RUTAS POR SEVILLA: Vírgenes
Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa.
Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, también conocida como Virgen de las Maravillas o Nuestra Señora de las Gracias
de la Medalla Milagrosa, es una advocación mariana cuya
festividad se celebra cada 27 de noviembre. Su origen se remonta a las
apariciones de la Virgen María en 1830 a santa Catalina Labouré,
entonces joven novicia de las Hijas de
la Caridad de San Vicente de Paúl, en la casa madre de la congregación situada
en la calle del Bac, número 140, en París.
Según los
testimonios de Catalina, la Virgen le pidió que se acuñara una medalla conforme
a la visión que había recibido, prometiendo gracias especiales a quienes la
portaran con fe. Catalina guardó silencio sobre estas experiencias durante la
mayor parte de su vida, revelándolas únicamente a su confesor poco antes de su
muerte. Fue canonizada en 1947 por el papa Pío XII.
Desde su
juventud, Catalina experimentó fenómenos místicos. A los nueve años, soñó con
san Vicente de Paúl, quien le invitó a unirse a su congregación. Durante su
noviciado, tuvo varias visiones relacionadas con la Eucaristía y con Cristo
como Rey crucificado, despojado de toda majestad terrenal. Estas visiones reforzaron
su vocación de servicio y recogimiento.
Las apariciones
más conocidas ocurrieron en julio y noviembre de 1830, en la capilla del
noviciado.
La primera tuvo
lugar la noche del 18 de julio, víspera de la festividad de san Vicente de
Paúl. Catalina fue despertada por un niño, a quien identificó como su ángel de
la guarda, que la condujo a la capilla, donde la Virgen la esperaba. Durante
ese encuentro, la Madre de Dios le anunció que recibiría una misión difícil,
pero acompañada siempre por la gracia divina. Le pidió comunicarlo a su
director espiritual y confiar plenamente en Dios.
La segunda
aparición sucedió el 27 de noviembre del mismo año, hacia las 5:30 de la tarde,
víspera del primer domingo de Adviento. Catalina vio a la Virgen dentro de un
marco ovalado, de pie sobre un globo terráqueo y aplastando con sus pies la
cabeza de una serpiente. De sus manos extendidas salían rayos de luz, símbolo
de las gracias que Dios concede por su intercesión. Alrededor del marco se leía
la invocación: “¡Oh María, sin pecado
concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti!”
Luego, la
imagen giró, revelando un reverso con doce estrellas, una gran letra M coronada por una cruz, y los corazones de Jesús (rodeado de espinas) y
de María (atravesado por una espada).
La Virgen pidió
a Catalina que estas imágenes fueran encomendadas a su padre
confesor y fueran reproducidas en una medalla, asegurando: “Todos los que la lleven con fe recibirán
grandes gracias”.
Tras dos
años de discernimiento y observación, el confesor de Catalina, el padre Aladel,
comunicó los hechos al arzobispo de París, Monseñor de Quélen, sin revelar la
identidad de la vidente. Finalmente, en 1832, y tras superar numerosas
dificultades, el orfebre Adrien Vachette elaboró las primeras medallas según el
diseño indicado.
En el
anverso se muestra a la Virgen Inmaculada, con rayos de luz que
brotan de sus manos hacia el mundo, símbolo de las gracias que concede. La
rodea la inscripción mencionada anteriormente: “Oh María sin
pecado concebida ruega por nosotros que recurrimos a Ti”. La
imagen de la Virgen aplastando la cabeza de la serpiente alude a la profecía
del Génesis (3:15): “Pondré enemistad entre tú y la mujer […] te aplastará la
cabeza, pero tú le morderás el talón”.
Anverso de la medalla. (ver) (CC BY 3.0)
En el
reverso una M entrelazada con una Cruz.
Los Corazones de Jesús y de María, todos envueltos en doce estrellas.
La M de María, como Madre o Mediatrix,
sostiene la Cruz sin crucifijo; el monograma I de
Jesús (Iesus) se cruza con la M de María y la Cruz, y
simboliza la salvación que traen Jesús y la Virgen, la relación indisoluble que
une a Cristo con su santísima Madre, que se convierte así en testigo de la
Salvación de la humanidad por parte de su Hijo Jesús y copartícipe en el acto
mismo del sacrificio de Cristo.
Las 12
estrellas simbolizan las 12 tribus de Israel y los 12 apóstoles.
El
corazón izquierdo coronado de espinas es el Sagrado
Corazón de Jesús, que murió por los pecados de la humanidad,
mostrando con su sacrificio el amor por los hombres; mientras que el corazón
derecho perforado por la espada es el Inmaculado Corazón de María
símbolo del dolor de la Virgen ante el rechazo a Dios por parte de algunos de
sus hijos. El fuego de los corazones es el amor ardiente de Jesús y María por
la humanidad.
Reverso de la medalla. (ver) (CC BY 3.0)
Durante la
epidemia de cólera que asoló París en 1832, causando cerca de 20.000 muertes,
las primeras medallas comenzaron a distribuirse entre los enfermos. Se
atribuyeron numerosas curaciones y conversiones a su intercesión, lo que hizo
que pronto se la conociera como la Medalla Milagrosa.
Desde entonces, esta devoción se ha extendido por todo
el mundo. Hoy existen miles de millones de reproducciones de la medalla,
fabricadas en diversos materiales, disponibles en tiendas religiosas físicas y
virtuales. Incluso papas como Gregorio XVI y Pío IX la llevaron consigo, y la
capilla de la rue du Bac se ha convertido en un importante lugar de
peregrinación.
Es la gran devoción de la Familia
Vicenciana, fundada por San Vicente de Paul, compuesta
por la compañía de las Hijas de la Caridad, la Congregación de la
Misión Padres Paúles, y la Asociación de la Medalla Milagrosa, entre otras.
Es una devoción que en Sevilla se
inició a finales del siglo XIX, de mano de esta popular congregación
hospitalaria. Aunque moderna, está muy extendida en la ciudad, pudiéndose
encontrar su imagen en muchas iglesias y centros hospitalarios.
Iglesia de san Román
En la nave de la epístola un Retablo moderno de la familia
Vicenciana Virgen Milagrosa, de Antonio Castillo Lastrucci (ver) de
1940, acompañada de San Vicente de Paúl y Santa María Luisa de Marillac.
Retablo de la Virgen
Milagrosa
Virgen Milagrosa
Detalle
de la Virgen
Milagrosa
Detalle
de la Virgen
Milagrosa
Iglesia de san Lorenzo
En la cabecera de la nave del Evangelio, se observa la Capilla de la Inmaculada Milagrosa,
también llamada del Cristo de las
Fatigas, que tiene dos entradas, una desde la nave central y otra por la
cabecera de la nave exterior del Evangelio.
Contiene esta capilla una interesante pintura mural que
representa La Calle de la
Amargura, del siglo XVI, atribuida en tiempo reciente a Luis de
Vargasuna, se denomina Cristo de las Fatigas en su
camino al Calvario.
Sobre una repisa se presenta una pequeña imagen de la
Inmaculada Milagrosa.
Vista
de la capilla desde la nave central
Vista
de la capilla desde la nave lateral
Repisa
con la Inmaculada Milagrosa
Inmaculada
Milagrosa
Detalle
Iglesia del Sagrado Corazón
En la nave
del Evangelio, se encuentra el altar de plata de la “Milagrosa”, obra de Cayetano
González. La imagen tuvo gran devoción en un pequeño colegio de la calle
Quevedo. Esta devoción fue decayendo y al cerrarse el colegio de la calle
Quevedo la imagen fue trasladada a la Iglesia de la compañía en 1950. El altar
de plata repujada es considerado una de las obras maestras de Cayetano González
(según su discípulo Fernando Marmolejo, es la mejor de sus obras).
Retablo de plata
Virgen Milagrosa
Detalle
Iglesia de San Gil
En la nave del
Evangelio, se abre la Capilla de la Milagrosa. En su interior se alza un retablo neobarroco
del siglo XX, en cuyo centro se halla una imagen moderna de la Milagrosa,
donada por las hijas de la Caridad del Pumarejo. La imagen está
rodeada por la leyenda de la medalla.
Retablo
Virgen Milagrosa
Detalle
Iglesia
de San Julián
En la nave del Evangelio, pasada la puerta de comunicación
con las dependencias parroquiales, se encuentra un retablo moderno de escayola
dorado, de estilo renacentista con adornos mudéjares.
La imagen es moderna, de talla completa, de la Virgen de la
Milagrosa, de Antonio Castillo Lastrucci (ver) de
1945-1946.
Retablo
Virgen Milagrosa
Detalle