miércoles, 1 de febrero de 2023

 ALGUNAS CURIOSIDADES DE SEVILLA

Personajes históricos perseguidos por la Inquisición en Sevilla

En Sevilla, la Santa Inquisición desarrolló una gran actividad como muestran algunos historiadores. 

El cura de los Palacios que vivía en la época y fue cronista de los Reyes Católicos afirma que en los primeros 7 años en Sevilla se quemaron más de 700 reos y salieron 5.000 penitenciados.

Jerónimo Zurita describe a más 4.000 quemados para el año 1520. 

El padre Mariana cita en solo un año 2.000 ejecutados en la hoguera en Sevilla.

Según el historiador Joaquín Guichot, en un Auto de Fe, celebrado el 24 de septiembre de 1559, fueron quemados vivos Juan González, prior de San Isidoro; Fray García Arias; fray Cristóbal de Arellano; fray Juan Crisóstomo; fray Juan de León; fray Casiodoro; el medico don Cristóbal de Losada y el Rector del Colegio de la Doctrina Don Fernando San Juan. Fueron agarrotados Doña María de Vinues; doña María Coronel (mismo linaje que la famosa doña María Coronel del siglo XIII); Doña María Bohórquez; el padre Morcillo; Don Juan Ponce de León.

El 22 de diciembre de 1560, salieron tres estatuas (porque habían muerto anteriormente) el Doctor Igidio, el Doctor Constantino y el Doctor Juan Pérez. Además, catorce condenados a muerte en la hoguera y treinta y cuatro penitenciados con diversas penas.

Entre los que murieron en la hoguera figuran Doña Francisca Chaves, monja franciscana del convento de santa Isabel, y persona de familia ilustre; Ana de Rivera; Francisca Ruiz, esposa del aguacil Duran; María Gómez, viuda de un boticario de Lepe, su hermana Leonor y sus tres hijas Elvira, Teresa y Lucia; el arriero Juanillo Hernández y un mercader llamado Nicolás Burton. Entre los penitenciados a diversas penas figuraba doña Catalina Sarmiento, viuda de don Fernando Ponce de León; Doña María y doña Luisa Manuel; fray Diego López; fray Bernardino Valdés; fray Domingo Churruca; fray Gaspar de Porres y fray Bernardo, monjes de San Isidoro del Campo.

Pablo Antonio José de Olavide y Jáuregui 

Nació en Lima en 1725. En 1740 se licenció en Teología por la Real y Pontificia Universidad de san Marco. Fue catedrático de la misma en 1742, tras doctorarse en ambos Derechos, y oidor de la Real Audiencia de Lima en 1745, con apenas veinte años.

Retrato de Pablo deOlavide, grabado de Juan Moreno de Tejada por dibujo de Luis Paret y Alcázar.Biblioteca Nacional de España

Tras el terremoto de Lima de 1746 fue nombrado, por el propio virrey Manso de Velasco, administrador de los bienes de los fallecidos, especialmente de las obras pías, venidas al suelo por el seísmo, pero fue acusado de haber tomado dinero para obra impía, por lo que se fugó a España dejando cuantiosas deudas.  

Llega a España en 1752 y posteriormente se desplaza a Francia, donde estuvo ocho años.

Tras volver de Francia, el Conde de Aranda le incorpora a tareas en el gobierno y en 1766 Carlos III le encomendó los proyectos de colonización en diversas zonas meridionales de España, siendo nombrado Intendente de Sevilla y del Ejército de Andalucía y Superintendente de las nuevas poblaciones de Sierra Morena y Andalucía. 

Con este nuevo cargo planifica la reforma, al modelo del despotismo ilustrado, en el comercio, las infraestructuras, el urbanismo, la defensa y la promoción de la cultura, realizando la primera gran reforma de la Universidad. 

Su acomodada posición económica, hicieron que la Inquisición comenzara a vigilar estrechamente sus actividades y escritos. 

En 1.775 se le abrió un proceso inquisitorial por haber sostenido ciento veintiséis proposiciones heréticas, tales como haber defendido el sistema de Copérnico. 

Ingreso en prisión a fines de 1.776, juzgado en noviembre de 1.778, y la Inquisición lo declaró "convicto, hereje, infame y miembro podrido de la religión" y lo condenó a la pena de destierro, a la reclusión por ocho años en un convento, la confiscación de sus bienes y a la inhabilitación para desempeñar un cargo público, que se extendió a sus descendientes. 

Fue internado primero en Almagro (Ciudad Real), después en Sahagún (León) y finalmente en el convento de capuchinos de Murcia, donde el Inquisidor General Felipe Bertrán le concedió permiso para salir a tomar baños y aprovechó la situación para huir a Francia. 

En esta época disfruta de una holgada situación económica, gracias a la fortuna de su esposa y algunos prósperos negocios que le permiten alternar con influyentes aristócratas. 

Vivió la Revolución Francesa y la Convención le nombró “Ciudadano adoptivo de la república francesa”, pero el Comité de Salvación Publica dispuso su prisión en la cárcel de Orleans en 1.794.

En 1798 regresa a España invitado por Carlos IV que le amnistía de todas sus condenas y le concede una pensión.

Su creación literaria más destacada es “Historia de un filósofo desengañado”. Entre sus ensayos: “Informe sobre la Ley Agraria”, y el “Informe sobre el Proyecto de Colonización de Sierra Morena”. Escribe “En Evangelio en triunfo” (1797), fruto de una profunda crisis religiosa, donde expresa su arrepentimiento. 

María de Bohórquez

Miembro del grupo protestante de Ponce de León, hijo del conde de Bailén. 

Al parecer Juan Ponce de León no solo asistía regularmente a los conventículos heterodoxos que se reunían en la ciudad, sino que también fue una pieza fundamental para la introducción de libros heréticos europeos en Sevilla. 

El 7 de octubre de 1557 lo capturan en su huida en la localidad cordobesa de Adamuz junto a un arriero llamado Julián Hernández “Julianillo”.

María era una Joven muy culta que defendió sus creencias como católicas. Antes de su ejecución dos jesuitas y dos dominicos trataron de “salvar su alma” y salieron impresionados por su sabiduría y por la defensa de su fe. 

Fue agarrotada estrangulada, por luterana, y después quemaron su cuerpo en el quemadero del Prado de San Sebastián, en 1.559, con tan sólo 24 años de edad. Era hija ilegítima de Pedro García de Jerez y Bohorques, caballero principal de Sevilla.

Casiodoro de Reina

Casiodoro de Reina nació en Montemolín en el año 1520. 

Llegó a Sevilla para completar su formación en el Colegio de Santa María de Jesús donde coincidió con otros personajes como Antonio del Corro y Cipriano de Valera. 

Poco después entró a formar parte de los monjes jerónimos del monasterio de San Isidoro del Campo. Allí formó parte del grupo de estudio de Textos Sagrados organizado y fomentado por el maestre García Arias. 

Durante finales de la década de 1.540 y 1.550 este monasterio vivió una reforma interna suprimiendo las oraciones de difuntos, abandonando el culto a los santos y a las imágenes, así como las mortificaciones.

Casiodoro de Reina. Imagen procedente de Promotora Española de Lingüística.

Entre el verano y el otoño de 1.557 Casiodoro de Reina huyó del monasterio y de la influencia del Tribunal de la Inquisición hacia Ginebra como muchos otros de sus compañeros, entre ellos Cipriano de Valera y Antonio del Corro.

Durante los años posteriores su vida fue un viaje constante a Inglaterra, Frankfurt, Amberes, Orleans y Bergerac, perseguido tanto por la Inquisición como por sus correligionarios que dudaban de su ortodoxia. El 15 de marzo de 1594 falleció siendo el asistente del pastor Serranius.

Sin lugar a dudas estamos ante otro personaje de la heterodoxia sevillana que nunca concordó del todo con las confesiones protestantes europeas o lo hizo con todas, algo que lo condicionó durante toda su vida. 

Es un ejemplo de lo difuso de los límites existentes entre unas ortodoxias y otras, y de lo difícil que era estar totalmente de acuerdo con una u otra y a la misma vez sobrevivir en una Europa en conflicto constante.

Su traducción de la Biblia (la Biblia del Oso) fue la primera completa al castellano, procedente del griego y del hebreo. 

Fue quemada una imagen suya en un Auto de Fe en 1.562.

Santa Teresa de Jesús

En la calle toledana de los Aljibes, esquina con la de Tendillas, tuvo su “casa señorial” el bisabuelo paterno de Teresa, el judío Alonso Sánchez de Toledo.

La educación de Santa Teresa. García de Miranda, Juan. 1735. Óleo sobre lienzo. 162 x 226 cm. Museo del Prado. No expuesto

En esta casa nació el abuelo de la santa y también su padre, así como sus seis tíos, todos ellos conversos reconciliados por la Inquisición.

Su abuelo paterno, Juan Sánchez de Toledo, fue procesado por la Inquisición en 1.485 y obligado a llevar el sambenito durante siete viernes, por ello, la familia tuvo que abandonar un floreciente negocio de paños en Toledo y trasladarse a Ávila, con menos posibilidades, pero donde nadie los conocía ni sabía de su desgracia con el Santo Oficio. Su padre cambió el apellido Sánchez por el de su mujer, Cepeda, y obtuvieron un certificado falso de hidalguía, con objeto de limpiar su identidad.

A medida que se hace mayor, la vocación religiosa se le va planteando como una alternativa, aunque en lucha con el atractivo del mundo. Una amiga suya ingresa en la Encarnación y sus conversaciones la llevan al convencimiento de su vocación, ingresando, con la oposición de su padre, en 1.535.

Cuando Santa Teresa ingresó en el Monasterio de la Encarnación sufrió una gran frustración. Muchas de las monjas eran mujeres sinceramente convencidas y con vocación religiosa, pero otras eran hijas segundonas de buenas familias a quienes sus padres no habían conseguido un matrimonio “adecuado” conforme a su condición, otras eran viudas piadosas, hijas rebeldes o descarriadas de alcurnia. 

Las llamadas "doñas" tenían amplias habitaciones con cocina, despensa, oratorio, recibidor y alcoba propia, llevaban vestidos, joyas, alimentos y hasta servidumbre privada al convento. 

De ellas escribirá Santa Teresa que “están con más peligro que en el mundo” y que “es preferible casarlas muy bajamente que meterlas en monasterios”. 

Esto hizo que la santa se decidiera a buscar un camino nuevo y a la vez eterno, el retorno a la pureza de vida, a la regla originaria, a la verdad evangélica, lo que le llevó a la reforma del Carmelo y la primera fundación.

Fundó en total 17 conventos, pero murió en 1.582, sin haber publicado ninguna de sus obras, sin haber logrado fundar en Madrid, sin haber separado la orden de descalzos de la de calzados y con dudas sobre si sus monasterios se podrían mantener con el espíritu que ella infundió.

Fue beatificada por Pablo V en 1,614, canonizada por Gregorio XV en 1.622, y nombrada doctora de la Iglesia Universal por Pablo VI en 1.970. La primera mujer de las tres actuales doctoras de la Iglesia, Santa Catalina de Siena y Santa Teresita del Niño Jesús.

Gran aficionada a la lectura, siempre aconsejó a sus monjas que fueran lectoras de los buenos libros, que “son alimento para el alma como la comida lo es para el cuerpo”. Ella misma enseñó a leer y escribir a algunas de las novicias que ingresaron analfabetas en los conventos.

Igualmente era una gran aficionada a escribir, en una época que no se admitía que las mujeres fueran letradas, que tuvieran una vida activa de relaciones personales y, mucho menos, que se dedicaran a escribir. 

El padre Diego Yanguas, confesor de Santa Teresa, le ordenó quemar su comentario sobre los pasajes del “Cantar de los cantares” de Salomón, leídos en las oraciones matinales de las Carmelitas, porque no se podía consentir una interpretación de la Sagrada Escritura hecha por una mujer. 

En 1.575, santa Tersa de Jesús tuvo que comparecer ante la Inquisición en Sevilla al ser denunciada por una beata (María del Corro) expulsada del convento. 

Se le acusó de practicar una doctrina nueva y supersticiosa, llena de embustes y semejante a la de los alumbrados o iluminados de Extremadura. Santa Teresa fue interrogada, amenazada y estuvo a punto de ir a prisión, según nos refieren los escritos del padre Gracián.

Se conservan dos Cuentas de Conciencia, que son los escritos que ella hizo en su defensa, fechados en Triana, en el castillo de San Jorge, el 23 de enero de 1.576. La sentencia definitiva se desconoce, pero se supone que existió un documento absolutorio.

Una segunda denuncia procedió de la princesa de Éboli. Cuando Teresa construyó un convento de carmelitas descalzas en Pastrana, la princesa, a la muerte de su marido, se vistió con un hábito y se trasladó a vivir al convento acompañada por un gran séquito de sirvientes, con gran ostentación, lo que chocó con la austeridad de Santa Teresa, y la convirtió en su enemiga. 

Obtuvo el manuscrito original de la autobiografía “El libro de la Vida” y lo divulgó sin su permiso y fue utilizado por la Inquisición para acusarla.  

Samuel Abravanel (Juan Sánchez de Sevilla)

Hijo de Yehudá Abravanel, que había sido almojarife (encargado de recaudar los impuestos) del rey Fernando IV. La estirpe de los Abravanel pertenecía a la aristocracia hispano-judía desde antiguo y hacia remontar sus ancestros al Rey David.

No queda claro si la familia Abra-beni-el, como ellos se decían, procedía de Toledo y radica en Sevilla tras la reconquista o si fueron en origen sevillanos huidos a Toledo cuando el acoso almohade y luego retornados a Sevilla.

Samuel Nace en Sevilla cuando su familia ocupaba casas importantes de la Judería de Sevilla (existe documentación de propiedades de Samuel Abravanel en el Barrio de San Bartolomé el Nuevo), y hay una zona lindera con la muralla que se daba en llamar “adarve de los Abravanel o Abravannieles”.

Compró la casa de José Pichón, hoy Palacio de los Condes de Altamira, a quien sucedió en el cargo de “Contador Real”. 

Fue un hombre culto que protegió a algunos eruditos judíos y a alguno, como a Menájem ben Zeraj, le ayudo a ser rabino de Toledo.

El transcurso de los acontecimientos, la intuición de que los tiempos venideros serian nefastos para los judíos españoles, y el ajusticiamiento de Pichón,  lo hizo convertirse al cristianismo y existe documentación en las que se refieren a Samuel Abravanel como Juan Sánchez de Sevilla desde 1387.

Aparece en los escritos como tesorero mayor de la reina o del rey. Con la conversión pudo mantener la integridad de su patrimonio, así como la propia vida.

Blanco White 

Escritor, teólogo, crítico literario y bibliotecario, José María Blanco Crespo, conocido como Blanco White, es considerado como representante destacado de la Ilustración española. 

Ordenado sacerdote en 1800, fue canónigo de la Catedral de Sevilla. Su curiosidad intelectual lo convierte en un defensor a ultranza de la libertad religiosa y de conciencia. Es partidario de la independencia y la libre autodeterminación de las colonias. 

Estudioso y pensador infatigable, funda en Sevilla la Academia de las Letras Humanas. Alza su voz señalando a la Inquisición española como la causante principal de la decadencia, servilismo y terror de la sociedad.

José María Blanco White. Retrato a lápiz y aguada. Joseph Slater. 1812. National Portrait Gallery. Londres

Cansado del oscurantismo y la intolerancia, se marcha a Inglaterra en 1810, donde se hace anglicano y funda el primer periódico de oposición: “El Español”. Su circulación fue inmediatamente prohibida tanto en España como en las colonias. Los partidarios de la Inquisición iniciaron contra su persona y pensamiento una feroz campaña en la que él y su obra son tratados como el exponente máximo de la traición y el antipatriotismo.

Calle Jamerdana

Pietro Torrigiano 

Nació en Florencia en 1472, donde inició su formación artística en la corte de Lorenzo de Medici, y murió en Sevilla en 1528. 

Fue conocido por su carácter irascible y furioso, demostrado porque le rompió la nariz de un puñetazo a Miguel Ángel, así lo relata Cellini y el propio Miguel Ángel lo corrobora en su retrato como Nicodemo en la “Piedad Bondani” donde se representa con una nariz desfigurada. 

Fue uno de los precursores del Renacimiento y difundió esta tendencia por toda Europa e introdujo en Sevilla el marianismo en la escultura.

En 1521, llega a España, y trabaja primero en Granada y después en Sevilla, donde tuvo una gran influencia en el desarrollo posterior de la escultura sevillana. 

En Sevilla realizó varios trabajos para el Monasterio de san Jerónimo de Buenavista, como un “San Jerónimo Penitente” conservado en el Museo de Bellas Artes, una “Virgen con el Niño” y un busto de la Emperatriz Isabel de Portugal, con motivo de su matrimonio, actualmente en paradero desconocido. 

San Jerónimo Penitente. Pietro Torrigiano. Museo de Bellas Artes. Sevilla

Virgen de Belén. Pietro Torrigiano. Museo de Bellas Artes. Sevilla

En la sacristía del Monasterio de Guadalupe se guarda una copia del “san Jerónimo Penitente”, similar al de Sevilla, pero conservando el “león” señalado por su biógrafo Vasari.

En 1522, fue procesado y encarcelado por el Santo Oficio, debido a que destruyó una escultura de la Virgen, porque consideró que el Duque de Arcos, que se la encargó, no lo había retribuido adecuadamente y por ello el duque lo denunció a la Inquisición. En el Castillo de san Jorge murió ese mismo año por inanición al realizar una huelga de hambre.   

Muerte de Pietro Torrigiano en el Castillo de San Jorge de Sevilla. Grabado del siglo XIX

Francisco de Goya valoró a este genio artístico y visitó dos veces el convento para contemplar la obra del florentino y realizó un grabado dedicado al escultor. Se trata de una aguada en sepia titulada “No comas celebre Torregiano”, en la que se ve a un hombre frágil con los grilletes de la época en los pies y envuelto en una manta. 

No comas celebre Torregiano. Goya y Lucientes, Francisco de. 1814-1823. Aguada, Pincel, Tinta de hollín, Tinta parda, Tinta ferrogálica, Trazos de lápiz negro, Raspado sobre papel verjurado. 205 x 143 cm. Museo del Prado. No expuesto

María Dolores López

Se sabe que nació en Sevilla, pero no su fecha. A los 12 años se quedó ciega sin conocerse tampoco el motivo de su ceguera.

Decía que tenía revelaciones y tratos con la Virgen, hablando con su ángel de la guarda y hasta con el Niño Jesús, al que llamaba el “Tiñosito”, por lo que fue condenada a la hoguera, también por tener relaciones con varios de sus confesores.

Fue la última víctima de la Inquisición en Sevilla en 1781. Fue detenida dos años antes mientras vendía huevos en la calle de los Dados (Puente y Pellón). 

Se arrepintió en el auto de fe y para evitar ser quemada pidió una completa confesión, que duró tres horas en la Capilla Real, situada en una esquina de la calle Sierpes con la Plaza de san Francisco. 

En el quemadero se le dio garrote y su cuerpo fue quemado.

Este hecho lo narra el escritor José María Blanco White, que fue testigo cuando solo tenía 8 años, por lo que le dejó una huella imborrable para toda su vida. 

Inicio de Alegación fiscal del proceso de fe de María Dolores López seguido en el Tribunal de la Inquisición de Sevilla. Archivo Histórico Nacional. INQUSICION, 3721, Exp. 100

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