RUTAS POR SEVILLA: Vírgenes
Nuestra Señora de la Esperanza Macarena.
La imagen de Nuestra Señora Esperanza Macarena es de
autor desconocido y atribuida por el Prof. Hernández Díaz a Luisa Roldán, la
Roldana (ver).
Pero, se
han realizado numerosos estudios sobre la imagen, con resultados tan dispares
como su catalogación a comienzos del siglo XVII, en la segunda mitad de este
siglo o incluso en el siglo XVIII.
El profesor Miñarro sitúan a la talla en la
primera mitad del siglo XVII, apuntando la figura de Juan de Mesa, una
cronología en torno a la década de 1620, e incluso la posibilidad de la
reutilización de una antigua mascarilla de imagen gloriosa adaptada a un nuevo
carácter penitencial.
La
mayoría de los estudios (Palomero Páramo, Bernales Ballesteros, González Gómez,
Antonio Torrejón...), suelen datarla en la segunda mitad del siglo XVII, una
datación que suele encuadrarse en torno a 1670 y 1690, aunque tampoco se podría
descartar una cronología anterior, en torno a la década de 1650.
El Prof. Luque Teruel, apuntan al amplio círculo de
autores que trabajan en el entorno de
Pedro Roldán, en la segunda mitad del siglo XVII, incluido el nombre de Felipe
Morales Nieto (ver),
autor del Señor de la Sentencia.
Otros autores atribuyen la talla a la
órbita de autores del siglo XVIII, como José Montes de Oca, en la primera mitad
del siglo XVIII, o incluso José Gestoso, que apuntaba a Hita del Castillo, en
cronología más avanzada del mismo siglo.
Ha recibido diferentes restauraciones. En marzo
de 1881 fue restaurada por Emilio Pizarro de la Cruz (ver), que consistió en “arreglar el cuerpo de la
Virgen, hacerle maniquí y brazos, pestañas, arreglar lágrimas y restaura
algunos desperfectos de la cara”.
En 1935 fue restaurada por Antonio
Castillo Lastrucci (ver), que algunos
años antes había realizado las imágenes del paso de misterio.
En 1978, ante el
progresivo oscurecimiento de una mancha que presentaba en la mejilla izquierda,
se procedió a una restauración completa que se encomendó al catedrático
de Bellas Artes Francisco Arquillo, con
la colaboración de Fuensanta de la Paz, Joaquín Peña y Rogelio Hernández.
Es una imagen de candelero de 1,75 m de altura realizada en pino y ciprés, pensada para ser vestida.
Su cabeza presenta
una posición frontal, tiene ojos de cristal, mirada baja, boca entreabierta con
talla de los dientes superiores y de la lengua, y cinco lágrimas de cristal
sobre sus mejillas.
Posiblemente
la gran originalidad de la imagen resida en su
asimetría de rasgos faciales, diferentes arqueamientos de las cejas, mejillas diferentes con distintos resaltes y
número de lágrimas, contrastes
entre una mejilla y otra, dispar dirección de las comisuras de los labios, distinta
elevación de las aletas nasales.
Finalmente,
la imagen de la Virgen de la Esperanza es una de las grandes tallas marianas
del arte barroco español, con un concepto clásico y popular de la belleza, y un
componente emocional que la convierte en la Virgen con más devoción en la
ciudad y con una gran proyección internacional.
De gran valor son las cinco
mariquillas que luce en su pecho.
Originalmente son cinco broches compuestos
por pétalos de cristal de
roca francés de color verde, engarzados en oro blanco y rematados
por brillantes. No son esmeraldas, aunque
la imaginación popular siempre creyó que las piedras verdes eran de esta
familia de gemas.
Llegaron a San Gil de la mano
del torero de la Virgen, de Joselito
El Gallo, que en 1913 no
solo contribuyó económicamente para la corona de oro, sino que trajo de París
estas alhajas para la Virgen de sus devociones.
Los datos se extraen de las
cartas que José Gómez Ortega le envía a su madre desde París. En ellas le cuenta que
en un viaje a la capital francesa en 1913, poco después de tomar la
alternativa, entró en una joyería
para comprarle un regalo a una amiga. El concepto de amiga en
1913 para un hombre soltero era muy distinto al de hoy. No se sabe si la joyería
era de la Plaza Vendôme o
de otro gran bulevard del distrito centro. “La mariquilla dice Andrés Luque que
es un broche femenino que utilizaban las mujeres de la alta sociedad de aquella
época. Es una pieza art decó muy atrevida y muy juvenil”.
La disposición actual de las
joyas, tres en el lado izquierdo y
dos en el derecho ha sido y es la más común. Pero tampoco
esa colocación ha tenido la misma lógica ya que se le han llegado a poner de
muy distintas maneras.
Primitivamente, cada una de
las mariquillas disponía de una lanceta
para su fijación en la ropa o en el pelo, pero en un momento
determinado se le incorporó unos
muelles y el movimiento parece darle vida a la Virgen de la
Esperanza.
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