ALGUNAS CURIOSIDADES DE SEVILLA
Santo Niño de la Guardia.
La historia del llamado Santo Niño de La Guardia se
inscribe en el clima de creciente hostilidad hacia los judíos en Castilla a
finales del siglo XV. Aunque es dudoso que todos los detalles del relato se
correspondan con hechos verificables, su difusión contribuyó significativamente
a alimentar la animadversión contra la comunidad judía, que sería finalmente
expulsada de los reinos hispánicos por los Reyes Católicos en 1492.
Según la
tradición, el protagonista era un niño llamado Cristóbal (o Juan, según otras
versiones), hijo de Alonso de Pasamontes y de Juana, conocida como “la
Guindera”, quien era ciega. Nació en Toledo el 17 de diciembre de 1487. A los
dos meses de edad, habría sido curado de epilepsia por la intercesión de San
Juan de Mata, fundador de la Orden Trinitaria (ver). En señal de agradecimiento, su
madre lo vistió con el hábito de dicha orden.
A los
cuatro años, hacia 1491, el niño habría sido raptado por un grupo de judíos y
conversos que, según se decía, pretendían realizar un acto de brujería con el
fin de librarse de lo que consideraban males provenientes de los cristianos.
Para ello, según esta versión, buscaban elaborar un polvo con el corazón de un
niño bautizado y una hostia consagrada.
La narración afirma que los perpetradores llevaron al
niño a una cueva en las cercanías de La Guardia (Toledo), durante la noche del
Viernes Santo de 1491. Allí lo habrían sometido a diversas torturas que
imitaban la pasión de Cristo, incluyendo la coronación de espinas, azotes, y
finalmente una supuesta crucifixión. El corazón del niño habría sido extraído
en un ritual blasfemo, y su cuerpo enterrado en secreto en un paraje cercano a
Santa María de Pera.
Según
las Actas de la Inquisición: “Lo llevaron al lugar llamado La Hoz de la
Guardia y el Viernes Santo, al oscurecer,
abofetean a la criatura, le escupen,
le ponen corona de espinas y azotan sus espaldas. El rito se hace pronunciando
sortilegios blasfemos. Crucifican al niño, le sacan el corazón con un cuchillo,
y llevan su cadáver a enterrar en secreto a un lugar próximo a Santa María de
Pera. Un sacristán les facilitó, de la iglesia que tenía bajo
su custodia, una forma consagrada para “el rito sacrílego mágico que conminaba la muerte de los
inquisidores y de todos los cristianos”.
La sagrada
hostia se conserva en el Monasterio de Santo Tomás de Ávila, que se pudo
construir gracias a la incautación de los bienes de los condenados por la
Inquisición.
Este
crimen fue juzgado por el Santo Oficio de la Universidad de Salamanca. Los
acusados fueron los judíos conversos de La Guardia Alonso Franco, Lope Franco,
García Franco, Juan Franco, Juan de Ocaña, Benito García, y los judíos Yucef
Franco y Mose Abenamías, los primeros condenados por herejía, apostasía y
crímenes contra la fe católica y los segundos condenados por la autoridad
civil. Todos ellos murieron quemados en la hoguera en Ávila el 16 de noviembre
de 1491.
Tiempo
después, el cardenal Pedro González de Mendoza mandó representar al niño con
hábito trinitario en una pintura devocional. Aunque no existen pruebas
concluyentes de su canonización oficial, algunas fuentes atribuyen a Pío VII un
reconocimiento como “San Cristofor” en el siglo XIX. Desde al menos 1580, se
conmemora su fiesta el 25 de septiembre.
Retrato de Pio VII. Jacques-Louis David. 1805. Museo del
Louvre. (ver) (CC BY 3.0)
A este
niño se le atribuyen numerosos milagros, entre ellos la recuperación de la
vista de su madre, y varias curaciones en Alcázar de Consuegra a comienzos de
1492, incluyendo la sanación de un tullido, una mujer con parálisis facial, un
sordo y otra ciega. Se le atribuyen además muchas otras curaciones de niños y
enfermos, recogidas en inscripciones en el santuario de La Guardia. La “Crónica de la Provincia de
Castilla” de la Orden de la Santísima Trinidad documenta cerca de 600 milagros relacionados con él.
En el lugar donde habría ocurrido el supuesto martirio
se levantó una ermita, atendida por religiosos trinitarios hasta la
desamortización del siglo XIX. Entre sus guardianes se contaron figuras
relevantes de la orden, como San Simón de Rojas, que
fue uno de los más grandes propagadores de la devoción, y San
Juan Bautista de la Concepción, que
durante los primeros años de su ministerio fue predicador en La Guardia.
El relato inspiró diversas obras literarias, entre
ellas dos piezas teatrales de Lope de Vega: “El niño
inocente de La Guardia” y “El santo niño
de la villa de La Guardia”. También ha sido objeto de estudios
históricos que debaten su veracidad.
La figura del
llamado Santo Niño de La Guardia, también conocida como “San Cristobalito”,
continúa siendo motivo de controversia entre historiadores. Principalmente,
porque no se hallaron ni el cuerpo ni el corazón del niño, lo que ha llevado a
considerar el caso como una leyenda antijudía que pudo haber servido de
pretexto para justificar acciones represivas en el marco de una sociedad
profundamente marcada por la intolerancia religiosa.
Iglesia
de la Trinidad. Basílica de María Auxiliadora
En el brazo izquierdo del crucero se
localiza el retablo del Sagrado
Corazón de Jesús, de fecha moderna y estilo neoclásico, a los lados unos
ángeles. El ático se nos muestra la crucifixión de san Cristobalito de la
Guardia.
Retablo del Sagrado Corazón de Jesús
San Cristobalito de la
Guardia
Detalle superior
Detalle de los pies