AREA DE TORNEO-GOLES
Capilla del Rosario de los Humeros
La edificación de esta pequeña capilla tuvo lugar en
1761, detrás del colegio de San Laureano, lugar “donde se veneraba en un
tabernáculo una devota imagen de la Virgen del Rosario, de cuyo culto cuidaba
una hermandad formada por los vecinos del barrio.
Ocupó un solar que cedió la ciudad, “el cual servía de
muladar a la bajada del río”. La gestión de la obra fue encomendada al maestro
botinero Miguel Liñán, dedicándose el 23 de marzo del año referido.
La crónica de Justino Matute se debe completar con
otras referencias, aquellas que hablan de una capilla anterior relacionada con
el convento de San Laureano y las que citan la posible residencia en el lugar
de una comunidad exclaustrada del convento de las Teresas.
Sea cual fuere el origen, es una capilla que ha
sobrevivido a las reformas incluso, a su propio apuntalamiento por amenaza de
ruina en 1971. Su última renovación se realizó en 1929, como consta en un
azulejo situado al lado de la portada.
En ella radica, desde sus orígenes, la Hermandad del
Rosario de los Humeros. Se desconoce con exactitud la fecha fundacional de esta
hermandad, aunque algunos estudios la sitúan en el primer tercio del siglo
XVIII.
EXTERIOR
La portada de la capilla se organiza en dos cuerpos. En el
primero, dos pilastras y un frontón curvo partido enmarcan el vano de medio
punto.
Portada
completa de la capilla y
En el lugar del tímpano, surge la base de la hornacina que forma
el segundo cuerpo, donde se halla una bella y expresiva imagen de terracota de
Nuestra Señora del Rosario, réplica de la titular, aunque con los rasgos
idealizados. Debió realizarse en época coetánea a la construcción del templo,
aunque no está documentada.
Esta hornacina repite la misma estructura del primer cuerpo y en
su frontón partido aparece el emblema mariano cubierto por el remate del
frontón que sobresale de su lugar.
Segundo
cuerpo de la Portada y
La fachada remata en una airosa espadaña de gran movilidad con
campanario y cruz con veleta, que nuevamente repite la forma anterior, con la
particularidad de unas curiosas molduras circulares orlando las pilastras,
coronándose con frontón curvo. A ambos lados de la espadaña figuran dos
artísticos jarrones de porcelana.
Espadaña y
En la fachada trasera de la
capilla, sita en la calle Liñán, se venera un retablo cerámico de la Santísima
Virgen donado por el hermano D. Manuel Sousa Catalán, según consta en el acta
del Cabildo de 4 de agosto de 1929.
Fue realizado en el taller
cerámico de Manuel García Montalván, pero no se recoge la firma del artista.
La
Virgen aparece ocupando por completo toda la superficie, sobre un fondo áureo
rodeado de unas columnas de humo que aluden al origen del barrio ahumador de
pescado. La imagen presenta la morfología idéntica a la titular de la capilla,
sentada en el trono que aún hoy se conserva para prosesionar, luciendo los
atributos de orfebrería característicos (corona y cetro).
El
Niño carece de la cruz que habitualmente porta sobre sus brazos, sustituida en
este caso por el rosario que comparte con la Virgen. En cuanto al vestido,
presenta la misma indumentaria y disposición de los paños que la talla
roldaniana pero en tonos azules, perdiendo su relación con el modelo.
Fachada
de la calle Liñán
Azulejo de Nuestra Señora del Rosario y azulejo conmemorativo
Como
si se tratara de un lienzo enmarcado, alrededor de la representación mariana se
dispone una cenefa de color azul verdoso con cantoneras doradas en cuyo lado
superior aparece, en el centro, el escudo de la Hermandad y en el lado
inferior, perpendicular al escudo, una cartela con la siguiente leyenda:
"Ntra. Sra. del Rosario Patrona del barrio de los Humeros". Esta
cenefa está claramente inspirada en los marcos lignarios vigentes desde el
siglo XVII y que aún hoy se siguen realizando en nuestra ciudad.
El
Azulejo fue bendecido tras la celebración de un Rosario Público acontecido por
las calles del barrio, en acción de gracias por la conclusión de las obras de
rehabilitación de la capilla en la noche del 29 de marzo de 1930.
INTERIOR
El templo es de planta rectangular (aproximadamente 12 metros de
largo por 5 de ancho), cubierta de bóveda de cañón. El presbiterio se eleva 60
centímetros respecto al resto de la capilla. El retablo mayor ocupa todo este
muro.
El ingreso en la capilla forma un arco rebajado, por encontrarse
encima el coro.
Aspecto
general desde los pies de la capilla
Aspecto
general desde la cabecera la capilla
Los muros están alicatados hasta una altura de
1,80 mts. por un zócalo de azulejos trianeros polícromos con escenas de la vida
de la Virgen y Cristo insertas en los Misterios del Rosario, alternando con el
escudo de la Hermandad. Fue ejecutado en 1929 por encargo del cofrade y
benefactor José Orozco Buzón.
Retablo mayor
El retablo
mayor ocupa todo el muro del presbiterio, rematando en la bóveda, realizado en 1764 por Lorenzo Pérez Caballero maestro ensamblador (aunque
en otras obras actúa también como maestro tallista o escultor) que concierta la
hechura por contrato de 28 de febrero de 1764 en un importe total de ocho mil
reales. La ejecución
de este retablo fue posible merced al patrocinio de un devoto vecino, Alonso
Valcázar Monsalves.
La Hermandad aprobó el diseño de Pérez Caballero, que
debía culminar la obra en seis meses. Sin embargo, en los recibos que se
conservan sobre diversas obras ejecutadas en la capilla, en la época de Liñán,
se constata que Luis Calvente o Calvento, maestro arquitecto, realiza un
retablo para la Virgen del Rosario en 1760. Según esto, parece ser que este
último fue sustituido por el de Pérez Caballero sólo cuatro años después de
culminarse el primero, muy probablemente por deseo del citado Valcázar, que
desearía una obra de mayor calidad que la anterior, sin duda modesta.
Vista
global del Altar Mayor
Consta de tres cuerpos, pudiéndose apreciar
claramente tres calles, siendo la central más ancha que las laterales al
encontrarse en su intermedio el camarín de la imagen de la Virgen del Rosario , titular de la capilla, que preside
el retablo y de la Hermandad del Rosario, que la tiene de Titular junto al
Cristo de la Paz.
Presenta un tono de pintura ocre rojizo, liso
con talla en dorado formando molduras de diversas trazas, alternando tonos marrones y dorados en su decoración de estípites y rocalla. Este contraste entre la madera lisa en oscuro
junto al dorado de talla proporciona el gran efectismo característico del
último barroco.
En realidad, el retablo es una gran estructura de
madera en la que se han añadido los motivos ornamentales en dorado a base de
elementos vegetales, palmas de martirio y rosas alusivas al Rosario
entrelazadas a los dorados y pintadas en los casetones del camarín.
El cuerpo inferior, en su parte central, consta de una
hornacina destinada a Manifestador para el Santísimo Sacramento, aunque durante
mucho tiempo se ha colocado aquí la imagen del Cristo de la Paz.
Manifestador
y Cruz
A izquierda y derecha, sobre breves peanas,
las tallas estofadas y policromadas de San Vicente Mártir y Santo Domingo de
Guzmán y ya en las calles laterales y de mayor tamaño las efigies de San
Ildefonso y San Fernando. San Vicente sostiene
en sus manos una especie de parrilla de metal mientras que bajo el brazo porta
un libro. Está revestido de acólito. Santo Domingo es representado con el
hábito de su Orden ostentando con su mano un estandarte de metal y con la otra
sostiene un libro abierto.
San Idelfonso está revestido de pontifical y con los
atributos episcopales. San Fernando se representa con vestimenta militar oscura
y tocado de corona real. Su actitud es de arenga, sosteniendo en su mano
derecha una espada.
Respecto a las autorías de estas imágenes, no puede
establecerse nada definitivo, aunque el hecho de que Joaquín Cano realizara
diversas encarnaciones, como parece deducirse de diversos recibos en 1762,
puede pensarse que algunas sean obras de taller relacionadas con Jerónimo
Roldán (que realizó varias obras para la capilla), aunque otras pudieran ser
posteriores y pertenecer a la obra del retablo llevada a cabo por Pérez
Caballero.
Bajo estas dos imágenes, en los extremos del
retablo se abren las dos pequeñas puertas de acceso a la sacristía, decoradas
con las cuentas del rosario.
La mesa de altar presenta una decoración
imitando el mármol jaspeado en rojo y una serie de molduras en dorado.
El cuerpo central está ocupado por el amplio camarín
de la Virgen del Rosario, decorado por casetones enmarcados sobre fondo azul y
molduras doradas de formas caprichosas en su interior.
La imagen de la Virgen se eleva sobre un podium en
cuyo frente aparece pintado en oro sobre fondo azul el emblema mariano
coronado. A este camarín se accede por dos puertas que lo comunican con la
sacristía alta.
Camarín y Virgen del Rosario
Detalle de la Virgen del Rosario
Según la abundante documentación que se
conserva en la Hermandad, la imagen de la Virgen del Rosario que se venera en
esta capilla fue realizada, en 1761, por el escultor Jerónimo Roldán
Serrallonga, de la gran familia escultórica de los Roldán: fue nieto de Pedro
Roldán, sobrino de Luisa Roldán y primo de Pedro Duque Cornejo. Así consta en
el libro de Sancho Corbacho: El escultor sevillano Pedro Roldán y sus discípulos.
Se conservan pocas obras de este escultor, pero la imagen de la
Virgen del Rosario de los Humeros nos hace ver su estilo de un barroco tardío.
Es una Virgen sedente, como la Virgen de la Paz del antiguo convento de San Pablo, y
la Virgen de la
Merced, de la Capilla del Museo, obras de Jerónimo Hernández. Por
la documentación existente, se sabe que esta imagen fue policromada por el
pintor Joaquín Cano, seguidor de Juan de Espinal.
Una descripción de la Hermandad dice así: La talla
posee un marcado carácter frontal y cierto hieratismo… Su rostro de rasgos
aniñados presenta una mirada melancólica acompañada de una leve sonrisa, muy
del gusto rococó.
La Virgen tiene al Niño de pie sobre su rodilla derecha, y en la
mano izquierda lleva un cetro real de plata. Desde las manos de la Virgen
cuelga un rosario, que recoge el Niño con sus pequeñas manos. El conjunto de
esta Virgen sedente, que presenta al Niño con el rosario, es una manifestación
de acogida maternal y atrayente. No es extraño que sea el corazón del arrabal
de los humeros en Sevilla.
También talló Jerónimo Roldán la otra imagen titular
de esta hermandad, el Santo Cristo de la Paz, un crucificado de tamaño
académico.
Respecto al cuerpo superior, en el ático,
inserto en una hornacina, la imagen del arcángel San Miguel. En los laterales y
a inferior altura figuran las tallas de los arcángeles San Rafael y San
Gabriel. El espacio intermedio entre cada arcángel y San Miguel es ocupado,
rematando sendas columnas exornadas con rocalla en dorado que separan las
calles laterales de la central, por dos figuras de ángeles portadores, desnudos.
En el techo, se representa al Espíritu Santo en forma
de blanca paloma orlada con un sol de gran tamaño en dorado. La decoración de
casetones se sitúa sobre todo en las esquinas y zona cercana al techo.
En el Presbiterio, cabe referirse también a las tallas
policromadas y estofadas de dos ángeles lampararios en ambos muros, junto a
cuadros de los que no tengo información.
Retablo de la Virgen del Carmen.
Se trata de una obra
de escaso valor artístico, de trazas neoclásicas simples en color oscuro.
Un cuadro del paño de la verónica.
San Antonio y el Niño.
Esta imagen, de talla
policromada, se venera en una repisa especial de madera dorada situada en el
muro de la epístola, aunque llegó a tener retablo propio. La vestimenta
estofada en oro corresponde al hábito franciscano. En la iconografía es
abrazado amorosamente por el Niño (imagen independiente) al que sostiene en sus
brazos, llevando asimismo un libro en su mano izquierda. Su rostro presenta
cierta frontalidad. El Niño denota una actitud muy dinámica e inquieta,
mientras vuelve el rostro al espectador. Ambas imágenes son obras documentadas
de Jerónimo Roldán y fueron ejecutadas en 1759.
San Antonio y el Niño
En el muro
izquierdo (del evangelio):
Un niño Jesús.
Aparece claramente descrito en el inventario de 1924. Tenía como atributos
potencias de plata y mundo y corona de espinas de plata en la mano y cruz de
acero bruñido. Es de talla y sobrevestido. Parece obra del círculo de Rivas, de
principios del XVIII, aunque muy restaurado, por ejemplo, para colocarle ojos
de cristal. La imagen es de tamaño menor que el natural.
San José y el Niño.
Al igual que el San Antonio recibe culto sobre una repisa de madera dorada, pero en el muro del evangelio. El patriarca sostiene al Niño (es una única talla) entre sus brazos. El rostro del santo aparece sereno y frontal. El Niño, por su parte, sentado, sostiene con su mano izquierda el Mundo y con la derecha, bendice. Su rostro, tratado con mucho gusto, refleja aun con candor infantil, la majestad de su Persona. Tonos verdes en distinta gradación componen el color de sus vestimentas talladas junto al ocre de la capa de San José. Sobre esta escultura no existe ninguna documentación. No figura en el primitivo inventario de 1784 y parece que su introducción fue a comienzos del siglo XIX cuando la capilla fue durante unos años oratorio de una comunidad de carmelitas, aunque su ejecución parece anterior. Consta ya en el inventario de la segunda mitad del XIX. Sus rasgos denotan un gran valor artístico y parece clara su relación con el círculo de Rivas, de finales del XVII o principios del XVIII, aunque tiene muchos repintes. Tuvo también altar propio en el XIX.
San José y el Niño
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