AREA DE SANTA CRUZ
Convento-Iglesia de San José del Carmen (Teresitas).
Jerónimo de la Madre de Dios le propuso a Teresa (ver) fundar un convento de carmelitas descalzas en Sevilla. Teresa no quiso por razones que se desconocen, pero terminó dejándose convencer.
Partió el 18 de mayo de 1575, cuando tenía 60 años cumplidos, y después de pasar por un viaje incómodo y con la salud tocada, acompañada de seis religiosas y tres religiosos, todos en cuatro carros.
En mayo de 1575, santa Teresa llegó a Sevilla la ciudad más habitada de España debido a su condición de puerta y comercio de Indias. Además, Sevilla era una ciudad rica en que se simultaneaban gente de alta condición con otras de mala vida. También comprobó que en Sevilla hacía mucho calor.
De todo ello deriva sus frases:” Yo confieso que esta tierra no es para mí” “Aquí con no pecar basta”.
Teresa pretendía fundar un nuevo convento, contando con la protección de Leonor de Valera, su primera bienhechora, pero estando bajo vigilancia del Santo Oficio (ver) por culpa de bulos y calumnias (entre los inquisidores de ese momento estaba el licenciado Carpio, tío de Lope de Vega).
En 1.575, santa Tersa de Jesús tuvo que comparecer ante la Inquisición en Sevilla al ser denunciada por una beata (María del Corro) expulsada del convento.
Se le acusó de practicar una doctrina nueva y supersticiosa, llena de embustes y semejante a la de los alumbrados o iluminados de Extremadura. Santa Teresa fue interrogada, amenazada y estuvo a punto de ir a prisión, según nos refieren los escritos del padre Gracián.
Se conservan dos Cuentas de Conciencia, que son los escritos que ella hizo en su defensa, fechados en Triana, en el castillo de San Jorge, el 23 de enero de 1.576. La sentencia definitiva se desconoce, pero se supone que existió un documento absolutorio.
Además, tuvo que enfrentarse a la oposición del propio clero sevillano, ya que el arzobispo Cristóbal de Rojas y Sandoval al parecer no quería que en ella se fundaran más monasterios de pobreza y limosnas, porque ya había demasiados conventos en la ciudad. Pero finalmente lo promovió al quedar fascinado por el carisma de Teresa.
Funda el primer monasterio en la calle de las Armas (actual Alfonso XII), en una casa sin ninguna comodidad, sin muebles y sin comida, y el segundo en un edificio de la calle de la Pajería (actual Zaragoza), donde una placa lo recuerda, gracias a la aportación de 6.000 ducados por parte de su hermano Lorenzo de Cepeda, que había hecho fortuna durante su estancia en Perú.
Edificio de la calle Zaragoza, antigua de la Pajería
Placa recordatoriaLa inauguración solemne se realizó el 3 de junio de 1576. El arzobispo instaló el Santísimo Sacramento en la capilla del Convento y antes de partir bendijo a Teresa y luego, ante el asombro general, le pidió a Teresa que le bendijera a él.
El traslado de las monjas a este segundo edificio se realiza 1 de mayo de 1576, pero el solar era colindante con el convento de san Francisco y los monjes no quisieron compartir el agua con ellas, por lo que Teresa diría la frase: “Entre santa y santo, pared de cal y canto”.
El 28 de mayo de 1576, Teresa dejó Sevilla con su hermano Lorenzo y sus hijos, y llegaron a Toledo el 23 de junio de 1576.
A pesar de estas disputas, las descalzas vivieron durante 12 años en este convento y Teresa se marchó de Sevilla sin conocer el tercer convento de su congregación, que es el de san José del Carmen (conocido como las Teresas), en el barrio de santa Cruz, que se inicia bajo la dirección de San Juan de la Cruz.
El lugar había sido propiedad de la Orden de Alcántara, vendida a Diego de Llerena fue heredada por su hija, que traspasó la propiedad al banquero Pedro de Morga, que erigió un palacio en los terreros. Tras la ruina del banquero, la finca salió a subasta y la adquirió Alonso de Paz, a quien se la compraron las monjas descalzas, que la ampliaron al comprar varias casas aledañas.
Se inició la construcción del templo en 1603 bajo la dirección del maestro mayor, Vermondo Resta, por lo que fue concebido en el momento de la transición del manierismo al barroco, en el contexto de una arquitectura de corte sobrio posterior al Concilio de Trento y en conexión con los preceptos de austeridad de la orden carmelita reformada. El edificio se terminó entre 1615 y 1618 y se consagró en 1616.
La desamortización de los años 1835 a 1837 obligó al cierre de todos los monasterios con menos de 20 monjas, problema que resolvieron apelando a la reina Isabel II.
En la primera mitad de los 900 se iniciaron los trabajos de restauración con la construcción de nuevas células y nuevos servicios.
EXTERIOR
La fachada principal se abre a la calle Santa Teresa,
quedando en ella claramente diferenciadas las dos zonas principales, la iglesia
y las dependencias conventuales.
Un fuste de columna marca el límite correspondiente entre la fachada de la
iglesia y el inicio de la fachada conventual, que esta discretamente
retranqueada.
Fachada de la Iglesia y del Convento
La portada principal del
convento es de sencilla composición adintelada decorada solo con una pintura
mural, situada sobre el dintel e incluida en una tarja sujeta por figuras de
ángeles y sobre la que se encuentra una pequeña ventana protegida por herrajes
de forja. Otra ventana de forja se sitúa a la izquierda de la portada.
Portada principal del Convento
Detalle de la pintura mural
En el resto de las fachadas se
sigue el esquema común del tipo conventual permaneciendo a la vista algunas
piedras de molinos embutidas en la parte baja. Se resaltan los zócalos en color
almagra al igual que los escasos elementos constructivos existentes, como la
línea de cornisa del primer y segundo cuerpo o alguna pequeña ventana protegida
con herrajes.
Detalle de la fachada
En el quiebro del muro de la fachada
lateral se encuentra un pequeño retablo de azulejos que representa Santa Teresa
de Jesús.
Retablo de Santa Teresa
Detalle del azulejo
La iglesia se encuentra situada a la
izquierda de las dependencias del convento.
La portada principal de la iglesia del siglo XVI se
compone de un vano adintelado que descansa sobre dos ménsulas y sobre la que se
encuentra un tejaroz, con estructura de madera, apoyado en el muro mediante tornapuntas de forja y con teja
árabe bajo el que aparecen pinturas murales con diversas escenas.
Las dos hojas de la puerta son de madera,
ensamblada y claveteada, presentando cada una de ellas sendas portezuelas.
Portada principal de la Iglesia
La Inmaculada Concepción entre monjas de la
Orden en la zona central, y en los laterales, San José y Santa Teresa. En la
parte superior se recogen tarjas en las que se representan una espada flameante
en el lado izquierdo y un libro en la zona derecha sobre los tres paños que
configuran el vuelo del tejaroz, mientras que en el centro está representado el
escudo de la Orden Carmelita descalza y la figura del Espíritu Santo en forma
de paloma entre cabezas de querubines.
Detalle de la espada flameante
Detalle del libro
Detalle del escudo de la Orden Carmelita descalza
Detalle del Espíritu Santo en forma de paloma
En lo alto una cruz de forja.
Detalle de la Cruz
INTERIOR
El espacio interior consta de
una sola nave de planta rectangular que se cubre mediante bóveda de cañón con
lunetos, mientras la capilla mayor, cuadrada, lo hace con cúpula semiesférica.
En sus muros muestra ocho grandes hornacinas, cuatro a cada lado, que alojan
los retablos.
Vista desde los pies del templo
Realizamos la descripción, como
siempre por el muro de la epístola y seguimos en sentido contrario a las agujas
del reloj y terminamos por los pies del templo.
Muro de
la Epístola
En primer lugar, en una zona bastante oscura y
difícil de fotografiar destaca el retablo dedicado a la Santa carmelita María
Magdalena Pazzi (ver),
antes llamado de las Reliquias.
Es atribuido
al ensamblador Bartolomé de la Puerta, de estilo protobarroco y del primer
tercio del siglo XVII, aunque
con repintes del siglo XIX,
que responde al esquema de doble arco habitual de casi todos los retablos de la
iglesia.
Retablo de María
Magdalena de Pazzi
La zona central debió estar ocupada por un lienzo
del que se conserva un marco de ovas y dentellones, que con posterioridad sería
sustituido por la urna con la imagen de Santa Magdalena de Pazzis del
siglo XIX.
La santa viste el hábito carmelita, lleva en sus
manos el Crucifijo entre dos ramas de lis y, sobre la cabeza, la corona de
espinas.
Detalle de la Imagen
Sin embargo, el día que realizo la visita me da la impresión
de que la Santa ha sido sustituida por una Inmaculada.
En el ático y flanqueada por roleos y guirnaldas, se
halla una pintura de La Piedad que evoca el manierismo toscano por el
alargamiento y escorzo de la figura de Cristo, evidenciando que se trata de una
obra renacentista del siglo XVI relacionada
con la pintura del sevillano Luis de Morales.
Detalle de la Piedad
en el ático
Le sigue el retablo de San Carlos Borromeo, costeado por Juan
Castillo de la Hoz en 1627. De estilo manierista, en cuya zona central, e inserta en una
hornacina flanqueada por pilastras, se ubica la escultura en busto de San
Carlos, de principios del XVII.
Retablo de San
Carlos Borromeo
Detalle del busto
En el
interior e intradós del gran arco de medio punto que rodea el busto del titular
se muestran doce pinturas de óleos sobre tabla, de la misma época del retablo,
que muestra escena de su vida:
Nacimiento de
San Carlos Borromeo, San Carlos niño rezando, San
Carlos recibiendo el capelo cardenalicio, Tentación de San Carlos Borromeo, La muerte
de San Carlos Borromeo, Retiro al monte Varolio, San Carlos rezando en la
capilla, San Carlos orando ante el Crucificado, San Carlos visitando a un
enfermo, San Carlos en procesión, San Carlos visitando a los enfermos, San
Carlos con los Pastores, San Carlos Peregrino.
Nacimiento de San
Carlos Borromeo
San Carlos niño
rezando
San Carlos
recibiendo el capelo cardenalicio
Tentación de San
Carlos Borromeo
La muerte de San
Carlos Borromeo
Retiro al monte
Varallio
San Carlos rezando
en la capilla
San Carlos orando
ante el Crucificado
San Carlos visitando
a un enfermo
San Carlos en
procesión
San Carlos visitando
a los enfermos
San Carlos con los
Pastores
San Carlos Peregrino
En el tramo
siguiente, se abre la puerta de comunicación con el compás, de dos hojas de
madera, ensamblada, claveteada y con postigos en cada una de ellas.
A
continuación, se encuentra una pequeña pila para el agua bendita, de mármol
blanco, embutida en el muro y en cuya losa superior se perfila una cruz en
bajorrelieve.
Detalle de la puerta
de comunicación con el compás
Seguidamente, y junto a la puerta de la sacristía,
se encuentra el retablo de Santa Teresita del Niño Jesús,
iniciado a instancias de la Orden Descalza que lo concertó en 1732 con el
artista Joseph Maestre. El retablo fue concebido inicialmente para San Juan de
la Cruz, pero fue modificado cuando se produjo la santificación de Teresa de
Lisieux.
Es plenamente
barroco y dispuesto en doble arco con dos grandes estípites.
Retablo de Santa
Teresita del Niño Jesús
La calle central la ocupa una hornacina de medio punto con la imagen de la santa, que se
corresponde con la adaptación de una imagen previa de la Virgen del Carmen del
siglo XVIII.
Santa Teresita del
Niño Jesús
Detalle de Santa
Teresita del Niño Jesús
Encima, en
relieve, la cabeza degollada de San Juan Bautista, de siglo XVIII.
Cabeza degollada de
San Juan Bautista
En los
laterales, con arcos de medio punto, se encuentran las imágenes de Santa Inés,
de finales del siglo XVII, aunque
la cabeza parece algo anterior, la de San Antonio de Padua (ver), de mediados
del siglo XVIII.
Santa Inés
Detalle de Santa Inés
San Antonio de Padua
Detalle de San
Antonio de Padua
En el ático, en su parte central, una
hornacina ocupada por otra escultura de Santa Teresita de pequeño tamaño y
finalmente el escudo de las Carmelitas Descalzas.
Santa Teresita en el ático
Escudo de las Carmelitas Descalzas
Sacristía
Es una estancia de tamaño regular que está presidida por una cajonera de
madera de caoba de la primera mitad del XVI.
En sus muros se encuentran colgados cuadros y una
escultura de Cristo Crucificado, del siglo XVII.
Crucificado
Detalle del rostro
Detalle del paño de pureza
Detalle frontal de los pies
Detalle lateral de los pies
Entre
los cuadros (muy oscuros y difícil de fotografiar) resalta el lienzo con la representación de Cristo camino del
Calvario, de mediados del siglo XVIII,
San José con el Niño, el de la Virgen del Rosario, también del XVIII, y el de
la Aparición de Santa Teresa tras su muerte mientras el padre Gracián estaba
diciendo Misa, de 1709.
Cristo
camino del Calvario
San José
con el Niño
Virgen
del Rosario
Virgen
de la Antigua
Aparición
de Santa Teresa
Destaca una vitrina practicada en el muro frontal que contiene un conjunto
de recuerdos y reliquias de la santa de Ávila.
Detalle de la vitrina
Lo más importante, sin duda, es el manuscrito de “Las Moradas”, escrito por
santa Teresa en 1577. A su alrededor podemos ver el tambor y una pequeña
campanilla usada por Teresa, una capa y un trozo de hábito, un vaso, cilicio,
Cartas de Santa Teresa, encuadernadas en 1633.
Dos imágenes
escultóricas del Niño Jesús, uno conocido entre las Descalzas con el nombre de “Quitito”,
debido a la tradición de que en 1575 fue traído de Quito por Teresita de
Cepeda, sobrina de la Santa y que por sus características parece realizado
hacia 1630, y el otro Niño Jesús conocido como “Peregrinito” por estar vestido
de peregrino, está colocado sobre una peana de plata firmada por “AMAT” del
último tercio del XVIII.
Un cuadro de Teresita de Cepeda y el famoso cuadro único realizado en vida
de la santa, que le pintó fray Juan de la Miseria en el convento de
la calle Pajería en 1576, antes de que la Santa marchara hacia Ávila, y que no le gustó a Teresa:
“Ay fray Juan, que me habéis sacado fea y legañosa”.
Contiene
también numerosos relicarios, destacando el de Santa Teresa, de estilo barroco
y con un hueso de la santa; el de San Juan de la Cruz, del tipo ostensorio y
con un hueso del santo; y un tercero conteniendo las reliquias de Santa Teresa,
las de San Casimiro rey y la de San Juan Bautista, del siglo XIX.
Presbiterio
El presbiterio de planta cuadrada y testero plano, con bóveda
semiesférica sostenida por pechinas que se apoyan en pilastras adosadas a los
muros. Nervios decorados con grandes puntas de diamante y cabujones ovalados,
en alternancia, que confluyen en un ovalo central en el que se encuentra una piña tallada
y dorada.
Detalle de la bóveda
del presbiterio
En las
pechinas hay cuatro pinturas oblongas con un ángel representado en cada una de
ellas. Son pinturas al óleo sobre lienzo, embutidas en los registros mediante
marcos de yeso y participando de la decoración general de este espacio.
Ángel en las
pechinas
En la pared
derecha del presbiterio, de la
epístola, sobre la puerta de la sacristía observamos un cuadro de la Virgen de
los Reyes y pasada esta puerta de la sacristía, en la parte superior se
encuentra un cuadro de la Inmaculada, enmarcado por yeserías.
Pared derecha del presbiterio
Virgen de los Reyes
Inmaculada
En la zona inferior,
se abre la puerta del comulgatorio de las religiosas y la reja que comunica con
el coro bajo. La reja del coro es de forja al igual que la de la tribuna
superior, encontrándose sobre ella pinturas murales con escenas alusivas a la
Pasión de Cristo, de mediados del siglo XVII,
como la corona de espinas,
la caña, la lanza o la columna de la flagelación.
Detalle del coro
bajo
También, aparecen
restos de pinturas murales, de mediados del siglo XVII, con motivos alusivos a la Eucaristía, espigas, ramos
de uvas entre decoración de roleos y la figura de un pelícano amantando a sus
crías, ubicados sobre una pequeña ménsula de fábrica.
Detalle de cuadro de
la Pasión encima del coro bajo
En la pared
izquierda del presbiterio, del
evangelio, se sitúa ocasionalmente la escultura que representa la
Transverberación de Santa Teresa, realizada en terracota policromada por Cristóbal
Ramos hacia 1780, que actualmente se encuentra en la clausura.
El retablo
de la Inmaculada es de estilo
barroco con abundancia de adornos vegetales, y realizado a finales del siglo
XVII por Fernando de Barahona, discípulo de Bernardo Simón de Pineda (ver).
Pared izquierda del presbiterio
con el retablo de la Inmaculada
Se compone de dos cuerpos con doble
hornacina el primero y un ático de considerables dimensiones.
El primer cuerpo, flanqueado por columnas salomónicas, sostenidas por
ángeles atlantes, cobija actualmente en la hornacina central a la bella imagen
de la Inmaculada del Carmen, tallada por Juan de Mesa (ver) en 1610 con enorme
parecido a la Cieguecita de Martínez Montañés de la Catedral.
Detalle
de ángel atlante
Inmaculada
Detalle
de Inmaculada
En las calles laterales se hallan las esculturas de San Juan Bautista (ver) y
San Elías, que pertenecen a la escuela de Pedro Roldán (ver), sin descartar su intervención directa.
San
Elías
Detalle
de San Elías
San
Juan Bautista
Detalle
de San Juan Bautista
Detalle
del cordero de San Juan Bautista
La zona superior de este primer cuerpo, hay
un templete con una pequeña imagen del Niño Jesús del siglo XVII.
Templete del Niño Jesús
Detalle del Niño Jesús
Preside el ático un relieve con Los
Desposorios Místicos de Santa Teresa, flanqueado por dos imágenes de ángeles
mancebos apoyados sobre los entablamentos de las columnas. Todo el conjunto es
de la misma época del retablo y posiblemente proveniente del taller de Pedro
Roldán.
Relieve con Los Desposorios Místicos de Santa Teresa
Detalle de ángel mancebo
Junto al
retablo, un cuadro con la Virgen de Guadalupe (ver) y el pulpito de forja.
El púlpito, de estilo barroco y realizado en hierro
forjado en su totalidad, levantado sobre un balaustre, con ambón y escalera. El
tornavoz, de madera tallada, dorada y policromada, recrea en la parte inferior
una superficie gallonada y en el alzado una cornisa con entablamento decorado
con roleos tallados y pintados sobre fondo azul.
Virgen de Guadalupe (ver)
Pulpito
Altar Mayor
Es de estilo manierista con elementos
renacentistas, obra del maestro ensamblador Jerónimo
Velázquez, discípulo de Martínez Montañés (ver), al que se le contrató en 1630. Fue
dorado y estofado por Pablo Legot, según contrato firmado en 1632, en el que se
comprometía también a dorar y estofar tres esculturas.
Se estructura en banco, dos cuerpos de tres calles
cada uno separadas por columnas melcochadas estriadas de capiteles corintios y
un pequeño ático.
Altar Mayor
Situadas en el banco, a ambos lados del Sagrario,
se encuentran las imágenes de pequeño tamaño de Santa Inés con el cordero y Santa Catalina (ver),
de autor desconocido.
Las puertas del sotobanco son posteriores al
retablo inicial, en el existían pinturas que se han perdido.
Detalle del banco y las puertas laterales
Sagrario
Santa Inés
Santa Catalina
El primer cuerpo está presidido por San José (ver) llevando al Niño del mano realizado
por Juan de Mesa (ver) en 1620.
Detalle del primer cuerpo
San José con el Niño
Detalle de san José
Detalle del Niño
En las calles laterales están situadas las
imágenes de los creadores de la reforma del Carmelo, Santa Teresa de Jesús (ver), de estilo
montañesino, y la de San Juan de
la Cruz, del último cuarto del siglo XVII.
Santa Teresa de Jesús
Detalle de Santa Teresa de Jesús
San Juan de la Cruz
Detalle de San Juan de la Cruz
En el segundo
cuerpo destaca en el centro una imagen de una Inmaculada. En los laterales dos
pinturas anónimas del siglo XVIII. El profeta Elías, considerado origen dela
orden, vestido de ermitaño con espada de fuego y Libro de Profecías. San Juan
de la Cruz en el momento dela visión de Cristo llevando la santa Cruz. Las
tablas pintadas están divididas por la mitad, formando puertas de doble hoja,
del espacio de guardar relicarios.
Detalle del segundo cuerpo
Hornacina de la Inmaculada
Inmaculada
Profeta Elías
San Juan de la Cruz
En la zona central del cuerpo superior, se ha
colocado un Calvario, de
la escuela de Juan de Mesa, formado por las imágenes del Crucificado, la Virgen
y San Juan.
Detalle del cuerpo superior
Detalle del Calvario
Detalle del crucificado
Detalle de la Virgen María
Detalle de San Juan
A ambos lados hay dos cuadros anónimos sobre la
vida de Santa Teresa, el situado a la izquierda es la Visión de Cristo flagelado atado a la
Columna, y a la derecha la Visión
de la Santa de los Desposorios Místicos, con la Aparición de María con su hijo
y San José a la Santa, ambos en la línea del pintor sevillano Juan del
Castillo, realizados hacia 1625.
Visión de Cristo flagelado atado a la
Columna
Visión de la Santa de los Desposorios Místicos
Sobre
el ático la imagen de Dios Padre y el Espíritu Santo.
Dios
Padre y el Espíritu Santo
Muro del
Evangelio
Pasado el pulpito encontramos el Retablo de la Visitación, de estilo
manierista, llamado así por la pintura del ático, mientras que la tabla
principal es la escena de la Natividad y Adoración de los Pastores, en un lienzo pintado al óleo de escuela italiana, y encima el Espíritu
Santo en forma de paloma.
Retablo de la Visitación
Detalle del ático
Cuadro de la Visitación
La Natividad y Adoración de los Pastores
Detalle del Espíritu Santo
A ambos lados del ático se encuentran
los escudos de los patronos Antúnez y Hurtado, inscritos en una tarja y
rematados por un yelmo.
Escudos de los patronos Antúnez y Hurtado
En el intradós del arco hay una serie de pinturas
atribuidas a Francisco Varela, de la primera mitad del XVIII, que representan a
los Santos Juanes, Santa Catalina con Santa Inés, Santa Isabel de Hungría con
Santa Cecilia y San Agustín y Santo Domingo y el Cordero Místico.
San Juan Bautista
San Juan Evangelista
Santa Catalina con Santa Inés
Santa Isabel de Hungría con Santa Cecilia
San Agustín
Santo Domingo
Cordero Místico
Es el antiguo retablo del Calvario, ocupado
originalmente por una tabla desaparecida de la Virgen acompañada de san
Francisco y posteriormente por un grupo escultórico de 1620 de los patronos de
la capilla, cuyos nombres aparecen en la base de la pilastra: “Esta capilla
entierro i bóveda dese cruzero es de Hector Antunes i Doña Ana Furtado su
mujer”.
Seguidamente, el Retablo de la Inmaculada, de finales del XVII,
actualmente sin titular por lo que la vitrina central aparece vacía, y sobre el
altar dos relicarios con restos de santos. Estuvo
dedicado a San Juan de la Cruz.
Es de madera dorada y tallada, con
estructura arquitectónica del doble arco, teniendo decoradas las pilastras
exteriores con querubines, frutos, etc, según característica de la retablística
sevillana de la segunda mitad del siglo XVII.
Retablo
de la Inmaculada
Detalle
de la vitrina central
En el ático, la representación de la Virgen del
Carmen, como madre de Misericordia, amparando bajo su
manto a las religiosas carmelitas. Debido a sus
rasgos formales, está atribuido a un seguidor de Murillo.
Detalle del ático
Virgen del Carmen
En la parte
superior del intradós dos cuadros de la escuela de Murillo que representan “La
aparición de Cristo con la Cruz a cuestas a San Juan de la Cruz” y el “Milagro
del padre fray Jerónimo Gracián de la Madre de Dios”, cuando la Sagrada Forma se iluminó en el momento de la
Consagración.
Aparición de Cristo a
San Juan de la Cruz
Milagro del padre
fray Jerónimo
En los
laterales del intradós, dos pinturas de “Santa Teresa escritora”, sentada ante
una mesa, y “Santa Teresa inspirada por el Espíritu Santo”, en actitud de
oración recibiendo la inspiración del Espíritu Santo.
Santa Teresa
escritora
Santa Teresa
inspirada por el Espíritu Santo
En el tramo inmediato se encuentra el Retablo de la
Anunciación, cuya arquitectura
sigue el esquema de doble arco de herencia renacentista, con pilastras cajeadas
de orden corintio decoradas con grutescos y con columnas entorchadas
sosteniendo frontones curvos sobre los que descansan figuras de angelitos.
Retablo de la Anunciación
Detalle de angelito
Fue realizado en 1627 por encargo de Bernal
Pérez, según consta en la inscripción situada en la parte inferior del intradós
de su arco. Puede ser considerado como ejemplo de arquitectura protobarroca
sevillana, obra del maestro ensamblador Luis de Figueroa, muy próximo a
Montañés, y el autor del dorado y encarnado fue el pintor de imaginería,
Baltazar Quintero, colaborador de importantes artistas del momento.
El cuadro de la Anunciación que lo preside es obra de
Francisco de Herrera el Viejo, de 1627, al igual que el del Padre Eterno del
registro superior.
Anunciación
Padre
Eterno
En el ático un cuadro de un santo del que
no he conseguido información.
Santo
En cada una de las jambas del arco hay dos
marcos rectangulares con lienzos de Juan de Espinal del siglo XVIII, en la de
la derecha están representadas Santa Carmelita y Santa Eufrocina y en la de la
izquierda dos santos dominicos.
Santa Carmelita
Santa Eufrocina
Santo dominico
En la rosca del arco figuran cuadros con
las representaciones de San Juanito, San José con el Niño, la Virgen con el
Niño, Santa Teresa con el Serafín y la Virgen con el Niño. Sustituyen a unos
lienzos originales de Herrera hoy desaparecidos.
San Juanito
San José con el Niño
Santa Teresa con el Serafín
La Virgen con el Niño
Finalmente,
el ultimo retablo, junto a la portada principal, esta prácticamente vacío. Las
partes más antiguas pertenecían a un retablo de 1633 montado por Bartolomé de
la Puerta, y las más modernas del siglo XIX.
Ultimo retablo
Pies
A los pies de
la nave, se encuentra en primer lugar el cancel protegiendo la puerta de
entrada, fabricado de madera con cuarterones y ocupando casi la totalidad del
muro.
En la zona
superior, sostenido por un gran arco rebajado, se encuentra el coro alto comunicado
con la nave mediante una reja.
Vista de los pies
del templo desde la cabecera
En la parte
derecha del cancel hay dos pinturas de caballete, una Epifanía, del siglo XVII, procedente del retablo mayor, y un
retrato de la beata carmelita María de los Ángeles, del siglo XIX, familia de San Luis Gonzaga.
Epifanía
Beata carmelita
María de los Ángeles
A la
izquierda del cancel, hay otras dos pinturas, una con el tema de la Adoración
de los Pastores del siglo XVII,
y la otra de la Virgen con el Niño.
Adoración de los
Pastores
Virgen con el Niño
Se completa
los pies del templo con dos azulejos, una de la Orden de Caballeros de san
Clemente y san Fernando y otra de la Hermandad de Santa Cruz.
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