RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Escritores
Benito Jerónimo Feijoo".
Nació en una familia perteneciente a un antiguo linaje
de hidalgos, en el pazo de Casdemiro,
parroquia de Santa María de Melias, en la ribera del río Miño.
Sus padres
fueron Antonio Feijoo Montenegro y Sanjurjo y María de Puga Sandoval Novoa y
Feijoo, eran personas interesadas por las letras y poseedoras de una gran
biblioteca.
Estudió primeras letras en Allariz y luego realizó sus
estudios regulares en el Real Colegio de San Esteban de Rivas de Sil, en el
municipio de Nogueira de Ramuín, situado a pocos kilómetros de su aldea natal.
No se sabe nada de su educación posterior hasta 1690,
fecha en la que tomó el hábito de San Benito en el monasterio de San Julián de
Samos, y renunció al mayorazgo, pues el convertirse el monje
benedictino le supuso el voto de pobreza.
Tras su ingreso en la Orden Benedictina, se consagró al estudio, llegando a ser nombrado "maestro general" en su orden y continuó su formación en otros centros monásticos,
como el colegio de San Salvador de Lérez, el de San Vicente (Salamanca), y el
de San Pedro de Eslonza (León).
Fue licenciado y doctor en Teología por la Universidad
de Oviedo y ganó por oposición la catedra de Teología de santo Tomas de Oviedo
en 1710, ciudad en la que residió a partir de esa fecha.
Por motivos de
salud se retiró de la vida pública en 1739 y desde entonces se dedicó a su
tarea de escritor hasta la fecha de su muerte, en su colegio de san Vicente de
Oviedo, el 27 de septiembre de 1764, y está enterrado en la iglesia de Santa María
de la Corte de Oviedo.
Se convirtió en el primer divulgador de las Luces en el
ámbito de la lengua castellana y en uno de los españoles más cultos de su
tiempo, a pesar de vivir en el ambiente recogido del claustro conventual.
Sus obras principales, el “Teatro crítico universal” y
las “Cartas eruditas y curiosas”,
formadas por ciento sesenta y cuatro escritos reunidos en cinco volúmenes, fueron
probablemente las obras más impresas y leídas en la España del siglo XVIII.
La Real Sociedad Económica de
Sevilla lo incluyó entre sus socios numerarios. Fernando VI le
dio el título de consejero real. Carlos III le regaló un ejemplar de “Las antigüedades de Herculano”.
En 1869 se
rotuló con su nombre una calle del barrio de Santa Catalina (ver).
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