miércoles, 11 de enero de 2023

 ALGUNOS PERSONAJES HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA

Antonio María Fabié y Gálvez

Autor: Joaquín Herrera Carranza

Antonio María Fabié y Escudero, egregio farmacéutico nacido en Triana, dejó escrito una interesantísima biografía de su padre, Antonio Mará Fabié y Gálvez, que ha significado para este autor sacar a la luz de la Historia de la Farmacia Hispalense un presidente de nuestro colegio profesional que, hasta ahora, permanecía oculto.

Biografía del Sr. D. Antonio María Fabié y Gálvez (1871). Antonio María Fabié

Pues bien, basándome en esta documentada biografía y las investigaciones realizadas en algunos archivos, entre otros, el archivo histórico y fondo antiguo de la Universidad de Sevilla, el archivo documental de la Universidad Complutense de Madrid y el archivo de la Academia Sevillana de Buenas Letras me ha permitido acercarme a los aspectos biográficos más relevantes relacionados con la faceta farmacéutica de Antonio María Fabié y Gálvez, así como de su condición de Presidente del Colegio de Farmacéuticos de Sevilla y otros destacados cargos, tales como Académico de la Academia Sevillana de Buenas Letras y Alcalde 5º Constitucional de Sevilla.

Antonio María Fabié y Gálvez nació en la ciudad de Ayamonte el 6 de junio de1797, hijo de Bartolomé Agustín Fabié, médico del mencionado municipio, y de Lorenza Gálvez y Espinosa de los Monteros, perteneciente a una ilustre familia de origen hispalense. 

Fue el mayor de tres hermanos que muy pronto quedaron huérfanos al morir el progenitor en 1804, víctima de la fiebre amarilla, una de las más lacerantes infecciones de la época.

Consecuencia del hecho luctuoso familiar, su madre tomó la decisión de retornar a Sevilla para afincarse definitivamente en ella, donde el todavía niño, Antonio María, recibió la instrucción primaria y a continuación los estudios de humanidades.

Antonio María Fabié y Gálvez

Una vez concluido el capítulo escolar de las humanidades, se sintió inclinado hacia la farmacia, iniciando el aprendizaje en la botica, y bajo la dirección, del boticario Mejía.

Y todo esto ocurría en la España sometida a la trágica invasión de los ejércitos napoleónicos, si bien, Sevilla permaneció libre de las tropas invasoras hasta 1810.

Esta circunstancia marcaría para siempre el destino y la obra de Antonio María Fabié y Gálvez. Con rapidez de reflejos se posicionó inequívocamente en el frente que luchó ferozmente contra los invasores franceses: ”Joven aún mi padre favoreció todas las empresas que en esta Ciudad se intentaron contra los franceses”, según se lee en un pasaje biográfico.

No obstante, aprovechó tan comprometida situación bélica para proseguir de alguna manera los estudios farmacéuticos, apuntándose a los diez y seis años en el ejército del Conde de Labisbal, como ayudante farmacéutico, época en la que fue sometido a la dura prueba de atender a los heridos y a los infectados de tifus y peste.

Tras la victoria de Bailén, y el posterior repliegue de los invasores, hecha la paz, Fabié, en un ambiente social más sosegado, prosiguió sus estudios de farmacia y de tal manera da cuenta su biógrafo: “En el año de mil ochocientos diez y seis, establecido ya en esta Ciudad el colegio para la enseñanza de farmacia, hizo en él y ante sus profesores los ejercicios para su reválida, con tal lucimiento, ...”.

Las graves circunstancias económicas de una familia huérfana de padre le impidieron continuar con los estudios superiores de doctorado, como era su deseo.

El joven farmacéutico se estableció en un primer momento, con botica abierta, por algo más de dos años, en la villa de Cazalla, dedicándose, además, al estudio naturalista de la flora, la fauna y la mineralogía de la comarca.

Tras esta primera experiencia profesional volvió a Sevilla, contrajo matrimonio con Josefa Sánchez y Delgado y, en el año 1820, abrió su botica definitiva en el barrio de Triana, “donde ejerció su profesión cerca de medio siglo, con el crédito científico y con el espíritu de caridad que son a todo el mundo notorios”.

No me es posible precisar con exactitud la fecha en la que Fabié y Gálvez asumió la presidencia del Colegio de Farmacéuticos de Sevilla. 

Su hijo y biógrafo así lo relata: “Por aquel tiempo consagró también mi padre gran parte de su actividad al lustre de su profesión, fomentando el Colegio de farmacéuticos de esta Ciudad, de que fue tantos años presidente (subrayado propio), y poniendo el mayor empeño en que el ejercicio de esta facultad no perdiera el carácter científico que es menester que tenga, (...), hombres, que consagran o deben consagrar la mayor parte de su vida a profundos y vastos estudios...” No obstante, dos apreciaciones, entiendo, deben ser comentadas:

1.- En un certificado, fechado el 31 de agosto de 1853 en Sevilla, en el encabezamiento, se lee “D. Antonio María Fabié y Gálvez Presidente del Ilustre Colegio de Farmacéuticos de esta Ciudad (subrayado propio), Inspector de Farmacia de la Aduana Nacional, Académico de número de la Academia de Buenas Letras, Vocal de la Junta Municipal de Sanidad y Subdelegado de Farmacia del primer distrito de la Capital”.

Por tanto, en 1853 es con certeza plena Presidente de nuestro Colegio de Farmacéuticos. A todos estos cargos mencionados hay que añadir el de Alcalde Constitucional 5º de Sevilla (véase más adelante).


2.- De manera indirecta, a tenor de la frase elegida por su hijo, biógrafo, “por aquel tiempo”, situándola adecuadamente en su contexto, se podría concretar la fecha de inicio de su actividad presidencial en el transcurrir de la década de los 40 y, de ahí, también, la certera apreciación “de que fue tantos años presidente”.

En cualquier caso, por la narración de los hechos se puede concluir, sin mucho riesgo de errar, que estuvo al frente de la dirección colegial de los farmacéuticos sevillanos a lo largo de un prolongado periodo de tiempo, sin que tampoco se puede afirmar la fecha concreta de su cese.

Otro testimonio de las inquietudes farmacéuticas del presidente Fabié y Gálvez lo podemos apreciar en el siguiente relato sobre sus funciones y responsabilidades, sin olvidar su condición de Presidente de la Subdelegación Principal de Farmacia de la Provincia: “Las perturbaciones, que el país había sufrido durante tantos años, habían relajado, en todas las esferas y respecto a todos los asuntos, los resortes de la autoridad, y, en materias sanitarias, reinaba la misma anarquía que en las demás cosas, con perjuicio evidente de la salud pública. Para corregir estos males trabajó mi padre con el mayor afán, evitando las infinitas intrusiones que existían en el ejercicio de la farmacia, por el abandono, y a veces por la punible connivencia, de los agentes administrativos, los cuales dejaban en manos de la ignorancia y aun de la mala fe la vida de innumerables personas”.

Mucho quebradero de cabeza sufrió por defender la correcta actuación de los profesionales sanitarios, hasta el extremo que en más de una ocasión le aconsejaron, amigos y compañeros que abandonase su querido barrio de Triana.

Antonio María Fabié desarrolló numerosas actividades profesionales y sanitarias, además de estar al frente como titular y responsable de una botica, situada en el primer tramo de la actual calle Pagés del Corro (Triana).

Seguidamente se comentan algunas de las más destacadas, especialmente en el campo de la lucha contra las terribles epidemias infecciosas de la época (tifus, fiebre amarilla, cólera morbo y peste), que azotaban a la población sevillana.

En 1821 estalló un grave episodio de contagio de peste entre la gente del barrio de Triana y para atajarlo el Ayuntamiento acordó poner al frente a su boticario, Fabié. 

Así lo narra su hijo Fabié y Escudero: “Diole el Ayuntamiento de esta Ciudad plenos poderes para todo lo que se refiere a la epidemia en el barrio de Triana, y en virtud de ellos proveyó lo necesario, aislando primero las calles de Castilla y de Barrio-Nuevo, y las que comunican entre una y otra, y haciendo lo mismo con alguna casa en que penetró el contagio. Dentro del aislamiento quedaron las personas y los medios que eran menester para el auxilio corporal y espiritual de los epidemiados, y, si algo más se necesitaba, era suministrado con las precauciones que ya la experiencia había hecho ver que eran eficaces”.

La ciudad padeció severas oleadas de epidemias coléricas que con mayor o menor virulencia afectaron a los barrios, entre ellos Triana: “La primera terrible invasión del cólera morbo asiático, en el barrio de Triana (tan castigado siempre por las epidemias, y no por sus condiciones higiénicas que son excelentes en épocas ordinarias, sino por la pobreza de la mayoría inmensa del vecindario), produjo verdadera consternación; mi padre estuvo firme en su puesto”. 

El boticario del arrabal actuó además poniendo al servicio de los parroquianos todos sus conocimientos y caudal científico: “En esa ocasión, como en todas las análogas, no satisfecho mi padre con el cumplimiento estricto de su deber, buscó con afán remedio eficaz para aquella pavorosa dolencia, y creyó encontrarla en el uso de la Aristoloquia rotunda como agente terapéutico. Sobre este punto publicó algunos escritos siendo secundado en la práctica por varios profesores,...”. También redactó algunos trabajos científicos sobre el opio.

Como inspector facultativo del distrito, nombrado por la Junta Municipal de Sanidad, desempeñó ocupaciones sumamente penosas y comprometidas de su profesión farmacéutica, pues “además del despacho de las medicinas para los enfermos del vecindario, preparó las del Hospital Provisional, establecido en el convento de S. Jacinto, y dirigió las fumigaciones, que por orden de la Junta de Sanidad se verificaban en las casas donde fallecían los epidemiados”. 

Por el relato biografiado se comprueba que también ejerció la faceta profesional de “Farmacéutico de Hospital”, como ya lo hizo con ocasión de la lucha contra el invasor francés.

Farmacéutico, muy comprometido con la salud pública, también fue nombrado por el Ayuntamiento Inspector de drogas de la Aduana del puerto de Sevilla, que en aquella época mantenía una actividad comercial de consideración, aunque en realidad dicho cometido estaba ligado al de Subdelegado Principal de Farmacia de la Provincia. 

Cargo que “habiéndolo desempeñado largos años con la severidad más estricta, evitando cuantiosos fraudes, y oponiendo una resistencia invencible a la introducción de los remedios secretos sabiamente prohibida por la legislación del Reino”. Desde la presidencia colegial desautorizó enérgicamente la aplicación de los remedios secretos.

Antonio María Fabié y Gálvez, además de boticario de “amplio espectro” profesional, como se ha presentado, fue un versado hombre de estudio y ciencia: “no se limitaba mi buen padre a los estudios propios de su facultad, sin embargo de que se consagró a ellos incesantemente toda su vida, sino que también se dedicó a otros ramos, y principalmente a las ciencias morales y políticas, conociendo profundamente los autores que de ellas trataban en aquella época”. 

Perteneció a la Academia Sevillana de Buenas Letras, siendo miembro de número. 

Como hombre de ciencia, pues, hay constancia documental, entre otras, de dos interesantísimas disertaciones científicas, pronunciadas ambas en la Academia Sevillana de Buenas Letras: Sobre el aire atmosférico (Discurso de ingreso, 28 de febrero de 1928); y Memoria sobre el influjo que exerce el fluido eléctrico sobre la economía animal (presentado el 10 de octubre de 1828).

Discurso de ingreso en la Academia Sevillana de Buenas Letras

A lo largo del trienio liberal (1820-1823), Antonio María Fabié y Gálvez, fue en varias ocasiones Alcalde 5º Constitucional de Sevilla, siendo sus actuaciones más relevantes las siguientes:

1) Fundación de asilos de mendicidad y escuelas de primera de enseñanza (San Jacinto, por ejemplo).

2) Impulsor activo de la construcción del cementerio público de la ciudad (San Fernando), trazando “sus planos con arreglo a lo que la experiencia y los adelantos científicos han enseñado en esta importante materia”.

3) Una de las actuaciones más brillantes del boticario trianero, escasamente conocida, como casi todas las suyas, fue la que tuvo como miembro de la comisión, acordada por el Ayuntamiento, para la construcción de la vía férrea Sevilla - Córdoba y su pertinaz oposición a la destrucción de las murallas de la ciudad. Las murallas fueron destruidas.

Una exposición más detallada sobre la vida y la obra de Antonio María Fabié y Gálvez, se encuentra en mi Discurso de Ingreso en la Academia de Farmacia Santa María de España de la Región de Murcia: De la Ilustración a la Restauración, Antonio María Fabié y Gálvez y Antonio María Fabié y Escudero, dos egregios farmacéuticos (Cartagena, 16 de abril de 2013).

 

 Autor: Joaquín Herrera Carranza

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