domingo, 22 de diciembre de 2024

 AREA DE SAN ANDRÉS

Capilla de la Orden Tercera.


En la calle Cervantes, a mitad de camino entre la Iglesia de San Martín y de San Andrés, hay una joya en forma de Capilla que es muy poco conocida por los sevillanos: la Capilla de la Orden Tercera.

Esta Capilla, de los seglares franciscanos, de la Orden Tercera es un pequeño templo fundado en 1677 en unos terrenos del convento de San Pedro de Alcántara, que se fue engalanando con retablos y pinturas, sobre todo a principios del siglo XVIII cuando el noble Rodrigo Clemente escoge este espacio como enterramiento particular, costeando el nuevo retablo mayor y una serie de pinturas.  

Este antiguo convento franciscano de San Pedro de Alcántara se terminó de construir en 1680, en el solar que albergaba previamente a la mansión de los Zúñiga, como un hospital-convento para reposo de los frailes del Convento de San Diego, que se encontraban en el lugar donde actualmente está el Teatro Lope de Vega o Casino de la Exposición, que se inundaba durante las arriadas del Guadalquivir, y se los vendieron a un curtidor.

Estos frailes eran Franciscanos reformados por San Juan de la Cruz, San Diego de Alcalá y San Pedro Alcántara, que realizan en el siglo XV y XVI otra interpretación de las normas franciscanas, estos últimos llamados Alcantarinos.

Durante la invasión napoleónica, el convento fue incautado, sus obras de arte fueron robadas o destruidas, y se dedicó a hospital militar, adaptándolo a las necesidades sanitarias.

Tras la Desamortización, y la consiguiente expulsión de los religiosos, el convento desaparece y pasó a convertirse en la Escuela Industrial Sevillana, hasta que alcanzó su uso docente, respetando la iglesia y la capilla seglar, para convertirse en 1846 en el I.E.S. “San Isidoro”, como consecuencia del Plan Pidal (ver).

Finalmente, la antigua construcción fue demolida en 1961, para levantar el presente edificio que conecta Amor de Dios con Cervantes.

Por ello, actualmente la capilla y la iglesia están Incluida dentro del recinto del Instituto de San Isidoro.

Respecto a la Iglesia, tras la Gloriosa, el padre Hornillo se hace cargo del templo e impide su secularización y desde 1893 la iglesia es ocupada por la curia provincial de la Orden de las Esclavas del Sagrado Corazón, que junto a ella construyeron el moderno Colegio Mayor la Luz.

La capilla de la Orden Tercera no se vio afectada por todos estos avatares porque sus miembros la escrituraron como propiedad privada, y pudo eludir las expropiaciones de la desamortización de Mendizábal y de la revolución la Gloriosa (ver), y actualmente sigue siendo propiedad de los miembros de la Orden, regida por la Orden Franciscana Seglar de Andalucía. 

EXTERIOR

Se sitúa a la derecha de la trasera del Instituto San Isidoro, cuya portada se corona con un azulejo que dice: ”Doctrina Sine Vita Arrogantem Reddit, Vita sine Doctrina Inutilem Facit” (S. Isidoro). (“ Aprender sin vida te vuelve arrogante, la vida sin aprender te vuelve inútil”).

Antigua portada del convento de San Pedro de Alcántara, actualmente trasera del Instituto San Isidoro (izquierda) y acceso a la capilla de la Orden Tercera (derecha)

Antigua entrada al convento de San Pedro de Alcántara. Actualmente forma parte, como indica el rótulo, del instituto San Isidoro.

Detalle
Detalle

Se accede a la capilla por una sencilla puerta de la calle Cervantes nº7, coronada por un ático con una hornacina ocupada por una imagen del Sagrado Corazón de Jesús.

Entrada a la Capilla e iglesia

Hornacina con Sagrado Corazón de Jesús

Da paso a un atrio y patio, donde se encuentra al frente la entrada a la iglesia de San Pedro de Alcántara, y a la derecha el acceso a la capilla de la Orden Tercera. 

Atrio. Al frente la entrada a la Iglesia de San Pedro de Alcántara. A la derecha la entrada a la capilla de la Orden Tercera

Detalle del patio

Entrada a la capilla de la Orden Tercera


Solo desde la azotea se puede contemplar la espadaña de la iglesia.

Detalle de la espadaña. CC BY 3.0


En la campana se observa una cruz en relieve. En la cenefa superior se puede leer “San Pedro de” y en la inferior la fecha 1761 o 1751 y las palabras “se Hizo”. (CC BY 3.0)


INTERIOR

A la capilla se accede desde los pies del templo, bajo el Coro alto, y consta de una sola nave rectangular, típica de cajón conventual, cubierta con bóveda de cañón lige­ramente rebajada, arcos fajones geminados y lunetas, en cuyo centro se abre una pequeña linterna que ilumina el interior de la capilla.

En el suelo la lápida funeraria de Clemente Rodríguez de 1751.

Vista desde los pies del templo

Detalle de lapida

Como siempre comenzamos la descripción por los pies del muro de la epístola y continuamos en sentido contrario a las agujas del reloj para terminar en los pies del templo.

Muro de la Epístola

Detalle del muro de la epístola

Un Niño Jesús de estilo montañesino en el interior de una vitrina, fechado en el siglo XVIII y vestido con ropas del XIX, fue restaurado en 2.013.

Encima el tramo X del Vía Crucis.

Vitrina del Niño Jesús

Detalle del Niño Jesús

Tramo X del Vía Crucis

Le sigue una pila de agua bendita con un mármol con una cruz.

Pila de agua bendita

A continuación, un cuadro con la escena de “La Flagelación” de autor anónimo de finales del siglo XVII o principios del XVIII, restaurado por Inmaculada Espinosa Vargas.

En la cartela superior dice, en latín: “ Ego te paui manna per defértum et tu ma cecidifli ála pis et flagéllis” (Te di poco maná al ser arrebatado, y caíste de mi con alas y látigos).

La Flagelación

Le sigue el retablo de san Clemente. La imagen, de autor anónimo del siglo XVIII, con indumentaria de obispo con el ancla de su martirio (ver).

Retablo de San Clemente

San Clemente

Detalle de san Clemente

A continuación, una pintura sobre tabla con representación de San Andrés (ver), atribuido a Esteban Márquez de finales del siglo XVII o principio del XVIII, restaurado por Inmaculada Espinosa Vargas. 

Realmente es la puerta de un tabernáculo dotado de diversos compartimentos adornados con símbolos franciscanos o imágenes de las “Letanías Lauretanas” (ver).

Tabla de san Andrés

Reverso de san Andrés (CC BY 3.0)

Le sigue un gran cuadro anónimo de “La Inmaculada Concepción” (ver) y en la parte superior otro cuadro franciscano. 

Inmaculada

Detalle de la Inmaculada

Cuadro franciscano superior

Sobre la puerta de acceso a las dependencias de la Orden cuelga la representación pictórica de “La Virgen entregando el Niño Jesus a una venerable franciscana”, es obra anónima del siglo XVIII, restaurada por Inmaculada Espinosa Vargas.

La franciscana que recibe el Niño es sor María Jesus de Agreda, monja del siglo XVII de gran devoción a la Inmaculada Concepción. Fue consejera del rey Felipe IV y llegó a ser famosa por atribuírsele fenómenos externos (por ejemplo, éxtasis), sobre todo sus “apariciones” en Nuevo México y Texas, en donde evangelizaba y enviaba a los indios a pedir el bautismo a los misioneros franciscanos (“La dama azul de los llanos” de Javier Sierra, relata la vida de la franciscana).

La Virgen entregando el Niño Jesús a una venerable franciscana

En la cabecera del muro de la Epístola encontramos un lienzo que nos muestra “La curación del paralitico en la piscina probática”, atribuida a Peter van Lint del siglo XVII. Es posible que este cuadro sirviera de inspiración para Murillo para realizar su pintura del mismo tema para el Hospital de la Caridad.

La curación del paralitico en la piscina probática

Un cuadro de la vida franciscana y un azulejo dedicado al padre Hornillo y a Soledad de Rojas. 

Cuadro de vida franciscana

Azulejo dedicado al padre Hornillo y a Soledad de Rojas

Altar Mayor

En la cabecera se adosa el retablo mayor, que ocupa todo el testero, de estilo Barroco del siglo XVIII, con abundante decoración de volutas y motivos vegetales. 

La fuerza de este retablo queda compartida entre la arquitectura y los elementos pictóricos, pues se enmarca con una pintura mural que culmina en un simulado dosel que engloba el conjunto y que sujetan querubines.

Altar Mayor

Detalle de los querubines que sujetan el simulado dosel pictórico

El retablo consta de un cuerpo de tres calles y ático. 

En los laterales se complementa con dos hornacinas aveneradas, coronadas por dos escudos, el de la orden dominica a la izquierda y el emblema franciscano a la derecha.

En lo alto el escudo franciscano de las cinco llagas.

Escudo dominico

Escudo franciscano

Escudo de cinco llagas

Todas las imágenes del altar son de autor desconocido, estilo barroco y siglo XVIII, a excepción de la Virgen de la Aurora que es algo más antigua.

Lo preside Virgen de la Aurora atribuida a José Montes de Oca (ver), siglo XVIII, la titular de esta capilla.

Se presenta sosteniendo al Niño Jesús con el brazo izquierdo y portando un rosario en el derecho. Sus atributos, corona, ráfaga, media luna están labrados en plata de ley.

Virgen de la Aurora 

Detalle de la Virgen de la Aurora 

Detalle de la Virgen de la Aurora 

A los lados de la virgen de la Aurora se sitúan santa Clara de Asís y san Ivo.

Santa Clara (ver), fundadora de la rama franciscana femenina, las Clarisas, se presenta con el hábito marrón de la Orden, cíngulo dorado con sus tres nudos franciscanos y con una custodia en la mano derecha.

Santa Clara

Detalle de santa Clara

San Ivo es el patrón de los juristas, los magistrados, los procuradores y los profesores de Derecho. Se representa habitualmente con la toga negra de los abogados, pero aquí muestra una capa negra y habito del mismo color, con cíngulo dorado y llevando en su mano derecha un rollo de pergamino.

San Ivo

Detalle de San Ivo

En un lateral se presenta Santo Domingo de Guzmán (ver) fundador de la Orden de los Predicadores o Dominicos.

Santo Domingo de Guzmán

Detalle de Santo Domingo de Guzmán

En el otro lateral se presenta a San Francisco de Asís (ver) que sostiene un banderín con la mano derecha, como fundador de la orden religiosa, y un crucifijo en la mano izquierda, y se viste con hábito de terciopelo morado bordado con hilos de oro. 

San Francisco de Asís

Detalle de San Francisco de Asís

En el ático un pequeño Crucificado atribuido a Enrique de Orce.

Crucificado

Crucificado

Detalle del rostro del Crucificado

Detalle del paño de pureza del Crucificado

Detalle de los pies del Crucificado

Muro del Evangelio

Detalle del muro del Evangelio

En la cabecera de la nave del evangelio, observamos un cuadro, el “Árbol genealógico de la orden franciscana”. Anónimo. Siglo XVIII. Restaurado por Inmaculada Espinosa Vargas. 

Representa un árbol, en cuyas raíces aparece Francisco, del que parte un troco dotado de numerosas ramas ocupadas por santos de la Orden y en cuya copa aparece la Santísima Trinidad. 

Árbol genealógico de la orden franciscana

Debajo un azulejo dedicado al cardenal Marcelo Spinola y Maestre (ver)

Azulejo dedicado al cardenal Marcelo Spinola y Maestre

A continuación, el cuadro de “La muerte de San José”. Anónimo del Siglo XVIII y restaurado por Inmaculada Espinosa Vargas. Se trata de un tema poco tratado en el arte cristiano.

La última vez que José (ver) aparece en la Biblia es cuando Jesús tenía 12 años, en el relato de su “perdida y hallazgo en el templo”, posteriormente, ningún evangelista lo menciona durante el “ministerio público de Jesús”, por ello, se presume que José había muerto antes de que este tuviera lugar, pues ya solo se hace referencia a Jesús como su hijo, en Mt 13:55, Lc 4:22, Jn 1:45 y Jn 6:42. 

Por su parte, el texto apócrifo “Historia de José, el carpintero” nos cuenta que vivió hasta los ciento once años, recibiendo el consuelo de Jesús y evitando así una larga agonía. Es por ello, que José de Nazaret fue declarado patrono de la familia y es considerado el patrono de la buena muerte, por suponer la tradición que habría muerto en brazos de Jesús y de María.

La muerte de San José


En la galería alta el cuadro impactante del Martirio de Franciscanos y Jesuitas en Nagasaki, Japón.

El 5 de febrero del año 1597 un grupo de cristianos, franciscanos y jesuitas, fueron ejecutados mediante crucifixión en Nagasaki, Japón, por orden de Toyotomi Hideyoshi, en el marco de la persecución del cristianismo promovida durante su gobierno, con objeto de granjearse el favor de los sintoístas y evitar la influencia de las potencias extranjeras en la política interior. ​ Los ejecutados fueron beatificados en 1627 y canonizados en 1862. ​

Crucificados

A continuación, una pintura de gran tamaño, atribuida a Esteban Márquez, discípulo de Murillo, datada a finales del XVII o principios del XVIII.

Se trata de “San Francisco liberando a las ánimas del Purgatorio”, que refiere el momento en que San Francisco (ver), ya fallecido, se aparece al hermano Juan de Alverna y le comenta que Dios le había concedido la facultad de liberar a las almas del Purgatorio.

Según se relata en varias biografías y documentos sobre la vida y obras de san Francisco y de sus primeros compañeros franciscanos, luego de haber recibido el don de los sagrados estigmas, Cristo mismo le reveló a san Francisco que le concedería el don de bajar al purgatorio para rescatar de las penas y sufrimientos a las almas de sus devotos. Así, en la obra hagiográfica “Las Florecillas de San Francisco” se recoge la aparición de Cristo a San Francisco.

Sin embargo, el concepto del Purgatorio no aparece en ninguno de los Evangelios, sino que es una aportación del siglo XII, incrementada durante los siglos XV y XVI durante los Concilios de Florencia, Lyon y Trento, cuando se establece que las almas de los que no eran puros al morir, pero no habían cometido pecados mortales, tras una etapa de expiación y purificación en este lugar, podría acceder al Cielo. 

San Francisco liberando a las ánimas del Purgatorio

Detalle de San Francisco liberando a las ánimas del Purgatorio
Detalle de San Francisco liberando a las ánimas del Purgatorio

En la galería alta otro cuadro de la vida franciscana.


Vida franciscana


A su lado el cuadro de “San Agustín” (ver) atribuido a Esteban Márquez (discípulo de Murillo), de finales del siglo XVII o principios del XVII y restaurado por Inmaculada Espinosa Vargas.

San Agustín aparece representado como obispo, con pluma y libro en su mano derecha, como símbolo de autor de textos religiosos, y una maqueta de iglesia, atributo de los fundadores de una orden.

Al igual que la tabla de san Andrés es la puerta de un tabernáculo, dotado de compartimentos y decorado con símbolos franciscanos o letanías lauretanas, que posiblemente pertenecía al primitivo convento de San Diego.

San Agustín


Le sigue el retablo dedicado a la Virgen del Carmen (ver), de estilo rococó, con abundante rocalla y adornos vegetales y coronado con la imagen del Espíritu Santo en forma de paloma.

Retablo de la Virgen del Carmen

Detalle de la paloma

La imagen es barroca, de autor anónimo del siglo XVIII. Se presenta sosteniendo al Niño con el brazo izquierdo y llevando un escapulario en el brazo derecho.

Sigue la iconografía en que se aparece a San Simón Stock, superior general de la orden, el 16 de julio de 1251, entregándole el escapulario, signo principal del culto carmelita. 

Según la tradición carmelita, los que portasen el escapulario en el momento de su muerte se librarían de la estancia en el Purgatorio.

Virgen del Carmen

Detalle de la Virgen del Carmen

Detalle de los querubines a los pies de la Virgen del Carmen

En el intradós del retablo figuran imágenes de las “Letanías Lauretanas” (ver).

El Sol


La fuente


La torre

La luna

El espejo

El pozo

El arca de Noé

El templo

A su lado el óleo “La Coronación de Espinas”, anónimo de finales del siglo XVII o principios del XVIII, restaurado por Inmaculada Espinosa Vargas. La cartela superior tiene la siguiente inscripción en latin: “Ego dedit tibi sceptrum regale: et tu dedisti meo spineam coronam” (Yo te di el cetro real: y tú me colocaste la corona de espinas en la cabeza).

La Coronación de Espinas

Finalmente, una sencilla pila de agua bendita y el episodio IX del Vía Crucis.

Pila de agua bendita

IX del Vía Crucis


Sacristía

A los pies del muro del Evangelio se sitúa la puerta que da acceso a la sacristía, de la que destacamos un crucificado de Enrique Orce de 1921, y un óleo de “Los desposorios de la Virgen”, obra anónima del siglo XVIII restaurada por Inmaculada Espinosa Vargas.

Crucificado

Detalle del rostro del Crucificado

Detalle del paño de pureza del Crucificado


Visión anterior de los pies del Crucificado

Visión lateral de los pies del Crucificado

Los desposorios de la Virgen

Pies

A los pies de la Capilla se encuentra el Coro Alto con una tribuna con celosía de madera talla­da.

Visión del templo desde la cabecera

Detalle del Coro Alto


A los lados de la puerta principal dos hornacinas, en el lado del Evangelio, la imagen de Santa Margarita de Cortona, santa italiana que perteneció a la Orden Tercera, y en el lado de la epístola, una tosca escultura de San Pedro de Alcántara.

Santa Margarita de Cortona

Detalle de Santa Margarita de Cortona

San Pedro de Alcántara

Detalle de San Pedro de Alcántara

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