jueves, 31 de octubre de 2024

RUTAS POR SEVILLA: Doctores de la Iglesia Latina

San Agustín.

Retrato más antiguo conocido de San Agustín. Fresco del siglo VI. Palacio de Letrán Roma. CC BY 3.0

Aurelio Agustín nació 13 de noviembre del año 354 en la ciudad de Tagaste, una antigua ciudad en el norte de África (actual Argelia), en la provincia de romana de Numidia.

Los eruditos generalmente están de acuerdo en que Agustín y su familia eran bereberes, un grupo étnico indígena del norte de África

Su padre, llamado Patricio, era un funcionario pagano al servicio del Imperio. Su madre, una piadosa cristiana, futura Santa Mónica, que trató durante años de atraer a su hijo a los principios de la doctrina de Jesucristo.

San Agustín de Hipona y Santa Mónica. Scheffer, Ary.1846. (CC BY 3.0)

En Tagaste, Agustín comenzó sus estudios básicos, y posteriormente su padre lo envió a Madaura a realizar estudios de gramática, que completó en Cartago, donde se especializó en gramática y retórica, área esta última en la que destaca gracias a su talento y elocuencia natural.

En Cartago, además de seguir con sus estudios, se enamora de una joven, pero ella era de rango inferior al suyo, por lo que solo pudo convertirla en su concubina. Fruto de esta relación nace Adeodato, y Agustín, con tan sólo 19 años, es fiel a su mujer, y asume la responsabilidad de la familia.

Agustín pasó por diversas escuelas filosófica sin encontrar en ninguna de ellas, una verdadera respuesta a sus inquietudes, y en su búsqueda de la verdad y en su preocupación por el problema del mal, fue determinante en su adhesión al maniqueísmo. Durante diez años, a partir del 374, vivió Agustín esta religión siendo colmado de atenciones por los altos cargos de la jerarquía maniquea y no dudó en hacer proselitismo entre sus amigos.

El maniqueísmo es una religión sincrética fundada por el persa Manes (o Maní) en el siglo III, que admitía dos principios creadores en constante conflicto: el bien y el mal. El alma representa la luz, el bien; mientras que, el cuerpo, que está sujeto a las pasiones, representa el mal.

Pero contacta con una de las grandes figuras del maniqueísmo, el sabio Fausto de Milevo, quien, contra todo pronóstico, lo decepcionada profundamente.

Sumido en una gran frustración personal, en el año 382 se muda a Roma con su compañera y su hijo, pero enferma gravemente y tras restablecerse, y gracias a su amigo y protector Símaco, Prefecto de Roma, fue nombrado “magister rhetoricae en Mediolanum, la actual Milán.

En Milán, comenzó a asistir como Catecúmeno a las celebraciones litúrgicas del obispo Ambrosio, que le hizo conocer las epístolas de Pablo de Tarso por lo que decidió romper definitivamente con el maniqueísmo y convertirse al cristianismo.

Mosaico que representa a San Ambrosio en la basílica homónima de Milán. (CC BT 3.0)

En esta conversión influyo un niño de una casa vecina al jardín de su amigo Alipio, donde reflexionaba bajo un árbol. El niño se acerca a él, le entrega una Biblia y le dice: “Lee”. Y la primera página en la que posa los ojos reza:

“Porque ya es hora de que despertéis del sueño, pues ahora nuestra salvación está más cerca que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzando, el día se acerca. Abandonemos, por tanto, las obras de las tinieblas, y revistámonos con las armas de la luz. Como en pleno día tenemos que comportarnos: nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias. Al contrario, revestíos más bien del señor Jesucristo y no estéis pendientes de la carne para satisfacer sus concupiscencias.” (Epístola de los Romanos, 13, 11-14).

Así, en el año 385, abandona, su vida anterior, deja a su prometida, a sus amantes, renuncia a su catedra y se retira con su madre y unos compañeros a Casiciaco, cerca de Milán, para dedicar por completo su vida a Dios, al estudio de la Biblia y a la meditación.

El 24 de abril de 387, a los treinta y tres años de edad, fue bautizado en Milán por el santo obispo Ambrosio y regresa a África, junto su amigo Alipio y su hijo Adeodato, con la desgracia de que antes de embarcarse, su madre Mónica murió en Ostia, el puerto cerca de Roma. ​

Cuando llega a Tajaste, vende todas sus pertenencias, entrega sus ganancias a los pobres, y transforma la casa familiar de Tajaste en un monasterio donde, junto a sus discípulos, se dedica a hacer vida monacal, y sufre la desgracia de la muerte de su hijo Adeodato

Entre finales del 390 y el inicio del 391 se encuentra casualmente en Hipona (Hippo Regius, la moderna Annaba, en Argelia), buscando a un posible candidato a la vida monástica, cuando en la basílica el obispo Valerio está hablando a sus fieles de la necesidad de un presbítero para su diócesis. Entre aclamaciones del pueblo, Agustín es presentado delante del prelado y ordenado sacerdote.

Tras la muerte de Valerio, hacia finales del 395, San Agustín fue nombrado obispo de Hipona, abandonó el monasterio de laicos y se instaló en la casa episcopal, que transformó en un monasterio de clérigos, y desde este pequeño pueblo de pescadores proyectara su pensamiento a todo el mundo occidental.

En los siguientes años su obra filosófica será verdaderamente imparable, llegando a desarrollar una producción de más de 100 tomos, y simultáneamente realiza  una fabulosa labor pastoral y teológica, pues presidió concilios, y se enfrentó con las corrientes maniqueas, arrianas, donatistas y pelagianas, que diferían de la ortodoxia católica. Situándose como el primero de los grandes padres de la iglesia, junto al ya comentado San Ambrosio de Milán, San Gregorio Magno y Jerónimo de Estridón (ver).

En 426, nombra a Heraclio como sucesor, con la intención de retirarse al estudio y la oración. 

El 28 de agosto de 430 Agustín murió en Hipona, a los 75 años de edad, durante el sitio al que Genserico (rey de los vándalos y los alanos) sometió la ciudad en el contexto de la invasión de la provincia romana de África. 

Su cuerpo, en fecha incierta, fue trasladado a Cerdeña y, hacia el 722, a Pavía, debido a la amenaza expansionista del mundo islámico por el Mediterráneo, así como por la costa del Norte de África, a la basílica de San Pietro in Ciel d´Oro, donde reposa actualmente.

Basílica de San Pietro in Ciel dÓro (CC BY 3.0)

Una tradición o leyenda medieval, refiere que san Agustín paseaba por la orilla del mar, planteándose la doctrina de la Trinidad, cuando observó que un niño, valiéndose de una concha, intentaba llenar de agua marina un agujero hecho en la arena de la playa. Agustín, se acerca al niño y le pregunta: “¿Qué haces?” Y el niño le responde: “Estoy sacando toda el agua del mar y la voy a poner en este hoyo”. Y san Agustín dice: “¡Pero, eso es imposible!”. A lo que el niño le respondió: “Más difícil es que llegues a entender el misterio de la Santísima Trinidad”. Por ello, iconográficamente diferentes artistas lo representan acompañado de un niño.

San Agustín entre Cristo y la Virgen. Rubens, Pedro Pablo. 1615. Óleo sobre lienzo. 237 x 179 c. Colegio Imperial de los Jesuitas de san Isidro de Madrid

Detalle de San Agustín

Detalle de Jesucristo

Detalle de la Virgen

Está tomado de un pasaje de los “Soliloquios” de San Agustín que expresa su amor a Cristo y a María, fuentes de toda su doctrina: "Puesto entre ambos, no sé donde volverme: aquí me alimento de la sangre, aquí de la leche". 

MUSEO DEL PRADO

En este caso vemos a uno de los Padres de la Iglesia vestido suntuosamente de obispo, en plena gloria ascensional, que señala con su mano derecha el camino del cielo y que dirige su mirada hacia dos de las amenazas contra las que combatió: el dragón infernal y el paganismo, representado por el busto de un dios clásico.

San Agustina. Crayer, Faspar. Hacia 1655. Óleo sobre lienzo.273 x 176 cm. Museo del Pardo. Deposito en otra Institución. CC BY 3.0

San Agustina entre Cristo y la Virgen. Murillo, Bartolomé Esteban. Hacia 1665. Óleo sobre lienzo. 274 x 195 cm. Museo del Prado. No expuesto. CC BY 3.0


Entre los favores más preciados figuraba la recepción de fluidos corporales: en el caso de la Virgen, leche de sus pechos, y en lo que se refiere a Cristo, sangre que brota de una llaga en un costado. 

San Agustina de Hipona. Carducho, Vicente. 1620-1634. Aguada parda, Albayalde, Lápiz negro, Pluma, Toques de sanguina, Cuadriculado sobre papel verjurado, 253 x 108 mm. Museo del Prado. No expuesto. CC BY 3.0



San Agustín repartiendo los bienes de los ricos entre los pobres. García Hidalgo, José. 1663-1711. Óleo sobre lienzo. 212 x 307 cm. Deposito en otra institución. CC BY 3.0



Conversión de San Agustín. García Hidalgo, José. 1663-1711. Óleo sobre lienzo.53 x 84 cm. Museo del Prado. Deposito en otra Institución. CC BY 3.0





San Agustín. Bayeu y Subías, Francisco. 1766. Clarión, Lápiz sobre papel verdoso. 331 x 558 cm. Museo del Prado. No expuesto. CC BY 3.0





La Virgen y el Niño transverberando el corazón a San Agustín. García Hidalgo, José. 1663-1711. Óleo sobre lienzo. 42 x 83 cm. Museo del Prado. Deposito en otra Institución. CC BY 3.0



San Agustín discutiendo con el maniqueo Fortunato. García Hidalgo, Jose. 1663-1711. Óleo sobre lienzo. 209 x 445 cm. Museo del Prado. No expuesto. CC BY 3.0



MUSEO DE BELLAS ARTES DE SEVILLA

San Agustín con la Trinidad. Bartolomé Esteban Murillo. 1664. Óleo sobre tabla. 249,8 x1 35 cm. Museo de Bellas Artes. Sevilla. Sala VII

Detalle de san Agustín

Detalle de la Trinidad

San Agustín con la Virgen y el niño. Bartolomé Esteban Murillo. 1664-1665. Óleo sobre lienzo. 250x139 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala VII


El corazón atravesado por la flecha, simboliza el amor a Dios , al hombre y al mundo; el libro simboliza la ciencia; estos elementos sintetizan el sentido e ideario de San Agustín de “Amor y Ciencia”.

CAPILLA DE SAN ANDRÉS

San Agustín en la cúpula del presbiterio

CAPILLA DE VERA CRUZ

San Agustín en un lateral del Altar Mayor

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