viernes, 12 de mayo de 2023

RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas Mártires 

San Juan de Ávila

Nació el 6 de enero de 1.499 (o 1.500) en Almodóvar del Campo (Ciudad Real). 

Sus padres, Alfonso de Ávila (de ascendencia israelita) y Catalina Jijón, poseían unas minas de plata en Sierra Morena, y por lo que en sus primeros años debió de disfrutar de una vida cómoda.

Probablemente en 1.513 comenzó a estudiar leyes en Salamanca, pero dejó estos estudios a los cuatro años, por su devoción religiosa. 

Otros seguidores consideran que dejó sus estudios porque se implantó el estatuto de “limpieza de sangre”, como requisito necesario para estudiar en la Universidad, pero en la Universidad de Salamanca se implantó este estatuto en 1.522, por orden del Consejo de la Inquisición, cuatro años después de su abandono universitario. 

Abandonados sus estudios universitarios volvió a Almodóvar, a casa de sus padres, donde vivió una vida de oración y penitencia, hasta 1.520.

Aconsejado por un religioso franciscano, marchó a estudiar Artes y Teología a Alcalá de Henares en 1.520 y allí conoció el erasmismo, las diversas escuelas teológicas y filosóficas y la preocupación por el conocimiento de las Sagradas Escrituras y los Padres de la Iglesia.

Durante sus estudios en Alcalá, murieron sus padres, y al ordenarse sacerdote en 1.526, quiso venerar su memoria celebrando su Primera Misa en Almodóvar del Campo. 

La ceremonia estuvo adornada por la presencia de doce pobres que comieron luego a su mesa.

Después vendió todos los bienes que le habían dejado sus padres, los repartió entre los pobres, y se dedicó enteramente a la evangelización, empezando por su mismo pueblo.

Retrato del beato Juan de Ávila. Taller del Greco. Óleo sobre lienzo. 79 x 62 cm. Museo del Greco. Toledo

Cuadro con "Figura masculina sedente de medio cuerpo, ligeramente girada hacia la derecha sobre un fondo neutro. Tiene cabello y barba cortos y grises. Presenta su mano derecha abierta, apoyada sobre el pecho mientras que la izquierda, situada debajo, sujeta un bonete. Viste ropa negra bajo la cual asoma en el cuello y muñecas, una camisa blanca. El cuadro presenta una inscripción en la esquina superior derecha".


Un año después, se ofreció como misionero al nuevo obispo de Tlascala (Nueva España, actual Méjico), Fr. Julián Garcés, con el propósito de ser evangelizador del Nuevo Mundo, para ello, se trasladó a Sevilla, de donde saldría la expedición, y mientras tanto se entregó de lleno al ministerio, en compañía de su compañero de estudios en Alcalá, el venerable Fernando de Contreras. 

Ambos vivían pobremente, entregados a una vida de oración y sacrificio, asistencia a los pobres, y enseñanza del catecismo.  

Fernando de Contreras, habló de su proyecto con el arzobispo de Sevilla, Alonso Manrique, y este ordenó a Juan de Ávila que abandonara la idea de América y que evangelizara en Andalucía, a ello se consagró plenamente y lo hizo merecedor de ser llamado "Apóstol de Andalucía". 

Juan de Ávila, predicador. Pierre Subleyras. 1746. Óleo sobre lienzo. 136x 98 cm. Birminghan City Museum. Gran Bretaña

“El cuadro representa al Maestro Ávila como predicador en el púlpito. Está vestido con un roquete blanco de amplios vuelos barrocos; tiene el crucifijo en la mano derecha, como expresión del tema fundamental de sus sermones, y la mano izquierda colocada sobre el pecho en actitud oratoria. En el balaustre del púlpito se lee: “VENER. MAG. JOANNES DE ÁVILA ANDALUCIE APOST. OBIIT MONTILIAE DIE X MAII AN. MDLXIX”.


En 1.531, algunos clérigos lo denunciaron ante la Inquisición sevillana, no quiso defenderse y fue respondiendo a todos los cargos, con la mayor sinceridad, claridad y humildad, y no quiso tachar a los cinco testigos acusadores, pero 55 clérigos declararon a su favor.

Estuvo encarcelado en el Castillo de San Jorge, en Triana (Sevilla), y fue absuelto en 1.533. La sentencia de absolución consideró: “Haber proferido en sus sermones y fuera de ellos algunas proposiciones que no parecieron bien sonantes”, y le mandó, bajo excomunión, que las declare convenientemente, en los mismos lugares donde las predicó.

Aprovechó ese tiempo de encarcelamiento, para redactar la primera versión del “Audi filia”, que a pesar de todas las vicisitudes por las que pasó, y tras retocarlo de nuevo en Montilla, queriéndolo confrontar con las enseñanzas de Trento, fue publicado después de su muerte. 

El rey Felipe II pidió este libro no faltara nunca en El Escorial. 

El Cardenal de Astorga, Arzobispo de Toledo, diría que, con él, “había convertido más almas que letras tiene”. 

Prácticamente es el primer libro en lengua vulgar que expone el camino de perfección para todo fiel, aun el más humilde.

En 1.535 marchó a Córdoba, llamado por el obispo Francisco Álvarez de Toledo, y desarrolló una gran labor creando centros de estudios, como el Colegio de San Pelagio (en la actualidad el Seminario Diocesano), el Colegio de la Asunción (donde no se podía dar título de maestro sin haberse ejercitado antes en la predicación y el catecismo por los pueblos).

En los años sucesivos predicó en Córdoba, Baeza, Sevilla, Montilla, Zafra, Fregenal de la Sierra, Priego de Córdoba y no sólo evangelizó por toda la Andalucía actual, sino también por el sur de La Mancha y Extremadura, fundando numerosos seminarios y colegios y animando a la creación de la Compañía de Jesús

Sin duda, la fundación más celebre fue la Universidad de Baeza (Jaén).

Encaminó a muchos de sus discípulos hacia la Compañía, y hubo intentos de fusión, cesión de colegios, y estudio conjunto, pero Juan de Ávila no entró en la Compañía. 

Éste era el gran deseo de san Ignacio, hasta el punto de afirmar que “o nosotros nos unamos a él o él a nosotros”.

Capilla de San Juan de Ávila, Mezquita-Catedral de Córdoba

Enfermó en 1.554, pero aún siguió en activo quince años, hasta que empeoró visiblemente en 1.569 y murió el mismo año en Montilla, siendo enterrado en la Iglesia de la Encarnación de dicha localidad, que junto a la pequeña casa donde vivió sus últimos años, son centros de peregrinación de obispos, sacerdotes y fieles de toda España.

Tumba del Santo en la Basílica de la Encarnación de Montilla.


Relicario con restos del santo en su casa natal. Fue creado en 2012 en el oratorio construido con ocasión del nombramiento de san Juan de Ávila como Doctor de la Iglesia

En 1.623, la Congregación de san Pedro Apóstol, de sacerdotes naturales de Madrid, inició la causa de beatificación que concluyo el 15 de abril de 1.894, por el papa León XIII. 

El 2 de julio de 1.946, Pío XII lo declaró Patrono del clero secular español y Pablo VI lo canonizó en 1.970. 

A petición de la Conferencia Episcopal, el papa Benedicto XVI lo declaró como Doctor de la Iglesia el 7 de octubre de 2.012.  

Renunció a las prebendas y obispados (el de Segovia y Granada), así como al capelo cardenalicio (ofrecido por Paulo III), como índice de pobreza y humildad, no renunciando por desprecio, sino por imitar al Señor y por sentirse indigno.

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido, 
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor; muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme el ver tu cuerpo tan herido; 
muéveme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, de tal manera,
que aunque no hubiera cielo yo te amara, 
y aunque no hubiera infierno te temiera;

No me tienes que dar porque te quiera;
porque aunque lo que espero no esperara, 
lo mismo que te quiero te quisiera.

La doctrina de san Juan de Ávila sobre el sacerdocio quedó esquematizada en un Tratado, del que conocemos sólo una parte, pero que tiene una belleza y contenido extraordinarios, y que sirvió de pauta para sus pláticas y retiros a clérigos, y para que sus discípulos hicieran otro tanto, donde no podía llegar ya el Maestro.

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