sábado, 19 de abril de 2025

RUTA DE LOS CAMPANARIOS Y VELETAS 

Capillita de san José

La barroca fachada de la Capilla de San José. Año 1.930.

Imagen actual

Remata la fachada principal una espadaña de dos cuerpos, decorada en almagra, que contrasta con el tono anaranjado del resto del conjunto.

Espadaña

La espadaña tiene dos cuerpos, con dos vanos que alojan a sendas campanas.

El cuerpo inferior, elevado sobre una cornisa saliente, en rojo almagra, está ricamente ornamentado con azulejos azules. Se apoya sobre un basamento o antepecho del cual emergen pilastras adosadas, también decoradas con cerámica vidriada. En el centro del arco de medio punto destaca una clave con ménsulas y un friso que subraya las pilastras, coronado por un disco de azulejería algo irregular. Todo ello se remata con una cornisa ondulada que da paso al segundo cuerpo.

Cuerpo inferior

El cuerpo superior es de menores dimensiones y presenta otro arco de medio punto, con impostas y pilastras laterales. Se corona con un pequeño frontón de volutas laterales, sobre el cual se eleva un dado que sostiene una cruz de hierro y una veleta.

Cuerpo superior

Detalle de la cruz y veleta

A ambos lados de la espadaña, se ubican cartabones curvos, los superiores tallados con volutas y los inferiores decorados con azulejos. Todos ellos terminan en florones de cerámica blanca.

jueves, 17 de abril de 2025

 RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Escultores  

Cayetano Acosta.

Don Cayetano Acosta, mencionado por Ceán Bermúdez y también conocido en algunos documentos de la época como “el portugués Cayetano”, se destaca como uno de los arquitectos retablistas y escultores más representativos del tercer cuarto del siglo XVIII en Sevilla. A él se le atribuyen algunos de los conjuntos artísticos más imponentes de ese periodo.

De acuerdo con Ceán, Acosta nació en Lisboa, Portugal, en el año 1711. Era el tercer hijo de Antonio da Costa, capitán de fragata, y de María del Espíritu Santo Barbudo. Fue bautizado en la iglesia de la Encarnación en su ciudad natal.

No se conoce con certeza la fecha en que llegó a Sevilla, aunque existen tres teorías al respecto: una sugiere que pudo haber acompañado al escultor gallego Felipe de Castro, quien residió dos años en Lisboa antes de trasladarse a Sevilla; otra hipótesis plantea que llegó el 19 de enero de 1729 junto a un grupo de artistas portugueses que acompañaron al rey Juan V para asistir a los enlaces matrimoniales celebrados en la frontera entre la infanta María Bárbara y el príncipe de Asturias, y entre el príncipe de Brasil y María Ana Victoria de Borbón; y una tercera posibilidad es que viajara con Benito Silveira, quien formó parte del séquito de Felipe V e Isabel de Farnesio en su paso por Sevilla.

La primera constancia documental de su actividad en Sevilla data de 1755, año en que trabajó en la fuente del patio principal, los remates de la fachada y otras labores escultóricas para la Real Fábrica de Tabacos de la ciudad.

Respecto a su formación, no se tiene información precisa. Aunque pudo haber llegado a España ya con conocimientos adquiridos, es posible que su estilo se viera influenciado por artistas como Pedro Duque Cornejo (ver) y Jerónimo Balbás.

Contrajo matrimonio en Sevilla el 16 de mayo de 1729 con Isabel de Amil, natural del barrio de Triana. Posteriormente, en 1738, se trasladó junto a su familia a Cádiz, aunque regresaron a Sevilla en 1750.

Cayetano Acosta falleció en Sevilla en 1780. Su legado artístico fue continuado por su hijo, Francisco de Acosta (el Mayor, 1734-1789), quien se desempeñó como maestro mayor de arquitectura de retablos, cantería y escultura del Arzobispado de Sevilla. También su nieto, Francisco de Acosta (el Mozo, nacido en Sevilla en 1764), continuó con la tradición familiar, prolongando la actividad hasta los albores del siglo XIX.

De sus obras en Sevilla destacamos:

Iglesia del convento de Nuestra Señora de los Remedios. Sevilla.

1736. San Miguel.

1736. San Gabriel.

1736. San Rafael.

1736. Cuatro muchachos.

Retablo mayor de la iglesia del monasterio de San Pablo. Sevilla.

C. 1736. San Francisco de Asís.

Iglesia del Sagrario. Catedral de Sevilla.

1749-1753. Retablo de la Virgen del Rosario con Virgen del Rosario, San Miguel, San Rafael y San Gabriel. 

1749-1753. Retablo de Cristo Crucificado con busto de la Virgen de los Dolores, San Juan Nepomuceno, San Cayetano y San Luis Obispo.

Capilla Sacramental de la iglesia del Salvador. Sevilla.

Sancho Corbacho considera que la imponente portada de la capilla es la creación más singular y representativa del estilo del arquitecto portugués. Esta obra no solo refleja con claridad su lenguaje artístico, sino que también se erige como un emblema de la arquitectura retablista sevillana de la segunda mitad del siglo XVIII. El retablo mayor, por su parte, destaca por su monumentalidad, la presencia de numerosos conjuntos escultóricos y la incorporación de elementos ornamentales innovadores.

1753-1754. Retablo y talla interior

1753-1754. Marcos de los lienzos de los laterales de la capilla

1754-1755. Alegoría de la Caridad.

1754-1755. Alegoría de la Fe.

1754-1755. Alegoría de la Esperanza.

1754-1755. San Miguel y dos ángeles.

1754-1755. San Rafael y dos ángeles.

1758-1760. Retablo de la capilla sacramental con Dios Padre, Santa Teresa (relieve), Santa Lucía (relieve), San Francisco de Sales, San Felipe Neri, Moisés, Aarón, Melquisedec, Pontífice, Cardenal, Obispo, Doctor, dos relieves ecuarísticos y seis ángeles.

1760. Relieves del fuste de la columna situada junto al retablo sacramental. 

Iglesia del Salvador. Sevilla.

1771-1779. Retablo mayor con San Agustín (relieve), San Gregorio Magno (relieve), San Jerónimo, San Ambrosio, San Pedro, San Juan Evangelista, Santiago, Moisés, Elías, Jesucristo, San Rafael, San Miguel, San Gabriel, Uriel, ocho ángeles y cuatro tronos.

Real Fábrica de Tabacos. Sevilla.

Probablemente se trate de la obra más reconocida de Cayetano de Acosta. Entre 1755 y 1756, el artista llevó a cabo algunos de los trabajos escultóricos más destacados de este emblemático edificio del siglo XVIII, comenzando por la célebre figura de la diosa de la Fama, que corona la portada diseñada por Sebastián Van der Borcht. Esta escultura, concebida para proclamar las glorias de la España borbónica, se ha convertido hoy en un símbolo de la Universidad de Sevilla.

Además de esta pieza, Acosta fue responsable de la elegante fuente ubicada en el patio central, así como de las elaboradas yeserías de las escaleras principales, las gárgolas y diversos elementos decorativos que enriquecen el conjunto arquitectónico.

Cabe la posibilidad de que colaborara con él el entallador Julián Jiménez, quien en 1762 realizó el retablo de la capilla de la Real Fábrica de Tabacos. La composición de esta obra se ajusta claramente a los principios estilísticos propios de Acosta.

1755-1758. Estatua de la Fama, ocho remates junto a la Fama, clave, relieves y frontispicio. Puerta principal. 

 1755-1758. Fuente del patio de la Fidelidad.

1755-1758. Fuente del patio de los Arrieros.

1755-1758. Cuatro remates esquineros.

1755-1758. Ocho remates flanqueando las esquinas.

1755-1758. Gárgolas.

1755-1758. Yeserías de las cuatro escaleras. 

Hermandad de los Servitas. Sevilla.

C. 1760. Retablo con San Felipe Benicio, Santa Clara Falconieri, dos ángeles con atributos sacramentales y seis angelotes.

Iglesia del Colegio de San Alberto. Sevilla. (ver)

C. 1760. Dos ángeles lampareros.

Iglesia del convento de San Clemente. Sevilla. (ver)

C. 1760. Retablo pequeño del sotocoro.

C. 1760. Marcos paras las pinturas situadas sobre el arco toral.

Iglesia del convento de Santa Rosalía. Sevilla. (ver)

En 1761, un incendio devastó la iglesia del convento de Santa Rosalía, provocando la pérdida total de sus retablos. Poco después del suceso, el arzobispo don Francisco de Solís y Folch encargó a Cayetano de Acosta la creación de siete nuevos retablos para reemplazar los destruidos. Este encargo dio lugar a uno de los conjuntos más armoniosos y completos del arte religioso sevillano del siglo XVIII. En un plazo de tan solo tres años, Acosta finalizó esta importante obra, que fue inaugurada en 1763. El dorado del retablo mayor se llevó a cabo gracias a los fondos procedentes de la testamentaría del arzobispo Salcedo y Azcona.

1761-1763. Dos ángeles lampareros.

1761-1763. Alegoría de la Fe sobre el tornavoz.

1761-1763. Retablo mayor con San Miguel, Santo Tomás, San Buenaventura, San Francisco de Asís, Santa Clara de Asís, Santo Domingo de Guzmán (relieve), San Antonio de Padua (relieve), Inmaculada Concepción, Santa Rosalía de Palermo y cuatro ángeles niños.

761-1763. Esculturas para las hornacinas del crucero: San Fidel de Sigmaringa, San Serafín de Montegranaro, San José de Leonisa y San Félix de Cantalicio.

1761-1763. Retablo con San Francisco Javier, San Benito de Nursia (relieve), San Nicolás de Bari, San Luis Gonzaga, San Francisco de Borja y dos ángeles niños.

1761-1763. Retablo con Santa Teresa de Jesús, San Francisco de Paula (relieve), San Antón Abad, San Joaquín, Santa Ana y dos ángeles niños.

1761-1763. Retablo con San José con el Niño.

1761-1763. Retablo con la Virgen del Pilar.

1761-1763. Retablo con San Luis de Tolosa.

1761-1763. Retablo con Santa Inés de Asís.

1761-1763. Retablo pequeño para un Cristo de porcelana.

1761-1763. Marco del retrato de Francisco Solís.

1761-1763. La cama de la Virgen del Tránsito. 

Jardines de las Delicias de Sevilla.

En el emblemático parque creado por el asistente Arjona durante el siglo XIX terminaron ubicándose algunos de los bustos y esculturas que, en pleno siglo XVIII, el cardenal Francisco Solís mandó instalar en los jardines del Palacio Arzobispal de Umbrete. Este espacio está considerado como el primer "jardín artístico" del sur de España. Aunque no existe documentación que confirme que Cayetano de Acosta fuera el autor de estas piezas, tanto Alfonso Pleguezuelo como Francisco Amores coinciden en que hay escasas dudas sobre su participación, al menos en la elaboración de los pedestales que las sostienen.

La atribución se basa en dos argumentos principales: la clara afinidad estilística entre dichos pedestales y otras obras conocidas de Acosta, y su papel como escultor de confianza del cardenal Solís, para quien ejercía como maestro mayor de escultura del arzobispado en el momento de la realización de estas obras.

También se ha planteado la posibilidad de que Acosta fuera el autor de las esculturas que coronan los pedestales, así como de la célebre fuente del "Neptuno niño" (frecuentemente confundida con una representación de Baco). No obstante, estas piezas podrían igualmente haber sido adquiridas en Italia o realizadas en los talleres escultóricos de La Granja de San Ildefonso.

En cualquier caso, este conjunto escultórico contribuye a hacer de estos jardines un espacio singular y encantador, fiel a su nombre de inspiración volteriana, y uno de los rincones más atractivos de Sevilla.

C. 1760. Estatuas y pedestales para el palacio Arzobispal de Umbrete, trasladas posteriormente a los jardines de las Delicias de Sevilla.

Alcázar de Sevilla

C. 1760. Escudo de Armas de Sevilla. Jardín de la Alcubilla

Capilla Sacramental de la iglesia de San Isidoro. Sevilla.

1760-1762. Dos ángeles lampareros.

Casa de la Moneda. Sevilla

La portada de la Casa de la Moneda fue concebida por el ingeniero militar Sebastián Van der Borcht, con quien Cayetano de Acosta colaboró estrechamente. A Acosta se le atribuyen los elementos decorativos de la fachada, incluido el desaparecido escudo de la Monarquía, que confería un aire de solemnidad al conjunto, así como la clave del arco, representada por una cabeza de león. Sin embargo, algunos investigadores sugieren que esta última pieza podría haber sido obra de su hijo Francisco, quien solía trabajar junto a él de forma habitual.

1763. Clave y remates laterales de la Portada.

Alameda de Hércules. Sevilla. (ver)

Las esculturas de los leones que coronan las columnas situadas en el extremo norte de la Alameda de Hércules fueron realizadas en 1764, en el marco de la remodelación promovida por el asistente Larumbe. Esta intervención se llevó a cabo en el histórico espacio urbano fundado por el Conde de Barajas en el siglo XVI. Los dos leones, representados en actitud rampante, portan escudos: uno con las armas de España y el otro con el escudo de la ciudad de Sevilla. Se considera probable que originalmente estas esculturas estuvieran policromadas.

1764-1765. Dos leones con escudos.

Plaza de la Maestranza. Sevilla.

La alegoría de los ríos Po y Guadalquivir, situada en el Palco del Príncipe de la Real Maestranza de Sevilla, forma parte del conjunto escultórico que adorna este espacio principal de la plaza de toros. La obra, ya finalizada en 1765, fue rematada por Cayetano de Acosta, a quien se le atribuye la autoría de todas las esculturas que decoran el palco.

La inclusión del río Po, junto al Guadalquivir (cuya presencia se justifica por su relevancia local), se explica por la figura del infante Felipe de Borbón, primer hermano mayor de la Real Maestranza, hijo de Felipe V, duque de Parma y fundador de la casa de Borbón-Parma. La investigadora Fátima Halcón fue quien halló en los archivos de la Maestranza la documentación que confirma la participación de Acosta en esta destacada obra escultórica.

1765. Escudo real, Alegoría del Guadalquivir y Alegoría del Po. Palco del Príncipe.

Palacio del Pumarejo. Sevilla. (ver)

C. 1769. Escudo de armas.

Palacio del Marqués de Medina. Sevilla. (ver)

C. 1770. Escudo de armas.

Palacio Arzobispal. Sevilla.

1776. Mater Inviolata. Procedente de la Hermandad Sacramental del Sagrario.

martes, 15 de abril de 2025

RUTAS POR SEVILLA: Vírgenes

Virgen de Valvanera.

La Virgen de Valvanera es una advocación mariana venerada en la sierra de la Demanda, en la comunidad autónoma de La Rioja (España), de la cual es patrona.

La historia de su aparición se narra en la “Historia Latina”, redactada en 1419 por Rodrigo de Castroviejo, abad del monasterio de Valvanera. Este texto es una traducción de un manuscrito en latín del siglo XII atribuido al poeta Gonzalo de Berceo.

La leyenda sobre el origen de la devoción a la Virgen de Valvanera comienza con Nuño Oñez, un bandolero originario de Montenegro. Dedicado a asaltar viajeros en los caminos, vivía con su hijo en una cueva a orillas del río Najerilla, cerca de Anguiano. Un día, su hijo perdió la vida al intentar recoger agua del río desde la cueva. Este trágico suceso provocó una profunda transformación en Nuño, quien, arrepentido, comenzó a orar fervorosamente.

En otra versión del relato, se dice que al intentar robar a un hombre humilde que rezaba, Nuño quedó tan conmovido que pidió ayuda a la Virgen María para cambiar de vida.

En respuesta a sus súplicas, un ángel se le apareció durante la oración, indicándole que debía ir a Valvanera y buscar un roble singular del que brotaba una fuente y donde se encontraban varios panales de abejas. Allí, bajo ese árbol, encontraría la imagen de la Virgen.

Nuño emprendió el viaje acompañado por el sacerdote Domingo de Brieva. Ambos recorrieron caminos difíciles y superaron numerosos obstáculos naturales hasta llegar al lugar señalado por el ángel.

Tal como se les había revelado, encontraron la imagen sagrada bajo el roble y, en el último tercio del siglo IX, erigieron un altar en honor a la Virgen. Con el tiempo, aquel sencillo altar dio origen a un pequeño oratorio, que siglos después evolucionaría hasta convertirse en el actual Monasterio de Valvanera, donde la imagen se conserva y es venerada por la comunidad benedictina.

Después de cumplir su misión, Nuño se retiró a vivir como ermitaño en una cueva cercana, donde llevó una vida de oración hasta su muerte. Según la tradición, el sacerdote Domingo fue guiado por unas misteriosas luces hasta el cuerpo sin vida de Nuño, y en ese momento, las campanas del monasterio comenzaron a sonar solas, como si anunciaran su fallecimiento.

Una piadosa leyenda popular sostiene que, hacia el año 1000, el Niño Jesús representado en la imagen de la Virgen tenía la mirada dirigida hacia la derecha y hacia abajo, en actitud contemplativa hacia los fieles. Se cuenta que una joven pareja recién casada, durante la noche en la sacristía del santuario, comenzó a besarse justo en el ángulo de su mirada. Como gesto de rechazo al acto considerado inapropiado en ese lugar sagrado, el Niño desvió milagrosamente su rostro hacia la izquierda y nunca volvió a su posición original. Por esta razón, algunas representaciones muestran al Santo Niño con un libro abierto en el que puede leerse la frase: "Voltió Cristo el rostro, por no ver un sacrilegio."

La imagen de la Virgen de Valvanera es de madera policromada y mide unos 60 centímetros de altura. Es de estilo románico, con rasgos bizantinos, datado entre finales del siglo X y el siglo XI. 

La Virgen aparece sentada en actitud de reina, con la pierna derecha más atrás que la izquierda de la que ve sus pies calzados con sandalias. Sostiene al Niño Jesús en su rodilla derecha y su mano derecha sostiene delicadamente el torso de Jesús. En su mano izquierda muestra delicadamente, a la altura de su pecho, su maternal corazón, coronado con una flor silvestre blanca que pareciera ser una Cistus salviifolius, común en la península ibérica, que simboliza las gracias y favores que ella concede a sus hijos. El pedestal hexagonal dorado recuerda el color de la miel que brotó del tronco en que fue hallada la imagen y representa el gozo de la divinidad.

El Divino Niño, sostiene en su mano izquierda un evangeliario que aprieta en su pecho junto a su corazón, mientras que, con la mano derecha, con un gesto lleno de ternura, da la bendición.   La posición de los pies, girados en sentido contrario al cuerpo, conceden a la talla una gran originalidad. 

Virgen de Valvanera (ver) ( crédito CC BY 3.0)

En Sevilla, el antiguo monasterio benedictino de San Benito (actualmente parroquia homónima y antes situado extramuros) albergó desde tiempos remotos en su retablo mayor la imagen de la Virgen de Valvanera.

Una antigua congregación de castellanos le rendía culto desde hace siglos. En 1725, sus reglas fueron aprobadas oficialmente por el arzobispo Salcedo, quien además se convirtió en su protector y Hermano Mayor. Esta hermandad formaba parte del conjunto de cofradías gremiales de la ciudad, con una notable vinculación al gremio de los mercaderes de paños y lencería.

Cuando la comunidad benedictina se disolvió, la Hermandad decidió trasladarse en 1855 a la iglesia de San Alberto, argumentando la lejanía del barrio de la Calzada. Como no pudieron trasladar la imagen original, encargaron una nueva que es la que actualmente se venera en dicha iglesia.

Pero en 1875 volvió a resurgir la primitiva Hermandad del templo de San Benito, que en 1884 queda establecida de nuevo como Congregación de Señoras. Carácter que todavía conserva hoy, aunque los varones también pueden ingresar-

En 1992, bajo la presidencia de doña Adoración Montes Clavijo y la dirección espiritual del párroco don José Salgado, se recuperó el culto externo. Posteriormente, el 23 de febrero de 2001, durante un cabildo de elecciones, se aprobó una reforma de sus estatutos para adaptarse a la normativa diocesana, permitiendo por primera vez la participación de hombres en la Junta de Gobierno. A pesar de este cambio, la Hermandad volvió a quedar presidida por una Hermana Mayor, aunque ya sin que ello sea un requisito obligatorio o excluyente.

Se trata, probablemente, de una hermandad única en Sevilla, pues ha contado con dos imágenes titulares idénticas en templos distintos y, aunque tradicionalmente conformada por señoras, no excluye a los hombres de participar activamente en su vida interna.

Iglesia de san Benito

Es una imagen sedente, con el Niño Dios en brazos sobre un águila, figuran ante una chueca hueca donde apareció y a sus pies las figuras de sus descubridores los ermitaños Padre Domingo sacerdote de Brieva y el salteador arrepentido Nuño Oñez,  tallas anónimas de hechura más moderna (quizá s. XIX o principios del XX). El conjunto equivale claramente a un “Misterio de Gloria”.

Virgen de Valvanera

Iglesia de san Alberto

Preside la capilla de la Virgen de Valvanera, anteriormente de San Antonio de Padua. En el muro del Evangelio. En el ático se representa la escena de “La coronación de la Virgen” y en las calles laterales se representan a los evangelistas San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan.

Retablo de la Virgen de Valvanera

Hornacina con la Virgen de Valvanera

Virgen de Valvanera

Detalle de la Virgen de Valvanera y  del Niño

Detalle de la mano de la Virgen de Valvanera