AREA REGINA-ENCARNACION-SANPEDRO
Convento del Espíritu Santo y Colegio
de Niñas Nobles
Se sitúa en la calle Espíritu Santo, esquina a San Juan de la Palma y
Dueñas y está regido por las monjas Comendadoras del Espíritu Santo.
Esta orden fue fundada por el Beato Guido de Montpellier, llamado “el
siervo de los pobres”, en 1173, bajo la regla de san Agustín, y tenía como
finalidad la creación de “Casas” para cubrir todas las necesidades del ser
humano, desde asilos, albergues de peregrinos, acogida de arrepentidas o casa
cuna para recepción de expósitos, y atender las necesidades espirituales, por
lo que alguna de sus casas se dedicaba exclusivamente a la oración.
La Orden fue aprobada por el Papa Inocencio III en 1198, y comenzó su
labor en el gran Hospital de Sancti Spiritus de Roma destinado a recoger a los
numerosos niños expósitos abandonados. La Orden se expandió y alcanzó su
esplendor durante los siglos XII al XV.
La fundación de Sevilla se debe a Doña María de Aguilar, a la que el
Comendador General de la Orden le impuso el hábito del Espíritu Santo (túnica
de estameña blanca con la correa agustiniana, escapulario negro con la cruz
patriarcal de doce puntas y manto azul con la misma encomienda) y le concedió
la “bula fundacional” en 1538, refrendada por el Pontífice en 1545, para la
creación de un monasterio que no cumpliría funciones de hospital sino dedicado
a la educación de niñas pobres.
En
la fundación, fue muy importante la labor realizada por Doña Inés Sánchez de
Sotomayor, viuda de don Luis Hernández Portocarreño, que sucedió a la fundadora
en el puesto de abadesa en 1554 y entregó al monasterio toda su hacienda. Con su
aportación se compraron unas casas a Doña Guiomar Hernández de la Peña, con
huertas en la calle del entonces conocido como “Horno de las Tortas”, casas que
fueron conocidas como de las “Niñas de la Doctrina”.
A
comienzos del siglo XVII, el monasterio pasó a la jurisdicción del Arzobispado
de Sevilla y en 1711 el arzobispo Manuel Arias y Porres, que rigió esta sede
desde el año 1702 al 1717, como consta en el mármol colocado sobre la puerta
principal, compró unas casas contiguas al convento para la fundación de un
“Colegio de Niñas Nobles” que sería regido por las propias monjas del Convento.
El colegio estaba destinado a las hijas de familias nobles que hubieran pasado
de la riqueza a la pobreza. Las colegiales tenían que ser doce, tener cumplido
los siete años y no exceder de diez, ser pobres y de conocida nobleza. Estarían
en el colegio hasta los diecisiete años, y si deseaban ser religiosas se les
proporcionaría la dote correspondiente.
Este
colegio se ha mantenido durante más de dos siglos, hasta que la merma de los
bienes heredados hizo imposible su continuidad, tal como lo concibió su
fundador. Posteriormente se ha mantenido hasta los años sesenta del siglo XX
como colegio de enseñanza básica y actualmente se conserva, desde el año 2000,
como casa de ejercicios espirituales “Sancti Spiritus” con 44 habitaciones.
Exterior
El conjunto arquitectónico muestra en buena parte de su exterior una
apariencia de ladrillo desnudo fruto de la restauración de los años setenta del
siglo XX, intervención que eliminó los originarios muros enlucidos y encalados.
En la calle san Juan de la Palma, se sitúa una puerta sencilla, protegida
por una reja, que da acceso al convento. Sobre ella, destaca un azulejo del
calvario, del siglo XVIII, en que observamos curiosidades destacadas por Julio
Rodríguez Arjona en su Blog “la Sevilla que no venos”. Así, el INRI no se
representa con una tablilla, sino como un pergamino fijado con un clavo; la
Virgen y San Juan aparecen invertidos de posición, pues lo habitual es que la
Virgen se situé a la derecha y San Juan a la izquierda; por debajo del brazo
derecho de Jesús se representa un sol con cara sonriente (cuando debía ser un
día tormentoso), propio de signos masónicos, y el pie derecho de san Juan tiene
seis dedos.
Sobre
las almenas destaca la Cruz de la Orden.
Fachada principal a la
calle San Juan de la Palma
Azulejo del Calvario
Detalle del INRI
Detalle del Sol
Detalle de la posición
de la Virgen y San Juan
Detalle de los pies de
San Juan
Detalle de la Cruz de la
Orden sobre las almenas
A la izquierda, en el número 1 de la calle Dueñas, una puerta menor,
la del colegio de “Las niñas de la Doctrina” presenta en su dintel la inscripción:
"Erigió a propias expensas y dotó con liberal mano el eminentísimo y
reverendísimo señor cardenal don Manuel Arias, arzobispo de esta ciudad de
Sevilla. Año de MDCCXIV”, sobre ella el escudo de la Orden y a la izquierda un
azulejo del “Niño Jesús Milagroso”. Es la entrada a la casa de ejercicios del
“Sancti Spiritus”.
Portada en la calle
Dueñas número 1
Mármol con inscripción
Escudo de la Orden
Azulejo del “Niño Jesús
Milagroso”
En la calle Espíritu
Santo, se encuentra la portada de la iglesia, de finales del siglo XVII, con el
escudo de la Orden y difícil de fotografiar por la estrechez de la calle. Sobre
ella, la espadaña decorada con azulejos del siglo XVIII y visible entre los
tejados de las casas vecinas.
Fachada en la estrecha
calle de Espíritu Santo y
Detalle de la portada con
Detalle de la espadaña
Interior
La iglesia, del Espíritu Santo, es edificio barroco de sencilla planta
conventual, una sola nave, bóveda de cañón con arcos fajones y lunetos y coro a
los pies que separa la clausura. Sufrió importantes daños en el terremoto de
Lisboa de 1755, conociendo su última gran remodelación en 1790, gracias al
mecenazgo del obispo Marcos Alonso Llanes. Todavía en el siglo XIX conocería
nuevas intervenciones como la colocación, en 1866, de un nuevo zócalo de
azulejos.
Retablo Mayor
El Retablo Mayor es barroco de los últimos años del siglo XVIII, fechable
hacia 1760, se estructura en banco, un cuerpo con tres calles y un ático,
estando articulado el cuerpo central mediante cuatro grandes estípites,
teniendo en la parte central un manifestador neoclásico que indica una posible
intervención en el siglo XIX.
Retablo Mayor
Se encuentra presidido por una imagen anónima de la Inmaculada del
siglo XVII, posiblemente repolicromada.
Inmaculada
Detalle de los ángeles
incluidos en la hornacina de la Inmaculada
Como iconografía propia de la orden, el tema de la venida del Espíritu Santo corona el ático del retablo junto a la representación habitual de la Trinidad. Se encuentra flanqueado el ático por dos tallas de San Agustín y de Santa Tecla.
Detalle del ático del
retablo
San Agustín y
En la calle del lateral derecho se sitúa de San Juan Bautista coronada
por un relieve de San Joaquín.
San Juan Bautista y
En la calle lateral izquierda la acompaña los Santos Juanes, y encima un
relieve con el tema de San José con el Niño.
San Juan y
Detalle del Sagrario
Ángeles Lampararios en el Presbiterio
Muro de la Epístola
Desde
los pies del templo en el muro de la Epístola, por detrás de la puerta, un
sencillo retablo con la imagen de la Virgen de la Gloria de la Estrella, imagen
de candelero que porta al Niño Jesús en sus brazos, que semioculta la pintura de la
visión de santa Teresa con la “Flagelación de Jesús” de Juan del Castillo del
siglo XVII. En los laterales pequeñas pinturas de san Fernando, San Francisco
de Asís y de Paula, de Juan de Oliva de 1889.
Muro de la Epístola
Virgen de la Gloria de
la Estrella
Detalle de la Virgen de
la Gloria de la Estrella y del Niño
Visión de santa Teresa con la
“Flagelación de Jesús” de Juan del Castillo
Pequeñas pinturas de los laterales del
retablo
Pasada la
puerta, en dirección al Altar Mayor, el Retablo barroco de san Agustín de Hipona, fechado sobre 1760.
Muestra al santo con sus habituales atributos, la pluma en referencia a sus
escritos y la maqueta de la Iglesia en plata, como “Padre de la Iglesia”. A su
izquierda, la imagen de San Juan Nepomuceno y a la derecha San Cayetano y a los
pies, una imagen pequeña de la Virgen del Carmen.
Retablo de San Agustín de Hipona
Imagen de San Agustín de Hipona
Imagen de San Juan Nepomuceno
Imagen de San Cayetano
Muro del evangelio
Desde el Altar Mayor hacia los pies del templo. El Retablo del Corazón de
Jesús, es una obra del siglo XVIII, de un estilo barroco tardío, de un
abigarrado alarde de motivos decorativos, en que aparece el Corazón de Jesús
aislado de la figura humana y en medio de una gran ráfaga, con la llaga, la
llama y una radiación luminosa, bajo el Espíritu Santo y el Padre Eterno. Es uno de los primeros signos de la
iconografía del Corazón de Jesús. Debió ser originalmente una estructura de
retablo-manifestador. Aparece solo
el Corazón sobre la imagen Santa Orosia, patrona de Jaca, que debió ser añadida
con motivo de las restauraciones de 1790. A ambos lados del Corazón están la
Virgen y San José, y debajo de ellos están San Juan Evangelista, San Bernardo,
San Juan Eudes, San Francisco de Sales, Santa Brígida y San Claudio de la
Colombière (jesuita, entonces todavía Beato, y que recibió el encargo de
propagar la devoción al Corazón de Cristo).
Muro del Evangelio
Retablo del Corazón de
Jesús.
En el centro el Corazón
de Jesús
Imagen de santa Orosia
La Virgen y san José
San Juan Evangelista, San Bernardo,
San Juan Eudes, San Francisco de Sales, Santa Brígida y San Claudio de la
Colombière
Seguidamente el Pulpito de
herraje con un crucificado.
La Capilla Sacramental,
presenta planta cuadrada y está cubierta con bóveda semiesférica y decoración
de óculos. El retablo neoclásico, con una Inmaculada en el ático, está
presidido por el cuadro de san Francisco Javier, copia de Murillo, junto a los
que representan a San Antonio, San Pedro, San José y San Marcos, siglo XIX,
copias de otros maestros. En esta capilla estuvo cobijada durante algunos
años la primitiva titular de la hermandad de la Resurrección, la Virgen de la
Aurora, obra de Jesús Santos que se conserva actualmente en la iglesia de Santa
Marina con la nueva advocación del Amor.
Capilla Sacramental
Inmaculada en el ático
San Francisco Javier
San Antonio, San Pedro,
San José y San Marcos
Finalmente, un retablo sencillo, con un cuadro de la Adoración de los
Reyes al Niño, copia de Murillo.
Retablo de la "Adoración de los Reyes" y ático
Adoración de los Reyes
Pies
de la nave
Entre columnas y cerrado con una reja se encuentra la Clausura. El coro bajo se divide en tres naves mediante columnas que
sostienen arcos de medio punto rebajados, como una pequeña iglesia dentro de la
propia iglesia. Es un sector que debió rehacerse en las reformas de 1790. Está presidido por un Crucificado y se
localizan una serie de fanales y vitrinas del siglo XVIII, con tallas como la
de Jesús atado a la columna, San Agustín, San Juanito, San Miguel, la Virgen
del Espíritu santo y una Dolorosa. Pinturas con temas como la Oración del
Huerto, Camino del Calvario, o san Ignacio de Loyola.
Sobre la reja del Coro bajo, un lienzo de Miguel Ximénez de 1790, que representa el momento en el que la fundadora, doña María de Aguilar, recoge de Paulo III la bula de fundación de la Orden, junto a otros miembros masculinos de la misma, entre ellos su fundador.
En el Coro alto, un órgano del siglo XVII, no fotografiado, realizado
en 1760 por Francisco Pérez de Valladolid, con una decoración barroca en la que
destaca dos pequeñas esculturas de San Agustín y Santa Orosia.
Pies de la nave con el Crucificado
Interior de la Clausura
Imágenes en el interior de la Clausura
(Fotografía realizadas a través de la reja)
Lienzo de Miguel Ximénez de 1790
Coro alto
Niño Jesús Milagroso
La gran pieza del coro bajo y la devoción fundamental del convento
es la talla del siglo XVII del Niño Jesús Milagroso, cargada de tradiciones
milagrosas en la historia del convento. Solo se expone al culto en la iglesia
el día dos de enero, en la fiesta del Dulce Nombre de Jesús, el Domingo de
Pentecostés y los primeros domingos de mes.
Es una talla
completa, anónima de la primera mitad del siglo XVII, que se suele vestir con
ropajes naturales. Se sitúa sobre una peana formada por tres cabezas de
querubines. La peana inferior parece un añadido posterior ya que tiene
elementos decorativos tipo rocalla que la sitúan estéticamente en el siglo
XVIII.
Se dice que
es gemelo del Niño Jesús de Praga, imagen supuestamente tallada en España en el
siglo XVI y que pasaba de padres a hijos varones de la familia de los Condes de
Trevijano y Duques de Nájera.
A la izquierda la imagen del “Niño Jesús Milagroso” y a la derecha del "Niño Jesús de Praga"
Cuenta la
tradición, o tal vez sea leyenda, que “un desconocido llegó al torno monacal y
pidió por favor a la monja tornera, le guardarse el paquete o cajón que traía,
hasta que vinieran a recogerlo”. Pero pasó un año sin que nadie lo reclamara,
por lo que los superiores mayores decidieron abrirlo. El cajón contenía una bella imagen de un Niño
Jesús, que fue advocada como "El Niño Esposo" y fue vestido como si
fuera un miembro de la Orden masculina. Al atribuirle diversas actuaciones
milagrosas, comenzó a ser conocido como el "Niño Jesús Milagroso".
Detalle del “Niño Jesús Milagroso”
La
imagen lleva en su mano izquierda una Cruz y en la derecha un pequeño silbato
en forma de pez y una campanita. Cuenta la leyenda, que, en las revelaciones
del Niño Jesús Milagroso a la Madre Juana de la Cruz Lozano y Soria, conocida
mística del XVII, le pidió que le pusieran la campanita como símbolo de las
llamadas que interiormente hacía a las almas. El joyero encargado de realizar
la campana, sin que las monjas se lo indicaran, grabó una rosa y una cruz, como
el Niño les había pedido. Estas campanitas cuentan, que más de una vez ha sido
escuchada por una monjita en relación con un favor o milagro que el Niño ha
concedido a alguien. Igualmente, cuenta la leyenda, que el “Niño Jesús” en una
de sus revelaciones a la Madre Juana, le dijo, refiriéndose a la imagen que
“este es mi verdadero retrato”.
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