martes, 15 de abril de 2025

RUTAS POR SEVILLA: Vírgenes

Virgen de Valvanera.

La Virgen de Valvanera es una advocación mariana venerada en la sierra de la Demanda, en la comunidad autónoma de La Rioja (España), de la cual es patrona.

La historia de su aparición se narra en la “Historia Latina”, redactada en 1419 por Rodrigo de Castroviejo, abad del monasterio de Valvanera. Este texto es una traducción de un manuscrito en latín del siglo XII atribuido al poeta Gonzalo de Berceo.

La leyenda sobre el origen de la devoción a la Virgen de Valvanera comienza con Nuño Oñez, un bandolero originario de Montenegro. Dedicado a asaltar viajeros en los caminos, vivía con su hijo en una cueva a orillas del río Najerilla, cerca de Anguiano. Un día, su hijo perdió la vida al intentar recoger agua del río desde la cueva. Este trágico suceso provocó una profunda transformación en Nuño, quien, arrepentido, comenzó a orar fervorosamente.

En otra versión del relato, se dice que al intentar robar a un hombre humilde que rezaba, Nuño quedó tan conmovido que pidió ayuda a la Virgen María para cambiar de vida.

En respuesta a sus súplicas, un ángel se le apareció durante la oración, indicándole que debía ir a Valvanera y buscar un roble singular del que brotaba una fuente y donde se encontraban varios panales de abejas. Allí, bajo ese árbol, encontraría la imagen de la Virgen.

Nuño emprendió el viaje acompañado por el sacerdote Domingo de Brieva. Ambos recorrieron caminos difíciles y superaron numerosos obstáculos naturales hasta llegar al lugar señalado por el ángel.

Tal como se les había revelado, encontraron la imagen sagrada bajo el roble y, en el último tercio del siglo IX, erigieron un altar en honor a la Virgen. Con el tiempo, aquel sencillo altar dio origen a un pequeño oratorio, que siglos después evolucionaría hasta convertirse en el actual Monasterio de Valvanera, donde la imagen se conserva y es venerada por la comunidad benedictina.

Después de cumplir su misión, Nuño se retiró a vivir como ermitaño en una cueva cercana, donde llevó una vida de oración hasta su muerte. Según la tradición, el sacerdote Domingo fue guiado por unas misteriosas luces hasta el cuerpo sin vida de Nuño, y en ese momento, las campanas del monasterio comenzaron a sonar solas, como si anunciaran su fallecimiento.

Una piadosa leyenda popular sostiene que, hacia el año 1000, el Niño Jesús representado en la imagen de la Virgen tenía la mirada dirigida hacia la derecha y hacia abajo, en actitud contemplativa hacia los fieles. Se cuenta que una joven pareja recién casada, durante la noche en la sacristía del santuario, comenzó a besarse justo en el ángulo de su mirada. Como gesto de rechazo al acto considerado inapropiado en ese lugar sagrado, el Niño desvió milagrosamente su rostro hacia la izquierda y nunca volvió a su posición original. Por esta razón, algunas representaciones muestran al Santo Niño con un libro abierto en el que puede leerse la frase: "Voltió Cristo el rostro, por no ver un sacrilegio."

La imagen de la Virgen de Valvanera es de madera policromada y mide unos 60 centímetros de altura. Es de estilo románico, con rasgos bizantinos, datado entre finales del siglo X y el siglo XI. 

La Virgen aparece sentada en actitud de reina, con la pierna derecha más atrás que la izquierda de la que ve sus pies calzados con sandalias. Sostiene al Niño Jesús en su rodilla derecha y su mano derecha sostiene delicadamente el torso de Jesús. En su mano izquierda muestra delicadamente, a la altura de su pecho, su maternal corazón, coronado con una flor silvestre blanca que pareciera ser una Cistus salviifolius, común en la península ibérica, que simboliza las gracias y favores que ella concede a sus hijos. El pedestal hexagonal dorado recuerda el color de la miel que brotó del tronco en que fue hallada la imagen y representa el gozo de la divinidad.

El Divino Niño, sostiene en su mano izquierda un evangeliario que aprieta en su pecho junto a su corazón, mientras que, con la mano derecha, con un gesto lleno de ternura, da la bendición.   La posición de los pies, girados en sentido contrario al cuerpo, conceden a la talla una gran originalidad. 

Virgen de Valvanera (ver) ( crédito CC BY 3.0)

En Sevilla, el antiguo monasterio benedictino de San Benito (actualmente parroquia homónima y antes situado extramuros) albergó desde tiempos remotos en su retablo mayor la imagen de la Virgen de Valvanera.

Una antigua congregación de castellanos le rendía culto desde hace siglos. En 1725, sus reglas fueron aprobadas oficialmente por el arzobispo Salcedo, quien además se convirtió en su protector y Hermano Mayor. Esta hermandad formaba parte del conjunto de cofradías gremiales de la ciudad, con una notable vinculación al gremio de los mercaderes de paños y lencería.

Cuando la comunidad benedictina se disolvió, la Hermandad decidió trasladarse en 1855 a la iglesia de San Alberto, argumentando la lejanía del barrio de la Calzada. Como no pudieron trasladar la imagen original, encargaron una nueva que es la que actualmente se venera en dicha iglesia.

Pero en 1875 volvió a resurgir la primitiva Hermandad del templo de San Benito, que en 1884 queda establecida de nuevo como Congregación de Señoras. Carácter que todavía conserva hoy, aunque los varones también pueden ingresar-

En 1992, bajo la presidencia de doña Adoración Montes Clavijo y la dirección espiritual del párroco don José Salgado, se recuperó el culto externo. Posteriormente, el 23 de febrero de 2001, durante un cabildo de elecciones, se aprobó una reforma de sus estatutos para adaptarse a la normativa diocesana, permitiendo por primera vez la participación de hombres en la Junta de Gobierno. A pesar de este cambio, la Hermandad volvió a quedar presidida por una Hermana Mayor, aunque ya sin que ello sea un requisito obligatorio o excluyente.

Se trata, probablemente, de una hermandad única en Sevilla, pues ha contado con dos imágenes titulares idénticas en templos distintos y, aunque tradicionalmente conformada por señoras, no excluye a los hombres de participar activamente en su vida interna.

Iglesia de san Benito

Es una imagen sedente, con el Niño Dios en brazos sobre un águila, figuran ante una chueca hueca donde apareció y a sus pies las figuras de sus descubridores los ermitaños Padre Domingo sacerdote de Brieva y el salteador arrepentido Nuño Oñez,  tallas anónimas de hechura más moderna (quizá s. XIX o principios del XX). El conjunto equivale claramente a un “Misterio de Gloria”.

Virgen de Valvanera

Iglesia de san Alberto

Preside la capilla de la Virgen de Valvanera, anteriormente de San Antonio de Padua. En el muro del Evangelio. En el ático se representa la escena de “La coronación de la Virgen” y en las calles laterales se representan a los evangelistas San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan.

Retablo de la Virgen de Valvanera

Hornacina con la Virgen de Valvanera

Virgen de Valvanera

Detalle de la Virgen de Valvanera y  del Niño

Detalle de la mano de la Virgen de Valvanera

 RUTAS POR SEVILLA: Vírgenes

Virgen de los Dolores, Iglesia de san Alberto. 

Imagen antigua de la Virgen de los Dolores de San Alberto (ver) (Crédito CC BY 3.0)

Se trata de una Dolorosa de candelero, para vestir, en posición de rodillas con las manos entrelazadas, situada bajo la cruz. 

Era una imagen de talla completa, pero en el XVIII (en 1796) fue transformada para convertirla en una Virgen de candelero para adaptarla a los gustos de la época. 

Es una imagen anónima pero atribuida a Pedro Roldan (ver), del siglo XVIII (datada entre 1698 y 1711), y también a Montes de Oca (ver). Manuel Jesús Roldan (Iglesias de Sevilla) (ver) cree que podría ser la primitiva dolorosa de la Hermandad de Vera Cruz, pero también se considera que es una advocación muy vinculada a los filipenses y que puede proceder de la antigua iglesia conventual de San Felipe Neri.

Puede ser, según la documentación, la existencia de tres cambios importantes de la talla: la Virgen presidió el retablo mayor de San Felipe Neri, en el retablo que realizara Jerónimo Balbás en 1711, actual iglesia de San Antonio, y en el retablo posterior trazado por Juan de Astorga 1834. Entre 1868 y 1893 la talla estuvo depositada en la parroquia de San Pedro y, desde 1893 está en la iglesia de San Alberto. 

Esta imagen de la Virgen de los Dolores es una escultura de notable calidad artística, caracterizada por su gran expresividad. Representa a la Virgen de rodillas, con las manos entrelazadas en un gesto de súplica profundamente conmovedor. 

Virgen Dolorosa

Detalle frontal de las manos

Detalle lateral de las manos

Su rostro, marcado por el dolor, destaca por el ceño fruncido y la boca entreabierta, mientras la ligera inclinación de la cabeza hacia la derecha acentúa el dramatismo y refleja el sufrimiento de la Madre ante el suplicio de su Hijo en la cruz. La iconografía se completa con finos elementos de orfebrería: una corona, una ráfaga de plata y el corazón traspasado por siete puñales, símbolo tradicional de los siete dolores de María, cuya raíz se encuentra en el pasaje de Lucas 2: 35.

Detalle frontal del rostro

Detalle lateral del rostro 

Detalle del rostro

Detalle del rostro

El Evangelio según San Juan (Jn 19: 25-27) es el único que menciona explícitamente la presencia de la Madre de Jesús al pie de la cruz, en el momento de la crucifixión: “Y cuando llegaron al lugar que se llama Calvario, lo crucificaron allí. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, esposa de Cleofás, y María Magdalena”.

En ese instante, María nos fue entregada como Madre universal en la figura del discípulo amado, símbolo de toda la humanidad. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien amaba, Jesús le dijo: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa”.

De este modo hace a María madre del discípulo, y hace que el discípulo sea hijo de la Madre: "La recibió en su casa", es decir, en su interior, en lo que más aprecia.

En ese discípulo, la tradición sugiere que está toda la Iglesia. María está confiada a la Iglesia, y la Iglesia está confiada a María, Madre de Jesús, primera discípula del Hijo.

Pero en ese título "Mujer", Jesús alude a Eva: "Será llamada Mujer" (Gn 2,23): María es la nueva Eva.

Como señala el Papa Francisco, el evangelista Juan narra este acontecimiento con una sobriedad profunda, utilizando apenas un verbo: estaba. María estaba allí, en medio de la más densa oscuridad, permaneciendo firme. En esta misma línea, San Ambrosio, en el siglo IV, destaca: “La Madre estaba junto a la cruz; y mientras los hombres huían, ella permanecía, valiente”. Su presencia silenciosa y fiel junto al dolor de su Hijo nos invita a hacer lo mismo: a estar presentes, a no abandonar a quienes sufren. En tiempos de dolor, María nos enseña a permanecer al pie de tantas cruces, acompañando con compasión a nuestros hermanos y hermanas que atraviesan el sufrimiento.