miércoles, 23 de julio de 2025

 ALGUNAS CURIOSIDADES DE SEVILLA

Santo Niño de la Guardia.

Imagen de la leyenda del martirio del Santo Niño de La Guardia (grabado, siglo XVIII). (ver) (CC BY 3.0)


La historia del llamado Santo Niño de La Guardia se inscribe en el clima de creciente hostilidad hacia los judíos en Castilla a finales del siglo XV. Aunque es dudoso que todos los detalles del relato se correspondan con hechos verificables, su difusión contribuyó significativamente a alimentar la animadversión contra la comunidad judía, que sería finalmente expulsada de los reinos hispánicos por los Reyes Católicos en 1492.

Según la tradición, el protagonista era un niño llamado Cristóbal (o Juan, según otras versiones), hijo de Alonso de Pasamontes y de Juana, conocida como “la Guindera”, quien era ciega. Nació en Toledo el 17 de diciembre de 1487. A los dos meses de edad, habría sido curado de epilepsia por la intercesión de San Juan de Mata, fundador de la Orden Trinitaria (ver). En señal de agradecimiento, su madre lo vistió con el hábito de dicha orden.

A los cuatro años, hacia 1491, el niño habría sido raptado por un grupo de judíos y conversos que, según se decía, pretendían realizar un acto de brujería con el fin de librarse de lo que consideraban males provenientes de los cristianos. Para ello, según esta versión, buscaban elaborar un polvo con el corazón de un niño bautizado y una hostia consagrada.

La narración afirma que los perpetradores llevaron al niño a una cueva en las cercanías de La Guardia (Toledo), durante la noche del Viernes Santo de 1491. Allí lo habrían sometido a diversas torturas que imitaban la pasión de Cristo, incluyendo la coronación de espinas, azotes, y finalmente una supuesta crucifixión. El corazón del niño habría sido extraído en un ritual blasfemo, y su cuerpo enterrado en secreto en un paraje cercano a Santa María de Pera.

Según las Actas de la Inquisición: “Lo llevaron al lugar llamado La Hoz de la Guardia y el Viernes Santo, al oscurecer, abofetean a la criatura, le escupen, le ponen corona de espinas y azotan sus espaldas. El rito se hace pronunciando sortilegios blasfemos. Crucifican al niño, le sacan el corazón con un cuchillo, y llevan su cadáver a enterrar en secreto a un lugar próximo a Santa María de Pera. Un sacristán les facilitó, de la iglesia que tenía bajo su custodia, una forma consagrada para “el rito sacrílego mágico que conminaba la muerte de los inquisidores y de todos los cristianos”.

La sagrada hostia se conserva en el Monasterio de Santo Tomás de Ávila, que se pudo construir gracias a la incautación de los bienes de los condenados por la Inquisición.

Este crimen fue juzgado por el Santo Oficio de la Universidad de Salamanca. Los acusados fueron los judíos conversos de La Guardia Alonso Franco, Lope Franco, García Franco, Juan Franco, Juan de Ocaña, Benito García, y los judíos Yucef Franco y Mose Abenamías, los primeros condenados por herejía, apostasía y crímenes contra la fe católica y los segundos condenados por la autoridad civil. Todos ellos murieron quemados en la hoguera en Ávila el 16 de noviembre de 1491.

Tiempo después, el cardenal Pedro González de Mendoza mandó representar al niño con hábito trinitario en una pintura devocional. Aunque no existen pruebas concluyentes de su canonización oficial, algunas fuentes atribuyen a Pío VII un reconocimiento como “San Cristofor” en el siglo XIX. Desde al menos 1580, se conmemora su fiesta el 25 de septiembre.

Retrato de Pio VII. Jacques-Louis David. 1805. Museo del Louvre. (ver) (CC BY 3.0)


A este niño se le atribuyen numerosos milagros, entre ellos la recuperación de la vista de su madre, y varias curaciones en Alcázar de Consuegra a comienzos de 1492, incluyendo la sanación de un tullido, una mujer con parálisis facial, un sordo y otra ciega. Se le atribuyen además muchas otras curaciones de niños y enfermos, recogidas en inscripciones en el santuario de La Guardia. La “Crónica de la Provincia de Castilla” de la Orden de la Santísima Trinidad documenta cerca de 600 milagros relacionados con él.

En el lugar donde habría ocurrido el supuesto martirio se levantó una ermita, atendida por religiosos trinitarios hasta la desamortización del siglo XIX. Entre sus guardianes se contaron figuras relevantes de la orden, como San Simón de Rojas, que fue uno de los más grandes propagadores de la devoción, y San Juan Bautista de la Concepción, que durante los primeros años de su ministerio fue predicador en La Guardia.

El relato inspiró diversas obras literarias, entre ellas dos piezas teatrales de Lope de Vega: “El niño inocente de La Guardia” y “El santo niño de la villa de La Guardia”. También ha sido objeto de estudios históricos que debaten su veracidad.

La figura del llamado Santo Niño de La Guardia, también conocida como “San Cristobalito”, continúa siendo motivo de controversia entre historiadores. Principalmente, porque no se hallaron ni el cuerpo ni el corazón del niño, lo que ha llevado a considerar el caso como una leyenda antijudía que pudo haber servido de pretexto para justificar acciones represivas en el marco de una sociedad profundamente marcada por la intolerancia religiosa.

Iglesia de la Trinidad. Basílica de María Auxiliadora

En el brazo izquierdo del crucero se localiza el retablo del Sagrado Corazón de Jesús, de fecha moderna y estilo neoclásico, a los lados unos ángeles. El ático se nos muestra la crucifixión de san Cristobalito de la Guardia.

Retablo del Sagrado Corazón de Jesús

San Cristobalito de la Guardia

Detalle superior

Detalle de los pies