AREA DE SANTA CLARA-JESÚS DEL GRAN PODER
Iglesia del Monasterio de San Clemente
Fue construida sobre otra primitiva iglesia gótico
mudéjar a finales del siglo XVI.
Se accede desde la calle Reposo a través de una portada Barroca presidida por
un azulejo de San Clemente.
Tiene otra portada de acceso más sencilla por la calle
Santa Clara, que en el centro de la espadaña presenta un azulejo con la imagen
del rey san Fernando, que conquistó Sevilla el día de san Clemente.
La Sevilla almohade que el Santo rey
obtuvo por la fuerza de las armas, era entonces una de las más grandes y
hermosas ciudades de la Península Ibérica. Su extensísima muralla guardaba no
sólo importantes mezquitas y edificios oficiales, sino inmensos palacios donde
habitaba la aristocracia musulmana de la época.
La entrada de las tropas castellanas
en la ciudad tuvo lugar un 23 de noviembre, festividad San Clemente. La mejor
forma que encontró Fernando III de darle gracias a Dios por esta victoria sobre
los almohades fue erigir un monasterio dedicado a este Pontífice.
Para ello, donó a la que será futura
comunidad monástica unos palacios cercanos al río, resguardados por la muralla,
en la zona de la llamada puerta de Bib-Arragel. Un enclave original que aún hoy
se mantiene, tras más de siete siglos y medio de vida.
Un monasterio como éste, no podía ser
ocupado más que por la orden monástica que en estos momentos aparece más ligada
a la familia real: el Císter femenino.
El dato más antiguo que se tiene de la
existencia de este monasterio procede de un documento emitido por Fernando III
poco después de conquistar la ciudad. Se trata de la donación, fechada en 1249,
que el monarca hace a la Orden de San Juan de Jerusalén, de unas casas que
lindan con otras del Monasterio in honore Sancti Clemente.
El proyecto de fundación fue, pues,
inmediato al inicio de la vida cristiana de Sevilla, pero su auténtica puesta
en marcha, los comienzos de la vida en comunidad en estas casas-palacios,
tendrá lugar bajo el reinado del hijo del conquistador, Alfonso X, apoyado en
todo momento por el que había sido confesor de su padre y que era, en ese
momento, ya arzobispo de Sevilla: Don Raimundo de Losada, más conocido en la
ciudad como Don Remondo.
Fue así como la Corona, (Alfonso X, el
Sabio) y el arzobispado de Sevilla (Don Remondo) se unen en los años 80 del
siglo XIII para dotar y apoyar a una comunidad de monjas del Císter que inicia
ahora su vida, cumpliéndose así los deseos del Santo rey."
Tras cruzar la
puerta de entrada pasaremos a través de un extenso doble compás neoclásico con
atrio porticado, recorriendo un patio con naranjos y jardines.
Entrar en el compás de un convento es como
entrar en otro mundo, introducirse en un remanso de paz, en el reino del
silencio. El ritmo de vida se palpa distinto. El compás parece cumplir con el
cometido de cambiarnos la mentalidad, llena de prisas y ruidos, que traemos de
la calle e irnos predisponiendo a ser más sosegados más receptivos a medida que
nos vamos acercando al mundo de la clausura, bien a la iglesia, bien al torno o
a un locutorio.
Desde este patio se puede apreciar su
espadaña, aunque tiene mejor vista desde la cercana calle Torneo o del Espacio
de santa Clara.
La iglesia es de una sola nave cubierta por un artesonado Mudéjar, observándose también paramentos cubiertos en su parte inferior por un conjunto de azulejería cerámica pintada del siglo XVI al XVIII, obra de Roque Fernández.
Los Muros con ventanas están cubiertos de pinturas
murales, de gran belleza, del XVIII de Francisco Miguel
Jiménez, donde se representan la exaltación del Císter, con Ángeles, santos,
santas y reinas, relacionados con esta orden.
En el muro del evangelio se encuentran San
Esteban Harding y San Albarico y en el muro de la epístola San Mauro Abad
y San Plácido Abad.
Junto a ellos,
Santa Lutgarda, Santa Colomba, Santa Humbelina, Santa Aleyda, Santa Juliana de
Lieja, Matilde de Inglaterra, San Fernando, San Isidoro y San Ildefonso.
El presbiterio está separado del resto de la nave por un arco
toral que separa dos bóvedas situadas una a
continuación de otra sostenido por dos columnas, donde cuelgan cuadros
de los Arcángeles.
Arco
Toral que separa el presbiterio
Encima del Arco Toral, dos ángeles a los lados de un cuadro no identificado y la leyenda: HUMERUM PRINCEPS REGUM TERRA PUI VIRGA IN DORSO CIUS
Los laterales del presbiterio están decorados
de murales con escudos reales y dos grandes cuadros de Valdés Leal y Lucas Valdés,
que representan escenas de la vida del Santo, haciendo brotar agua en el
desierto y la recuperación milagrosa de su cuerpo, sobre ellos la lactación de
san Bernardo, San Benito con santa Escolástica, hermana de San Benito.
En el lado del Evangelio encontramos un sepulcro sencillo
cobijado por un arco donde reposan los restos mortales de la reina María de
Portugal, esposa del rey Alfonso XI de Castilla y madre de
Pedro I el Cruel.
Sepulcro de la reina
María de Portugal
Levantado por los hermanos Felipe y Gaspar de Ribas, puede considerarse como una de las mejores creaciones barrocas sevillanas.
Las novedades que aporta a la historia del retablo barroco sevillano descansa en el movimiento y la decoración. El movimiento lo consigue al disponer las columnas en planos diferentes que rompen los entablamentos e incorporan un sentido de profundidad. La decoración es total al tapizar el conjunto con un repertorio geométrico y vegetal de talla menuda y gran riqueza visual.
Lo preside la imagen de San Clemente.
Le acompaña en los laterales, imágenes de San Bernardo de Claraval patrón de la Orden, primer abad de Claraval, el gran defensor del culto a María durante la Edad Media y San Benito de Nursia, fundador del monacato occidental y autor de la "Regula Monachorum" que prescribe el "ora et labora", cuya regla sigue
el Cister.
San Bernardo de Claraval
En la parte alta está la Inmaculada con San Fernando que entró en la ciudad el día de san Clemente de 1248 y San Hermenegildo, que murió decapitado en la muralla de la Macarena.
La Inmaculada con San Fernando y San Hermenegildo.
En el ático, un Crucificado, imagen barroca de calidad, y sobre este Dios Padre.
En el sagrario tenemos la interesante pintura
de “Jesús como Fuente de Vida” de Valdés Leal.
El exito de esta obra se debe al diseño italiano de la arquitectura, al esmero con que estan aplicadas las labores e policromía y a la fascinación que despierta la imagen titular del Precursor.
El bautismo exhibe las claves estéticas e iconográficas del Manierismo sevillano en la encrucijada del siglo XVII, técnica cuidada y expresiva, postura inestable y elegante y perfil físico de un hombre que ronda los 30 años, delgado, moreno, de cabello largo y los ojos vivos, vestido con túnica corta de arpillera y manto rojo en señal de su martirio.
Retablo de san Juan Bautista
La
Visitación y
En la parte superior los relieves del Bautismo de Cristo,
la predicación y el degollamiento de Francisco de Ocampo.
Bautismo
de Cristo y
El
degollamiento
Se completa con pinturas de profetas, Malaquías,
David, Elías y Isaías con los Padres de la Iglesia, obras de Francisco Pacheco.
Elías e Isaías
David y Malaquías
Retablo e imagen de Santa Gertrudis la Magna
Se completa con pinturas de los capítulos de su libro,
la Transverberación, Jesús le entrega el Corazón, el Niño Jesús en su pecho, la
impresión de las Llagas, Jesús como pelícano le traspasa el corazón, le enseña
a orar y la cuida como enfermero, el abrazo del Crucificado, Jesús inclinándose
y mostrándole su muerte.
Se completa con dos bustos relicarios.
Jesús le enseña su propia muerte y Jesús se inclina sobre su
alma el día de san Mateo Apóstol
El abrazo al crucificado y Aparición de Cristo en forma de pelicano Eucarístico,
traspasando con su pico el corazón de la santa
La Sagrada Comunión saca las almas del Purgatorio y Jesús le enseña cómo
se ha de orar y saludar a la Virgen
Impresión de las llagas de Cristo y heridas de amor divino y El niño Jesús
se alberga en su pecho durante la misa del gallo
Jesús le entrega su corazón. Jesús le asiste como Divino Enfermero
Su Transverberación
Esta benedictina alemana fue la primera gran mística,
muy cercana a la religiosidad del Císter inició la devoción al Sagrado Corazón
y a San José.
Junto al cuadro descrito en su retablo, en este
convento hay una imagen en la clausura vestida de cisterciense con un corazón
en el pecho donde está el Niño Jesús.
También la podemos ver con el hábito de benedictina y
corazón dorado en la iglesia de San Benito, en la capilla de San Millán de la
iglesia del Sagrario de la Catedral y en la capilla de la Trinidad de la
iglesia de San Nicolás, donde aparece con libro de escritora.
San Juan
Evangelista
Detalle de pequeño angelito que le acompaña
San Esteban Harding y santa Lugarda
San José en una hornacina en la parte inferior
A los pies, el retablo de San Fernando del siglo XVII, con imagen y pinturas sobre su vida, con el Papa Inocencio IV, entregando la espada al obispo de Sevilla y en el ático la entrega de las llaves de Sevilla.
Retablo e imagen de San Fernando
La entrega de las llaves de Sevilla
Con el Papa Inocencio IV y entregando la espada al obispo de Sevilla
Sagrario con imagen del Pelicano
En los bordes santa Escolástica, San Isidoro, Santa Gertrudis y San Leandro.
Santa Escolástica y San Isidoro
San Getrudis y San Leandro
Diversas pinturas en torno a los retablos
El Coro, situado a los pies de la nave, está separado por la Reja de la clausura, en la parte alta el Antepecho del Coro alto con una espectacular celosía de madera.
Los pies de la nave
El antepecho fue realizado en 1588 por en entallador Crisóstomo Antúnez y esta formado por una monumental celosía, que se articula mediante pilastras corintias habitadas por roleos.
La techumbre está formada por cinco paños decorados por una tupida red de lacería al uso tradicional mudéjar. Se atribuye su ensamblaje a los carpinteros Diego Cerezo y Lucas de Cárdenas, pudiendo fecharse en 1588.
La puerta del Comulgatorio es obra del
entallador Crisóstomo Antúnez y su fecha de ejecución data de 1588. Los
cuarterones están decorados con relieves de los cuatro padres de la iglesia
latina: San Gregorio, San Jerónimo, San Agustina y San Ambrosio.
San Gregorio y San Jerónimo
En el
interior del Coro se encuentran los sepulcros de varias infantas de Castilla que
residieron en este convento: Doña Berenguela, hija de Alfonso X, Doña Beatriz y
Doña Leonor hijas del rey Enrique II, el infante Fernando de Castilla hijo
de Alfonso XI de Castilla y de María de Portugal.
Debajo de la celosía
Está adornado
en el centro con una lámpara de Bronce datada en 1400 y donada por Beatriz de
Castilla, viuda del Conde de Niebla, Casa de Guzmán.
En los muros
hay retablos barrocos de los siglos XVII y XVIII, con la Virgen de la
Esperanza, la Visitación y San Juan Bautista, San Bernardo con San Esteban, San
José con el Niño y San Fernando con Santiago.
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