viernes, 18 de julio de 2025

 RUTAS POR SEVILLA: Vírgenes

María Auxiliadora.

La devoción a María Auxiliadora se remonta a los primeros siglos del cristianismo, siendo reconocida a lo largo del tiempo como intercesora poderosa y protectora del pueblo cristiano. Desde los testimonios del siglo IV hasta las revelaciones a San Juan Bosco en el siglo XIX, esta advocación ha sido fuente de esperanza y auxilio en tiempos de necesidad.

Contrario a lo que podría pensarse, el título de Auxiliadora no es reciente. Ya las primeras comunidades cristianas y los Padres de la Iglesia se referían a la Virgen María con expresiones de auxilio y protección. En diversas inscripciones halladas en regiones de influencia griega, se han encontrado dos apelativos dirigidos a María: Theotokos (Madre de Dios) y Boētheia (Auxiliadora).

Uno de los primeros en emplear explícitamente el título de Auxiliadora fue San Juan Crisóstomo, en Constantinopla hacia el año 345, quien afirmó: “Tú, María, eres auxilio potentísimo de Dios”. Esta expresión marcó el inicio de una tradición que continuaron otras figuras destacadas del cristianismo antiguo, como Romano el Melódico (hacia el año 518), San Sabas (532), Sofronio, arzobispo de Jerusalén, San Juan Damasceno (749) y Germán de Constantinopla (733).

San Juan Crisóstomo. Patriarca de Constantinopla. (ver) (CC BY 3.0)

San Sabas, en particular, habló de una imagen de la Virgen conocida como “Auxiliadora de los enfermos”, debido a las muchas curaciones que se atribuían a su intercesión. San Juan Damasceno, por su parte, difundió la jaculatoria “María Auxiliadora, rogad por nosotros”, reconociendo en ella a la defensora frente a peligros y males.

Aunque el culto a María Auxiliadora es más conocido en el ámbito católico, también tuvo acogida en la Iglesia ortodoxa. En el año 1030, Ucrania celebró una milagrosa defensa frente a una invasión bárbara, atribuyéndola a la intervención de la Virgen. Desde entonces, en ese país se celebra su fiesta el 1 de octubre.

La advocación tomó aún más fuerza durante la amenaza otomana. En 1571, el Papa San Pío V impulsó la creación de la Liga Santa, una coalición europea formada por España, Venecia, Génova, Malta y los Estados Pontificios, para hacer frente al avance turco. El 7 de octubre de ese año, la victoria cristiana en la batalla de Lepanto fue atribuida a la intercesión de la Virgen. Como agradecimiento, el Papa incluyó la invocación “María Auxiliadora, ruega por nosotros” en las letanías del Rosario al año siguiente.

Retrato de Pio V, por Bartolomeo Passerotti. Óleo sobre lienzo. 129 x 94,5 cm. Walters Art Museum. (ver) (CC BY 3.0)

En el contexto de la Guerra de los Treinta Años, los católicos del sur de Alemania hicieron voto a María, comprometiéndose a honrarla como Auxiliadora si eran liberados de la invasión protestante y se alcanzaba la paz. De esta promesa surge una consolidación del título "Auxilio de los Cristianos". En 1683 se fundó formalmente la Asociación de María Auxiliadora, hoy presente en más de 60 países.

Un nuevo impulso a la devoción llegó en el siglo XIX, durante el cautiverio del Papa Pío VII. En 1806, el pontífice fue arrestado por orden de Napoleón tras negarse a unirse al bloqueo continental contra Inglaterra. Estuvo prisionero en Savona y Fontainebleau. Durante su encarcelamiento, prometió a la Virgen que, si recuperaba la libertad, dedicaría un día en su honor. El 24 de mayo de 1814, Pío VII regresó a Roma, y desde entonces esa fecha quedó establecida como la festividad litúrgica de María Auxiliadora.

Retrato de Pio VII por Jacques-Louis David. 1805. Museo del Louvre. (ver) (CC BY 3.0)

Sin embargo, fue San Juan Bosco (ver) quien promovió con mayor fuerza y alcance esta advocación. En 1860, el santo fundador de los Salesianos afirmó haber recibido una visión de la Virgen, en la cual ella le pidió ser honrada con el título de Auxiliadora y le señaló el lugar donde debía construirle un templo en Turín.

Don Bosco la Torino în 1880 (fotografie originală).(ver) (CC BY 3.0)

La construcción comenzó en 1863 con recursos mínimos, apenas cuarenta céntimos, pero, según Don Bosco, la providencia de María Auxiliadora permitió levantar el santuario en cinco años. El 9 de junio de 1868 se consagró la iglesia. El propio Don Bosco llegó a decir: “Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen” y “No existe un ladrillo que no sea señal de alguna gracia”. Desde este santuario, la devoción a María Auxiliadora comenzó a difundirse por el mundo, especialmente gracias a la expansión de las obras salesianas en los cinco continentes.

Entre las numerosas representaciones artísticas de esta advocación, la imagen más emblemática es la obra de Tomás Lorenzone, que preside la Basílica de María Auxiliadora en Turín.

Cuadro de María Auxiliadora pintado en 1865 por Tomas Andrés Lorenzone a solicitud de Don Bosco para la Basílica de María Auxiliadora de Turín. (ver) (CC BY 3.0)

María Santísima se presenta elevada en lo alto, rodeada por los coros celestiales. Primero, los ángeles la rodean en adoración, seguidos por los coros de los profetas, vírgenes y confesores. Bajo su presencia, sobre la tierra, se extienden los emblemas de sus grandes victorias, mientras los pueblos del mundo alzan sus manos hacia ella implorando su auxilio.

La Virgen aparece como Reina, coronada, y sostiene en su brazo izquierdo al Niño Jesús. En torno a Él se inclinan en reverencia todas las criaturas: los Apóstoles y los santos, en representación de la Iglesia militante, y los ángeles, como símbolo del Cielo. Es el homenaje universal al Verbo hecho carne.

Las coronas doradas que portan tanto la Madre como el Hijo evocan el oro, símbolo de realeza y gloria, y aluden directamente al texto del Apocalipsis: Una Mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza. Esta corona, a menudo enmarcada en un aro con las doce estrellas, refleja la riqueza simbólica del número doce en la Biblia, y las estrellas remiten también al linaje davídico.

En su mano derecha, María porta un cetro, signo de su dignidad real y participación en el reinado mesiánico de su Hijo. El Niño Jesús, por su parte, viste una túnica blanca de una sola pieza, símbolo de pureza y del misterio redentor. Este detalle recuerda la túnica sin costura de Cristo, que no fue dividida por los soldados durante la Pasión: La túnica era sin costura, tejida de una sola pieza de arriba abajo (Jn 19,23). Esta imagen también enlaza con la figura de José, hijo de Jacob, a quien su padre le regaló una túnica especial como muestra de su predilección: Le hizo una túnica de manga larga (Gn 37,3), expresión anticipada del amor del Padre hacia el Hijo único.

Iglesia de la Trinidad

Tiene acceso por una gran portada labrada en piedra que se encuentra situada en la alineación de la calle María Auxiliadora, y de la cual parte un espacio abierto estrecho y profundo, a modo de compás, al fondo del cual está la iglesia. 

Encima de la portada destaca un azulejo con una leyenda referente a la coronación canónica de la Virgen María Auxiliadora. Esta coronada por un retablo cerámico de María Auxiliadora y una cruz de forja con el símbolo de María.

Portada


Detalle de la parte superior de la portada

Detalle del retablo cerámico de María Auxiliadora

A la derecha de la portada, en la base de la torre, un retablo cerámico de María Auxiliadora de la Trinidad y un azulejo conmemorativo de la visita de la Esperanza Macarena, acompañado del escudo papal, como símbolo de su nombramiento como basílica.

María Auxiliadora 

El Altar Mayor está constituido por dos cuerpos, divididos en tres calles y ático.

El primer cuerpo está presidido por la imagen de María Auxiliadora, talla realizada a finales del siglo XIX por el catalán Perellada, alrededor de 1894-5, y policromada  por Casanovas. En 1941, con motivo de las Bodas de Oro de la Fundación Salesiana de la Santísima Trinidad, toda la imagen fue decorada con oro fino. La última restauración la hizo el antiguo alumno salesiano, José Pérez Conde.

La imagen mide 1,91 m. con peana y 1,55 m. sin peana. Con larga cabellera que le cae por la espalda, en la mano derecha porta un cetro y en la izquierda sostiene al Niño Jesús, que figura con los brazos abiertos. Esta imagen se ha convertido en modelo y paradigma para el mundo salesiano. Es la imagen más reproducida en calendarios, estampas, libros, etc. Muchos la llaman “La Virgen de los ojos bajos”.

La imagen fue bendecida el 30 de mayo de 1895 por el Excmo. Sr. Cardenal D. Benito Sanz y Forés, Arzobispo de Sevilla. Fue madrina la Serenísima Señora doña María Luisa Fernanda, Infanta de España. Después, Fray Diego de Valencina, guardián de los Padres Capuchinos de Sevilla.

Fue Coronada Canónicamente, el 13 de mayo de 1.954, por el Cardenal Pedro Segura en la Plaza Calvo Sotelo, actual Puerta de Jerez.

En la actualidad, la imagen de María Auxiliadora ocupa el centro del retablo del altar mayor, sobre una peana tallada por Manuel Guzmán Bejarano (ver), y desde el año 1981 pasó a convertirse en la Titular del Templo cuando fue declarado como “Santuario” por el Cardenal Bueno Monreal. Es titular de la archicofradía de María Auxiliadora, la patrona de los salesianos.

Vista general del Altar Mayor


Imagen de María Auxiliadora

Detalle de María Auxiliadora

Detalle de los pies y la peana

 RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Arquitectos  

Miguel de Zumarraga.

Miguel de Zumárraga (ca. 1550-1630). Hijo del cantero y aparejador de la Catedral de Sevilla, Juan Bautista de Zumárraga y de Isabel de la Cueva, aprendió el arte de la estereotomía con su padre. Con él adquirió los primeros conocimientos teóricos y prácticos que le fueron de gran utilidad para sus grandes proyectos.

Fue un experto cantero en una ciudad dominada por la albañilería y la carpintería. Su capacidad de diseño, de sabor protobarroco, le permitió la concreción de un tipo de portada y de espadaña, trazar retablos y rejas e, incluso, adaptarse a técnicas de raigambre mudéjar, asumiendo el ornato yesero, donde mostró destreza en recercos, tarjas y otros elementos.

Es uno de los grandes representantes dela arquitectura sevillana de finales del XVI y primer tercio del XVII.

Sus primeras intervenciones están asociadas a la construcción del Monasterio Jerónimo de Buenavista en Sevilla, para el que en 1581 labra las bóvedas del claustro alto y una serie de portadas de acceso a distintas dependencias del edificio, realizadas estas últimas hacia 1600.

Tras el fallecimiento de su padre en 1590, fue nombrado aparejador y ocupó temporalmente el puesto de maestro mayor de la Catedral de Sevilla mientras estuvo ausente el titular Asensio de Maeda (ver). En 1620, se convierte en maestro mayor de la catedral sevillana, simultaneando este puesto con otros trabajos

Sus grandes proyectos arquitectónicos se desarrollan en las dos últimas décadas de su vida. Muy significativo fue el diseño, en 1615, de la portada principal del Hospital sevillano de las Cinco Llagas, actual Parlamento de Andalucía, terminada en 1617, obra que le permitió estudiar la iglesia trazada por el arquitecto Hernán Ruiz el Joven.

De 1615 son las trazas de su más importante creación, la capilla del Sagrario de la catedral hispalense, en colaboración con los arquitectos Cristóbal de Rojas y Alonso de Vandelvira (ver).

Intervino con la colaboración de Juan de Oviedo (ver) en las obras del retablo y la portada del convento de Santa Clara.

Entre 1609 y 1630, año de su muerte, dirige la obra de la Casa Lonja de Sevilla, debiéndose a su labor el cierre con bóvedas vaídas del segundo piso y la escalera principal que transformaría el arquitecto Lucas Cintora entre 1785 y 1788. La escalera es, probablemente, la única existente en España del tipo conocido como “adulcido a regla”, es decir, sin ningún tipo de apoyo para sostenerse más que la pared que va rodeando. La bóveda, con decoración concéntrica de escamas, fue tallada por Gregorio Hernandez en 1611 y tiene en el centro una gran cartela con el anagrama “JHS” entre querubines.

Escalera de la Casa Lonja. (ver) (CC BY 3.0)

Centro de la bóveda de la escalera (ver) (CC BY 3.0)


En 1619, diseña el vanguardista proyecto del trascoro de la Catedral hispalense, proyecto que retomaría y culminaría a partir de 1630, el arquitecto Pedro Sánchez Falconete.

Otra de las obras que fue proyectada por Zumárraga, esta vez en colaboración con fray Miguel de Peñalosa y Andrés de Oviedo, fue la Iglesia del antiguo Convento de Trinitarios. Trazada en 1621, estuvo al frente de las mismas hasta su muerte

Entre enero de 1625 y mayo de 1626, ocupó el puesto de maestro mayor de los Reales Alcázares, edificio en el que se limitó a culminar las labores proyectadas por su antecesor en el cargo.

Singular en su producción fue el diseño de una portada clasicista monumental de cantería para la vieja fábrica gótica de la Magna Hispalensis, que no llegó a realizarse.