RUTAS POR SEVILLA: Vírgenes
María Auxiliadora.
La devoción a
María Auxiliadora se remonta a los primeros siglos del cristianismo, siendo
reconocida a lo largo del tiempo como intercesora poderosa y protectora del
pueblo cristiano. Desde los testimonios del siglo IV hasta las revelaciones a
San Juan Bosco en el siglo XIX, esta advocación ha sido fuente de esperanza y
auxilio en tiempos de necesidad.
Contrario
a lo que podría pensarse, el título de Auxiliadora
no es reciente. Ya las primeras comunidades cristianas y los Padres de la
Iglesia se referían a la Virgen María con expresiones de auxilio y protección.
En diversas inscripciones halladas en regiones de influencia griega, se han
encontrado dos apelativos dirigidos a María: Theotokos (Madre de Dios) y Boētheia
(Auxiliadora).
Uno de
los primeros en emplear explícitamente el título de Auxiliadora fue San
Juan Crisóstomo, en Constantinopla hacia el año 345, quien afirmó: “Tú, María,
eres auxilio potentísimo de Dios”. Esta expresión marcó el inicio de una
tradición que continuaron otras figuras destacadas del cristianismo antiguo,
como Romano el Melódico (hacia el año 518), San Sabas (532), Sofronio,
arzobispo de Jerusalén, San Juan Damasceno (749) y Germán de Constantinopla
(733).
San Juan Crisóstomo. Patriarca de Constantinopla. (ver)
(CC BY 3.0)
San
Sabas, en particular, habló de una imagen de la Virgen conocida como
“Auxiliadora de los enfermos”, debido a las muchas curaciones que se atribuían
a su intercesión. San Juan Damasceno, por su parte, difundió la jaculatoria
“María Auxiliadora, rogad por nosotros”, reconociendo en ella a la defensora
frente a peligros y males.
Aunque
el culto a María Auxiliadora es más conocido en el ámbito católico, también
tuvo acogida en la Iglesia ortodoxa. En el año 1030, Ucrania celebró una
milagrosa defensa frente a una invasión bárbara, atribuyéndola a la
intervención de la Virgen. Desde entonces, en ese país se celebra su fiesta el
1 de octubre.
La
advocación tomó aún más fuerza durante la amenaza otomana. En 1571, el Papa San
Pío V impulsó la creación de la Liga Santa, una coalición europea formada por
España, Venecia, Génova, Malta y los Estados Pontificios, para hacer frente al
avance turco. El 7 de octubre de ese año, la victoria cristiana en la batalla
de Lepanto fue atribuida a la intercesión de la Virgen. Como agradecimiento, el
Papa incluyó la invocación “María Auxiliadora, ruega por nosotros” en las
letanías del Rosario al año siguiente.
En el contexto
de la Guerra de los Treinta Años, los católicos del sur de Alemania hicieron
voto a María, comprometiéndose a honrarla como Auxiliadora si eran liberados de
la invasión protestante y se alcanzaba la paz. De esta promesa surge una
consolidación del título "Auxilio de los Cristianos". En 1683 se
fundó formalmente la Asociación de María Auxiliadora, hoy presente en más de 60
países.
Un nuevo
impulso a la devoción llegó en el siglo XIX, durante el cautiverio del Papa Pío
VII. En 1806, el pontífice fue arrestado por orden de Napoleón tras negarse a
unirse al bloqueo continental contra Inglaterra. Estuvo prisionero en Savona y
Fontainebleau. Durante su encarcelamiento, prometió a la Virgen que, si
recuperaba la libertad, dedicaría un día en su honor. El 24 de mayo de 1814,
Pío VII regresó a Roma, y desde entonces esa fecha quedó establecida como la
festividad litúrgica de María Auxiliadora.
Retrato
de Pio VII por Jacques-Louis David. 1805. Museo del Louvre. (ver) (CC BY 3.0)
Sin
embargo, fue San Juan Bosco (ver) quien
promovió con mayor fuerza y alcance esta advocación. En 1860, el santo fundador
de los Salesianos afirmó haber recibido una visión de la Virgen, en la cual
ella le pidió ser honrada con el título de Auxiliadora y le señaló el lugar donde debía construirle un templo en Turín.
Don
Bosco la Torino în 1880 (fotografie originală).(ver) (CC BY 3.0)
La
construcción comenzó en 1863 con recursos mínimos, apenas cuarenta céntimos, pero,
según Don Bosco, la providencia de María Auxiliadora permitió levantar el
santuario en cinco años. El 9 de junio de 1868 se consagró la iglesia. El
propio Don Bosco llegó a decir: “Cada ladrillo de este templo corresponde a un
milagro de la Santísima Virgen” y “No existe un ladrillo que no sea señal de
alguna gracia”. Desde este santuario, la devoción a María Auxiliadora comenzó a
difundirse por el mundo, especialmente gracias a la expansión de las obras
salesianas en los cinco continentes.
Entre las
numerosas representaciones artísticas de esta advocación, la imagen más
emblemática es la obra de Tomás Lorenzone, que preside la Basílica de María
Auxiliadora en Turín.
María
Santísima se presenta elevada en lo alto, rodeada por los coros celestiales.
Primero, los ángeles la rodean en adoración, seguidos por los coros de los
profetas, vírgenes y confesores. Bajo su presencia, sobre la tierra, se
extienden los emblemas de sus grandes victorias, mientras los pueblos del mundo
alzan sus manos hacia ella implorando su auxilio.
La Virgen
aparece como Reina, coronada, y sostiene en su brazo izquierdo al Niño Jesús.
En torno a Él se inclinan en reverencia todas las criaturas: los Apóstoles y
los santos, en representación de la Iglesia militante, y los ángeles, como
símbolo del Cielo. Es el homenaje universal al Verbo hecho carne.
Las coronas
doradas que portan tanto la Madre como el Hijo evocan el oro, símbolo de
realeza y gloria, y aluden directamente al texto del Apocalipsis: “Una Mujer vestida de
sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”.
Esta corona, a menudo enmarcada en un aro con las doce estrellas, refleja la
riqueza simbólica del número doce en la Biblia, y las estrellas remiten también
al linaje davídico.
En su mano
derecha, María porta un cetro, signo de su dignidad real y participación en el
reinado mesiánico de su Hijo. El Niño Jesús, por su parte, viste una túnica
blanca de una sola pieza, símbolo de pureza y del misterio redentor. Este
detalle recuerda la túnica sin costura de Cristo, que no fue dividida por los
soldados durante la Pasión: “La túnica era sin costura, tejida de una
sola pieza de arriba abajo” (Jn 19,23). Esta imagen también enlaza con la figura
de José, hijo de Jacob, a quien su padre le regaló una túnica especial como
muestra de su predilección: “Le hizo una túnica de manga larga”
(Gn 37,3), expresión anticipada del amor del Padre hacia el Hijo único.
Iglesia de la Trinidad
Tiene acceso por una gran portada
labrada en piedra que se encuentra situada en la alineación de la calle María
Auxiliadora, y de la cual parte un espacio abierto estrecho y profundo, a modo
de compás, al fondo del cual está la iglesia.
Encima de la portada destaca un azulejo con una
leyenda referente a la coronación canónica de la Virgen María Auxiliadora. Esta
coronada por un retablo cerámico de María Auxiliadora y una cruz de forja con
el símbolo de María.
Portada
Detalle de la
parte superior de la portada
Detalle del retablo cerámico de María
Auxiliadora
A la derecha de la portada, en la base de la torre, un
retablo cerámico de María Auxiliadora de la Trinidad y un azulejo conmemorativo
de la visita de la Esperanza Macarena, acompañado del escudo papal, como símbolo de su nombramiento
como basílica.
María Auxiliadora
El Altar Mayor está constituido por
dos cuerpos, divididos en tres calles y ático.
El primer cuerpo está presidido por la imagen de María
Auxiliadora, talla realizada a finales del siglo XIX por el catalán
Perellada, alrededor de 1894-5, y policromada por Casanovas. En
1941, con motivo de las Bodas de Oro de la Fundación Salesiana de la Santísima
Trinidad, toda la imagen fue decorada con oro fino. La última restauración la hizo
el antiguo alumno salesiano, José Pérez Conde.
La imagen mide 1,91 m. con peana y 1,55 m. sin peana.
Con larga cabellera que le cae por la espalda, en la mano derecha porta un
cetro y en la izquierda sostiene al Niño Jesús, que figura con los brazos abiertos.
Esta imagen se ha convertido en modelo y paradigma para el mundo salesiano. Es
la imagen más reproducida en calendarios, estampas, libros, etc. Muchos la
llaman “La Virgen de los ojos bajos”.
La imagen fue bendecida el 30 de mayo de 1895 por
el Excmo. Sr. Cardenal D. Benito Sanz y Forés, Arzobispo de Sevilla. Fue
madrina la Serenísima Señora doña María Luisa Fernanda, Infanta de España.
Después, Fray Diego de Valencina, guardián de los Padres Capuchinos de Sevilla.
Fue Coronada Canónicamente, el 13 de mayo de 1.954,
por el Cardenal Pedro Segura en la Plaza Calvo Sotelo, actual Puerta de Jerez.
En la actualidad, la imagen de María Auxiliadora ocupa
el centro del retablo del altar mayor, sobre una peana tallada por Manuel
Guzmán Bejarano (ver), y desde el año 1981 pasó a convertirse
en la Titular del Templo cuando fue declarado como “Santuario” por el Cardenal
Bueno Monreal. Es titular de la archicofradía de María
Auxiliadora, la patrona de los salesianos.
Vista general del Altar Mayor
Imagen de María Auxiliadora
Detalle de María Auxiliadora
Detalle de los pies y la peana
No hay comentarios:
Publicar un comentario