ALGUNAS CURIOSIDADES DE SEVILLA
Caballero Veinticuatro
Después de la conquista
de Sevilla por el rey Fernando III, no estaba asegurada la gobernabilidad, por
lo que Alfonso X “El sabio” dispuso que las veinticuatro “Collaciones” en que
estaba dividida la ciudad, eligiera entre sus ciudadanos a dos jurados cada
una.
El rey Sancho IV en 1286
aprobó la propuesta del Consejo Sevillano de que doce nobles y doce ciudadanos
del pueblo fueran integrados en el gobierno de la ciudad.
De
ahí viene su nombre y aunque en la realidad no eran veinticuatro, sino el
doble, la elección, como se ha comentado, se producía entre dos estamentos muy
concretos de cada una de las veinticuatro collaciones, pues se nombraba un
representante entre las clases altas y otro entre la burguesía o los gremios y
en donde se integraban también algunas clases menos protegidas, como judíos
neoconversos.
Su designación real convertía
el cargo en vitalicio, con lo que se creó una nueva oligarquía. Su
labor era fundamentalmente la fiscalización de las actuaciones del concejo y la
defensa de los ciudadanos y sus intereses.
Pero la ciudad estaba en
manos de un noble que ejercía su autoridad sin acatar la autoridad real. Era el
poderoso duque de Medina Sidonia, Don enrique de Guzmán, que rivalizaba con el
otro noble poderoso, Don Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz.
En el Imperio reinado por
Felipe II se realizaba continuados abusos de poder. Quienes tenían potestad
para gobernar no ejecutaban la justicia, sino solían atender a criterios
arbitrarios que repercutían en su propio beneficio. Por Sevilla pasaba toda la
riqueza que provenía de América, desarrollando un papel primordial en el poder
imperial, por ello los desmanes administrativos eran mayores. Las quejas al Rey
eran habituales y como anécdota en este sentido, en el muro de la Puerta
Osario, un rótulo anónimo rezaba así, en la edad media: “Esta es la ciudad del
desorden y del mal gobierno".
En la Corte, se intentó
recopilar todas las leyes, ordenanzas y disposiciones, que se habían llevado a
cabo desde la Reconquista. Una vez recogidas, fueron publicadas por el Cabildo
en 1527, creándose una especie de jurisprudencia que normalizara los acuerdos
legales a adoptar.
Entre otros muchos aspectos
se recogían rigurosamente las funciones de los distintos cargos que integraban
la institución municipal.
El Asistente, era nombrado por el propio Rey, y lo representaba
en toda la impartición de la justicia y administración de la Ciudad. Para este
cargo no se podía ser vecino de Sevilla, para evitar posibles conflictos de
intereses, y llegó a acumular una tremenda influencia y poder. De mayor a menor
rango se distinguían:
El Alguacil Mayor, también era elegido por el Rey y tampoco podía
ser de Sevilla. Tenía la facultad de nombrar a veinte súbitos, los llamados
“alguaciles a caballo” que llevaban a la práctica los acuerdos tomado por El
Cabildo. Custodiaban las llaves y del pendón de la ciudad.
Los cuatro Alcaldes
Mayores, posteriormente fueron ocho, desempeñaban funciones judiciales y
administrativas. También eran dispuestos por mandato real y tenían que ser
letrados, también se complementaban con alcaldes ordinarios versados en pleitos
civiles.
Los regidores, tomaron el nombre de "caballeros veinticuatro" (eran como los concejales actuales del Ayuntamiento), por ser el número de personas que ostentaban este cargo.
Su campo de actuación era muy amplio, podían implicarse en los impuestos, o aspectos más concretos de la vida sevillana como el funcionamiento de la prisión, del mercado…Como obligaciones figuraba el obligado acto de presencia en las reuniones del Cabildo, y la constancia de haber sido hidalgos.
Las crecientes necesidades económicas de la
Corona, provocaron que durante el siglo XVII estos cargos se pudieran comprar,
como si de simples licencias se trataran, y por 8.500 ducados se podía optar a
los beneficios, prestigio e influencia que implicaban.
Los jurados, eran elegidos por cada collación. Sus competencias
se asemejaban a las de los veinticuatro, aunque estos cargos finalmente eran
ocupados por la nobleza. De entre ellos se designaban al Alcaide los Reales
Alcázares y al Alcalde de la Hermandad, organización que consistía en una
especie de policía rural.
También encontrábamos dos Mayordomos,
funcionarios puramente administrativos, seis fieles ejecutores, encargados del
cumplimiento de los acuerdos y, se complementaban finalmente con un gran número
de funcionarios de bajo rango, que en la práctica eran los que más trabajaban.
A pesar de esta colección de
cargos, la justicia en Sevilla continuó siendo arbitraria en muchas ocasiones.
Toda esta jerarquía de
cargos en la vida sevillana del siglo de oro, resulta interesante en tanto y
cuando muchos personajes importantes de la ciudad, ilustres sevillanos,
desempeñaron estos puestos. Don Miguel de Mañara, Don Pedro Pumarejo, Nicolás
Monardes (famoso médico del siglo XVII), Luis de Carranza… son ejemplos de
ello.
Aquí se reunían los caballeros veinticuatro y demás cargos consistoriales.
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