ALGUNAS CURIOSIDADES DE SEVILLA
La inquisición española en las artes
Pintura
Óleo de Francisco de Rizi que representa el auto de fe celebrado en la Plaza Mayor de Madrid en 1680, en que destaca la solemnidad y espectacularidad de los autos de fe.
Al fondo vemos la tribuna real y en ella a Carlos II,
a su mujer María Luisa y a su madre. En los balcones, se ubican personas
distinguidas de la corte. A la izquierda, rica alfombra y sobre ella el altar
con la cruz verde, simbolizando la esperanza de perdón de los reconciliados, y
el estandarte del santo Oficio. Al lado, las gradas de los cargos públicos, y
el solio del inquisidor general quien todavía está junto a la tribuna del rey después
de haberle tomado juramento. En el centro del cuadro vemos a dos reos vestidos
como en el siglo XV, con coroza y sambenitos con llamas, a los relatores o
lectores de causas y sentencias en los púlpitos, y a unos dominicos con el
predicador en el púlpito central. A la derecha están las gradas para los
familiares de la Inquisición y los reos en persona o en estatua (muertos o
huidos), la cual lleva una inscripción con sus delitos y una caja con sus
huesos. Los reos podían ser penitenciados (castigados con diversas penas y que
al abjurar de sus errores se convertían en reconciliados) o relajados
(condenados a muerte en garrote, o en hoguera si eran reincidentes). En primer
plano se ve a los soldados de la fe y los asnos que llevarán a los condenados a
muerte a las afueras de la ciudad para ser ejecutados por la justicia secular.
En este grupo de soldados en la parte inferior central del cuadro, encontramos
una figura masculina que porta un tambor de grandes dimensiones muy utilizado
en este tipo de ceremonias.
Francisco de Goya realizó una serie de grabados, a finales del siglo xviii, donde aparecen varios penitenciados por la Inquisición, con una leyenda al pie explicando por qué fueron condenados.
Estos grabados acarrearon al pintor problemas con el Santo Oficio, y, para evitar ser procesado, terminó regalando las planchas originales al rey Carlos IV.
Entre 1815 y 1819, pintó otros lienzos acerca de la Inquisición, destaca sobre todo “Auto de fe de la Inquisición”.
Esta escena se tituló "El santo oficio" en el inventario de
las obras en propiedad del hijo de Goya, redactado en fecha indeterminada, a
mediados del siglo XIX, por el pintor Antonio Brugada (1804-1863),
que regresó a Madrid en 1832 del exilio en Burdeos . Se
describió por primera vez, junto con el resto de las escenas, y en este caso se
ilustró, en la monografía de Charles Yriarte sobre el artista, de
1867, manteniendo la identificación con el Santo Oficio en el nuevo título de
El paseo de la Inquisición. Decoraba uno de los paños de las paredes
principales, junto a "Asmodea", en la sala de la planta alta de la
Quinta del Sordo. Descrita, como "celestinas recibiendo mensajes de unos
caballeros para proporcionarles jóvenes vírgenes", por P. L. Imbert en su
libro Espagne. Splendeurs et misères. Voyages artistique et pittoresque,
de 1876; vista por él en 1873, antes de la adquisición de la casa por el barón
Émile d´ Erlanger. En el catálogo del Prado de1900, se le dio el
título de "Peregrinación a la fuente de San Isidro".
De las escenas de Inquisición
pintadas por Lucas que conserva el Museo del Prado, se puede destacar ésta en concreto.
En ellas Lucas extrae el máximo provecho de la truculencia dramática del
argumento, con una efectista utilización de los recursos pictóricos, de grueso
y rico empaste, que contrasta con toques con toques nerviosos y menudos del
pincel, al servicio de una eficaz intensidad expresiva. El artista ilumina
hábilmente las figuras que se desenvuelven en un constreñido e indefinido
ámbito espacial sugerido tan solo por las tenues y desdibujadas siluetas de los
edificios de la calle y fogonazos de luz, dispuestos con un indudable instinto
efectista para intensificar la atmósfera agobiante y dramática de las escenas
Desde una tribuna con dosel
dorado, preside el Santo, entre seis jueces, uno de ellos dominico, otra porta
el estandarte de la Inquisición, con la cruz florenzada; les acompañan hasta
doce inquisidores. A la izquierda, en otra tribuna, los condenados; otro con
sambenito y coroza es exhortado por un fraile. A la derecha, dos reos desnudos
en el quemadero; dos al pie con sambenito y coroza y letreros condenado eretico, soldados y
otras personas.
Literatura
En el “Cándido” de Voltaire, la inquisición aparece como epítome
de la intolerancia y la arbitrariedad jurídica en Portugal y en América.
Durante
el Romanticismo se asocia con frecuencia el catolicismo con el terror y la represión, en obras
como en “El monje” (1796),
de Matthew Lewis, en “Melmoth
el errabundo” (1820) de Charles Robert Maturin y en “Manuscrito
encontrado en Zaragoza”, de Jan Potocki.
En el
“Pozo y el péndulo” Edgar Allon Poe fantasea sobre las torturas de la
Inquisición, aunque el procedimiento de tortura no tiene ninguna base
histórica.
En la
novela epistolar “Cornelia
Bororquia”, o “La víctima de la Inquisición”, de comienzos del
siglo xix, atribuida al
español Luis Gutiérrez, se critica ferozmente a la Inquisición y a sus
representantes.
En uno
de los capítulos de la novela “Los Hermanos Karamázov” de Fiodor
Dostoievski, se plantea qué hubiese ocurrido si Jesús hubiera regresado a la
Tierra en la época de la Inquisición española.
La
novela de Carmen Rivera (1994) “Dins el darrer blau” (En el último azul), se
ambienta en la represión de los chuetas (judeoconversos de Mallorca)
a finales del siglo xvii.
En 1998,
Miguel Delives publicó la novela histórica “El Hereje”, acerca del grupo
protestante de Valladolid y a su represión por la Inquisición.
En el
2000, Noah Gordon publica “el ultimo judío”, el viaje iniciático de un
judío en la España de la Inquisición.
Cine
“Los fantasmas de Goya” de Milos Forman en 2006.
“Akellare de Pedro Olea en 1984, trata del proceso de Logroño a las brujas navarras
de Zugaramundi.
“El
santo Oficio” de Arturo Ripstein en 1974.
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