ALGUNOS HECHOS HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA
Los motines de la calle Feria
Se suceden dos
revueltas populares en la calle Feria, en relación, fundamentalmente, por la
hambruna de las clases más desfavorecidas.
MOTIN DEL PENDON VERDE
En 1519 se produjo en Sevilla una grave sequía con la consiguiente pérdida de cosechas y el encarecimiento del trigo, lo que afectó gravemente a las clases más pobres, que eran a menudo descendientes de moriscos y andalusíes.
En el barrio de la feria, un carpintero llamado Antón Sánchez
encabezó el descontento de la población, amotinándose contra las autoridades,
junto a vecinos de las collaciones vecinas de San Gil, San Martin, San Marcos,
San Julián y otras parroquias, conocidas hasta el siglo XX como “Triana la
roja” o el “Moscú Sevillano”.
De la iglesia de Ómniun Santorum, tomaron como símbolo una banderola verde con tres lunas en cuarto creciente de color blanco, que era el estandarte que Alfonso X el Sabio había incautado a los almohades en la batalla de Boabdil de 1483 y que se denominaba el “Pendón Verde”.
Este pendón podría ser evocador
de la bandera andaluza, aunque existen otros precedentes, concretamente el
historiador Jesús Pedro Vergara Valera aporta el dato de la bandera de Al
Mutasin en la taifa de Almeria (1051), como posible inspiración esencial para la
confección de la bandera andaluza, pues es de color verde (verde omeya) con una
franja blanca en diagonal. Blanco de paz y verde de esperanza.
Con este estandarte, se dirigieron al Corral de los Olmos (actual Plaza
de la Virgen de los Reyes), donde se hallaba el “Cabildo”, reclamando
violentamente una solución por parte del Asistente.
El Marqués de la Algaba, cuyo palacio se encontraba muy próximo a la
Iglesia, intentó mediar en el conflicto repartiendo alimentos y vino, pero el
Asistente, para dar sentido de autoridad, envió tropas a la calle Feria para
prender a algunos vecinos.
La respuesta de los amotinados fue asaltar el palacio de los Duques de
Medina Sidonia para tomar armas blancas, algunos arcabuces y piezas de
artillería con las que tomar la Cárcel Real, en la calle Sierpes, para liberar
a los detenidos.
Los sucesos terminaron el día 10 de marzo cuando el Asistente dio orden de acabar por la fuerza con el motín.
La soldadesca, portando el “Pendón Real”
frente al “Pendón Verde” del pueblo, provocó una batalla callejera con la
muerte de muchos de los amotinados. Los
cabecillas fueron decapitados y sus cabezas fueron expuestas en la ventana
principal del “Palacio de los Marqueses de la Algaba”.
MOTIN DE LA CALLE FERIA
Si el hambre azotaba a la población en 1521, también lo hacía en 1652 y según el Tratado de Maldonado el panorama era desolador.
La epidemia de 1649
tuvo un gran impacto demográfico al morir la mitad de la población, con la
consiguiente falta de braceros en los campos y la lógica falta de trigo y
aumento de precio. Los crecientes tributos y los abusos de las
autoridades provocaron las hambrunas consiguientes.
Del primer motín existe escasa información mezclada con referencias
legendarias, como el “Pendón Verde” que no se sabe exactamente porqué estaba en
la Iglesia de Ómniun Santorum ni de qué batalla de Al Andalus se apoderaron los
cristianos como botín.
En cambio, este segundo motín es comentado en varias fuentes, como el
“Tratado verdadero del Motín que hubo en la ciudad de Sevilla este año de
1652”, manuscrito original de 18 de julio de 1652, obra de José Maldonado
Dávila y Saavedra, dedicada al Excmo. Sr. D. Ramón Moncada, Marqués de Aytona,
El “Diario exacto de la sublevación de alguna plebe de la parroquia de Ómnium
Sanctorum vulgarmente llamado el barrio de la Feria de la M.N. y M-L. ciudad de
Sevilla: cometida el miércoles 22 de mayo de 1652”, anónimo, con prólogo de
Francisco Cárdenas, “Los Ángeles Eclesiásticos” de Ortiz de Zuñiga (1677) y en las “Memorias de Sevilla
(Noticias sobre el siglo XVIII)” de Andrés de Vega que edita Francisco Morales
Padrón.
Según Maldonado el motín comienza el miércoles 22 de mayo, a las 7 de la
mañana, en la plaza de la Feria, actuando como caudillos de los amotinados, los
tejedores de seda Isidoro de Torres y Francisco Hurtado, bajo el lema “Viva el
rey y muera el mal gobierno”, en relación con una disputa con un panadero por
el precio del pan. El clérigo portugués Bernardo López Figueras fue el
conductor, en la sombra, de la violenta asonada.
Grabado de Genaro Pérez de Villaamil (1842)
La actuación del Asistente, marqués de Aguilafuente, fue el arranque de
la sublevación, pues los amotinados asaltaron la Armería de la Alhóndiga y
requisaron el grano almacenado en algunas casas, y se dirigieron hacia el
Alcázar, ante lo cual, el Asistente, Pedro Luis de Zúñiga y Enríquez, IV
marqués de Aguilafuente, se escapó de la ciudad por la puerta de la Carne.
Con el Asistente huido, se hizo cargo de la defensa de la ciudad el
veinticuatro Martin de Ulloa que se
concentró con algunos vecinos de san Marcos, en el portal cubierto del Convento
de Santa Paula, formando cuerpos de guardia.
El alférez mayor, don José Campero, tras deliberación con los munícipes,
comunica a los sublevados que la Junta les concedía cuanto
solicitaban, como la bajada de precios y el debido abastecimiento de la ciudad,
pero estos piden, además, la abolición de los tributos más onerosos (alcabalas
y millones entre otros), la bajada de la moneda y del papel sellado y la
libertad de los presos acusados de resellado.
Ante la falta de respuesta por parte de la autoridad, los amotinados
asaltan las cárceles, el día 23 de mayo, liberando a los presos y quemando los
archivos de las causas criminales.
Se nombra a Juan de Villacís, Caballero de la Orden de Calatrava,
Gobernador de la Feria y logra que algunos depongan las armas y acepten el
perdón del Arzobispo Domingo Pimentel de Zúñiga, y el Regente de la Audiencia Don
Pedro Zamora Hurtado, pero el sábado 25, quizás influenciados por clérigo Figueras,
exigen el “Perdón Real” con “letras
gordas de Oro”, ante lo cual Don Juan de Villacís, al ver que no confían en su
palabra, abandona a los sublevados a su suerte, dimitiendo del cargo de
Gobernador.
La nobleza de Sevilla, interesada en solventar la algarada, acudió al reclamo de las autoridades, formándose un cuerpo de caballería con apellidos tan ilustres como Gaspar de Solís, Bazán, Tello de Guzmán, Osorio de los Ríos, Saavedra Alvarado, Legaso, Fernández Marmolejo, Verdugo de Albornoz y muchos otros ostentando la capitanía de las tropas.
El
levantamiento finaliza el domingo 26 de mayo, con un ataque sorpresa al
amanecer, ante el cual los amotinados tuvieron que huir por el río donde la
mayoría morirían ahogados.
Entre mayo y junio se apresaron y ahorcaron algunos de los sublevados,
entre ellos Francisco Hurtado, uno de los cabecillas, cuya cabeza permaneció expuesta
en la Feria durante 20 días.
Finalmente, el 12 de junio llegó el “Perdón Real” de Felipe IV, como amnistía general que solo exceptuaba a los que tenían causas pendientes antes del motín.
Los más beneficiados fueron los hombres leales a la Corona y a la Ciudad que obtuvieron los hábitos de las Ordenes Militares, distinción muy codiciada pues era garantía de nobleza y limpieza de sangre.
El veinticuatro Pedro Hurtado Zamora fue nombrado nuevo Asistente el día 24 de junio.
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