miércoles, 18 de junio de 2025

RUTAS POR SEVILLA: Vírgenes

Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa.

Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, también conocida como Virgen de las Maravillas o Nuestra Señora de las Gracias de la Medalla Milagrosa, es una advocación mariana cuya festividad se celebra cada 27 de noviembre. Su origen se remonta a las apariciones de la Virgen María en 1830 a santa Catalina Labouré, entonces joven novicia de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, en la casa madre de la congregación situada en la calle del Bac, número 140, en París.

Según los testimonios de Catalina, la Virgen le pidió que se acuñara una medalla conforme a la visión que había recibido, prometiendo gracias especiales a quienes la portaran con fe. Catalina guardó silencio sobre estas experiencias durante la mayor parte de su vida, revelándolas únicamente a su confesor poco antes de su muerte. Fue canonizada en 1947 por el papa Pío XII.

Desde su juventud, Catalina experimentó fenómenos místicos. A los nueve años, soñó con san Vicente de Paúl, quien le invitó a unirse a su congregación. Durante su noviciado, tuvo varias visiones relacionadas con la Eucaristía y con Cristo como Rey crucificado, despojado de toda majestad terrenal. Estas visiones reforzaron su vocación de servicio y recogimiento.

Las apariciones más conocidas ocurrieron en julio y noviembre de 1830, en la capilla del noviciado.

La primera tuvo lugar la noche del 18 de julio, víspera de la festividad de san Vicente de Paúl. Catalina fue despertada por un niño, a quien identificó como su ángel de la guarda, que la condujo a la capilla, donde la Virgen la esperaba. Durante ese encuentro, la Madre de Dios le anunció que recibiría una misión difícil, pero acompañada siempre por la gracia divina. Le pidió comunicarlo a su director espiritual y confiar plenamente en Dios.

La segunda aparición sucedió el 27 de noviembre del mismo año, hacia las 5:30 de la tarde, víspera del primer domingo de Adviento. Catalina vio a la Virgen dentro de un marco ovalado, de pie sobre un globo terráqueo y aplastando con sus pies la cabeza de una serpiente. De sus manos extendidas salían rayos de luz, símbolo de las gracias que Dios concede por su intercesión. Alrededor del marco se leía la invocación: “¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti!”

Luego, la imagen giró, revelando un reverso con doce estrellas, una gran letra M coronada por una cruz, y los corazones de Jesús (rodeado de espinas) y de María (atravesado por una espada).

La Virgen pidió a Catalina que estas imágenes fueran encomendadas a su padre confesor y fueran reproducidas en una medalla, asegurando: “Todos los que la lleven con fe recibirán grandes gracias”.

Tras dos años de discernimiento y observación, el confesor de Catalina, el padre Aladel, comunicó los hechos al arzobispo de París, Monseñor de Quélen, sin revelar la identidad de la vidente. Finalmente, en 1832, y tras superar numerosas dificultades, el orfebre Adrien Vachette elaboró las primeras medallas según el diseño indicado.

En el anverso se muestra a la Virgen Inmaculada, con rayos de luz que brotan de sus manos hacia el mundo, símbolo de las gracias que concede. La rodea la inscripción mencionada anteriormente: Oh María sin pecado concebida ruega por nosotros que recurrimos a Ti. La imagen de la Virgen aplastando la cabeza de la serpiente alude a la profecía del Génesis (3:15): Pondré enemistad entre tú y la mujer […] te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón.

Anverso de la medalla. (ver) (CC BY 3.0)

En el reverso una M entrelazada con una Cruz. Los Corazones de Jesús y de María, todos envueltos en doce estrellas.

La M de María, como Madre o Mediatrix, sostiene la Cruz sin crucifijo; el monograma I de Jesús (Iesus) se cruza con la M de María y la Cruz, y simboliza la salvación que traen Jesús y la Virgen, la relación indisoluble que une a Cristo con su santísima Madre, que se convierte así en testigo de la Salvación de la humanidad por parte de su Hijo Jesús y copartícipe en el acto mismo del sacrificio de Cristo.

Las 12 estrellas simbolizan las 12 tribus de Israel y los 12 apóstoles.

El corazón izquierdo coronado de espinas es el Sagrado Corazón de Jesús, que murió por los pecados de la humanidad, mostrando con su sacrificio el amor por los hombres; mientras que el corazón derecho perforado por la espada es el Inmaculado Corazón de María símbolo del dolor de la Virgen ante el rechazo a Dios por parte de algunos de sus hijos. El fuego de los corazones es el amor ardiente de Jesús y María por la humanidad.

Reverso de la medalla. (ver) (CC BY 3.0)

Durante la epidemia de cólera que asoló París en 1832, causando cerca de 20.000 muertes, las primeras medallas comenzaron a distribuirse entre los enfermos. Se atribuyeron numerosas curaciones y conversiones a su intercesión, lo que hizo que pronto se la conociera como la Medalla Milagrosa.

Desde entonces, esta devoción se ha extendido por todo el mundo. Hoy existen miles de millones de reproducciones de la medalla, fabricadas en diversos materiales, disponibles en tiendas religiosas físicas y virtuales. Incluso papas como Gregorio XVI y Pío IX la llevaron consigo, y la capilla de la rue du Bac se ha convertido en un importante lugar de peregrinación.

Es la gran devoción de la Familia Vicenciana, fundada por San Vicente de Paul, compuesta por la compañía de las Hijas de la Caridad, la Congregación de la Misión Padres Paúles, y la Asociación de la Medalla Milagrosa, entre otras.

Es una devoción que en Sevilla se inició a finales del siglo XIX, de mano de esta popular congregación hospitalaria. Aunque moderna, está muy extendida en la ciudad, pudiéndose encontrar su imagen en muchas iglesias y centros hospitalarios. 

Iglesia de san Román

En la nave de la epístola un Retablo moderno de la familia Vicenciana Virgen Milagrosa, de Antonio Castillo Lastrucci (ver) de 1940, acompañada de San Vicente de Paúl y Santa María Luisa de Marillac. 

Retablo de la Virgen Milagrosa

Virgen Milagrosa

Detalle de la Virgen Milagrosa

Detalle de la Virgen Milagrosa

Iglesia de san Lorenzo

En la cabecera de la nave del Evangelio, se observa la Capilla de la Inmaculada Milagrosa, también llamada del Cristo de las Fatigas, que tiene dos entradas, una desde la nave central y otra por la cabecera de la nave exterior del Evangelio.

Contiene esta capilla una interesante pintura mural que representa La Calle de la Amargura, del siglo XVI, atribuida en tiempo reciente a Luis de Vargasuna, se denomina Cristo de las Fatigas en su camino al Calvario.

Sobre una repisa se presenta una pequeña imagen de la Inmaculada Milagrosa.

Vista de la capilla desde la nave central

Vista de la capilla desde la nave lateral

Repisa con la Inmaculada Milagrosa 

Inmaculada Milagrosa

Detalle

Iglesia del Sagrado Corazón

En la nave del Evangelio, se encuentra el altar de plata de la “Milagrosa”, obra de Cayetano González. La imagen tuvo gran devoción en un pequeño colegio de la calle Quevedo. Esta devoción fue decayendo y al cerrarse el colegio de la calle Quevedo la imagen fue trasladada a la Iglesia de la compañía en 1950. El altar de plata repujada es considerado una de las obras maestras de Cayetano González (según su discípulo Fernando Marmolejo, es la mejor de sus obras).  

Retablo de plata

Virgen Milagrosa

Detalle

Iglesia de San Gil 

En la nave del Evangelio, se abre la Capilla de la Milagrosa.  En su interior se alza un retablo neobarroco del siglo XX, en cuyo centro se halla una imagen moderna de la Milagrosa, donada por las hijas de la Caridad del Pumarejo. La imagen está rodeada por la leyenda de la medalla.

Retablo 

Virgen Milagrosa

Detalle

Iglesia de San Julián

En la nave del Evangelio, pasada la puerta de comunicación con las dependencias parroquiales, se encuentra un retablo moderno de escayola dorado, de estilo renacentista con adornos mudéjares.

La imagen es moderna, de talla completa, de la Virgen de la Milagrosa, de Antonio Castillo Lastrucci (ver) de 1945-1946.

Retablo 

Virgen Milagrosa

Detalle