domingo, 29 de enero de 2023

 ALGUNAS CURIOSIDADES DE SEVILLA

La inquisición española en las artes

Pintura

Óleo de Francisco de Rizi que representa el auto de fe celebrado en la Plaza Mayor de Madrid en 1680, en que destaca la solemnidad y espectacularidad de los autos de fe.

Auto de fe en la Plaza Mayor de Madrid. Rizi, Francisco.1683. Óleo sobre lienzo. 277 x 438 cm. Museo del Prado. Sala o16 A


Al fondo vemos la tribuna real y en ella a Carlos II, a su mujer María Luisa y a su madre. En los balcones, se ubican personas distinguidas de la corte. A la izquierda, rica alfombra y sobre ella el altar con la cruz verde, simbolizando la esperanza de perdón de los reconciliados, y el estandarte del santo Oficio. Al lado, las gradas de los cargos públicos, y el solio del inquisidor general quien todavía está junto a la tribuna del rey después de haberle tomado juramento. En el centro del cuadro vemos a dos reos vestidos como en el siglo XV, con coroza y sambenitos con llamas, a los relatores o lectores de causas y sentencias en los púlpitos, y a unos dominicos con el predicador en el púlpito central. A la derecha están las gradas para los familiares de la Inquisición y los reos en persona o en estatua (muertos o huidos), la cual lleva una inscripción con sus delitos y una caja con sus huesos. Los reos podían ser penitenciados (castigados con diversas penas y que al abjurar de sus errores se convertían en reconciliados) o relajados (condenados a muerte en garrote, o en hoguera si eran reincidentes). En primer plano se ve a los soldados de la fe y los asnos que llevarán a los condenados a muerte a las afueras de la ciudad para ser ejecutados por la justicia secular. En este grupo de soldados en la parte inferior central del cuadro, encontramos una figura masculina que porta un tambor de grandes dimensiones muy utilizado en este tipo de ceremonias.


Francisco de Goya realizó una serie de grabados, a finales del siglo xviii, donde aparecen varios penitenciados por la Inquisición, con una leyenda al pie explicando por qué fueron condenados. 

Estos grabados acarrearon al pintor problemas con el Santo Oficio, y, para evitar ser procesado, terminó regalando las planchas originales al rey Carlos IV. 

Entre 1815 y 1819, pintó otros lienzos acerca de la Inquisición, destaca sobre todo “Auto de fe de la Inquisición”.

El Santo Oficio. Goya y Lucientes, Francisco de. 1820-1823. Técnica mixta sobre revestimiento a lienzo. 127 x 266 cm. Museo del Prado. Sala 067.


Esta escena se tituló "El santo oficio" en el inventario de las obras en propiedad del hijo de Goya, redactado en fecha indeterminada, a mediados del siglo XIX, por el pintor Antonio Brugada  (1804-1863), que regresó a Madrid  en 1832 del exilio en Burdeos . Se describió por primera vez, junto con el resto de las escenas, y en este caso se ilustró, en la monografía de  Charles Yriarte sobre el artista, de 1867, manteniendo la identificación con el Santo Oficio en el nuevo título de El paseo de la Inquisición. Decoraba uno de los paños de las paredes principales, junto a "Asmodea", en la sala de la planta alta de la Quinta del Sordo. Descrita, como "celestinas recibiendo mensajes de unos caballeros para proporcionarles jóvenes vírgenes", por P. L. Imbert en su libro Espagne. Splendeurs et misères. Voyages artistique et pittoresque, de 1876; vista por él en 1873, antes de la adquisición de la casa por el barón Émile d´ Erlanger. En el catálogo del Prado de1900, se le dio el título de "Peregrinación a la fuente de San Isidro".

 

Óleo sobre tabla pintado por Francisco de Goya entre 1812 y 1819. Representa un "Auto de Fe" por "delitos contra la religión católica" impartido por el Tribunal de la Inquisición.

Condenados por la Inquisición. Lucas Velázquez, Eugenio. Hacia 1860. Óleo sobre lienzo. 77,5 x 91,5 cm. Museo del Prado. No expuesto

De las escenas de Inquisición pintadas por Lucas que conserva el Museo del Prado, se puede destacar ésta en concreto. En ellas Lucas extrae el máximo provecho de la truculencia dramática del argumento, con una efectista utilización de los recursos pictóricos, de grueso y rico empaste, que contrasta con toques con toques nerviosos y menudos del pincel, al servicio de una eficaz intensidad expresiva. El artista ilumina hábilmente las figuras que se desenvuelven en un constreñido e indefinido ámbito espacial sugerido tan solo por las tenues y desdibujadas siluetas de los edificios de la calle y fogonazos de luz, dispuestos con un indudable instinto efectista para intensificar la atmósfera agobiante y dramática de las escenas

 

Auto de fe presidido por santo Domingo de Guzmán. Berruguete, Pedro.1491-1499. Óleo sobre tabla. 154 x 92 cm. Museo del Prado. Sala 057 B 

Desde una tribuna con dosel dorado, preside el Santo, entre seis jueces, uno de ellos dominico, otra porta el estandarte de la Inquisición, con la cruz florenzada; les acompañan hasta doce inquisidores. A la izquierda, en otra tribuna, los condenados; otro con sambenito y coroza es exhortado por un fraile. A la derecha, dos reos desnudos en el quemadero; dos al pie con sambenito y coroza y letreros condenado eretico, soldados y otras personas. 

Santo Domingo de Guzmán y los Albigenses. Berruguete, Pedro.1491-1499. Óleo sobre tabla. 122 x 83 cm. Museo del Prado. Sala 057 B

Esta tabla y sus compañeras, junto con otras tres, perdidas, procede del claustro alto del monasterio de Santo Tomás de Ávila, y seguramente en su origen formaron parte de dos retablos dedicados a Santo Domingo de Guzmán y a San Pedro Mártir de Verona. Santo Domingo hace depositar sobre el fuego uno de sus libros y otro de los doctores albigenses para demostrar los errores de su doctrina. Prodigiosamente, el del santo se eleva sobre las llamas, que consumen el de los herejes.

Literatura

En el “Cándido” de Voltaire, la inquisición aparece como epítome de la intolerancia y la arbitrariedad jurídica en Portugal y en América.

Durante el Romanticismo se asocia con frecuencia el catolicismo con el terror y la represión, en obras como en “El monje” (1796), de Matthew Lewis, en “Melmoth el errabundo” (1820) de Charles Robert Maturin y en “Manuscrito encontrado en Zaragoza”, de Jan Potocki. 




En el “Pozo y el péndulo” Edgar Allon Poe fantasea sobre las torturas de la Inquisición, aunque el procedimiento de tortura no tiene ninguna base histórica.

En la novela epistolar “Cornelia Bororquia”, o “La víctima de la Inquisición”, de comienzos del siglo xix, atribuida al español Luis Gutiérrez, se critica ferozmente a la Inquisición y a sus representantes.

En uno de los capítulos de la novela “Los Hermanos Karamázov” de Fiodor Dostoievski, se plantea qué hubiese ocurrido si Jesús hubiera regresado a la Tierra en la época de la Inquisición española.

La novela de Carmen Rivera (1994) “Dins el darrer blau” (En el último azul), se ambienta en la represión de los chuetas (judeoconversos de Mallorca) a finales del siglo xvii.

En 1998, Miguel Delives publicó la novela histórica “El Hereje”, acerca del grupo protestante de Valladolid y a su represión por la Inquisición.

En el 2000, Noah Gordon publica “el ultimo judío”, el viaje iniciático de un judío en la España de la Inquisición.


Cine

“Los fantasmas de Goya” de Milos Forman en 2006.



 “Akellare de Pedro Olea en 1984, trata del proceso de Logroño a las brujas navarras de Zugaramundi.

El relato “El pozo y el péndulo”, de  Edgar Allan Poe, ha sido llevado al cine en varias ocasiones, de las cuales la más conocida es  “Pit and the Pendulum“ de Roger Corman en 1961.
En la película “La conquista del Paraiso” Marlon Brandon interpretó a Tomás de Torquemada.

“El santo Oficio” de Arturo Ripstein en 1974.


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