como viviendas multifamiliares.

Alameda 93

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