RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas Mártires
San Hermenegildo.
Los visigodos eran una rama de los pueblos godos, que a su vez
pertenecían a los pueblos germánicos orientales, que invadieron el oeste de
Europa tras la caída del Imperio Romano.
A la Península Ibérica llegaron en el año 409, encontraron poca resistencia de la población nativa hispanorromana, y situaron en Toledo su primera Capital. Gobernaron hasta la invasión musulmana en 711. En este periodo reinaron 35 reyes, y, la mayoría de ellos murieron de forma violenta, sin llegar a completar su reinado.
En el año 567 fallece el rey Atanagildo y le sucede en primer lugar Liuva, que muy pronto asocia al trono a su hermano Leovigildo (568-586) que gracias a sus reformas y reorganización territorial es considerado como el rey visigodo más importante y uno de los reyes más relevantes de la historia de España.
Leovigildo se encontró con una
Hispania debilitada, aprisionada en el mediodía por la presencia bizantina, al
norte por la Francia merovingia, al noroeste por el reino suevo, convertido al
catolicismo, y al sur con la resistencia de las ciudades de la Bética. Su afán
restaurador le llevó a concebir una Hispania única bajo un mismo credo
religioso, el arrianismo, que profesaba el pueblo godo desde que se convirtió
al cristianismo en el siglo IV bajo esta modalidad herética, mientras que la mayoritaria población nativa hispanorromana era
cristiana.
El arrianismo es una doctrina cristiana del siglo III,
atribuida al presbítero alejandrino Arrio (ca. 256-336) que rechaza el dogma de
la Trinidad y que fue popular en algunas zonas
de Europa durante el primer milenio después de Cristo. Sostiene
que Jesucristo es el Hijo de Dios, procedente del Padre, pero no eterno,
sino engendrado por el Padre antes que Dios creara el tiempo. De esta manera,
Jesús no sería coeterno con Dios Padre.
Leovigildo estaba casado con la católica Teodosia,
hermana de San Isidoro, San Leandro, San Fulgencio y Santa Florentina, y con la
que tuvo dos hijos, a los que llamaron Hermenegildo y Recaredo.
Al morir Teodosia, Leovigildo volvió a contraer
matrimonio, quizás por razones de estado, con Gosvinda (Godvinta o Godsuita o Godswintha), viuda de
Atanagildo, que era una fanática arriana.
Su gran anticatolicismo estaba
en relación con la muerte de su hija Gelesuinta, hija de su primer matrimonio,
asesinada por orden de su esposo el rey católico franco Luilperico de Rouen.
El año 579 se celebró la boda entre Hermenegildo y la
princesa franca Ingunda, de religión católica, hija de Sigeberto I, rey de Austrasia, y de Brunegilda,
hija de Atanagildo y Gogswintha.
Por tanto, la joven princesa
Ingunda, casada con Hermenegildo, era nieta de Gogswintha, la viuda de
Atanagildo y esposa de Leovigildo.
Para evitar
enfrentamientos religiosos entre Ingunda y Gogswintha, Leovigildo envió en 579 a
Hermenegildo lejos de Toledo, como gobernador de la Bética, la región de la
Península más penetrada por el catolicismo.
La llegada de Hermenegildo a Sevilla coincide con el
pontificado de san Leandro, primogénito de los cuatro santos hermanos que,
oriundos de Cartagena, pasaron al territorio visigótico. Las prédicas del arzobispo y los consejos de su esposa
provocaron que Hermenegildo abjurara del arrianismo y se convirtiera al
catolicismo, bautizándose con el nombre de Juan, con lo que se alzó contra su
padre, apoyado por la Bética y Mérida, y se autoproclamó rey.
Leovigildo
armó un ejército poderoso y sometió a la ciudad de Sevilla aun prolongado
asedio, que incluyó la desviación del curso del Guadalquivir en la
zona norte, para impedir el auxilio de las tropas bizantinas, con lo que impidió
que el rio siguiese fluyendo dentro de la ciudad amurallada, lo que provocó la
desecación del antiguo cauce, creándose siglos después lo que hoy conocemos
como Alameda de Hércules (ver).
Hermenegildo
huyó de Sevilla en dirección al castillo de Osset (San Juan de Aznalfarache) donde
finalmente fue derrotado, apresado y trasladado a Sevilla. En esta ciudad fue
confinado en la Torre de la Puerta de Córdoba, donde se ubica actualmente la
Iglesia que lleva su nombre (ver), pero aquí no sería torturado ni muerto, sino
que, ante el temor de un levantamiento popular, fue trasladado a Tarragona
donde, por orden de su padre Leovigildo, fue decapitado por su carcelero, el
conde Sisberto, el 13 de abril de 585, al negarse a recibir la comunión por
parte de un obispo arriano.
Sin
embargo, esta historia tiene un componente de leyenda,
ya que en la fecha de la muerte de San Hermenegildo (585), ni la ciudad se extendía hasta esa zona, ni estaban construidas las murallas, pues la Puerta
de Córdoba es de época almohade.
Según
la leyenda, su cuerpo fue trasladado de Tarragona a Sevilla y durante el
recorrido se produjeron hechos milagrosos que justifican la construcción de
ermitas o capillas, como por ejemplo en la localidad granadina de Alquife donde
se conserva la ermita.
Su esposa Ingunda y su hijo Atanagildo
fueron enviados a Constantinopla, pero ella murió durante la travesía en un
puerto de África, y el niño pequeño, huérfano de padre y madre, se pierde en la
corte imperial bizantina, y aunque fue reclamado por su abuela materna, la
madre de Ingunda, no se tiene conocimiento de su devolución.
Leovigildo falleció en el 586 y le sucedió Recaredo, el
hermano menor de Hermenegildo, que en el año 589 convocó el III Concilio de
Toledo en el que abjuró del arrianismo convirtiéndose al cristianismo
niceno, unificando la religión de visigodos e hispanorromanos, extremo este que
deseó su padre, pero bajo el arrianismo. Esta fecha marca la asociación de
España y el catolicismo hasta nuestros días.
El 14 de abril de 1585, mil
años después de su muerte, fue canonizado Hermenegildo por el papa Sixto V, a
petición del rey Felipe II.
Con motivo de las segundas
Cortes de Monzón (1585), el rey Felipe tiene información de que la cabeza de
Hermenegildo se hallaba en el cercano monasterio sanjuanista de Sigena
(recogieron los hechos Antonio de Quintanadueñas y el abad Sánchez
Gordillo), por lo que escribió a las monjas demandando su entrega, que le
hicieron efectiva el 21 de diciembre de 1585. La reliquia fue depositada en El
Escorial, en el altar de san Jerónimo, el 13 de abril de 1586, día en que Sixto
V había fijado su festividad.
En
1814, tras la Guerra dela Independencia, Fernando VII crea La Real y Militar
Orden de San Hermenegildo, distinción militar y una orden de caballería
española cuya finalidad era recompensar y distinguir a los
oficiales generales, oficiales y suboficiales del Ejército de Tierra, de la
Armada, del Ejército del Aire, de los Cuerpos Comunes de las Fuerzas Armadas y
del Cuerpo de la Guardia Civil, por su constancia e intachable conducta en el
servicio, a tenor de lo que establecen las Reales Ordenanzas para las Fuerzas
Armadas. La orden consta de 4 categorías, Cruz, encomienda, encomienda con
placa y gran cruz, siendo sus colores el blanco y el morado.
Iconográficamente,
se representa con Cruz, palma de martirio, grilletes y hacha.
Iglesia de san Hermenegildo (ver)
El Retablo Mayor está presidido por la escultura del santo
Titular en madera policromada, con la palma y los grilletes, elementos de su
martirio y prisión, en la mano izquierda, el Crucifijo en la mano derecha, y un
hacha clavada en la cabeza recordando cómo fue ejecutado, atribuida al escultor
Martínez Montañés en la primera mitad del siglo XVI.
Fue encargada para figura en la hornacina central del altar mayor sustituyendo
a la antigua talla de San Hermenegildo sedente que posee la hermandad, tallada
alrededor de 1580 y atribuida a Juan Bautista Vázquez el Viejo.
La imagen ha sido restaurada en 2023, en el taller de Carlos Peñuela, con
un 80% de financiación por parte de la Junta de Andalucía.
San Hermenegildo
Detalle de san Hermenegildo
Iglesia de san Clemente (ver)
El retablo mayor, levantado por los hermanos Felipe y Gaspar de Ribas, entre los años 1639 y 1647, puede considerarse como una de las mejores
creaciones barrocas sevillanas. En la
parte alta está la Inmaculada
con San Fernando y
San Hermenegildo.
La composición de la obra obedece a un esquema de dos grandes registros, uno terrenal y otro celestial.
Existe una diferencia entra las formas y los colores de los dos registros que obedece a que la autoría de la obra es compartida entre Alonso Vázquez, que realizó la parte inferior y Juan de Uceda que se habría ocupado de la superior.
En la zona inferior, en el centro, aparece arrodillado san Hermenegildo con un sitial delante, con el hachazo del que murió en la cabeza y rodeado en su tránsito hacia la gloria por un grupo de ángeles que pueden relacionarse con la Constancia y la Fe que arman al santo con la espada, la rodela y el yelmo.
A la izquierda se sitúan san Leandro y san Isidoro, quienes consuelan a Ingunda, mujer de san Hermenegildo.
A la derecha, arrodillado en actitud de oración, se encuentra el cardenal
Cervantes, fundador del hospital para el que fue pintada la obra, acompañado de
otro personaje, que podría ser uno de los mecenas de esta obra junto con el
obispo. Éste podría interpretarse como Juan Fernández, capellán de
santa Lucía, que donó todas sus propiedades para que formaran parte del
patrimonio del hospital o bien puede tratarse del doctor don Diego de Rivera,
que según Francisco J. Cornejo era el benefactor que reunía los méritos
suficientes como para ser inmortalizado junto al cardenal Cervantes en este
gran cuadro.
En el centro de la parte superior figura la Virgen, vestida
de rojo y azul, rodeada de ángeles músicos, que tienden hacia san Hermenegildo la corona
de gloria propia de los santos.
Se divide la composición en dos planos.
En la parte superior, en el centro, aparece san Hermenegildo vestido
de guerrero, como legionario romano, y con una capa roja que se ondula a su
espalda. Esgrime un pequeño crucifijo, como única arma, alrededor del cual se
puede leer el lema “ERIT” (“SERÁ”) en alusión a la conversón de los godos al
catolicismo
El santo se sitúa de frente y se apoya sobre
su pierna izquierda, posando el pie derecho sobre una nube. Está rodeado de un
coro celestial compuesto por dos ángeles mancebos que portan los instrumentos
del martirio (el hacha y la cadena), y numerosos querubines y angelotes que lo
festejan y coronan con rosas.
Se Presenta como un soldado de Cristo, como
un “Miles Christi”, simbolizando el triunfo de la Iglesia Católica sobre la
Arriana, aquí personalizada en la figura de su padre, Leovigildo, pero también
el triunfo de la Contrarreforma sobre la Reforma protestante.
San Leandro, en el lado izquierdo, con su
brazo levantado muestra al mártir a un niño que identificamos con el rey
Recaredo, el futuro rey que proclamaría el catolicismo en España, que de
rodillas alza su mirada hacia éste.
San Isidoro, en el ángulo inferior derecho, mira absorto al
santo y retiene con un leve ademan a Leovigildo, que muestra en su rostro las
huellas de su derrota, pues que se representa caído y encogido, aferrándose a l
centro, en una postura impropia de su jerarquía, acto que representa el triunfo
de la Iglesia sobre la herejía, simbolizada por el rey arriano.
Este lienzo procede de la iglesia del desaparecido
convento de San Hermenegildo de los carmelitas descalzos de Madrid, actual
iglesia de San José, donde ocupaba el espacio principal del retablo mayor,
cuyas trazas se debieron probablemente a Pedro de la Torre. Formaba parte de un
conjunto de catorce pinturas que sufragó el patrono de la capilla mayor, Juan
Chumacero de Sotomayor y Carrillo, y que Herrera el Mozo ejecutaría entre el 17
de julio y el 8 de octubre de 1654, como documentó María Luisa Caturla.
El asunto representando en el lienzo principal, san
Hermenegildo en gloria tras haber muerto en prisión por defender la fe
cristiana ante su padre, el arriano Leovigildo, tiene una gran relevancia en el
encargo, ya que el santo está directamente relacionado con la genealogía de la
Monarquía hispánica y, especialmente con la casa de Austria, que lo asociaba
con el origen de su blasón católico y con la defensa de la Eucaristía.
Herrera consagró aquí la iconografía del santo en versión
triunfal, escenificando su apoteosis mediante una violenta torsión del cuerpo
del santo.
Está representado el padre del santo, ataviado con
armadura, y el obispo arriano que ofreció a Hermenegildo el cáliz que sostiene
en su mano izquierda, del que el santo rehusó beber porque ya se había
convertido al cristianismo, hecho que le condujo al martirio.
Para los ángeles volanderos, Herrera se inspiró en
estampas de Agostino Carracci sobre composiciones del Veronés de 1582, como la
de los Desposorios místicos de Santa Catalina y,
sobre todo para los ángeles músicos, la del Martirio
de santa Justina de Padua; o de Orazio Samacchini, como la de la Presentación de Cristo en el Templo,
de hacia 1579-82.
El Mozo estudió atentamente estos grabados -como se
observa en la forma de hacer volar a sus ángeles y en la anatomía, muy
musculosa, de alguno de ellos-, al igual que otros artistas madrileños del
momento. Igualmente, los rasgos fisionómicos del ángel que está tocando el laúd
a la izquierda del santo -perfil ovoide, cejas alargadas unidas a la nariz,
boca pequeña y barbilla puntiaguda- responden enteramente a los de algunos de
los ángeles y figuras femeninas del Veronés.
Museo lázaro Galdiano.
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