sábado, 19 de julio de 2025

RUTAS POR SEVILLA: Vírgenes

Virgen de los Remedios.

Nuestra Señora de los Remedios, también conocida como Virgen del Remedio, del Buen Remedio o de Gracia y del Buen Remedio, es una antigua y venerada advocación mariana, con especial arraigo en el ámbito hispano, particularmente en España y América Latina. Se le invoca como protectora en tiempos de dificultad y como intercesora ante enfermedades, desastres naturales y peligros inminentes, tanto físicos como espirituales.

Las referencias más antiguas sitúan el culto a esta advocación antes de la invasión musulmana de la península ibérica, lo que sugiere una devoción anterior al siglo VIII. No obstante, una de las expresiones más documentadas y tradicionales de este culto se encuentra en la localidad de Fregenal de la Sierra, en la provincia de Badajoz (España), donde se honra a Nuestra Señora Santa María de los Remedios como patrona del lugar. La edificación de su primer santuario fue promovida por el obispo Juan Rodríguez de Fonseca en 1497, y consagrada por su sucesor, Alonso de Manrique, en el año 1501.

Según la tradición local, un pastor que apacentaba su rebaño cerca del Cerro del Rodeo halló en un pozo una pequeña figura semejante a una muñeca. Intentó llevársela a su hija, pero cada vez que la sacaba del zurrón, el objeto volvía misteriosamente al pozo. Asombrado por lo ocurrido, el pastor acudió al sacerdote del pueblo. Ambos interpretaron el fenómeno como una manifestación divina, posiblemente relacionada con la Virgen María. Decidieron entonces construir una ermita en el cerro, aunque la estructura era destruida cada noche. Tras varios intentos, lograron levantarla en otro punto, donde la obra avanzaba con rapidez, lo que interpretaron como señal de aprobación celestial. Allí permanece el santuario hasta hoy.

Esta advocación también está íntimamente ligada a la Orden de la Santísima Trinidad y de los Cautivos, más conocidos como Trinitarios (ver), fundada en 1198 por san Juan de Mata y san Félix de Valois, y aprobada por el papa Inocencio III. La devoción mariana se extendió entre los religiosos trinitarios como parte de su misión redentora, extendiéndose a partir del siglo XIV por Europa y América y en 1959, el papa san Juan XXIII proclamó oficialmente a la Virgen de los Remedios como patrona de toda la Orden Trinitaria.

En América, la devoción se introdujo en el contexto de la conquista. De acuerdo con la tradición, Juan Rodríguez de Villafuerte, uno de los integrantes del grupo de Hernán Cortés, trajo consigo una imagen de la Virgen de los Remedios como objeto de consuelo espiritual. Su hermano se la había entregado antes de embarcarse, animándolo a confiar en su protección, como él lo había hecho durante diversas batallas.

Tras la llegada de los españoles a Tenochtitlán y la posterior rebelión de los mexicas en 1520, los conquistadores emprendieron una apresurada retirada por el camino de Tacuba. En medio del caos, la pequeña imagen fue escondida bajo un maguey para evitar su pérdida. Tiempo después, en 1540, el indígena Juan Ce Cuautli la encontró y la llevó a su hogar en San Juan Totoltepec, una localidad cercana. El hallazgo pronto atrajo la atención tanto de españoles como de nativos, quienes hallaban consuelo en su presencia. Ante la creciente devoción, se construyó una ermita en el cerro de Otomcapulco.

La fe en esta advocación mariana creció rápidamente, y hacia 1575 se erigió el Santuario de Nuestra Señora de los Remedios en lo que hoy es Naucalpan, México. Desde entonces, la imagen ha sido objeto de peregrinaciones y festividades religiosas. En reconocimiento a la importancia de este lugar de culto, el papa san Juan Pablo II lo elevó a la categoría de Basílica Menor durante su visita a México el 23 de octubre de 1999.

Actualmente, Nuestra Señora de los Remedios es considerada una de las advocaciones marianas más significativas del país, solo precedida en devoción y reconocimiento por la Virgen de Guadalupe.

Iglesia de la Trinidad

A los pies de la nave de la epístola, encontramos el retablo de la Virgen de los Remedios, imagen de candelero con Niño Jesús, del siglo XX, devoción trinitaria. Se acompaña de dos ángeles. 

Virgen de los Remedios

Detalle de la Virgen de los Remedios

Detalle de la Virgen de los Remedios

RUTA DE LOS CAMPANARIOS Y VELETAS 

Iglesia de la Trinidad.

La Torre cuadrangular se sitúa a los pies del templo, junto a la puerta de acceso. El cuerpo de campanas sobresale de la altura de iglesia, abierto en sus cuatro lados mediante arcos de medio punto y adornado con suaves y molduras en relieve. Se remata mediante un chapitel de base poligonal recubierto por azulejos en colores blanco y azul cobalto, que presenta en su vértice una cruz latina y una veleta.

Vista general de la portada del templo y la torre

Detalle del cuerpo de campanas y el chapitel

Detalle del cuerpo de campanas y el chapitel

Detalle del reloj

Detalle de una de las caras del cuerpo de campanas

Detalle de una de las campanas

Detalle de un azulejo

Detalle del Chapitel

Detalle de la Cruz y la Veleta

 RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Pintores  

Bernardo Lorente German. 

Bernardo Lorente Germán nació en Sevilla hacia 1680. Inició su formación artística con su padre, un pintor modesto del ámbito local, y posteriormente amplió sus estudios con Cristóbal López, un maestro poco conocido. Su estilo se vio fuertemente influenciado por la obra de Bartolomé Esteban Murillo, cuya estética impregnó muchas de sus composiciones religiosas.

Residió toda su vida en Sevilla, donde centró su actividad en la pintura devocional, realizando obras destinadas a retablos, altares y pequeños formatos de carácter piadoso. También cultivó el retrato y la pintura de trampantojo, género del que se conservan dos notables ejemplos suyos en el Museo del Louvre.

El erudito Ceán Bermúdez lo apodó “el pintor de las pastoras”, aludiendo a sus numerosas representaciones de la Virgen María como Divina Pastora, guiando un rebaño. Esta iconografía, que se consolidó en Sevilla a inicios del siglo XVIII, tiene su origen en una visión del capuchino fray Isidoro de Sevilla y fue plasmada por primera vez por Alonso Miguel de Tovar.

Durante el llamado “lustro real” (1729-1733), cuando la corte de Felipe V se trasladó temporalmente a Sevilla, Lorente Germán entabló amistad con Jean Ranc, pintor de cámara del monarca. La influencia de Ranc se hace evidente en los retratos que el sevillano realizó en esta etapa, entre ellos uno del infante Felipe de Borbón, hijo de Isabel Farnesio y futuro duque de Parma, hacia 1730.

Según Ceán, tenía un carácter introspectivo y melancólico, y rechazó entrar al servicio real para no abandonar su ciudad natal. Sin embargo, en una carta dirigida a José de Hermosilla, el propio artista atribuye su exclusión de la corte a la envidia de ciertos círculos cortesanos.

El inventario de bienes levantado tras el fallecimiento de su esposa en 1738 revela que poseía una biblioteca compuesta por una treintena de volúmenes, entre ellos “El Arte de la Pintura” de Francisco Pacheco (ver) y los “Discursos Apologéticos” de Juan de Butrón, junto a tratados de matemáticas, perspectiva y más de seiscientas estampas, que probablemente utilizaba como material de referencia e inspiración.

Aunque sus últimos años en Sevilla no fueron particularmente prósperos, su prestigio en la corte le permitió ser admitido en 1756 como académico de mérito en la recién fundada Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Falleció en su ciudad natal en 1759.

Museo de Bellas Artes de Sevilla

Retrato del Infante Felipe. Lorente Germán, Bernardo. Hacia 1730. Óleo sobre lienzo. 105 x 84 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla. No expuesto. Adquirido por la Junta de Andalucía para su depósito en el Museo en 2002