AREA DE MACARENA-SAN LUIS-SAN JULIAN
IGLESIA DE SANTA MARINA
La calle san Luis, antigua calle Real, en referencia al acceso de las comitivas reales desde la puerta de la Macarena, y antiguo trazado del “Cardo Romano”, que atravesaba la ciudad de norte a sur, acoge en su tramo central una de las más antiguas iglesias gótico-mudéjares de Sevilla, de las llamadas iglesias Fernandinas, al ser construidas tras la conquista de Sevilla por Fernando III en 1248, según consta en el “Libro de Repartimiento” de Sevilla.
Algunos eruditos le otorgan su origen en una mezquita, pero otros estudiosos consideran que se trata de una construcción de nueva planta, pues la edificación es plenamente cristiana. Algunos autores identifican su iconografía en una de las miniaturas de las “Cantigas de Santa María”.
Algunos autores consideran que, en el reinado de Alfonso X, entre 1252 y 1284, se construyó la torre y la fachada principal y se le puso el título de Iglesia de santa Marina de Orense, quizás debido a los gallegos que llegaron con la reconquista, y que en 1258 el quinto hijo de Fernando III, a la sazón arzobispo de Sevilla entre 1249 y 1258, mandó construir la capilla de la Piedad.
Otras fuentes,
aseguran que la construcción primitiva de dos de sus capillas laterales puede
datarse en la segunda mitad del siglo XIII, alrededor de 1265, por los azulejos
encontrados en el subsuelo de ambas que se corresponden con estas fechas.
Así, los
historiadores de arte señalan que hay partes del templo que pueden ser de
finales del siglo XIII (Gómez Ramos y otros) o del principio o mediados del
siglo XIV (Hernández Díaz y otros), como el cuerpo principal, el ábside, la
torre y la Capilla Sacramental.
No obstante, las
primeras noticias fiables de este templo (Ortíz de Zúñiga) son de 1356, pues en
dicho año, siendo Rey de Castilla Pedro I, el gran terremoto, que afectó a
numerosas edificaciones de la ciudad, obligó a la restauración o más bien
reedificación del templo, por intersección del arzobispo Don Nuño.
Además del
terremoto de 1356, esta iglesia ha sufrido gravemente los avatares de la
historia en forma de varios incendios, y a pesar de ello conserva su estructura
original de arquitectura medieval.
Así, en el siglo
XVII, presentaba peligro de derrumbe y se realizó su restauración en 1676 por
el maestro mayor del arzobispado, Francisco Moreno, incluyendo la cúpula de la
capilla de la Piedad.
En el siglo XVIII,
sufre un nuevo incendio fortuito que arrasó la techumbre lo que obligó a su
sustitución. En este siglo se rehabilitan varias capillas, que albergarían unas
cuatro hermandades, La Sacramental y de Ánimas, la Mortaja, la Divina Pastora y
Nuestra Señora del Destierro.
En 1755, el
terremoto de Lisboa, como en otros muchos edificios de la ciudad, provocó
desperfectos que obligaron a realizar diferentes reparaciones.
En 1864 se produjo un incendio
que destruyó el techo del templo, que obligó a cerrarlo durante cinco años e
incluso a hacer el planteamiento de su derribo. En esta ocasión perdió su
condición de sede parroquial, que compartió unos años con san Marcos y también
desde principios del siglo XX con san Julián.
En 1868, durante la Gloriosa, la Junta Revolucionaria lo puso en la lista
de templos que iban a ser derribados, aunque finalmente y afortunadamente,
dicho derribo no llegó a realizarse.
Fue restaurado en 1869, tras un nuevo incendio que destruyó sus cubiertas y
durante ese periodo pasó a ser un templo de la Parroquia de san Marcos.
En 1885, José
Gestoso llevó a cabo una nueva restauración y en la capilla de la Piedad se
descubrieron los antiguos azulejos de la capilla, del siglo XIII, que se
conservan en el Museo de Artes y Costumbres Populares de Sevilla, en el
Instituto Valenciano de Don Juan de Madrid y en el Museo de la Sociedad
Hispánica de América de Nueva York.
En 1931, fue declarado Monumento Nacional, inscrito como Bien de Interés
Cultural en el Catálogo General del Patrimonio Histórico de Andalucía, pero
ello no impidió que al igual que otros templos de la ciudad, fuera incendiado
el 18 de julio de 1936, perdiéndose los retablos, las cubiertas de las naves y
la tribuna, y se pudieron salvar las imágenes titulares de la hermandad de la
Mortaja y la histórica talla de la Divina Pastora.
En 1942, el arquitecto Félix Hernández comenzó una restauración que quedó
paralizada inicialmente y se reinició en 1964 por el arquitecto Rafael Manzano,
descubriéndose los azulejos del siglo XIII que adornan el altar de la capilla
del Sagrario.
En 1981, sufre un nuevo incendio que volvió a afectar a las cubiertas del
templo, obligando a una nueva restauración entre 1985 y 1997.
El 15 de octubre de 1981, la iglesia es cedida de forma exclusiva, como
sede canóniga, a la Hermandad de la Resurrección y cuando es bendecida en 1987,
el arzobispo de Sevilla fray Carlos Amigo Vallejo, añade a la histórica
advocación de santa Marina la de san Juan Bautista de la Salle, titular de la
Hermandad, pasando a denominarse desde entonces “Iglesia de Santa Marina y san
Juan Bautista de la Salle”.
Esta Hermandad
de la Resurrección fue fundada en 1969, como Hermandad de Gloria en el Colegio
de la Purísima, de la Congregación de San Juan Bautista de la Salle, situado en
la calle San Luis. Procesiona con la imagen de Jesús Resucitado desde 1973 y
con la Virgen de la Aurora desde 1922. En 1981 el arzobispo le añadió el
carácter de Hermandad de Penitencia y Sacramental.
Entre 1989 y 1991 los arquitectos Carmen Navarro Ordoñez, Francisco Soro
Cañas, José María Cabeza y Alfonso Sedeño Masoz realizaron una nueva
restauración, lo que permitió el traslado definitivo de la hermandad de la
Resurrección.
En la madrugada del 5 de enero de 2014 sufrió un intento de incendio, que
daño el exterior de una hoja de la puerta principal y provocó daños en las
imágenes y el altar debido al humo.
Actualmente, los hermanos de la Resurrección están intentando recuperar
documentos gráficos de cómo era el templo antes de los incendios. Las
hermandades que residían antes de dichos incendios tampoco han conseguido
muchas referencias porque existen fotos de los pasos con algunos detalles de
los retablos, pero no suficientes para establecer cómo eran dichos retablos.
Entre el siglo XVI y XX tuvo su
sede en esta iglesia la Hermandad de la Sagrada Mortaja. Una leyenda dice que ha
comienzo del siglo XVI se encontró una imagen de la Virgen con el Niño en la
torre de la Iglesia de Santa Marina, a la que se le dio la advocación de Virgen
de la Piedad y entorno a ella se creó la hermandad de la Piedad, que en 1676
adquirió una capilla en la Iglesia, pero tras el incendio de 1936 se trasladó a
la iglesia del antiguo convento de Santa María de la Paz.
En
1703, el fray Isidoro de Sevilla, que se encontraba en el convento capuchino de
las Santas Justa y Rufina, tuvo la idea de presentar a la Virgen vestida de
pastora y fundó la Hermandad de la Divina Pastora de las Almas en la iglesia de
San Gil, que se trasladó a una capilla lateral de Santa Marina, cedida en uso por los Marqueses de la
Motilla, en 1705, donde permaneció hasta el
incendio de 1936, conociendo luego diversas sedes hasta que en 1992 le fue
cedida la capilla del antiguo Hospital de San Bernardo u Hospital de los
Viejos, en la calle Amparo.
Santa Marina de Orense, en el antiguo Martirologio Romano, dice que era una mártir de Orense y su vida esta mezclada entre la realidad y la leyenda.
Nació en Balcagia, la actual Bayona de Pontevedra por el año 119, siendo hija de Lucio Castelio Severo, gobernador romano de Gallaecia y Lusitania y de su esposa Calsia, quien da a luz en un solo parto a nueve niñas mientras su marido esta fuera recorriendo sus dominios. Asustada Calsia, por el múltiple alumbramiento y temiendo ser repudiada por infidelidad conyugal, decide deshacerse de las criaturas y se las encomienda a su fiel servidora Sila, ordenándole que bajo el mayor secreto las ahogara en el rio Miñor.
Pero
Sila, siendo cristiana no responde a dicha orden y a cambio deja a las niñas en
casa de familias amigas, igualmente cristianas, y fueron bautizadas por el
Obispo San Ovidio y criadas en la fe cristiana.
Pero, con el paso del tiempo, tuvieron que comparecer
ante su propio padre acusadas de ser cristianas, y este al saber que eran sus
hijas les ofrece que renuncien a Cristo a cambio de poder vivir con las
prerrogativas propias de su nacimiento. Ante su negativa, son encarceladas,
pero logran huir y se dispersan y acabarían siendo mártires cristianas.
Santa Marina de Antioquia, más conocida como Santa Margarita, se trata de una doncella cristiana galaico-romana que, en época de persecución, no quiso renunciar a su fe ni someterse a los deseos lascivos del gobernador romano Olibrio, que se enamoró de ella tras verla con su rebaño de ovejas, y al ser despreciado mandó encerrarla.
A la espera del martirio, pidió a Dios que se le apareciera el demonio que la atormentaba y este se presentó ante ella en forma de dragón, que la devoró, pero ella salió sin daños de su vientre esgrimiendo la cruz.
Después de vencer diversos y crueles tormentos, murió
decapitada y es invocada como Abogada de las Parturientas y tiene su
representación en la portada principal de la iglesia.
Otra de las leyendas, es la “Leyenda Dorada” del fraile dominico Fray Jacobo de la Vorágine, en ella, Santa Marina sería la hija de un viudo que ingresa en un monasterio sin querer desprenderse de su hija, a la que disfraza de niño.
Años más tarde Marina profesa bajo el nombre del Hermano Marín y es acusada de violación (que evidentemente no pudo cometer).
Para no dejar a su padre en evidencia acepta ser expulsada del convento y cuidar de su supuesto hijo a la puerta de la Iglesia.
Posteriormente, la
comunidad decidió readmitirla en el convento, encargándose de los trabajos más
humildes del cenobio, y su realidad femenina fue descubierta tras su muerte,
comprobándose la falsedad de la acusación de paternidad, por lo que se la honra
por su virtud, humildad, fidelidad y valor.
La misma aventura se atribuye a Santa Eugenia, Santa
Eufrósica y Santa Pelagia, pues el tema de la Virgen Monje es lo que se
denomina la “Monaco Partenia”.
El culto a Santa Marina está aprobado en Grecia, donde
reemplaza a Artemisa, diosa de la castidad, y entre los maronitas y los
armenios que lo llevaron a Venecia.
Iconografía
maronita de santa Marina del líbano y los monjes
La otra advocación de la Iglesia es la de San Juan Bautista de la Salle, que nació en Reims el 30 de abril de 1651.
Durante sus años jóvenes cultivó sus capacidades adquiriendo una cultura profunda con estudios de teología en la Sorbona.
Al comprobar la situación de precariedad de los niños de su ciudad, se dedica a ellos creando escuelas adaptadas a sus necesidades para sacarlos de su situación de exclusión, fundando el Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que se convertiría en modelo de pedagogía por su ambiente de estudio.
Muere el
7 de abril de 1719 y es proclamado Santo por el Papa León XIII el 24 de mayo de
1900 y Pio XII el 15 de mayo lo proclama “Celeste patrono e intercesor ante
Dios de todos los maestros”.
San Juan
Bautista de la Salle. Cesare Mariani. 1883. Sala Sobieski. Museos Vaticanos
Finalmente, comentar que Santa
Marina históricamente ha sido un templo con muchos contrastes, pue se trataba
de un barrio de muchas huertas y personas muy humildes, frente a familias muy
importantes que financiaron varias capillas y enterramientos, como el del
humanista Pedro Mexía, que aún se conserva, así como otros caballeros que participaron en la
reconquista, como Torres y Martínez y estuvo, durante muchos años, bajo el
patronato de la familia Ribera, llegando a estar enterrado Ruy López de Ribera
hasta que su hijo Per Afán traslado sus restos a la Cartuja de Santa María de
las Cuevas, donde permanece actualmente.
EDIFICIO
A pesar de sus múltiples actuaciones, en este templo se pueden contemplar
los rasgos principales de su construcción original, siendo el prototipo del
estilo “Gótico-Mudéjar” del primitivo templo parroquial sevillano.
Este estilo se caracteriza por representar una simbiosis del gótico que
llega con la conquista cristiana y el arte hispano-musulmán con el que se
construyeron los edificios de la ciudad durante los siglos de dominación árabe,
de tal modo que se siguen utilizando técnicas, materiales y determinados rasgos
estilísticos del arte andalusí, porque los cristianos se aprovechan de los
conocimientos y de la mano de obra musulmana o de origen musulmán que había
quedado en el reino de Sevilla tras su conquista, los “mudéjares”.
Todo el conjunto esta realizado en ladrillo visto, a excepción de las
zonas nobles (portada y presbiterio), con un edificio principal, orientado de
este a oeste y diversos espacios adosados, con la torre en el ángulo noroeste.
Vista general de la Iglesia
EXTERIOR
Al exterior, la Iglesia presenta tres puertas, la principal se
sitúa a los pies de la nave, en la calle san Luis, en el centro del muro oeste
y las otras en los muros laterales, del Evangelio y de la Epístola.
La PORTADA PRINCIPAL está construida en una piedra como la que existe en las canteras de el Puerto de Santa María.
Es una obra del mismo taller que realizó las portadas de las iglesias de santa Lucia y san Julián.
Esta portada
resalta del muro, con perfil abocinado, en un arco ojival, con ocho
arquivoltas, estando decoradas las dos últimas o externas con dientes de sierra
en zig-zag y puntas de diamante respectivamente, que descasan sobre baquetones
con capiteles decorados con cabezas humanos, cabezas de león y formas vegetales.
Portada principal.
Detalle de los baquetones a cada lado de
la puerta
Detalle de los capiteles sobre los
baquetones
Detalle de cabeza humana y de león en los
capiteles sobre los baquetones
A cada lado de los capiteles de los baquetones se continua con un friso.
El friso derecho, al sur, presenta una decoración vegetal, una hoja de higuera,
una hoja de trébol, santa Margarita saliendo indemne del cuerpo del dragón con
una cruz en la mano, otra hoja de trébol y decoración vegetal.
Friso derecho con detalle de santa
Margarita saliendo del dragón
El friso izquierdo, al norte, representa un capullo de loto, una red de
tres rombos con hojas de tres lóbulos y crucetas en los triángulos resultantes,
dos figuras humanas y tres cuadrúpedos, tres hojas de higuera y dos viñetas que
representan el encuentro de Olibrio con santa Margarita cuando guardaba el
rebaño.
Friso izquierdo con detalle de santa
Margarita con el rebaño
La portada esta coronada por un alero superior o cornisa con catorce canecillos
en forma de cabeza de león, entre las que se intercalan arquillos ojivales
túmidos ciegos, de clara influencia islámica, como mezcla entre las formas
decorativas del gótico y la ornamentación musulmana. Tienen gran significado
las cabezas de león que vigila las puertas del templo, aunque parezca dormido.
Cornisa superior con canecillos de
cabezas de león
En
esta fachada principal, también se conservan tres rosetones de piedra, el
central con tracería moderna de alabastro, siendo original la tracería pétrea
de los dos rosetones laterales.
Rosetón central y uno de los laterales
En la fachada principal, entorno a la portada existen cinco figuras bastantes deterioradas.
En la parte superior, en la cúspide, sobre la clave del arco, se encuentra una escultura del Padre Eterno, como juez que imparte justicia.
Se presenta sentado, con los codos apoyados en las rodillas y
ofreciendo las manos. El mostrar las rodillas es la señal directa para el
iniciando, indicando que tiene acceso a alguno de los conocimientos que
integran el proceso iniciático, ya que los iniciados deben tener las rodillas
libres para seguir avanzando sin ataduras.
Arco ojival, cornisa superior y las cinco
figuras de la fachada
Padre eterno sobre la clave del arco
En los laterales, cuatro esculturas, sobre ménsulas y bajo doseletes de
piedra.
En el lado izquierdo Santa Marina del Líbano y Santa Catalina, en el lado
derecho Santa Margarita y Santa Marina, que estarían representando las
“Quattuor Virgines Capitales”, o vírgenes mártires de la iglesia primitiva.
Lateral Izquierdo.
Santa Marina del Líbano, con un león a sus pies y un niño sobre la rodilla derecha. Puede confundir con la figura clásica de la Virgen y el Niño Jesús, pero el niño se sienta sobre la rodilla derecha y no en la izquierda como se acostumbra a representar al Niño Jesús con María. Hace referencia a la historia de santa Marina que toma el niño de la mujer falsamente violada por el monje Martín, como si fuera suyo y lo cuida y alimenta.
Santa Catalina identificada por la rueda de su martirio,
simbolizando la castidad.
Santa Marina del Líbano.
Santa Margarita, está apoyada en una ménsula con una flor de Lis,
decoración que refuerza el mensaje simbólico de la castidad y la pureza. Está coronada haciendo referencia al relato
de la princesa salvada por el caballero del estómago de la bestia. También la
vemos representada por una dama con cabello largo, que sujeta un libro con la
mano izquierda y un dragón atado a sus pies con una cadena que parte de su mano
derecha. El libro simboliza la sabiduría y el dragón el mal. Para vencer al mal
es necesario conocer el contenido del libro. Es importante conocer que, en el
siglo XIII, muy pocas mujeres tenían la posibilidad de adquirir conocimientos,
por lo que podría interpretarse en sus orígenes de una manera herética.
De nuevo Santa Marina, se asienta en una ménsula con dos prótomos
de león, coronada como todas las figuras anteriores, tiene su mano derecha
posada en su pecho y con la mano izquierda sostiene un libro de grandes
proporciones, simbolizando la importancia de la sabiduría para alcanzar un
grado superior en el tránsito del iniciado.
Santa Margarita.
Coronando la facha principal
existe una cruz de forja.
Cruz de forja coronando la portada
principal
En el lateral derecho de la
fachada principal se puede apreciar los restos de una antigua fuente.
Restos de la fuente y “guarda carro”
Las PORTADAS LATERALES, en el centro de los muros norte (Evangelio) y sur
(Epístola), son similares a la principal, abocinadas, pero con menor entidad
pues se realizan en ladrillo, son más sencillas en su diseño con solo tres
arcos apuntados u ojivales con tres columnas a cada lado.
Por la calle Padre Majón se accede a la portada del Evangelio que presenta una decoración limitada a un arco de puntas de diamante y labor de tracería calada de lazo.
Por delante, un pequeño patio cerrado con una antigua reja de hierro fundido, denominado “El patio de los amigos del arte”, que debió ser añadido en una época posterior a su primitiva construcción, pero conservando el mismo estilo de la iglesia en materiales y diseño.
En su interior presenta una gran Cruz de forja, posiblemente de un primitivo cementerio y una escalera que lleva a la bóveda de la capilla Bautismal.
Su nombre es una muestra de agradecimiento a esta Asociación, formada por el grupo de jóvenes que ayudó a la rehabilitación de la Iglesia.
Sobre
la portada, un rosetón de piedra con tracería pétrea.
Arco ojival de la portada norte.
Patio Amigos del Arte y
Cruz de Forja
Por la calle santa Marina, se puede llegar a la trasera del templo en una
pequeña plaza, una vez superado el volumen exterior de la capilla de la Piedad,
antigua de la Mortaja y actual de la Virgen de la Aurora. Se accede al exterior
del presbiterio en forma de Ábside exterior ochavado, precedido de dos tramos
rectangulares, con contrafuertes y tres ventanas ojivales germinadas y una
cornisa con decoración de modillones de rollo.
Calle Santa Marina y
Exterior de la Capilla de la Aurora y
Exterior del presbiterio en forma de
ábside ochavado
TORRE
La torre se construyó, junto con la facha principal en el reinado de Alfonso X, entre 1252 y 1284 y se sitúa adosada al templo, a los pies de la nave del Evangelio.
Se perfila como una torre mudéjar de planta cuadrada y construida con ladrillos, con dos cuerpos, más campanario con tres campanas y terraza.
Presenta característicos arcos polilobulados sobre los huecos y
arquillos ciegos poli lobulados, con alfices que lo enmarcan y doble encinado
superior, propios de la decoración almohade, y un remate de almenas escalonadas
realizado tras la restauración llevada a cabo por José Gestoso en 1885.
Fachada anterior de la torre y
Arcos polilobulados con alfiz
No fue construida sobre un alminar previo sino directamente como torre
cristiana por los descendientes o aprendices de aquellos maestros alarifes que
construyeron en su época las mezquitas andalusíes.
Aunque apenas se percibe desde la calle, por falta de perspectiva, coronando la torre hay una cruz de hierro desde 1840, la famosa “Cruz Verde” así denominada porque era totalmente verde y se situaba en el cruce de caminos de la calle que lleva su nombre con Palacios Malaver, marcando el límite entre las parroquias de Ómnium Sanctorum y San Juan de la Palma.
Fue testigo de las
revueltas de la calle Feria de los años en 1521 (“Pendón Verde”) y 1625 por la
falta de alimentos de esos momentos históricos.
Cruz Verde y almenas escalonadas. Cuerpo de campanas
Según la leyenda o tradición antigua, a comienzos del siglo XVI, un sujeto que era perseguido por la autoridad judicial se escondió en la iglesia de santa Marina, concretamente en la base de la torre.
En un hueco encontró un grupo escultórico de una imagen de la Virgen
con el hijo muerto en sus brazos, el delincuente le pidió que lo librase de la
justicia y consiguiendo su propósito, se le dio la advocación de la “Virgen de
la Piedad”.
Con el paso de los años, en torno a esta imagen se creó una Hermandad de Penitencia, la de la Mortaja.
A comienzos del siglo XVI, se elaboraron los primeros estatutos, que serían posteriormente aprobados por la autoridad eclesiástica en 1592. El grupo escultórico salió en el cortejo procesional hasta 1670, año en el que el taller de Pedro Roldan talló el misterio actual.
En 1676 adquirió una capilla en la Iglesia y la antigua
imagen de la Virgen fue colocada en la sacristía, con el compromiso de la
hermandad de no sacarla, pero ante los constantes actos
sacrílegos durante la II República y tras el incendio de 1936, la Hermandad se
trasladó a la iglesia del antiguo convento de Santa María de la Paz, en la
calle Bustos Tavera, donde existe un azulejo que recuerda esta leyenda.
Azulejo en el compás del convento de la
Paz
INTERIOR
En su interior destaca su amplitud
y verticalidad junto a su aspecto sencillo, austero, desnudo y diáfano con
decoración limitada, que hace resaltar la limpieza de su estructura y las
características arquitectónicas originales, a pesar de los avatares históricos
del templo.
Es de planta rectangular y se divide en tres
naves separadas por dos filas de ocho pilares cruciformes que sostienen arcos
apuntados u ojivales de ladrillo, conformando cinco tramos. La nave central es
la más amplia tanto en altura como en anchura y termina en un ábside poligonal,
con tres ventanales que dan luz al presbiterio.
Las cubiertas del templo presentan tres partes
diferenciadas. La nave central se cubre con alfarge de madera de par y nudillo,
del siglo XX, reproduciendo las formas del artesonado mudéjar, las naves
laterales con cubiertas de colgadizo.
Cubierta de nave
central.
En la cabecera, al final de la nave central, sobresale el profundo ábside poligonal, realizado con piedra, que alberga el presbiterio y que respeta más las formas del arte gótico aportado por Castilla.
Al ser alzado en piedra, necesita ocho contrafuertes en el exterior para poder soportar el peso.
Se divide en tres
tramos y se encuentra cubierto por una bóveda ojival de nervaduras, que apoya
sobre delgadas columnas adosadas, entre las que se encuentran vanos, también
apuntados y germinados, que iluminan el espacio y acentúan la sensación de
ligereza y esbeltez propias del gótico.
Cubierta con bóveda ojival de nervaduras del ábside poligonal
Detalle de las columnas del arco toral que da acceso
al presbiterio
A lo largo del siglo XIV se fueron añadiendo espacios a las naves, se trata de capillas funerarias, donde fueron enterrados gente de la nobleza o personajes adinerados.
Algunas de estas personas eran conversos, de aquí que estas capillas fueran construidas a modo de “qubbas” almohades. Las “qubbas” eran espacios de planta cuadrada cubiertos por cúpulas, generalmente semiesféricas o de media naranja sobre trompas, para albergar enterramientos.
Tras la conquista castellana, los cristianos adoptaron este modelo,
construyendo sus capillas funerarias
con esta tipología, dándose la paradoja de que el arte de los vencidos se
imponía al de los vencedores, en el arte “mudéjar”.
En la nave central se conserva la lápida sepulcral de Don Pedro de Mexia,
que fue cronista de Carlos V y cuyo texto fue redactado por el gran erudito
Benito Arias Montano.
En una de las bóvedas del templo también está enterrado el gran escultor
barroco Felipe de Rivas.
Lápidas en la nave central
PRESBITERIO. CAPILLA MAYOR
Se comunica con la nave central a través de un potente arco toral
apuntado u ojival que se apoya sobre dos grandes columnas.
Presenta una planta poligonal con su eje en pequeña desviación hacia el
sur respecto al eje de la nave central.
Se cubre con bóveda de nervadura o crucería pétrea sexpartita de tres
tramos con nervio espinazo central de tipo burgalés y se ilumina por tres vanos
ojivales germinados.
Se abren cuatro puertas, que dan acceso a la Capilla Sacramental, la
escalera de la bóveda, la antigua vivienda del párroco y la sacristía.
Bóveda de nervadura o crucería pétrea sexpartita. Tres vanos ojivales germinados.
Está presidido por la imagen del Señor Resucitado, talla de Francisco
Buiza de 1973, sobre altar, con una peana de cinco niveles, diseñado por
Ricardo Llamas León y tallado por Antonio Urbano Albalá.
Altar con imagen del Resucitado.
La imagen representa el momento en que Jesús resucita y abandona el sepulcro, teniendo a un ángel como testigo, con la simbólica elevación desde el sepulcro.
El autor que se inspira en Murillo, Mesa, Montañez y Giscardi, consigue
dotar a la talla, suspendida treinta centímetros sobre su peana, de gran vigor,
con un impresionante efecto de movimiento ascendente e ingravidez, y una
intensa expresión de vida y poder, en aptitud de elevarse a los Cielos.
Detalles de la imagen del Resucitado
Como hemos comentado, la Hermandad de la Resurrección fue creada en 1969 por antiguos alumnos del Colegio de la Purísima, de la Congregación de san Juan Bautista de la Salle.
NAVE DE LA EPISTOLA
Desde los pies a la cabecera del templo, el muro de la Epístola presenta
primero una serie de arcos, como arcosolios y el interior de la portada
correspondiente.
Nave de la epístola
Seguidamente, la capilla de Nuestra Señora de la Aurora, antigua de la Piedad, que fue la sede de la Hermandad de la Sagrada Mortaja desde finales del siglo XVI hasta 1936.
Es cuadrada, se cubre con bóveda semiesférica, sobre un
doble sistema de trompas, decorada con fragmentos de azulejos y un friso de
lacería mudéjar de ladrillo y yesería con mocárabes, atauriques y caligrafía
musulmana, de estilo almohade y de inspiración nazarí, la linterna se añadió a
finales del siglo XVII, por lo que se perdió su polígono central estrellado.
Capilla de la Aurora
Cúpula de la Capilla de la Aurora. Detalle de las trompas y el friso de lacería
Parece que fue edificada entre 1249 y 1258, por orden del entonces arzobispo de Sevilla, hijo de Fernando III, siguiendo el modelo de “qubba” islámica como capilla funeraria, aunque él no fue enterrado en ella sino Juan Martínez y su esposa, armador de la Flota Real, Caballero Veinticuatro de Sevilla, que sufragó su construcción entre 1411 y 1415, según los Anales de Diego Ortíz de Zúñiga.
En su mayor parte
responde a la reconstrucción de finales del siglo XIX, realizada a partir de
los restos originales encontrados. También quedan restos de un zócalo de
azulejería con las armas del infante don Felipe.
Alberga la imagen de la Virgen de la Aurora, realizada por Antonio
Joaquín Dubé en 1978, en madera de cedro con candelero de pino y la del Santo
Ángel Anunciador, realizado por Francisco Buiza Fernández en 1975.
Nuestra Señora de la Aurora, representa a María que espera, tras el dolor
por la muerte de su hijo, el cumplimiento de la Promesa de Resurrección,
destacando su expresión concentrada y meditativa y su dulce belleza.
Virgen de la Aurora
El Ángel Anunciador complementa la imagen del Resucitado del mismo autor, Francisco Buiza Fernández.
La imagen es de estilo neobarroco y ejecución
idéntica a la del Resucitado, presenta una escasa indumentaria con telas
entonadas a base de tintes marfileños, áureos verdes y rosas, que juegan con
las alas enhiestas y abiertas.
Ángel Anunciador
Seguidamente, un cuadro de la “Virgen del Valle”, de Isla Margarita de
Venezuela y unos pequeños arcos incrustados. Este lienzo fue encargado por el
Hermano de la Salle Nectario María al pintor Juan Antonio Rodríguez Hernández
en 1958. Durante años estuvo colgado en su despacho del colegio La Salle-La
Purísima y posteriormente lo donó a la Hermandad de la Santa Cruz y Sagrada
Resurrección en la persona de su Hermano Mayor, don José Luis Núñez González
El pintor utilizó un fotograbado en blanco y negro de la Virgen, en su advocación de Inmaculada, en el cielo venezolano sobre las islas Margarita y Cuba que conforman el estado de Nueva Esparta.
Se presenta con las manos orantes, de las que pende un rosario, con corona de oro y piedras preciosas de reina, revestida con manto azul y túnica blanca con bordados que simbolizan distintos atributos marianos como la estrella, la torre, el arca y el vaso contenidos en la letanía lauretana.
Rodean la imagen dos grupos de siete ángeles en distinta actitud y relacionados de distinta forma.
La cornucopia dorada y estofada que enmarca el lienzo, formado por
rocalla en tono caoba, frutos y flores, muy del gusto del arte
hispano-americano del siglo XVIII, es de autor desconocido y restaurado por
Francisco Buiza.
A la derecha, en la cabecera de la nave de la Epístola, se encuentra la imagen de san Juan Bautista de la Salle, realizada por Miguel Ángel Pérez Fernández y Ricardo Llamas de León en 2008.
Se representa con una edad mediana, con su hábito, con su mano izquierda realiza el gesto de señalar la estrella del “Signum Fidei”, emblema del Instituto de La Salle.
Delante aparece un niño con un libro abierto, simbolizando a la juventud necesitada de enseñanza y de la metodología apostólica de su misión, que no es otra que la enseñanza.
A los
pies de la imagen se expone una reliquia del santo, en un relicario labrado en
plata de ley de los orfebres hermanos Delgado (2008) autores también del limbo,
inspirado en el escudo del Instituto de las Escuelas Cristianas.
San Juan Bautista de la Salle
NAVE DEL EVANGELIO
Desde la cabecera a los pies del templo.
Justo a la izquierda del presbiterio, la figura de Santa Marina tallada por Miguel Ángel Pérez Fernández y con la policromía de Ricardo Llamas León en 2007, sustituye a la que se perdió en el incendio de 1936 de Adolfo López.
De talla completa y estilo plenamente
barroco, la talla nos muestra una santa Marina muy joven que sostiene sus
atributos iconográficos, la palma del martirio y la cruz con la que vence al
dragón y pisa con fuerza el cuerpo de la Bestia. Destaca por el cuidado trabajo
de los ropajes, tanto en su movido diseño y ejecución como en su rica policromía.
Santa Marina
El dragón a los pies de Santa Marina
En la cabecera de la nave del Evangelio, se localiza la Capilla Sacramental, que linda
lateralmente con el presbiterio y se proyecta al exterior en la fachada lateral
de la iglesia. Consta de un recinto principal de planta cuadrada, completado
con un presbiterio rectangular. Se cubre con bóveda gallonada, sobre
semibóvedas de arista que hacen la función de trompas, pechinas de bovedilla, y
dos de sus arcos se apoyan en cuatro columnas de acarreo con capiteles
tardoromanos y dos fustes de piedra caliza y dos de granito. Un corredor de
planta rectangular cubierto con bóveda de espejo, de tradición almohade, la
conecta con la Capilla Mayor. Su diseño y espacio se inspira en la “qubba”
islámica, de naturaleza funeraria.
Capilla Sacramental
Bóveda gallonada. Detalle de los arcos, las pechinas y las columnas
Detalle de los capiteles de las columnas
En 1964, en una
restauración realizada por el arquitecto Rafael Manzano, se descubrió una tumba
con azulejos del siglo XIII y el escudo heráldico (un lobo sobre fondo blanco y
ocho estrellas de oro), tasada sobre 1350, del caballero Pedro Ruiz de Hinestrosa,
vecino del barrio y se supone que sería primitivamente la capilla funeraria
familiar, posteriormente pertenecería a Ruy Martínez de la Cámara (1611)
y fue la capilla de san Hipólito (1700 a 1767), y de la Divina Pastora de 1767
a 1936.
Aloja una lauda sepulcral del siglo XII, cubierta con los azulejos cristianos, del siglo XIII, más antiguos de la ciudad, sobre ella se sitúa sagrario neobarroco tallado por los hermanos Caballero en 1999 y dorado por Emilio López Olmedo en 2003.
Lauda sepulcral del siglo XII y azulejos cristianos del siglo XIII. Sagrario
A la izquierda de la entrada de la capilla observamos una cruz de madera.
Cruz de madera en un arcosolio
Seguidamente, junto a la entrada de su antigua capilla,
hay un lienzo que representa a María Santísima en su advocación de la Divina Pastora. Se trata de una
donación realizada a la Hermandad en torno a 1990, en muy mal estado, por lo
que hubo que proceder a su restauración. Es de autor y fecha de ejecución
desconocidos, sobre 1800.
La iconografía de este lienzo, se aparta ligeramente de
la que Fray Isidoro dictó al pintor Alonso Miguel de Tovar, pues aparece la
Señora sedente y con las vestiduras de pastora, pero con el cayado en la mano
izquierda y rodeada solo de tres ovejas, aunque mantiene el gesto de acariciar
el cordero que se acerca a su regazo.
Divina Pastora
La
siguiente capilla de la nave del Evangelio, es en la actualidad la capilla de María Santísima del Amor, pero
en 1431 fue la capilla de Gonzalo de Quadros, en 1501 la Capilla de Nuestra
señora de los Ángeles, en 1603 la Capilla del nacimiento o de los Quadros, en
1700 la Capilla de los Cárdenas y desde 1702 a 1936 la Capilla de la Hermandad
de la Divina Pastora, por cesión del Conde de la Motilla.
Se
cubre con bóveda de media naranja de seis paños sobre trompas, presenta restos
muy deteriorados de pinturas dieciochescas en su casquete.
Entrada a la Capilla de María Santísima del Amor. Bóveda de media naranja
En
ella se encuentra la Virgen del Amor, imagen de candelero para vestir, de
estilo neoclásico más que barroco, tallada en madera por el escultor sevillano
Jesús Santos Calero en 1699, con expresión doliente pero sosegada y resignada.
María Santísima del Amor
En el lateral de la capilla se ubica una imagen de San Juan Evangelista, de Antonio Dubé de Luque de 2004, que fue donado a la hermandad por Agustín Rico Delgado, siendo Hermano Mayor. Es una imagen de vestir, de tamaño natural, con la iconografía de San Juan en la calle de la Amargura, indicando a la Virgen María, con la mano izquierda, el camino de Jesús hacia el Calvario.
Presenta un rostro de suave modelado, con ceño
fruncido y expresión de contenido dramatismo. Con barba completa pero corta y
abundante y expresiva cabellera, viste túnica verde y manto rojo, de acuerdo
con la tradición iconográfica.
San Juan Evangelista
Al
fondo de la nave, se sitúa la Capilla Bautismal. Es de planta cuadrada, sin espacio presbiteral, de
bóveda gallonada, fue completamente rehecha a comienzos del siglo XX. En ella
se ubica la antigua pila bautismal, de mármol blanco y la imagen moderna de
Jesús Cautivo, realizada en 1998 por Antonio Joaquín Dubé de Luque.
Pila Bautismal
Entrada a la capilla Bautismal. Bóveda gallonada de la capilla Bautismal
La imagen se bendijo bajo la advocación de “Cristo Rey, Señor del Perdón” para una desaparecida agrupación de fieles y tras diversos avatares, el imaginero lo donó a la Hermandad bajo la advocación de “Padre Jesús Cautivo”.
Es una imagen de vestir, que porta túnica lisa de terciopelo morado, realizado por hermanas costureras, y un cordón de oro que prende el cuello y las manos.
Representa a Jesucristo tras su prendimiento en el Huerto de los Olivos y camino de su juicio, con expresión de docilidad, entrega y serenidad, con el entrecejo y la frente fruncidos, la boca entreabierta y señales de hematohidrosis, transmitiendo dramatismo y sentimientos de compasión.
De gran perfección la talla de las manos y los pies
desnudos.
Frontal de la capilla Bautismal
Jesús Cautivo
Detalle de los pies de Jesús Cautivo
A
los pies de la nave se encuentra la puerta de entrada a la
Torre-Campanario-Azotea, desde la que se puede contemplar las bóvedas y
espadañas de las Iglesias de San Luis, san Marcos y el Convento de Santa
Isabel.
Puerta de entrada a la Torre-Campanario-Azotea
VIA CRUCIS
Está compuesto de quince piezas de cerámica, donadas por hermanos.
Cada escena está pintada a mano representando las estaciones del vía crucis creado por Juan Pablo II para el ejercicio del Coliseo del año 1991, más una decimoquinta estación, la de la Resurrección de Jesús.
Se inscriben en un marco
en forma de arco ojival, de color añil y se representan las estaciones sobre un
austero paisaje o arquitectura.
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