AREA ALAMEDA
Calle Santa María de Gracia.
De Tarifa a
Rafael Padura. Por la izquierda desemboca en ella Vargas Campos.
Al menos
desde fines del s.
XVI está documentada con el nombre actual, por el antiguo convento de igual advocación, de monjas
dominicas, allí situado.
Sus limites
y su configuración han cambiado bastante a lo
largo de los siglos. Así en el plano de Olavide
(1771) partía de la confluencia de Amor de Dios y Javier Lasso de la Vega e incluía también a la actual Tarifa.
Por ello afirma González de León que "son
virtualmente dos calles, la una muy ancha,
aunque corta, que pasa de la calle del Amor de
Dios a la de la
Campana, y la otra que principia en el mismo sitio y
sale a la plaza del Duque".
Ya en la
planimetría de mediados del XIX queda reducida
casi a los límites actuales, aunque se prolongaba hasta Sierpes.
Su
fisonomía decimonónica fue muy alterada tras los
ensanches de la antigua calle de la Plata
y Campana entre los años 15 y 20 del XX, para lo
cual fue necesario derribar varias casas de Santa María de Gracia. Perdió entonces estrechez, y el carácter algo quebrado de su parte final fue
sustituido por el trazado rectilíneo que actualmente presenta. Hoy es más ancha en su
tramo inicial y se estrecha notablemente a
partir de la confluencia de Martín Villa y Campana.
Por su valor arquitectónico destacan el edificio neomudéjar de
la esquina con Martín
Villa, construido en
1907-08 por Aníbal González.
Casa esquina
frontera, obra regionalista del arquitecto Pedro
Sánchez Núñez (1928-29); y el de los núm.
6-8, esquina a
Campana, neobarroco, proyectado en 1927 por Ramón Cortázar y ejecutado por Juan Talavera.
Durante siglos estuvo marcado por la
presencia del convento del mismo nombre, fundado en 1525. Su fachada principal ocupaba buena
parte de la calle y
la lateral discurría a lo largo del
primer tramo de Javier Lasso de la Vega. En
1837 sus monjas pasaron al de Madre de Dios y sus dependencias se destinaron, hasta
su derribo, a diversos usos. González de León señala que su antigua iglesia se convirtió en 1841
en un teatro cómico.
En la calle hubo también otro edificio religioso: el
colegio de los jesuitas, donde éstos
estuvieron entre 1555 y 1557, antes de su traslado
a la casa profesa de Laraña.
En ese
mismo siglo había un teatro de ópera italiana,
frente al convento, y a principios del XX el
famoso Salón Novedades, uno de los más
importantes cafés-cantantes de la ciudad,
centro del baile y
del cante flamencos, situado en lo que hoy es el arranque
de Martín Villa.
También
estaba allí el cabaret Olimpia, en el que el escritor Manuel
Diez-Crespo sitúa una anécdota del poeta Jorge Guillén,
recién llegado a Sevilla:
“Llegó la noche -escribe Díez Crespo-,
y una mano frívola nos llevó al cabaret Olimpia. Todo el día hablando de San Juan de la Cruz y, de pronto, abrimos la puerta de lugar no muy santo, y se nos apareció la Bella Dorita luciendo con el mayor descaro y generosidad
su escultural palmito. Miró Guillén al cielo,
después sonrió levemente y murmuró al oído: Verdaderamente, querido Manolito,
qué vario y qué bello es el mundo. Para Guillén, el mundo está bien hecho” ("EI Compás de Santa Clara", ABC, 19-11-1984).
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