viernes, 7 de octubre de 2022

 AREA DE TORNEO-GOLES

Capilla del Rosario de los Humeros

La edificación de esta pequeña capilla tuvo lugar en 1761, detrás del colegio de San Laureano, lugar “donde se veneraba en un tabernáculo una devota imagen de la Virgen del Rosario, de cuyo culto cuidaba una hermandad formada por los vecinos del barrio.

Ocupó un solar que cedió la ciudad, “el cual servía de muladar a la bajada del río”. La gestión de la obra fue encomendada al maestro botinero Miguel Liñán, dedicándose el 23 de marzo del año referido.

La crónica de Justino Matute se debe completar con otras referencias, aquellas que hablan de una capilla anterior relacionada con el convento de San Laureano y las que citan la posible residencia en el lugar de una comunidad exclaustrada del convento de las Teresas.

Sea cual fuere el origen, es una capilla que ha sobrevivido a las reformas incluso, a su propio apuntalamiento por amenaza de ruina en 1971. Su última renovación se realizó en 1929, como consta en un azulejo situado al lado de la portada.

Azulejo Conmemorativo de su restauración

En ella radica, desde sus orígenes, la Hermandad del Rosario de los Humeros. Se desconoce con exactitud la fecha fundacional de esta hermandad, aunque algunos estudios la sitúan en el primer tercio del siglo XVIII.

EXTERIOR


La portada de la capilla se organiza en dos cuerpos. En el primero, dos pilastras y un frontón curvo partido enmarcan el vano de medio punto.

Portada completa de la capilla y Primer cuerpo de la Portada

En el lugar del tímpano, surge la base de la hornacina que forma el segundo cuerpo, donde se halla una bella y expresiva imagen de terracota de Nuestra Señora del Rosario, réplica de la titular, aunque con los rasgos idealizados. Debió realizarse en época coetánea a la construcción del templo, aunque no está documentada.

Esta hornacina repite la misma estructura del primer cuerpo y en su frontón partido aparece el emblema mariano cubierto por el remate del frontón que sobresale de su lugar.

Segundo cuerpo de la Portada y  detalle de la Virgen del Rosario

La fachada remata en una airosa espadaña de gran movilidad con campanario y cruz con veleta, que nuevamente repite la forma anterior, con la particularidad de unas curiosas molduras circulares orlando las pilastras, coronándose con frontón curvo. A ambos lados de la espadaña figuran dos artísticos jarrones de porcelana.

Espadaña y Campanario

En la fachada trasera de la capilla, sita en la calle Liñán, se venera un retablo cerámico de la Santísima Virgen donado por el hermano D. Manuel Sousa Catalán, según consta en el acta del Cabildo de 4 de agosto de 1929.

Fue realizado en el taller cerámico de Manuel García Montalván, pero no se recoge la firma del artista.

La Virgen aparece ocupando por completo toda la superficie, sobre un fondo áureo rodeado de unas columnas de humo que aluden al origen del barrio ahumador de pescado. La imagen presenta la morfología idéntica a la titular de la capilla, sentada en el trono que aún hoy se conserva para prosesionar, luciendo los atributos de orfebrería característicos (corona y cetro).

El Niño carece de la cruz que habitualmente porta sobre sus brazos, sustituida en este caso por el rosario que comparte con la Virgen. En cuanto al vestido, presenta la misma indumentaria y disposición de los paños que la talla roldaniana pero en tonos azules, perdiendo su relación con el modelo.

Fachada de la calle Liñán


                                                     Azulejo de Nuestra Señora del Rosario y azulejo conmemorativo  

Como si se tratara de un lienzo enmarcado, alrededor de la representación mariana se dispone una cenefa de color azul verdoso con cantoneras doradas en cuyo lado superior aparece, en el centro, el escudo de la Hermandad y en el lado inferior, perpendicular al escudo, una cartela con la siguiente leyenda: "Ntra. Sra. del Rosario Patrona del barrio de los Humeros". Esta cenefa está claramente inspirada en los marcos lignarios vigentes desde el siglo XVII y que aún hoy se siguen realizando en nuestra ciudad.

El Azulejo fue bendecido tras la celebración de un Rosario Público acontecido por las calles del barrio, en acción de gracias por la conclusión de las obras de rehabilitación de la capilla en la noche del 29 de marzo de 1930. 

INTERIOR

El templo es de planta rectangular (aproximadamente 12 metros de largo por 5 de ancho), cubierta de bóveda de cañón. El presbiterio se eleva 60 centímetros respecto al resto de la capilla. El retablo mayor ocupa todo este muro.

El ingreso en la capilla forma un arco rebajado, por encontrarse encima el coro.

Aspecto general desde los pies de la capilla

Aspecto general desde la cabecera la capilla

Los muros están alicatados hasta una altura de 1,80 mts. por un zócalo de azulejos trianeros polícromos con escenas de la vida de la Virgen y Cristo insertas en los Misterios del Rosario, alternando con el escudo de la Hermandad. Fue ejecutado en 1929 por encargo del cofrade y benefactor José Orozco Buzón.



Retablo mayor

El retablo mayor ocupa todo el muro del presbiterio, rematando en la bóveda, realizado en 1764 por Lorenzo Pérez Caballero maestro ensamblador (aunque en otras obras actúa también como maestro tallista o escultor) que concierta la hechura por contrato de 28 de febrero de 1764 en un importe total de ocho mil reales. La ejecución de este retablo fue posible merced al patrocinio de un devoto vecino, Alonso Valcázar Monsalves.

La Hermandad aprobó el diseño de Pérez Caballero, que debía culminar la obra en seis meses. Sin embargo, en los recibos que se conservan sobre diversas obras ejecutadas en la capilla, en la época de Liñán, se constata que Luis Calvente o Calvento, maestro arquitecto, realiza un retablo para la Virgen del Rosario en 1760. Según esto, parece ser que este último fue sustituido por el de Pérez Caballero sólo cuatro años después de culminarse el primero, muy probablemente por deseo del citado Valcázar, que desearía una obra de mayor calidad que la anterior, sin duda modesta.

Vista global del Altar Mayor

Consta de tres cuerpos, pudiéndose apreciar claramente tres calles, siendo la central más ancha que las laterales al encontrarse en su intermedio el camarín de la imagen de la Virgen del Rosario , titular de la capilla, que preside el retablo y de la Hermandad del Rosario, que la tiene de Titular junto al Cristo de la Paz.

Presenta un tono de pintura ocre rojizo, liso con talla en dorado formando molduras de diversas trazas, alternando tonos marrones y dorados en su decoración de estípites y rocalla. Este contraste entre la madera lisa en oscuro junto al dorado de talla proporciona el gran efectismo característico del último barroco.

En realidad, el retablo es una gran estructura de madera en la que se han añadido los motivos ornamentales en dorado a base de elementos vegetales, palmas de martirio y rosas alusivas al Rosario entrelazadas a los dorados y pintadas en los casetones del camarín.

El cuerpo inferior, en su parte central, consta de una hornacina destinada a Manifestador para el Santísimo Sacramento, aunque durante mucho tiempo se ha colocado aquí la imagen del Cristo de la Paz.

Manifestador y Cruz

A izquierda y derecha, sobre breves peanas, las tallas estofadas y policromadas de San Vicente Mártir y Santo Domingo de Guzmán y ya en las calles laterales y de mayor tamaño las efigies de San Ildefonso y San Fernando. San Vicente sostiene en sus manos una especie de parrilla de metal mientras que bajo el brazo porta un libro. Está revestido de acólito. Santo Domingo es representado con el hábito de su Orden ostentando con su mano un estandarte de metal y con la otra sostiene un libro abierto.

San Vicente Mártir Y santo Domingo de Guzmán

San Idelfonso está revestido de pontifical y con los atributos episcopales. San Fernando se representa con vestimenta militar oscura y tocado de corona real. Su actitud es de arenga, sosteniendo en su mano derecha una espada.

San Idelfonso

San Fernando

Respecto a las autorías de estas imágenes, no puede establecerse nada definitivo, aunque el hecho de que Joaquín Cano realizara diversas encarnaciones, como parece deducirse de diversos recibos en 1762, puede pensarse que algunas sean obras de taller relacionadas con Jerónimo Roldán (que realizó varias obras para la capilla), aunque otras pudieran ser posteriores y pertenecer a la obra del retablo llevada a cabo por Pérez Caballero.

Bajo estas dos imágenes, en los extremos del retablo se abren las dos pequeñas puertas de acceso a la sacristía, decoradas con las cuentas del rosario.

La mesa de altar presenta una decoración imitando el mármol jaspeado en rojo y una serie de molduras en dorado.

Mesa del Altar y puerta derecha

El cuerpo central está ocupado por el amplio camarín de la Virgen del Rosario, decorado por casetones enmarcados sobre fondo azul y molduras doradas de formas caprichosas en su interior.

La imagen de la Virgen se eleva sobre un podium en cuyo frente aparece pintado en oro sobre fondo azul el emblema mariano coronado. A este camarín se accede por dos puertas que lo comunican con la sacristía alta.

                                                                                            Camarín y Virgen del Rosario
                                                                                                        Detalle de la Virgen del Rosario

Según la abundante documentación que se conserva en la Hermandad, la imagen de la Virgen del Rosario que se venera en esta capilla fue realizada, en 1761, por el escultor Jerónimo Roldán Serrallonga, de la gran familia escultórica de los Roldán: fue nieto de Pedro Roldán, sobrino de Luisa Roldán y primo de Pedro Duque Cornejo. Así consta en el libro de Sancho Corbacho: El escultor sevillano Pedro Roldán y sus discípulos.

Se conservan pocas obras de este escultor, pero la imagen de la Virgen del Rosario de los Humeros nos hace ver su estilo de un barroco tardío. Es una Virgen sedente, como la Virgen de la Paz del antiguo convento de San Pablo, y la Virgen de la Merced, de la Capilla del Museo, obras de Jerónimo Hernández. Por la documentación existente, se sabe que esta imagen fue policromada por el pintor Joaquín Cano, seguidor de Juan de Espinal.

Una descripción de la Hermandad dice así: La talla posee un marcado carácter frontal y cierto hieratismo… Su rostro de rasgos aniñados presenta una mirada melancólica acompañada de una leve sonrisa, muy del gusto rococó.

La Virgen tiene al Niño de pie sobre su rodilla derecha, y en la mano izquierda lleva un cetro real de plata. Desde las manos de la Virgen cuelga un rosario, que recoge el Niño con sus pequeñas manos. El conjunto de esta Virgen sedente, que presenta al Niño con el rosario, es una manifestación de acogida maternal y atrayente. No es extraño que sea el corazón del arrabal de los humeros en Sevilla.

También talló Jerónimo Roldán la otra imagen titular de esta hermandad, el Santo Cristo de la Paz, un crucificado de tamaño académico.

Cristo de la Paz

Detalle de la cabeza y cara del Cristo de la Paz

Detalle de los pies del Cristo de la Paz

Respecto al cuerpo superior, en el ático, inserto en una hornacina, la imagen del arcángel San Miguel. En los laterales y a inferior altura figuran las tallas de los arcángeles San Rafael y San Gabriel. El espacio intermedio entre cada arcángel y San Miguel es ocupado, rematando sendas columnas exornadas con rocalla en dorado que separan las calles laterales de la central, por dos figuras de ángeles portadores, desnudos.

Arcángel San Miguel

Ángel portador

En el techo, se representa al Espíritu Santo en forma de blanca paloma orlada con un sol de gran tamaño en dorado. La decoración de casetones se sitúa sobre todo en las esquinas y zona cercana al techo. 

En el Presbiterio, cabe referirse también a las tallas policromadas y estofadas de dos ángeles lampararios en ambos muros, junto a cuadros de los que no tengo información.

Ángel lamparario


En el muro derecho (de la epístola):

Retablo de la Virgen del Carmen

Se trata de una obra de escaso valor artístico, de trazas neoclásicas simples en color oscuro.

Un cuadro del paño de la verónica.

Virgen del Carmen y paño de la verónica

San Antonio y el Niño. 

Esta imagen, de talla policromada, se venera en una repisa especial de madera dorada situada en el muro de la epístola, aunque llegó a tener retablo propio. La vestimenta estofada en oro corresponde al hábito franciscano. En la iconografía es abrazado amorosamente por el Niño (imagen independiente) al que sostiene en sus brazos, llevando asimismo un libro en su mano izquierda. Su rostro presenta cierta frontalidad. El Niño denota una actitud muy dinámica e inquieta, mientras vuelve el rostro al espectador. Ambas imágenes son obras documentadas de Jerónimo Roldán y fueron ejecutadas en 1759. 

                                                                        San Antonio y el Niño

En el muro izquierdo (del evangelio):

Un niño Jesús. 

Aparece claramente descrito en el inventario de 1924. Tenía como atributos potencias de plata y mundo y corona de espinas de plata en la mano y cruz de acero bruñido. Es de talla y sobrevestido. Parece obra del círculo de Rivas, de principios del XVIII, aunque muy restaurado, por ejemplo, para colocarle ojos de cristal. La imagen es de tamaño menor que el natural.

Retablo del Niño Jesús y detalle de la parte superior del estandarte

             Niño Jesús



San José y el Niño. 

Al igual que el San Antonio recibe culto sobre una repisa de madera dorada, pero en el muro del evangelio. El patriarca sostiene al Niño (es una única talla) entre sus brazos. El rostro del santo aparece sereno y frontal. El Niño, por su parte, sentado, sostiene con su mano izquierda el Mundo y con la derecha, bendice. Su rostro, tratado con mucho gusto, refleja aun con candor infantil, la majestad de su Persona. Tonos verdes en distinta gradación componen el color de sus vestimentas talladas junto al ocre de la capa de San José. Sobre esta escultura no existe ninguna documentación. No figura en el primitivo inventario de 1784 y parece que su introducción fue a comienzos del siglo XIX cuando la capilla fue durante unos años oratorio de una comunidad de carmelitas, aunque su ejecución parece anterior. Consta ya en el inventario de la segunda mitad del XIX. Sus rasgos denotan un gran valor artístico y parece clara su relación con el círculo de Rivas, de finales del XVII o principios del XVIII, aunque tiene muchos repintes. Tuvo también altar propio en el XIX.

                                                                            San José y el Niño

Diversos cuadros, en altura, revisten el muro del evangelio.


Igualmente existe un pequeño Crucificado de talla polícroma de 23 cm. en la sacristía y que formaba parte del púlpito, que desapareció durante las obras de los años 70. Es una obra antigua, que puede remontarse incluso al siglo XVI.

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