martes, 6 de diciembre de 2022

 AREA DE SANTA CLARA-JESÚS DEL GRAN PODER 

San Juan de Acre 

La Orden Militar del Hospital de San Juan de Jerusalén, que vino en llamarse Orden de San Juan, de Acre, Rodas y Malta, conocida entre sus miembros como la Religión, fue una congregación internacional fundada a finales del siglo XI en Palestina, cuando mercaderes de Amalfi (Nápoles), que visitaban los Santos Lugares, solicitaron, al califa de Egipto, la autorización para construir una iglesia y  un monasterio donde darle   hospitalidad a los peregrinos. 

Así se constituye la abadía de Santa María de los Latinos con un hospital próximo al Santo Sepulcro. La comunidad que administraba el hospital se independizó, un tiempo después, bajo la guía de su fundador Gerardo Tum, con la advocación de San Juan Bautista, llamándose desde entonces “Hospitalarios de san Juan Bautista”.

Así, se constituye una orden religiosa regida por un Capítulo General o Conventual presidido por su Maestre, de tal modo que, de abajo a arriba, el gobierno partía de un Comendador o Bailío, como persona más cercana a los vasallos, hasta llegar a Maestre, como la más lejana, pasando por el capítulo Provincial del Prior, que era el intermedio entre el poder central y el local.

El Maestre Raimundo de Puy (1120-1158) dota a la Orden de una regla propia, confirmada por el Papa Eugenio III en 1.153, recogiendo el espíritu de “Obsequium Pauperum” (al servicio de los pobres).

La constitución del Reino de Jerusalén obligó a la Orden a participar en la defensa militar de enfermos y peregrinos y desde entonces unieron a su misión hospitalaria la militar, para defender la fe, y adoptaron la cruz blanca de ocho puntas, símbolo de las bienaventuranzas, convirtiéndose en una de las principales Ordenes Militares, de carácter internacional, que participó, a lo largo de los siglos, en la defensa de la frontera de la cristiandad con el islam.

Sus primeras intervenciones armadas se realizan en Gaza, en el sur de Palestina, durante el maestrazgo de Raimundo de Puy. En esta área recibirán su primera fortaleza de importancia, Beth-Gibelin en 1136. Entre 1142 y 1144 el Conde de Trípoli les entregaba cinco castillos, entre ellos el legendario de Crac. Por sus actuaciones en la península ibérica, especialmente en Castilla, se les donó la fortaleza de Consuegra y su alfoz (territorio o arrabal que rodea una ciudad y depende de ella económicamente).

Por su vocación marinera, Gerardo Tum organizó una vía marítima de Europa a los Santos Lugares, para que los peregrinos no tuvieran que recorrer a pie el trayecto del Imperio Bizantino. La idea era unir directamente los puertos del Mediterráneo Occidental con los del Oriental, a través de una importante flota de barcos.

La cabeza del Priorato de Occidente y la base naval más importante de la Orden, a comienzos del siglo XII en Europa, se estableció en Saint-Gilles (Provenza), uno de los principales puertos del Mediterráneo, como nudo importante en la ruta de los peregrinos hacia Compostela, Roma y Tierra Santa.

En 1291, tras la pérdida de la Tierra Santa, se refugian en Chipre con un poderoso ejército naval, hasta que en 1523 tuvieron que abandonar la isla, y se establecen en la de Rodas, como base principal, con posesiones en otras islas del Egeo, en Grecia y en Anatolia.

La actividad militar de la Orden en el Egeo, durante la Baja Edad Media, se apoyó también en un sólido sistema defensivo de sus posesiones, con modernas fortificaciones y artillería, que le permitió resistir varios asedios del imperio Otomano.
Pero, el 1 de enero de 1523, tras una heroica resistencia, el gran Maestre Villiers de L`Isle Adam terminó capitulando ante el sultán Soliman II, el Magnífico, que le permitió, tanto a los miembros de la Orden como a los habitantes de Rodas, que quisieran acompañarlos, embarcar y salir de la isla.

De nuevo, la Orden pasó a ser errante por el Mediterráneo, hasta que Carlos V, en 1530, les cedió la isla de Malta, donde se instalaron con su Gran Maestre Villiers de L`Isle Adam. La Orden en Malta desplegó una actividad similar a la que había mantenido en Rodas y, durante dos siglos, establecieron su Convento, fundaron La Valletta, construyeron y modificaron la fisonomía urbanística de la ciudad con palacios, iglesias y bastiones de defensa, hospitales con escuelas de anatomía y facultad de medicina.

Su localización estratégica en el Mediterráneo provocó que, en 1798, la isla fuera conquistada por Napoleón Bonaparte, obligando a los caballeros de la Orden a abandonarla hasta que consiguieron establecerse en Roma.

En la segunda mitad del XIX, vuelven a su actividad hospitalaria como misión principal, coincidiendo con la Primera y Segunda Guerra Mundial. 

En la actualidad es una organización religiosa formada por laicos, compuesta por 12.500 miembros y con un voluntariado de 80.000 personas. Mantiene en funcionamiento 20 hospitales, 40 clínicas, 50 dispensarios y 44 residencias de mayores. Sus lazos diplomáticos se extienden a más de cien naciones y organismos internacionales.

En la Península, la Orden se establece a principios del siglo XII, y llega a Andalucía con motivo de las campañas de conquistas de Fernando III, constituyéndose en la región lo esencial de su patrimonio, dentro del Priorato Castellano-Leones, entre los años 1.226 y 1.253.

La presencia de la Orden en Sevilla, se relaciona con la conquista de la ciudad por Fernando III el Santo a fínales de 1.248, el cual, en recompensa a su participación en la campaña, cedió terrenos a las Ordenes que habían colaborado en dicha conquista. Entre estas órdenes estaban las de Santiago, Calatrava y San Juan de Jerusalén.

A esta última, se le dotó de una serie de propiedades en el interior del recinto amurallado, en el ángulo noroeste, concretamente en el barrio de la Abadía, nombre derivado, según se cree, por haber residido allí los abadíes, familia de origen árabe establecida en Sevilla desde la conquista musulmana.   

Se trataba de dos pares de casas y tres aranzadas de huerta anexas a una de ellas, propiedades que constituyeron su compás o distrito exclusivo y privilegiado con el nombre de San Juan de Acre, similar a los otorgados en este sector a otras Órdenes Militares y a las monjas del Císter. 

Se pretendía así habitar, y al mismo tiempo defender, en caso de peligro, a una hipotética, pero no descartable, vuelta de los ejércitos islámicos. 

Era una zona escasamente poblada dentro de la cerca almohade, y que en los últimos tiempos de la dominación musulmana había estado ocupada por fincas y huertas de recreo de las clases dirigentes.

El rey les otorgó a la Orden, además, el privilegio de poseer la jurisdicción exenta dentro de sus límites, por lo que, durante casi seis siglos, a los caballeros hospitalarios se les permitía imponer sus propias leyes y tributos a todos los residentes en el Priorato, respondiendo de sus actos únicamente ante la Santa Sede, sin que las autoridades civiles o eclesiásticas de la ciudad tuvieran ninguna potestad sobre ellos.

Así, el distrito sanjuanista se situaba en la parroquia de San Lorenzo, al final de la collación de San Vicente, muy cerca del convento de San Clemente y de las casas de Calatrava y Santiago. 

A dicho terreno le servía de límite el lienzo de muralla que unía las puertas de San Juan (Puerta del Ingenio) y la Barqueta (Bib Arragel), frente al Guadalquivir, más un muro y una serie de arcos, arquillos y cadenas que acotaron con más precisión su perímetro, tras edificarse su monasterio e iglesia y completarse su trazado urbano. Todo ello necesario para salvaguardar, como hemos comentado, la independencia territorial y autonomía jurisdiccional o exención de la autoridad real y episcopal en este pequeño espacio del recinto urbano, mantenida y ejercida por un prior en nombre de la Orden, como jerarquía ordinaria y exclusiva en dicho enclave tanto en lo eclesiástico como en lo civil.

El compás se conformaba por una serie de estrechas calles, a las que se entraba por un arquillo, en cuyo frente aparecía la Cruz de san Juan en un azulejo vidriado:  Estrella (Hoy Guadalquivir), Plazuela de san Juan (Mendigorria y Pizarro), Mozas (Álvaro de Bazán), Franquillos (Clavijo), Real del Arquillo (final de santa Clara), Husillo (tramo final de Lumbreras). 

Sobresalía el Convento de San Juan de Acre, en la plaza del mismo nombre y el edificio del Priorato, que hacía las veces de residencia, oficinas, juzgado y prisión.

En calle Mendigorria número 7


Una descripción del mismo ha llegado a nosotros en un documento de la primera mitad del siglo XVII, en el que se nos dice lo siguiente: "El compás de San Juan de Acre es un pequeño barrio, que se entra a él por un arquillo y se sale por otro, arrimado a la muralla y a la puerta de San Juan, donde el río arrima con Sevilla. Es tan pequeño que no tiene más espacio de doscientos pasos por lo más largo y ciento y cincuenta poco más o menos de atraviesa. Dentro de este pequeño espacio está la iglesia y delante de ella una plazuela que ocupa la quinta o sexta parte del sitio, y en lo restante de él hay cincuenta casas pequeñas...".

Plano existente en el polideportivo de Mendigorria


A lo largo de su historia, el barrio sufre una serie de trasformaciones. En los primeros siglos se construyen la Iglesia y las Casas Priorales, así como el Hospital de san Roque, donde los monjes hospitalarios desarrollan su labor humanitaria. En el siglo XVI el Hospital desaparece tras la reducción de 1.587, sobreviviendo la capilla adscrita al mismo que bajo el nombre de Ermita de la Estrella permaneció abierta al culto hasta finales del siglo XIX.

En el plano realizado con motivo de las excavaciones arqueológicas para la edificación del polideportivo de la calle Mendigorria se identifica claramente los límites del barrio y la situación de la Iglesia y casas Priorales (1), el cementerio (2), las cárceles (3), la ermita de la virgen de la Estrella (4), el hospital de san Roque (5), el Husillo Real (6) y la puerta de san Juan (antigua del Ingenio).

En el croquis propuesto por José González Carballo, basado en el plano de Olavide, según se entraba por la Puerta de San Juan (1) se accedía al compás hospitalario dejando a la derecha la plaza de Santiago de la Espada, de la Orden de Santiago (5) hoy desaparecida. El compás, tenía los siguientes límites: al sur por la calle de la Estrella (hoy Guadalquivir y Puerta de San Juan de Acre); al este por la calle Real del Arquillo (hoy final de Santa Clara), en la que había un acceso controlado, frente a los islotes de Don Fadrique y de Santa Clara (4); al norte por la calle Husillo (hoy final de Lumbreras), tras la que estaban las huertas de San Clemente; y al oeste por la propia muralla. Dentro del compás estaba la plazuela de San Juan (hoy calles Mendigorria y Pizarro), y las calles Mozas (hoy Álvaro de Bazán) y Franquillos (hoy Clavijo).


Croquis de José González Carballo

La jurisdicción de San Juan de Acre tuvo, desde principios del siglo XV, una iglesia parroquial de Santa Ana (3), y una capilla de la Virgen de la Estrella (2) antes llamada capilla de san Juan, donde hoy solo hay casas bajas.

 La época de esplendor del barrio se inicia con el asentamiento de nuevos vecinos relacionados en su mayoría con el arte de la seda, que durante los siglos XVI y XVII impulsan la actividad económica y realzan su prestigio social.

Tras el decaimiento del comercio de la seda en el siglo XVIII, se produce el declive del Priorato, que desaparecerá definitivamente en la desamortización de Mendizábal. Sus calles se integran en el conjunto de la ciudad, quedando prácticamente olvidado, aunque la Orden, que pervive hoy como Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén de Rodas y de Malta, tiene en funcionamiento, y prácticamente en el mismo lugar que ocupara la iglesia Prioral, un comedor social, en la calle Medigorria número 7, al que acuden diariamente cerca de 150 personas, y que responde al mismo glorioso nombre de San Juan de Acre.

Calle Mendigorria número 7

La presencia hospitalaria en Sevilla aumentará a finales del siglo XV con la fundación en la collación de San Marcos de un monasterio de monjas sanjuanistas, advocado de Santa Isabel, que vino a consolidar a la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén en Sevilla. Esta presencia persiste actualmente en el Convento e Iglesia de santa Isabel que desde mediados del siglo XIX está regentado por la Congregación de Religiosas Filipenses Hijas de María Dolorosa, fundada por   Dolores Márquez Romero, con el  otro promotor de la congregación, el sacerdote   Francisco García Tejero.

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