ALGUNAS CURIOSIDADES DE SEVILLA
Personajes históricos perseguidos por la Inquisición en Sevilla
En Sevilla, la Santa Inquisición desarrolló una gran actividad como muestran algunos historiadores.
El cura de los Palacios que vivía en la época y fue cronista de los Reyes Católicos afirma que en los primeros 7 años en Sevilla se quemaron más de 700 reos y salieron 5.000 penitenciados.
Jerónimo Zurita describe a más 4.000 quemados para el año 1520.
El padre Mariana cita en solo un año 2.000 ejecutados en la
hoguera en Sevilla.
Según el historiador Joaquín
Guichot, en un Auto de Fe, celebrado el 24 de septiembre de 1559, fueron
quemados vivos Juan González, prior de San Isidoro; Fray García Arias; fray
Cristóbal de Arellano; fray Juan Crisóstomo; fray Juan de León; fray Casiodoro;
el medico don Cristóbal de Losada y el Rector del Colegio de la Doctrina Don
Fernando San Juan. Fueron agarrotados Doña María de Vinues; doña María Coronel (mismo
linaje que la famosa doña María Coronel del siglo XIII); Doña María Bohórquez;
el padre Morcillo; Don Juan Ponce de León.
El 22 de diciembre de 1560,
salieron tres estatuas (porque habían muerto anteriormente) el Doctor Igidio,
el Doctor Constantino y el Doctor Juan Pérez. Además, catorce condenados a muerte en la
hoguera y treinta y cuatro penitenciados con diversas penas.
Entre los que murieron en la
hoguera figuran Doña Francisca Chaves, monja franciscana del convento de santa
Isabel, y persona de familia ilustre; Ana de Rivera; Francisca Ruiz, esposa del
aguacil Duran; María Gómez, viuda de un boticario de Lepe, su hermana Leonor y
sus tres hijas Elvira, Teresa y Lucia; el arriero Juanillo Hernández y un mercader
llamado Nicolás Burton. Entre los penitenciados a diversas penas figuraba doña
Catalina Sarmiento, viuda de don Fernando Ponce de León; Doña María y doña
Luisa Manuel; fray Diego López; fray Bernardino Valdés; fray Domingo Churruca;
fray Gaspar de Porres y fray Bernardo, monjes de San Isidoro del Campo.
Pablo Antonio José de Olavide y Jáuregui
Nació en Lima en 1725. En 1740 se licenció en Teología por la Real y
Pontificia Universidad de san Marco. Fue catedrático de la misma en 1742, tras
doctorarse en ambos Derechos, y oidor de la Real Audiencia de Lima en
1745, con apenas veinte años.
Tras el terremoto de Lima de 1746 fue nombrado, por el propio
virrey Manso de Velasco, administrador de los bienes de los
fallecidos, especialmente de las obras pías, venidas al suelo por el seísmo,
pero fue acusado de haber tomado dinero para obra impía, por lo que se fugó a
España dejando cuantiosas deudas.
Llega a España en 1752 y posteriormente se desplaza a Francia, donde estuvo ocho años.
Tras volver de Francia, el Conde de Aranda le incorpora a tareas en el gobierno y en 1766 Carlos III le encomendó los proyectos de colonización en diversas zonas meridionales de España, siendo nombrado Intendente de Sevilla y del Ejército de Andalucía y Superintendente de las nuevas poblaciones de Sierra Morena y Andalucía.
Con este nuevo cargo planifica la reforma, al modelo
del despotismo ilustrado, en el comercio, las infraestructuras, el
urbanismo, la defensa y la promoción de la cultura, realizando la primera
gran reforma de la Universidad.
Su acomodada posición económica, hicieron que la Inquisición comenzara a vigilar estrechamente sus actividades y escritos.
En 1.775 se le abrió un proceso inquisitorial por haber sostenido ciento veintiséis proposiciones heréticas, tales como haber defendido el sistema de Copérnico.
Ingreso en prisión a fines de 1.776, juzgado en noviembre de 1.778, y la Inquisición lo declaró "convicto, hereje, infame y miembro podrido de la religión" y lo condenó a la pena de destierro, a la reclusión por ocho años en un convento, la confiscación de sus bienes y a la inhabilitación para desempeñar un cargo público, que se extendió a sus descendientes.
Fue internado primero en Almagro (Ciudad Real), después en Sahagún (León) y finalmente en el convento de capuchinos de Murcia, donde el Inquisidor General Felipe Bertrán le concedió permiso para salir a tomar baños y aprovechó la situación para huir a Francia.
En esta época disfruta de una holgada situación económica, gracias a la fortuna de su esposa y algunos prósperos negocios que le permiten alternar con influyentes aristócratas.
Vivió la Revolución Francesa y la Convención le nombró “Ciudadano adoptivo de la república francesa”, pero el Comité de Salvación Publica dispuso su prisión en la cárcel de Orleans en 1.794.
En 1798 regresa a España invitado por Carlos IV que
le amnistía de todas sus condenas y le concede una pensión.
Su creación literaria más destacada es “Historia de un filósofo
desengañado”. Entre sus ensayos: “Informe sobre la Ley Agraria”, y el “Informe
sobre el Proyecto de Colonización de Sierra Morena”. Escribe “En Evangelio en
triunfo” (1797), fruto de una profunda crisis religiosa, donde expresa su
arrepentimiento.
María de Bohórquez
Miembro del grupo protestante de Ponce de León, hijo del conde de Bailén.
Al parecer Juan Ponce de León no solo asistía regularmente a los conventículos heterodoxos que se reunían en la ciudad, sino que también fue una pieza fundamental para la introducción de libros heréticos europeos en Sevilla.
El 7
de octubre de 1557 lo capturan en su huida en la localidad cordobesa de Adamuz
junto a un arriero llamado Julián
Hernández
“Julianillo”.
María era una Joven muy culta que defendió sus creencias como católicas. Antes de su ejecución dos jesuitas y dos dominicos trataron de “salvar su alma” y salieron impresionados por su sabiduría y por la defensa de su fe.
Fue
agarrotada estrangulada, por luterana, y después quemaron su cuerpo en el
quemadero del Prado de San Sebastián, en 1.559, con tan sólo 24 años de edad.
Era hija ilegítima de Pedro García de Jerez y Bohorques, caballero principal de
Sevilla.
Casiodoro de Reina
Casiodoro de Reina nació en Montemolín en el año 1520.
Llegó a Sevilla para completar su formación en el Colegio de Santa María de Jesús donde coincidió con otros personajes como Antonio del Corro y Cipriano de Valera.
Poco después entró a formar parte de los monjes jerónimos del monasterio de San Isidoro del Campo. Allí formó parte del grupo de estudio de Textos Sagrados organizado y fomentado por el maestre García Arias.
Durante finales de la década de 1.540 y 1.550 este
monasterio vivió una reforma interna suprimiendo las oraciones de difuntos,
abandonando el culto a los santos y
a las imágenes, así como las mortificaciones.
Casiodoro de Reina. Imagen procedente de Promotora Española de Lingüística.
Entre el verano y el otoño de 1.557
Casiodoro de Reina huyó del monasterio y de la influencia del Tribunal de la
Inquisición hacia Ginebra como muchos otros de sus compañeros, entre ellos Cipriano de Valera y Antonio del
Corro.
Durante los años posteriores su vida fue
un viaje constante a Inglaterra, Frankfurt, Amberes, Orleans y Bergerac,
perseguido tanto por la Inquisición como por sus correligionarios que dudaban
de su ortodoxia. El 15 de marzo de 1594 falleció siendo el asistente del
pastor Serranius.
Sin lugar a dudas estamos ante otro personaje de la heterodoxia sevillana que nunca concordó del todo con las confesiones protestantes europeas o lo hizo con todas, algo que lo condicionó durante toda su vida.
Es un ejemplo de lo difuso de los límites existentes entre unas
ortodoxias y otras, y de lo difícil que era estar totalmente de acuerdo con una
u otra y a la misma vez sobrevivir en una Europa en conflicto constante.
Su traducción de la Biblia (la Biblia del Oso) fue la primera completa al castellano, procedente del griego y del hebreo.
Fue quemada una imagen suya en
un Auto de Fe en 1.562.
Santa Teresa de Jesús
En la calle toledana de los Aljibes,
esquina con la de Tendillas, tuvo su “casa señorial” el bisabuelo paterno de
Teresa, el judío Alonso Sánchez de Toledo.
En esta
casa nació el abuelo de la santa y también su padre, así como sus seis tíos,
todos ellos conversos reconciliados por la Inquisición.
Su abuelo paterno, Juan Sánchez de Toledo, fue
procesado por la Inquisición en 1.485 y obligado a llevar el sambenito durante
siete viernes, por ello, la familia tuvo que abandonar un floreciente negocio
de paños en Toledo y trasladarse a Ávila, con menos posibilidades, pero donde
nadie los conocía ni sabía de su desgracia con el Santo Oficio. Su padre cambió el apellido
Sánchez por el de su mujer, Cepeda, y obtuvieron un certificado falso de
hidalguía, con objeto de
limpiar su identidad.
A medida que se hace mayor, la vocación
religiosa se le va planteando como una alternativa, aunque en lucha con el
atractivo del mundo. Una amiga suya ingresa en la Encarnación y sus
conversaciones la llevan al convencimiento de su vocación, ingresando, con la
oposición de su padre, en 1.535.
Cuando Santa Teresa ingresó en el Monasterio de la Encarnación sufrió una gran frustración. Muchas de las monjas eran mujeres sinceramente convencidas y con vocación religiosa, pero otras eran hijas segundonas de buenas familias a quienes sus padres no habían conseguido un matrimonio “adecuado” conforme a su condición, otras eran viudas piadosas, hijas rebeldes o descarriadas de alcurnia.
Las llamadas "doñas" tenían amplias habitaciones con cocina, despensa, oratorio, recibidor y alcoba propia, llevaban vestidos, joyas, alimentos y hasta servidumbre privada al convento.
De ellas escribirá Santa Teresa que “están con más peligro que en el mundo” y que “es preferible casarlas muy bajamente que meterlas en monasterios”.
Esto hizo que
la santa se decidiera a buscar un camino nuevo y a la vez eterno, el retorno a
la pureza de vida, a la regla originaria, a la verdad evangélica, lo que le llevó a la reforma del Carmelo y la primera fundación.
Fundó en total 17 conventos,
pero murió en 1.582, sin haber publicado ninguna de sus obras, sin haber logrado
fundar en Madrid, sin haber separado la orden de descalzos de la de calzados y
con dudas sobre si sus monasterios se podrían mantener con el espíritu que ella
infundió.
Fue beatificada por Pablo V
en 1,614, canonizada por Gregorio XV en 1.622, y nombrada doctora de la Iglesia
Universal por Pablo VI en 1.970. La primera mujer de las tres actuales doctoras
de la Iglesia, Santa Catalina de Siena y Santa Teresita del Niño Jesús.
Gran
aficionada a la lectura, siempre aconsejó a sus monjas que fueran lectoras de
los buenos libros, que “son alimento para el alma como la comida lo es para el
cuerpo”. Ella misma enseñó a leer y escribir a algunas de las novicias que
ingresaron analfabetas en los conventos.
Igualmente era una gran aficionada a escribir, en una época que no se admitía que las mujeres fueran letradas, que tuvieran una vida activa de relaciones personales y, mucho menos, que se dedicaran a escribir.
El padre Diego Yanguas, confesor de Santa Teresa, le
ordenó quemar su comentario sobre los pasajes del “Cantar de los cantares” de
Salomón, leídos en las oraciones matinales de las Carmelitas, porque no se
podía consentir una interpretación de la Sagrada Escritura hecha por una mujer.
En 1.575, santa Tersa de Jesús tuvo que comparecer ante la Inquisición en Sevilla al ser denunciada por una beata (María del Corro) expulsada del convento.
Se le acusó de practicar una
doctrina nueva y supersticiosa, llena de embustes y semejante a la de los
alumbrados o iluminados de Extremadura. Santa Teresa fue
interrogada, amenazada y estuvo a punto de ir a prisión, según nos refieren los
escritos del padre Gracián.
Se conservan dos Cuentas
de Conciencia, que son los escritos que ella hizo en su defensa, fechados en
Triana, en el castillo de San Jorge, el 23 de enero de 1.576. La sentencia
definitiva se desconoce, pero se supone que existió un documento absolutorio.
Una segunda denuncia procedió de la princesa de Éboli. Cuando Teresa construyó un convento de carmelitas descalzas en Pastrana, la princesa, a la muerte de su marido, se vistió con un hábito y se trasladó a vivir al convento acompañada por un gran séquito de sirvientes, con gran ostentación, lo que chocó con la austeridad de Santa Teresa, y la convirtió en su enemiga.
Obtuvo el manuscrito original de la
autobiografía “El libro de la Vida” y lo divulgó sin su permiso y fue
utilizado por la Inquisición para acusarla.
Samuel Abravanel (Juan Sánchez de Sevilla)
Hijo de Yehudá
Abravanel, que había sido almojarife (encargado de recaudar los impuestos) del rey Fernando IV. La estirpe de los Abravanel pertenecía a la aristocracia
hispano-judía desde antiguo y hacia remontar sus ancestros al Rey David.
No queda claro si la
familia Abra-beni-el, como ellos se decían, procedía de Toledo y radica en
Sevilla tras la reconquista o si fueron en origen sevillanos huidos a Toledo
cuando el acoso almohade y luego retornados a Sevilla.
Samuel Nace en Sevilla cuando su familia ocupaba casas importantes de la
Judería de Sevilla (existe documentación de propiedades de Samuel Abravanel en
el Barrio de San Bartolomé el Nuevo), y hay una zona lindera con la muralla que
se daba en llamar “adarve de los Abravanel o Abravannieles”.
Compró la casa de José Pichón, hoy Palacio de los Condes de Altamira, a
quien sucedió en el cargo de “Contador Real”.
Fue un hombre culto que protegió a algunos eruditos judíos y a alguno,
como a Menájem ben Zeraj, le ayudo a ser rabino de Toledo.
El transcurso de los acontecimientos, la intuición de que los tiempos
venideros serian nefastos para los judíos españoles, y el ajusticiamiento de
Pichón, lo hizo convertirse al
cristianismo y existe documentación en las que se refieren a Samuel Abravanel
como Juan Sánchez de Sevilla desde 1387.
Aparece en los escritos como tesorero mayor de la reina o del rey. Con la
conversión pudo mantener la integridad de su patrimonio, así como la propia
vida.
Blanco White
Escritor, teólogo, crítico literario y bibliotecario, José María Blanco Crespo, conocido como Blanco White, es considerado como representante destacado de la Ilustración española.
Ordenado sacerdote en 1800, fue canónigo de la Catedral de Sevilla. Su curiosidad intelectual lo convierte en un defensor a ultranza de la libertad religiosa y de conciencia. Es partidario de la independencia y la libre autodeterminación de las colonias.
Estudioso y
pensador infatigable, funda en Sevilla la Academia de las Letras Humanas. Alza
su voz señalando a la Inquisición española como la causante principal de la
decadencia, servilismo y terror de la sociedad.
Cansado del oscurantismo y la intolerancia, se marcha a Inglaterra en
1810, donde se hace anglicano y funda el primer periódico de oposición: “El
Español”. Su circulación fue inmediatamente prohibida tanto en España como en
las colonias. Los partidarios de la Inquisición iniciaron contra su persona y
pensamiento una feroz campaña en la que él y su obra son tratados como el
exponente máximo de la traición y el antipatriotismo.
Pietro Torrigiano
Nació en Florencia en 1472, donde inició su formación artística en la corte de Lorenzo de Medici, y murió en Sevilla en 1528.
Fue conocido por su carácter
irascible y furioso, demostrado porque le rompió la nariz de un puñetazo a
Miguel Ángel, así lo relata Cellini y el propio Miguel Ángel lo corrobora en su
retrato como Nicodemo en la “Piedad Bondani” donde se representa con una nariz
desfigurada.
Fue
uno de los precursores del Renacimiento y difundió esta tendencia por toda
Europa e introdujo en Sevilla el marianismo en la escultura.
En 1521, llega a España, y trabaja primero en Granada y después en Sevilla, donde tuvo una gran influencia en el desarrollo posterior de la escultura sevillana.
En Sevilla realizó varios
trabajos para el Monasterio de san Jerónimo de Buenavista, como un “San
Jerónimo Penitente” conservado en el Museo de Bellas Artes, una “Virgen
con el Niño” y un busto de la Emperatriz Isabel de Portugal, con motivo de su
matrimonio, actualmente en paradero desconocido.
En la sacristía del Monasterio de
Guadalupe se guarda una copia del “san Jerónimo Penitente”, similar al de
Sevilla, pero conservando el “león” señalado por su biógrafo Vasari.
En 1522, fue procesado y encarcelado por
el Santo Oficio, debido a que destruyó una escultura de la Virgen, porque
consideró que el Duque de Arcos, que se la encargó, no lo había retribuido
adecuadamente y por ello el duque lo denunció a la Inquisición. En el Castillo
de san Jorge murió ese mismo año por inanición al realizar una huelga de
hambre.
Muerte de Pietro Torrigiano en el Castillo de San Jorge de Sevilla. Grabado del siglo XIX
Francisco de Goya valoró a este genio artístico y visitó dos veces el convento para contemplar la obra del florentino y realizó un grabado dedicado al escultor. Se trata de una aguada en sepia titulada “No comas celebre Torregiano”, en la que se ve a un hombre frágil con los grilletes de la época en los pies y envuelto en una manta.
María Dolores López
Se sabe que nació en Sevilla, pero no su fecha. A los 12 años se quedó
ciega sin conocerse tampoco el motivo de su ceguera.
Decía que tenía revelaciones y tratos con la Virgen, hablando con su
ángel de la guarda y hasta con el Niño Jesús, al que llamaba el “Tiñosito”, por
lo que fue condenada a la hoguera, también por tener relaciones con varios de
sus confesores.
Fue la última víctima de la Inquisición en Sevilla en 1781. Fue detenida dos años antes mientras vendía huevos en la calle de los Dados (Puente y Pellón).
Se arrepintió en el auto de fe y para evitar ser quemada pidió una completa confesión, que duró tres horas en la Capilla Real, situada en una esquina de la calle Sierpes con la Plaza de san Francisco.
En el quemadero se
le dio garrote y su cuerpo fue quemado.
Este hecho lo narra el escritor José María Blanco White, que fue testigo
cuando solo tenía 8 años, por lo que le dejó una huella imborrable para toda su
vida.
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