EXPOSICIONES Y EXCURSIONES
Sevilla Mirada. Donación Luque Cabrera. Museo de Bellas Artes. 2024
“Sevilla en la
Mirada” recoge la última donación al Museo por Don Francisco Luque Cabrera, con
la que queremos rendirle un homenaje y expresarle nuestra gratitud por la
generosidad que siempre tuvo con esta institución y que concretó en otras
donaciones previas realizadas en los años 1995, 2015 y 2016. Falleció en 2021,
esta última se ha podido llevar a cabo gracias al ofrecimiento de sus hermanas
y herederas.
La donación la
forma una heterogénea colección de 195 obras, ente pinturas, esculturas,
dibujos, grabados y medallas que abarcan desde el siglo XVI al XX. Entre las
pinturas destaca el conjunto de óleos de Diego López, así como sus dibujos del
casino de Montecarlo, y en escultura la obra de Antonio Illanes, artistas con
los que don Francisco tuvo una cercana relación de amistad.
Los grabados
conforman el grupo más numeroso con muestrario de diferentes técnicas y
artistas que han venido a enriquecer nuevamente el gabinete de estampas de
nuestra institución. Un número reducido es anterior a 1800 aunque la mayoría pertenecen
al siglo XIX. Entre ellos hay un grupo que nos ofrece la visión de España de
artistas viajeros extranjeros que popularizaron en Europa la imagen de Sevilla,
como los británicos David Roberts y John Frederick Lewis o los franceses Gustave
Doré y Nicolás Chapuy. Y para completar esta crónica visual de la ciudad, el interés
por sus costumbres y sus monumentos y lugares presentes o ya desaparecidos, las
series de estampas de los españoles Francisco Javier Parcerisa, Antonio Chamán,
o ya en el siglo XX, Francisco Cuadrado.
La donación engloba
un completo repertorio de técnicas de grabado, desde la entalladura, la xilografía
y el aguafuerte, hasta la litografía, ampliamente empleada en el siglo XIX, o
alguna otra derivada de ella como la cromolitografía.
La muestra permite apreciar la infrecuente obra en papel, cuyo interés se ha visto incrementado en los últimos años como testimonio gráfico de acontecimientos sociales o de cambios en las fisionomías urbanas, lo que permite profundizar más en la historia de los pueblos que atendiendo únicamente a las consideradas principales técnicas artísticas: la pintura y la escultura.
PINTURA Y ESCULTURA EN LA DONACIÓN LUQUE CABRERA
La obra de
Diego López es un buen ejemplo de la pervivencia en Sevilla de una pintura
figurativa ligada a la tradición local. Dotado de gran facilidad para el dibujo
y con un estilo colorista de amplias pinceladas poco empastadas, su obra abarca
asuntos diversos, centrándose la presente donación en figuras femeninas de tono
popular. Sus dibujos del Casino de Montecarlo suponen un contrapunto moderno a
sus lienzos de tema sevillano, por lo general mas castizos. Ilustran la
curiosidad del pintor por lo que sucede a su alrededor y su capacidad para, en
unas pocas líneas de trazo rápido, captar con inmediatez una escena
Antonio Illanes
es un destacado representante de la escultura sevillana del siglo XX. La talla
Cabeza de Cristo es un buen ejemplo de su obra religiosa. Esta faceta artística,
ligada en muchos casos a la Semana Santa, es la más conocida del autor. Su
inquietud le llevó a interesarse por muy diversos asuntos y materiales, como
sus bronces de pequeño formato y temática profana.
Un boceto
modelado en barro por Antonio Susillo, que pertenecía a Illanes, completa el
grupo de esculturas donadas.
La amistad que
don Francisco Luque Cabrera mantuvo con Diego López y Antonio Illanes le llevó
a incluir en su colección, básicamente formada por grabados y litografias,
varias de sus obras , que, gracias a su donación, se incorporan ahora a los
fondos del Museo.
Un paisaje de
Rafael Cantarero y dos vistas urbanas de la medina de Tánger, de Gallegos
Arnosa, cierran esta serie de pinturas legadas.
Apuntes de Montecarlo. Diego López García. 1911. Lápiz
sobre papel
Detalle de Apuntes de Montecarlo. Diego López García. 1911. Lápiz sobre papel
Detalle de Apuntes de Montecarlo. Diego López García. 1911. Lápiz sobre papel
Detalle de Apuntes de Montecarlo. Diego López García. 1911. Lápiz sobre papel
Detalle de Apuntes de Montecarlo. Diego López García. 1911. Lápiz sobre papel
Detalle de Apuntes de Montecarlo. Diego López García. 1911. Lápiz sobre papel
Anatomía
del Corazón. Antonio Susillo. Hacia 1890. Barro cocido
Primavera.
Antonio Illanes. Hacia 1960. Bronce
La
niña del aro. Antonio Illanes. Hacia 1960. Bronce
Mano
derecha de Antonio Illanes. Antonio Illanes. 1950. Bronce
Cabeza
de Cristo. Antonio Illanes. Hacia 1970. Madera de ciprés tallada.
La Cantaora.
Diego López García. Hacia 1917. Óleo sobre lienzo.
Puerta
del Polvorín. Tánger. José Gallegos y Arnosa. 1880. Óleo sobre tabla
Calle
de Tánger. José Gallegos y Arnosa. 1880. Óleo sobre tabla
Paisaje
Romántico. Rafael Cantarero. 1955. Óleo sobre tabla.
La
niña del canario. Diego López García. 1918. Óleo sobre lienzo.
Las
primeras uvas. Diego López García. Hacia 1950. Óleo sobre lienzo
La
primavera. Diego López García. Hacia 1950. Óleo sobre lienzo
LA ESTAMPA Y
SUS DISTINTOS USOS
El grabado
evoluciona a lo largo de los siglos al servicio de motivaciones muy diversas,
de las que la colección reunida por Luque Cabrera nos ofrece un interesante muestrario.
La necesidad de
dotar de una imagen complementaria a los textos geográficos está detrás de las más
primitivas vistas que conocemos de Sevilla. En casos más cercanos a la cartografía
que el arte, se plasma la topografía de manera rigurosa. En otras ocasiones, estas
vistas pretenden ofrecer una panorámica de perfil de la ciudad, a modo de skyline
del siglo XVI. Idéntico rigor que las primeras persiguen aquellas obras
destinadas a estudiar y difundir sus principales monumentos, reproduciendo al
detalle su arquitectura y decoración.
Vinculados a la
impresión de libros están dos grabados al aguafuerte de Matías de Arteaga
incluidos en la crónica de Torre Farfán sobre la beatificación de san Fernando.
Suponen un apoyo visual a las descripciones de las monumentales arquitecturas efímeras
construidas para tan importante evento, Similar intención documental
encontramos en el túmulo de Felipe II que se alzó en la catedral de Sevilla en
1598. Por el contrario, a medio camino entre el grabado de reproducción (una tipología
de estampa destinada a copiar y difundir obras pictóricas) y de devoción, se
encuentra el que imita uno de los lienzo de Murillo para el convento de
Capuchinos que conserva el museo.
Esta obras
diversas de los siglos XVI al XVIII son antecedentes del importante auge dela
estampa en el siglo XIX, en el que nuevas técnicas, especialmente la litografía
, supondrán un cambio sustancial para este arte.
Descripción de Hispania. Joachim Theodor Coriolanus.
Siglo XVI. Entalladura
Vista de la ciudad de Sevilla desde el meandro de san
Jerónimo. Joris Hoefnagel. Segunda mitad del siglo XVI. Aguafuerte y buril,
iluminado a mano
Vista de Sevilla. Mätthaus Merian. 1638. Aguafuerte y
buril
Sevilla. Anónimo. 1707. Aguafuerte y buril
Catafalco erigido en Sevilla con motivo de las honras
fúnebres de Felipe II. Anónimo. 1707. Aguafuerte y buril
Hospital de la Caridad. Francisco Javier Parcerisa y Boda.
1856. Litografía
Ajimeces de la Giralda. Francisco. Francisco Javier
Parcerisa y Boda. 1856. Litografía
Puerta de la Carne. Francisco Javier Parcerisa y Boda.
1856. Litografía
Iglesia de san Luis. Francisco Javier Parcerisa y Boda.
1856. Litografía
Puerta del Perdón de la Catedral de Sevilla. Francisco
Javier Parcerisa y Boda. 1856. Litografía
Torre de san Marcos antes de 1470. Bartolomé Tovar. Hacia
1882. Litografía, Iluminación a mano
Iglesia parroquial de San Marcos. Demetrio de los Ríos.
1860. Aguafuerte
San
Hermenegildo mártir, rey de Sevilla. Anónimo. Hacia 1880. Litografía, Iluminada
a mano
Capilla Real de la Catedral de Sevilla. Matías Arteaga y
Alfaro. 1671. Aguafuerte.
Altar de san Fernando en la parroquia del sagrario de la Catedral
de Sevilla. Matías Arteaga y Alfaro. 1671. Aguafuerte
Espadaña del Monasterio de santa Isabel. Francisco
Cuadrado. 1987. Aguafuerte
Espadaña del monasterio de santa Paula. Francisco
Cuadrado. 1987. Aguafuerte
Glorita del Cid. Francisco Povo Peiró. Hacia 1929. Cromolitografía
Cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración. Francisco
Hohenleiter, Entre 1921 y 1935. Cromolitografía
Procesión de Viernes Santo en Sevilla. Ernest Joseph
Angelon Girad. 1862. Xilografía, Iluminada a mano.
La Feria de Sevilla. Enrique Rumoroso. 1886. Xilografía,
Iluminada a mano.
Vista de Sevilla tomada desde Triana. Joaquín Guichot y
Parodi. 1840. Litografía, iluminada a mano
Baile del candil. Antonio Chamán. Hacia 1852-1854.
Litografía, Iluminada a mano
La Feria de Sevilla. Majos. Antonio Chamán. Hacia
1852-1854. Litografía, iluminada a mano
El picador. Antonio Chamán. Hacia 1852-1854. Litografía,
Iluminada a mano
La Feria de Sevilla. Gitanos. Antonio Chamán. Hacia
1852-1854. Litografía, iluminada a mano
Corrida
de toros. Émile Rouargue y Adolphe Rouargue. 1840. Aguafuerte
EL SIGLO XIX Y
LOS CAMBIOS EN EL PERFIL DE LA CIUDAD
La corriente
romántica tiene en Sevilla su punto de partida en 1833, en el encuentro de dos
artistas: el gallego Genaro Pérez Villamil y David Roberts. El primero,
impregnado del paisajismo británico del segundo, llevará a cabo el compendio de
vistas urbanas “España artística y Monumental”, editado en Paris.
Unos años más
tarde, en ese mismo convulso siglo XIX español, Antonio de Orleans, Duque de
Montpensier, ve frustradas sus aspiraciones dinásticas y crea en Sevillana
llamada “Corte Chica”. Su establecimiento en la ciudad en 1848 dio como fruto
el resurgir de la escuela artística sevillana. El triunfo de la litografía
favorece el desarrollo en Sevilla de varios establecimientos litográficos, como
el de Carlos Santigosa, impresor de la obra “Costumbres Andaluzas”, una serie
de estampas populares de la vida cotidiana hispalense.
Sevilla,
abierta a la modernidad, adopta drásticos cambios en su fisionomía a caballo
entre el siglo XIX y el XX: desaparecen sus viejas puertas de la muralla y se
asoma a su rio con la Exposición Iberoamericana de 1929. Las nuevas técnicas de
estampación, como el offset o la cromolitografía, revolucionan la cartelería de
las fiestas y la publicidad.
Altar de plata de la Octava del Corpus. David Roberts y
Thomas Allom. 1837. Litografía, iluminación a mano
Procesión del Corpus Christi en el interior de la
Catedral. David Roberts y Thomas Allom. 1837. Litografía, iluminación a mano
Iglesia de Ómnium Sanctorum. Genaro Pérez Villamil, Louis
Philippe Alfhonse Bichebois y Adolphe Jean Baptiste Batot. 1842. Litografía,
iluminación a mano
Sevilla vista desde la azotea del Alcázar. Nicolás Marie
Joseph Chapuy. 1844. Litografía, iluminada a mano
La Cruz del Campo. Nicolás Marie Joseph Chapuy, Jean Baptiste
Arnout y Adolphe Jean Baptiste Bayot. 1844. Litografía, iluminada a mano
Torre de San Marcos. Nicolás Marie Joseph Chapuy y
Charles Claude Bachelier. 1844. Litografía, Iluminada a mano
Vista de Sevilla tomada desde encima del palacio de san
Telmo. Alfred Guesdon. Hacia 1853. Litografía
Vista del puerto de Sevilla. Bernardo Rico y Ortega.
1876. Xilografía, iluminada a mano
Transepto de la Catedral de Sevilla. Henry Charles Brewer
y J. Alphege Brewer. Hacia 1910. Xilografía
Jardines del Palacio de San Telmo. Vista del estanque y
el quiosco. Anónimo. 1878. Xilografía, iluminado a mano
Palacio de San Telmo visto desde los jardines. Francisco
Javier Parcerisa y Boada y M. Moreno. 1856. Litografía
A LA BUSQUEDA DE
LAS ESENCIAS DE SEVILLA
Los viajeros
románticos, en su búsqueda el exotismo, por su pasado andalusí, ven en España
un destino imprescindible. En Sevilla recalan artistas fundamentalmente
británicos y franceses, como David Roberts, John Frederick Lewis, Nicolás
Chapuy o Gustabe Doré, que captan en sus bocetos, a lo largo del siglo XIX su
lado más pintoresco. De sus carpetas, llenas de apuntes tomados del natural de
los rincones más sugerentes, surgen estampas donde no solo plasman la riqueza
del patrimonio artístico de la ciudad, sino también a los pintorescos
personajes que la pueblan: tunos, cigarreras, bandoleros o majos y majas
pelando la pava.
Utilizando
diferentes técnicas de grabado, xilografía, agua fuerte y litografía, estas
imágenes constituyen una visión foránea y a menudo sesgada, de la vida
cotidiana de la ciudad. Del paisajista David Roberts, figura clave que propicia
la escuela sevillana de pintores románticos, destacan sus evocadoras visiones
de la Torre del Oro o la Entrada al salón de los Embajadores.
El siglo XIX también es testigo del desarrollo de disciplinas ligadas a la imagen, como la cartografía o el periodismo gráfico. El grabado asociado a ellas tomara como base en ocasiones la fotografía. En este sentido podemos citar la vista de Sevilla a vuelo de pájaro de Alfred Guesdon y la Procesión del Viernes Santo de Ernest Girad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario