AREA DE SAN ROMAN
Convento, Colegio, Jardines y Muralla del Valle.
Según la
leyenda, en las afueras de la ciudad de Sevilla vivía una mujer, natural
de Écija con su hijo de corta edad. Había quedado viuda y para mantenerse había
abierto una hospedería. La casa amplia, poseía un patio y en el patio un
pozo. Un día el chiquillo jugando cayó al pozo, la madre acude a la Virgen del
Valle, patrona de Écija y le promete donar su casa para un convento donde
siempre se cantara la gloria del Hijo de Dios y de su Madre. Las aguas subieron
llevando al niño sano y salvo a su madre, ella cumplió su promesa entregando su
propiedad a los religiosos dominicos.
Así, se crea el convento de Nuestra Señora del Valle como
establecimiento religioso fundado en 1403, en la actual calle verónica, por monjas dominicas,
y constaba de Iglesia, dependencias, claustros, jardines y huerta.
La Puerta Osario y el Convento del
Valle. Richard Ford. 1830.
(ver) (CC BY 3.0)
Alonso Morgado dice en su Historia de Sevilla (1587) que el nombre "del Valle" viene del valle y la arboleda que se encontraban en este sitio donde existía un desnivel que se utilizaba para almacenar agua.
La
congregación fue disuelta en 1507 y estas monjas fueron repartidas entre
los Conventos de Madre de Dios y San Clemente.
Posteriormente, el edificio fue ocupado por la Congregación de Santa Catalina
de la Penitencia, una comunidad de terciarias dominicas apoyada por Isabel la
Católica.
La congregación se fusionó con
la del Monasterio de Santa María la Real en 1511, siendo
arzobispo Diego de Deza.
En 1529 el convento pasó a ser
ocupado por la Orden de los Padres Regulares Terciarios de San Francisco hasta 1657.
En 1657 fue ocupado por
la Orden de los Franciscanos Observantes que, integrados en los frailes
recoletos, permanecieron en el convento hasta la desamortización de 1835.
En 1810, en la invasión
francesa de Sevilla, el convento fue exclaustrado y buena parte de sus enseres
fueron destruidos.
En
1814 vuelven los franciscanos, procediendo a labores de
restauración,
y serán sus últimos moradores ya que, como hemos comentado, en 1835 con la
ley de desamortización de Mendizábal el monasterio se subastó, fue comprado por
un vecino que a su vez lo alquiló a 90 familias convirtiéndose todo en pequeñas
parcelas de huertas y casas de vecinos mal pagadas y abandonadas, la Iglesia
pasó a ser filial de la parroquia de San Román.
En el
convento se encontraba la imagen de la Virgen del Valle. Una leyenda dice que
la imagen de la Virgen se encontraba abandonada y en mal estado en la Parroquia
de San Román. Un sacristán fue a tirarla al fuego, pero se le apareció la
Virgen para reprocharle esa intención. El sacristán dio cuenta al arzobispo del
milagro, celebró cultos en honor a la Virgen y dejó la imagen en el Convento
del Valle.
La desamortización de 1835 supuso la exclaustración de
los frailes y la secularización del convento. Aunque la iglesia se mantuvo
abierta bajo la supervisión de un capellán, el edificio principal fue utilizado
como almacén de grano y, como hemos comentado, posteriormente como casa de
vecinos.
En 1856
el franciscano Mariano Pilar de la Torre, que
había pertenecido a la comunidad exclaustrada y que actuaba de visitador de la
Orden Tercera Seglar, comenzó la restauración de la iglesia abandonada.
No obstante, la restauración fue insuficiente y la iglesia fue derribada en
1873 para realizar la actual, finalizada en 1877.
En 1864 el
edificio del convento fue adquirido por la viuda del marqués de Villanueva,
quien lo entregó a la congregación de religiosas del Sagrado Corazón para la
fundación de un colegio femenino que
hizo uso de la iglesia, y que funcionó desde 1866 hasta
1975, siendo conocido popularmente como “Colegio del Valle” con alta fama por
la educación de las “niñas bien” de la Sociedad Sevillana.
Colegio del Valle. Año
1964
Detalle del patio de
la Virgen
Vista general del
Colegio
Vista general del
colegio
Detalle
En 1975 la congregación se trasladó al Aljarafe y vendió el convento a una empresa inmobiliaria, concretamente a la inmobiliaria del Banco de Granada.
Se
produce entonces un gran expolio de altares, cristaleras, herrajes, azulejos,
solerías, antes de que la empresa procediera al derribo de todas las
edificaciones, excepto la iglesia, la puerta principal y
un retablo cerámico.
Detalle de la puerta
principal
Detalle de la
entrada
Azulejo de Aquilino
Duque
El
derribo dejó al descubierto doscientos cincuenta metros lineales de muralla
almohade, con tres torreones, que estaban situados en el interior del convento
y que separaban sus jardines de las viviendas colindantes.
Sin
embargo, el movimiento ecologista, y sobre todo el vecinal, impidieron la
construcción prevista pues el Ayuntamiento negó la licencia a la inmobiliaria,
lo que motivó un largo pleito judicial, que concluyó al llegar a un acuerdo por
el cual la corporación municipal adquirió la propiedad del terreno y en 2010 se
construyeron los Jardines del Valle.
El Jardín del Valle
En la actualidad en el Jardín
del Valle se distinguen dos zonas fundamentales. Por una parte, una zona de
gran amplitud cubierta de vegetación y por la otra una plaza a la que se accede
nada más entrar. Entre ellas coexisten hasta medio centenar de especies vegetales diferentes.
Así, se pueden encontrar
ciruelos, celestinas, damas de noche, adelfas, jacarandas, robinias, naranjos,
limoneros, palmeras, etc. También hay otras especies más exóticas, como flores
de Pascua, un malvavisco o un espino de fuego, un arbusto espinoso que al
florecer se cubre de numerosos y llamativos frutos rojos.
Detalle de una de las calles del jardín
Detalles del jardín
Dentro del jardín destaca el azulejo de Santa Rita que fue
instalado por las religiosas que llevaban el Colegio en el año de 1920, obra
del pintor Carlos Hermoso, y cuando el Colegio fue abandonado
las religiosas quisieron dejar el azulejo en el lugar en el que ha llegado en
nuestros días.
Monumento a
Santa Rita
Azulejo de
Santa Rita
Murallas
El tramo de muralla que se incluyen en el jardín del
Valle, es el que va desde la puerta del Osario a la del Sol, derribadas ambas
en el siglo XIX.
Este fragmento con forma de “L” de unos 250 metros de
largo es el mayor lienzo de muralla medieval conservado en la ciudad, después de
las murallas de la Macarena.
Es curioso que presenta dos alineaciones rectas que
forman un anómalo rincón en escuadra, el primer lienzo es perpendicular a la
calle Sol y el otro es paralelo y medianero a dicha calle. Es posible que cuando
se hiciera el replanteo de la cerca almorávide existiera alguna dificultad
extramuros, tal vez una laguna de las que periódicamente recargaba el arroyo
Tagarete.
Detalle
longitudinal de la muralla
Detalle
de la entrada
Detalle
del rincón
Está construido en tapial, son almenadas y tienen una
anchura de los paramentos de unos dos metros.
Lo más interesante es que está enterrado más de tres
metros, lo que explica que la barbacana no este atestiguada, se documentan dos
fases superpuestas, una almorávide y otra almohade, que conservan hasta el
enlucido del primer parapeto y muchos merlones.
Por ello, su construcción se ha datado en época almorávide,
dentro de las obras de reforma del recinto amurallado que tuvieron lugar
alrededor de 1133.
Los torreones conservados tienen planta rectangular y
se hallan separados por unos 45 metros. Como los conservados en la Macarena,
son macizos hasta la altura del adarve, mientras que presentan un espacio
abovedado en el último piso desde el que se accede a la azotea.
Detalle
de un torreón