sábado, 6 de julio de 2024

RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas Mártires 

Madre Dolores Márquez.

Calle Madre Dolores Márquez (ver)

Dolores Márquez Romero de Onoro nació en Sevilla en 23 de diciembre de 1817 y fue bautizada en la misma pila bautismal que Diego de Silva y Velázquez en la Iglesia de san Pedro.

Se crio en el seno de una familia de terrateniente por lo que recibió una educación esmerada en todos los órdenes, con un gran componente de educación cristiana.

Su padre, Alonso Márquez Lechuga, juez liberal y constitucionalista, fue desterrado a Portugal en una de las múltiples guerras entre carlistas e isabelinos, en que abundó el siglo XIX.

A su vuelta de Portugal, siguió bajo control policial hasta que fue repuesto como secretario del Ayuntamiento de la Puebla de los Infantes.

A la muerte de su madre, Catalina Romero de Onoro y Lora, a pesar de su corta edad, 11 años, tuvo que asumir la responsabilidad de ser “La Señora de la Casa”.

La reposición de Don Alonso a antiguos cargos en el Registro Civil de Sevilla, devuelve a la familia a Sevilla. Pero, una larga enfermedad, que consume los recursos económicos familiares, acabará con la vida del padre, y con sus tres hermanas se traslada a Constantina, bajo la protección de la familia materna, que se hará cargo de ellas.

Su hermana menor fallece con 20 años, las otras dos hermanas se casan, y ella se queda al cuidado de sus tíos, ya ancianos, ocupándose de ellos hasta el final de sus vidas.

Durante este tiempo, que abarca veinte años de su vida, comparte su vida familiar con la participación en la “Escuela de Nuestra Señora de los Dolores”, establecida en Constantina, y de la que es miembro activo hasta un año después del fallecimiento de la última de sus tíos.

Tras un año de soledad solicita entrar en el convento de Carmelitas Descalzas de Sevilla, pero a través de su amiga de la infancia, Doña Josefa Blanco, conoce al joven sacerdote Don Francisco García Tejero y comienzan a acoger y formar a jóvenes que deseaban abandonar la prostitución, dando así origen a la Congregación de Religiosas Filipenses Hijas de María Dolorosa, fundada el 22 de julio de 1859, y con la aprobación civil por la reina Isabel II en 1871.

Madre María de los Dolores Márquez y Oñoro (CC BY 3.0)

Padre Francisco García Tejero (CC BY 3.0)


La revolución “gloriosa” (ver) de 1869, expulsará a los Sacerdotes del Oratorio de San Felipe Neri de Sevilla (congregación a la que pertenecía el Padre García Tejero), y la Congregación se instala en el convento de Santa Isabel (ver).

De ese modo, desde 1869 el convento de santa Isabel pasa a estar regentado por la Congregación de Religiosas Filipenses Hijas de María Dolorosa y de San Felipe Neri, fundada en 1859 por Dolores Márquez Guerrero y Onoro, y el sacerdote   Francisco García Tejero.

En este convento va a llevar a cabo los tres principales apostolados que el Espíritu Santo ha manifestado debe realizar la Congregación: la acogida y formación de las jóvenes arrepentidas (levantar al caído), la apertura del primer colegio gratuito existente en Sevilla (prevenir) y la apertura de una casa de Ejercicios Espirituales para mujeres (acompañar). Siendo pioneras en las tres actividades.

Sin olvidar, que esta obra de acogida de mujeres prostituida por parte de la Congregación (mujeres totalmente malditas en la puritana sociedad sevillana del siglo XIX) la había comenzado junto Rosario Muñoz (catequista), en una casa del barrio Santa Cruz. Rosario y la madre Dolores llegaron a ser confundidas, en ocasiones, con las arrepentidas, y apedreadas en las puertas y ventanas de lo que algunos pensaban que era una nueva casa de citas.

Durante veinte años regirá la Congregación que se extenderá por otras capitales y ciudades andaluzas como Jerez de la Frontera, Córdoba, Antequera, Málaga, y Cádiz. Pero, diferentes opiniones en cuanto a la manera de dirigir la congregación ocasionaron que, en 1889, Madre Salud Rubio y Sedor fuera elegida “Prepósita”, superiora de la Congregación y ella fuera enviada a Málaga

En 1890, el obispo de Sevilla ordenó su traslado a la Casa Madre de la Congregación, pues “una fundadora no puede estar sino en la Casa Madre”, pero, las religiosas la recluyen en un cuarto trastero (que llamaban “De profundis” por estar situado sobre el cementerio de las monjas sanjuanistas que vivieron anteriormente en el convento), en el que instalan una cama para ella sin sacar los “trastos”.

Apartada del cargo y relegada a la penumbra, sufre amando siempre a sus hermanas y acogidas, y muere con ochenta y siete años de edad, el 31 de julio de 1904

El Santo Padre Benedicto XVI ha firmado el decreto por el que se la reconoce Venerable y está incoado su proceso de beatificación.

Actualmente el convento sigue manteniendo sus tres funciones principales de acogida a mujeres y niños (especialmente en situación de maltrato o de niños tutelados por la Junta de Andalucía), educativa (con el colegio adjunto que imparte educación primaria y secundaria) y la función espiritual como centro de encuentro y celebraciones. Históricamente, han realizado labores de bordados de ornamentos sagrados, pero desgraciadamente esta actividad se ha perdido por el envejecimiento de la comunidad, además, cada día las monjas donan bocadillos a los necesitados que vienen a las puertas del convento.

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