AREA DE SANTA CLARA-JESÚS DEL GRAN PODER
San Juan de Acre
La Orden Militar del Hospital de San Juan de Jerusalén, vino en llamarse Orden de San Juan, de Acre, Rodas y Malta, conocida entre sus miembros como la Religión.
Fue una congregación internacional fundada a finales del siglo XI en Palestina, cuando mercaderes de Amalfi (Nápoles), que visitaban los Santos Lugares, solicitaron, al califa de Egipto, la autorización para construir una iglesia y un monasterio donde darle hospitalidad a los peregrinos.
Así se constituye la abadía de Santa María de los Latinos con un hospital próximo al Santo Sepulcro.
La comunidad que administraba el hospital se independizó, un
tiempo después, bajo la guía de su fundador Gerardo Tum, con la advocación de
San Juan Bautista, llamándose desde entonces “Hospitalarios de san Juan
Bautista”.
Así, se constituye una orden religiosa regida por un
Capítulo General o Conventual presidido por su Maestre, de tal modo que, de
abajo a arriba, el gobierno partía de un Comendador o Bailío, como persona más
cercana a los vasallos, hasta llegar a Maestre, como la más lejana, pasando por
el capítulo Provincial del Prior, que era el intermedio entre el poder central
y el local.
El Maestre Raimundo de Puy (1120-1158) dota a la Orden
de una regla propia, confirmada por el Papa Eugenio III en 1.153, recogiendo el
espíritu de
“Obsequium Pauperum” (al servicio de los pobres).
La constitución del Reino de Jerusalén obligó a la Orden a participar en la defensa militar de enfermos y peregrinos y desde entonces sumaron a su misión hospitalaria la actividad militar, para defender la fe.
Adoptaron la cruz blanca de ocho puntas, símbolo de las bienaventuranzas,
convirtiéndose en una de las principales Ordenes Militares, de carácter
internacional, que participó, a lo largo de los siglos, en la defensa de la
frontera de la cristiandad con el islam.
Sus primeras intervenciones armadas se realizaran en Gaza, en el sur de Palestina, durante el maestrazgo de Raimundo de Puy.
En esta área recibirán su primera fortaleza de importancia, Beth-Gibelin en 1136.
Entre 1142 y 1144 el Conde de Trípoli les entregaba cinco castillos, entre ellos el legendario de Crac.
Crac de los Caballeros (Siria) (CC BY 3.0)
Por sus actuaciones en la península ibérica, especialmente
en Castilla, se les donó la fortaleza de Consuegra y su alfoz (territorio o arrabal que rodea una ciudad y depende de ella
económicamente).
Castillo de Consuegra (CC BY 3.0)
Por su vocación marinera, Gerardo Tum organizó una vía marítima de Europa a los Santos Lugares, para que los peregrinos no tuvieran que recorrer a pie el trayecto del Imperio Bizantino.
La idea era unir directamente los puertos del Mediterráneo
Occidental con los del Oriental, a través de una importante flota de barcos.
La cabeza del
Priorato de Occidente y la base naval más importante de la Orden, a comienzos
del siglo XII en Europa, se estableció en Saint-Gilles (Provenza), uno de los
principales puertos del Mediterráneo, como nudo importante en la ruta de los
peregrinos hacia Compostela, Roma y Tierra Santa.
En 1291, tras la pérdida de la Tierra
Santa, se refugian en Chipre con un poderoso ejército naval, hasta que en 1523
tuvieron que abandonar la isla, y se establecen en la de Rodas, como base
principal, con posesiones en otras islas del Egeo, en Grecia y en Anatolia.
La actividad militar de la Orden en el Egeo, durante la Baja Edad Media, se apoyó también en un sólido sistema defensivo de sus posesiones, con modernas fortificaciones y artillería, que le permitió resistir varios asedios del imperio Otomano.
Philippe de Villiers de l´Isle Adam. Gran Maestre de la Orden de san Juan de Jerusalén. Gillot Saint Evre. 1841. 1,70 x 0,79 m. Chateau Museum de Versailles. (CC BY 3.0)
Pero, el 1 de enero de 1523, tras una heroica
resistencia, el gran Maestre Villiers de L`Isle Adam terminó capitulando ante
el sultán Soliman II, el Magnífico, que le permitió, tanto a los miembros de la
Orden como a los habitantes de Rodas, que quisieran acompañarlos, embarcar y
salir de la isla.
De nuevo, la Orden pasó a ser errante por el Mediterráneo, hasta que Carlos V, en 1530, les cedió la isla de Malta, donde se instalaron con su Gran Maestre Villiers de L`Isle Adam.
La Orden en Malta desplegó una actividad similar a la que había
mantenido en Rodas y, durante dos siglos, establecieron su Convento, fundaron La Valletta, construyeron y modificaron la
fisonomía urbanística de la ciudad, con palacios, iglesias y bastiones de
defensa, hospitales con escuelas de anatomía y facultad de medicina.
Su localización estratégica en el
Mediterráneo provocó que, en 1798, la isla fuera conquistada por Napoleón
Bonaparte, obligando a los caballeros de la Orden a abandonarla hasta que
consiguieron establecerse en Roma.
Napoleón Bonaparte. Jacques-Louis David 1812. (CC BY 3.0)
En la segunda mitad del XIX, vuelven a su actividad hospitalaria como misión principal, coincidiendo con la Primera y Segunda Guerra Mundial.
En la actualidad es una organización religiosa formada
por laicos, compuesta por 12.500 miembros y con un voluntariado de 80.000
personas. Mantiene en funcionamiento 20 hospitales, 40 clínicas, 50
dispensarios y 44 residencias de mayores. Sus lazos diplomáticos se extienden a
más de cien naciones y organismos internacionales.
En la Península, la Orden se establece a principios
del siglo XII, y llega a Andalucía con motivo de las campañas de conquistas de
Fernando III, constituyéndose en la región lo esencial de su patrimonio, dentro
del Priorato Castellano-Leones, entre los años 1.226 y 1.253.
La presencia de la Orden en Sevilla, se relaciona con
la conquista de la ciudad por Fernando III el Santo a fínales de 1.248, el
cual, en recompensa a su participación en la
campaña, cedió terrenos a
las Ordenes que habían colaborado en dicha conquista. Entre estas órdenes
estaban las de Santiago, Calatrava y San Juan de Jerusalén.
A esta última, se le dotó de una serie de propiedades en el interior del recinto amurallado, en el ángulo noroeste, concretamente en el barrio de la Abadía, nombre derivado, según se cree, por haber sido residencia de los abadíes, familia de origen árabe establecida en Sevilla desde la conquista musulmana.
Se trataba de dos pares de casas y tres aranzadas de huerta anexas a una de ellas, propiedades que constituyeron su compás o distrito exclusivo y privilegiado con el nombre de San Juan de Acre, similar a los otorgados en este sector a otras Órdenes Militares y a las monjas del Císter.
Se pretendía así habitar, y al mismo tiempo defender, en caso de peligro, a una hipotética, pero no descartable, vuelta de los ejércitos islámicos.
Era una zona escasamente poblada dentro de la cerca almohade, y que
en los últimos tiempos de la dominación musulmana había estado ocupada por
fincas y huertas de recreo de las clases dirigentes.
El rey les otorgó a la Orden, además, el privilegio de poseer la
jurisdicción exenta dentro de sus límites, por lo que, durante casi seis
siglos, a los caballeros hospitalarios se les permitía imponer sus propias
leyes y tributos a todos los residentes en el Priorato, respondiendo de sus
actos únicamente ante la Santa Sede, sin que las autoridades civiles o
eclesiásticas de la ciudad tuvieran alguna potestad sobre ellos.
Así, el distrito sanjuanista se situaba en la parroquia de San Lorenzo, al final de la collación de San Vicente, muy cerca del convento de San Clemente y de las casas de Calatrava y Santiago.
A dicho terreno le servía de límite el lienzo de muralla que unía las puertas de San Juan (Puerta del Ingenio) (ver) y la Barqueta (Bib Arragel) (ver), frente al Guadalquivir, más un muro y una serie de arcos, arquillos y cadenas que acotaron con más precisión su perímetro, tras edificarse su monasterio e iglesia y completarse su trazado urbano.
Todo ello necesario para salvaguardar, como hemos comentado,
la independencia territorial y autonomía jurisdiccional o exención de la
autoridad real y episcopal en este pequeño espacio del recinto urbano, mantenida
y ejercida por un prior en nombre de la Orden, como jerarquía ordinaria y
exclusiva en dicho enclave tanto en lo eclesiástico como en lo civil.
El compás se conformaba por una serie de estrechas calles, a las que se entraba por un arquillo, en cuyo frente aparecía la Cruz de san Juan en un azulejo vidriado: Estrella (hoy Guadalquivir), Plazuela de san Juan (Mendigorria y Pizarro), Mozas (Álvaro de Bazán), Franquillos (Clavijo), Real del Arquillo (final de santa Clara), Husillo (tramo final de Lumbreras).
Sobresalía
el Convento de San Juan de Acre, en la plaza del mismo nombre y el edificio del
Priorato, que hacía las veces de residencia, oficinas, juzgado y prisión.
En
calle Mendigorria número 7
Plano
existente en el polideportivo de Mendigorria
A lo largo de su historia, el barrio sufre una serie de trasformaciones.
En los primeros siglos se construyen la Iglesia y las Casas Priorales, así como el Hospital de san Roque, donde los monjes hospitalarios desarrollan su labor humanitaria.
En el siglo XVI el Hospital desaparece tras
la reducción de 1.587, sobreviviendo la capilla adscrita al mismo que bajo el
nombre de Ermita de la Estrella permaneció abierta al culto hasta finales del
siglo XIX.
En el plano realizado con motivo de las excavaciones
arqueológicas para la edificación del polideportivo de la calle Mendigorria se
identifica claramente los límites del barrio y la situación de la Iglesia y casas
Priorales (1), el cementerio (2), las cárceles (3), la ermita de la virgen de
la Estrella (4), el hospital de san Roque (5), el Husillo Real (6) y la puerta
de san Juan (antigua del Ingenio).
En el croquis propuesto por José González Carballo, basado en el plano de Olavide, según se entraba por la Puerta de San Juan (1) se accedía al compás hospitalario dejando a la derecha la plaza de Santiago de la Espada, de la Orden de Santiago (5) hoy desaparecida.
El compás, tenía los siguientes límites: al sur por la calle de
la Estrella (hoy Guadalquivir y Puerta de San Juan de Acre); al este por la
calle Real del Arquillo (hoy final de Santa Clara), en la que había un acceso
controlado, frente a los islotes de Don Fadrique y de Santa Clara (4); al norte
por la calle Husillo (hoy final de Lumbreras), tras la que estaban las huertas
de San Clemente; y al oeste por la propia muralla. Dentro del compás estaba la
plazuela de San Juan (hoy calles Mendigorria y Pizarro), y las calles Mozas (hoy
Álvaro de Bazán) y Franquillos (hoy Clavijo).
Croquis
de José González Carballo
La jurisdicción de San
Juan de Acre tuvo, desde principios del siglo XV, una iglesia parroquial de
Santa Ana (3), y una capilla de la Virgen de la Estrella (2) antes llamada
capilla de san Juan, donde hoy solo hay casas bajas.
La época de
esplendor del barrio se inicia con el asentamiento de nuevos vecinos
relacionados en su mayoría con el arte de la seda, que durante los siglos XVI y
XVII impulsan la actividad económica y realzan su prestigio social.
Tras el decaimiento del comercio de la seda en el
siglo XVIII, se produce el declive del Priorato, que desaparecerá
definitivamente en la desamortización de Mendizábal. Sus calles se integran en
el conjunto de la ciudad, quedando prácticamente olvidado, aunque la Orden, que pervive hoy como "Soberana Orden
Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén de Rodas y de Malta", tiene en
funcionamiento, y prácticamente en el mismo lugar que ocupara la iglesia Prioral,
un comedor social, en la calle Medigorria número 7, al que acuden diariamente
cerca de 150 personas, y que responde al mismo glorioso nombre de San Juan de
Acre.
Calle
Mendigorria número 7
La presencia hospitalaria en Sevilla aumentará a finales del siglo XV con la fundación en la collación de San Marcos de un monasterio de monjas sanjuanistas, advocado de Santa Isabel, que vino a consolidar a la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén en Sevilla.
Esta presencia persiste actualmente en el Convento e Iglesia de santa Isabel (ver) que desde mediados del siglo XIX está regentado por la Congregación de Religiosas Filipenses Hijas de María Dolorosa, fundada por María Dolores Márquez Romero (ver), con el otro promotor de la congregación, el sacerdote Francisco García Tejero.
Que buena información, y que detallada. Graciad
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