viernes, 31 de marzo de 2023

 RUTAS POR SEVILLA: Ruta Flamenca

Manuel Real Montosa "Realito". 

Manuel Real Montosa (1885-1969) era conocido internacionalmente, y en su tierra, Sevilla, era una auténtica institución.

Su padre era abogado, por lo que tuvo una vida adecuada, pero al morir su padre tuvo que dejar los estudios de Bachillerato y vivir incluso como actor de teatro, pues La Campanera le había enseñado a bailar años atrás, pero como distracción, como un lujo de chico de familia bien. Estaba lejos de suponer que esas enseñanzas le iban a servir para ganarse la vida no mucho tiempo después, pues el baile se convirtió en su profesión y debutó muy joven en el Teatro El Duque de Sevilla.

Pionero en las salidas de artistas al extranjero, realizó giras por diversos países europeos, apoyado por un agente artístico, Vicente Llorens. En 1913 bailó en el Palacio Imperial de Rusia y en 1914, cuando estalló la Primera Guerra Mundial, actuó en Londres estrenando “El Embrujo de Sevilla”, en el teatro Alhambra. Actuó en las fiestas privadas del rey Alfonso XIII, sobretodo en las celebradas en los Reales Alcázares de Sevilla. Participó en la Exposición Universal de Barcelona y en la Ibero Americana de Sevilla de 1929 y en la de Lieja de 1930, en la que obtuvo la denominada Medalla de Oro-Recompensa. 

Junio de 1947, espectáculo flamenco en la escalinata del Pabellón Mudéjar de la plaza de América con ocasión de la vista de Eva Duarte de Perón. 


Pero su principal labor fue la docencia, ya que proyectó todos sus conocimientos en la enseñanza, y con 18 años fundó su propia compañía con alumnado de su escuela. Por su academia, sucesivamente instalada en la calle Pasión, junto a la sala de fiestas Variedades, y en la calle Trajano (ver), se forjaron figuras como La Yankee, La Giraldita, Dora la Cordobesita, Estrellita Castro, Rosario y Antonio, Pacita Tomás, Carmen Sevilla y Paquita Rico, entre otras. 

Academia de baila de Realito en la Calle Trajano número 51, esquina con la Alameda


Decía Antonio D. Olano en uno de los artículos periodísticos que le dedicó en septiembre de 1958 que ganó, mucho dinero. Y él respondía sin rubor: "Ya lo creo. Y lo he tirado todo. Bueno, no lo tiré, porque viví muy bien, sin que me faltase nada. Físeje usted si gané dinero que los mejores cargos me vinieron a mí. Fui director de la Fiesta Española en Sevilla, de la Semana Andaluza, catedrático de Danza Española, ya jubilado. A mí me llamaban para organizar las cosas españolas en las Exposiciones Internacionales. Una vez, en el año 30, salí con jóvenes bailarines, y entre ellos iba Antonio...".

Sobre el descubrimiento de Antonio "El bailarín" (ver), cuenta Ángel Álvarez Caballero en el libro 'El baile flamenco' que Antonio tenía talento para el baile casi desde siempre. "Se veía al niño tan dotado para el baile que aun con la oposición del padre se planteó la conveniencia de que fuera a una academia, la del maestro Realito; como los padres no podían pagar las tes pesetas semanales que costaba, fue la tía Ana la que corrió con el gasto. Y después, cuando iban a quitarle de recibir aquella enseñanza por no poder seguir costeándola, fue el propio maestro quien la ofreció gratuita, consciente del artista en ciernes que había en aquel pequeño, quien aprendía a la perfección en un día lo que otros no lograban en dos o tres semanas. Era ya entonces Manuel Real Montosa 'Realito' una auténtica institución en la capital andaluza, en cuyo centro de enseñanza se forjaron grandes artistas.

Un año después comienza a aprender con Realito una niña llamada Florencia Pérez Padilla, quien en el arte de la danza usará el nombre de Rosario, y el maestro no tarda en formar con ellos una pareja que haría historia".

Cuadro de baile del maestro Realito junto al pabellón de Carlos V del Alcázar donde vemos al niño Antonio Ruiz Soler

Allá a finales de los 50, su academia contaba con un número que oscilaba entre los 70 y los 80 alumnos. "Trabaja desde las 10 de la mañana hasta las 9 de la noche -explicaba Antonio D. Olano-. Un poco desilusionado, porque no ve entre sus alumnos la duplicidad de aquellos otros: Antonio, Rosario, Lola, Carmen, Carmelita Sevilla, Trini Ramos, que luego se casó con un millonario y dejó los escenarios".

Además de dedicarse en cuerpo y alma a la enseñanza, el maestro Realito publicó varios libros; uno de ellos fue 'Poema de la danza y de la copla'. En este libro, afirma que lo escribía "sin más pretensión que distraer los ratos que me dejan libres las ocupaciones de mi academia". Y lo define así: "El baile andaluz es alegre y dicharachero, de gran expresión física; saber llevar con gracia y majeza la peineta y la mantilla, lucir con garbo el mantón y colocar los brazos con gracia y desenvoltura, acompañándose con las castañuelas".

Destacamos una glosa realizada por Muñoz San Román, reproducida en el libro de Ángel Álvarez Caballero: "La figura del maestro, como moldeada para este baile gentil de la Sevilla donosa, adquiere en su ejercicio los más variados perfiles, a veces recorta su silueta el grave perfil de lo hierático con claroscuro de boceto, y a veces con el suave y primoroso de lo estilizado. Sus nervios, cuando tensos como cuerdas de una guitarra, alcanzan la belleza de la gallardía para la inspirada figura que parece ensayar un acusado impulso de vuelo; sus músculos, dominados en la desbordada agilidad, le imprimen como un desfallecimiento de designio, y todo el ser del artista vibra, y se conmueve y gira, con ritmos que ya son de pasión, ya de alegría, y que tejen como con guirnaldas al viento el gracioso poema del baile flamenco sevillano, todo armonía y diversidad de una armonía graciosa y de una diversidad regocijada, así para los sentidos como para el alentador entusiasmo del espíritu".

Celebración de la “La Cruz de Mayo”, en los años veinte, en el “CORRAL BULLÓN”, de familiares y amigos de Manuel Real Montosa “Realito”.

Con el nombre de “Corral Bullón” existieron dos recintos vecinales en la Sevilla de antaño, el “Corral Bullón” de la Calle Curtidurias número 1 y el también llamado “Corral Bullón” de la calle Teodosio número 83.

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