RUTAS POR SEVILLA: Vírgenes
Virgen de los Ángeles. Hermandad de los Negritos.
La primera
devoción de la Hermandad
de los Negritos no estuvo dedicada a la Virgen de los Ángeles,
como ocurre hoy, sino a una advocación singular y poco frecuente: Santa María de los Reyes.
Esta imagen, de origen medieval, representaba a la Virgen María entronizada con
el Niño en brazos, mientras a sus pies los tres Reyes Magos le rinden
adoración.
Esta
iconografía encerraba un mensaje teológico profundo y universal,
al presentar a los Magos como símbolos de la diversidad de los pueblos y razas
de la Tierra, todos ellos reconocidos en igualdad bajo el amparo de María. En
una época marcada por la desigualdad y la esclavitud, esta representación
ofrecía una visión inclusiva y
esperanzadora, en la que cada raza tenía un lugar ante Dios.
Para los esclavos africanos
que fundaron la hermandad en Sevilla, esta imagen no era solo una expresión
artística, sino una fuente de consuelo espiritual y dignidad. La figura del Rey Mago negro
resultaba especialmente significativa, ya que facilitaba su integración en la
vida eclesial y reafirmaba su papel activo como creyentes. En torno a María y
al Niño Jesús, los Reyes sostenían también el valor simbólico de los fieles
negros como servidores de Cristo y partícipes de la redención.
La advocación
de Santa María de los Reyes, al subrayar la presencia de las distintas razas en
el misterio de la Epifanía, sirvió como modelo devocional para otras
hermandades de negros que surgirían en Andalucía tras la fundación de la
sevillana.
En la Sevilla
del siglo XV, la población negra o morena era considerable (ver). Muchos eran esclavos capturados durante
las guerras con el reino de Granada o traídos desde África en
las rutas comerciales dominadas por los portugueses, especialmente hacia la
zona de Guinea. Estas personas, desarraigadas y privadas de libertad, encontraron
en la fe cristiana
un refugio espiritual y una vía de esperanza.
El convento de San Agustín
dio nombre al barrio que se desarrolló fuera de las murallas, en una zona
humilde alejada de los centros de poder. En este entorno, la hermandad adquirió
un solar donde se erigiría su capilla. Aunque sería conocida más adelante como capilla de Nuestra Señora de
los Ángeles, durante un tiempo llevó el título de capilla de la Virgen de los
Reyes, e incluso llegó a ser nombrada parroquia de San Roque en 1573,
en honor al santo protector contra las epidemias de peste, cuya devoción era
muy popular en ese contexto.
Actualmente, Nuestra Señora de los Ángeles es
la titular de la corporación es, una imagen profundamente venerada por la Muy Antigua, Pontificia y
Franciscana Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la
Fundación y Nuestra Señora de los Ángeles Coronada, conocida popularmente como “Los Negritos”.
La imagen de la
Virgen es una escultura
de candelero tallada en madera, con la cabeza y las manos
modeladas, y los brazos articulados para facilitar su vestimenta. Su rostro, de
forma ovalada, transmite una expresión contenida y serena, que refuerza el
carácter hierático de la imagen. Sus ojos, ligeramente inclinados hacia abajo,
reflejan recogimiento, y se adornan con cinco lágrimas, tres en la
mejilla izquierda y dos en la derecha. La nariz es afilada, la boca
entreabierta, y presenta un leve hoyuelo en la barbilla. El cuello, por su
parte, carece de detalle anatómico.
Las manos están
esculpidas con formas sencillas y simétricas. Aunque los dedos aparecen
separados, los dedos corazón y anular se presentan más juntos. En el dorso se
marcan discretamente algunos hoyuelos en la base de los dedos, y en la palma se
insinúan algunas líneas con un tratamiento muy esquemático.
Virgen de los Ángeles
Detalle
Detalle del rostro en visión frontal
Detalle del rostro en visión lateral
Detalle de las manos
Tradicionalmente,
la imagen de Nuestra Señora de los Ángeles
se databa en el siglo XVIII. Sin embargo, estudios posteriores han adelantado
su cronología hasta la primera mitad del siglo XVII, e incluso hacia finales del siglo XVI.
Esta nueva propuesta se basa en diversos elementos formales que remiten a
recursos plásticos ya presentes en el último tercio del siglo XVI, como la estructura tubular del cuello,
el marcado frontalismo del
rostro, que confiere al conjunto un ese carácter hierático,
así como el trazado ovalado de la cara,
carente de los refinamientos característicos del siglo XVIII.
En cuanto a su
conservación, existen intervenciones documentadas a
lo largo del siglo XX. La primera tuvo lugar en 1952, y fue realizada por Juan Miguel Sánchez Fernández,
catedrático de Pintura de la Escuela Superior de Bellas Artes y académico. En
ella se acometió una intervención en el rostro de la Virgen, motivada por
diversos desperfectos, aunque no se especifican con claridad cuáles fueron.
Una segunda
restauración se llevó a cabo en 1984, a cargo del imaginero Antonio Dubé de Luque (ver), quien redactó un detallado informe en el que
constataba el mal
estado de conservación de la talla. El candelero estaba
severamente afectado por la acción de xilófagos, mientras que la
policromía del rostro presentaba daños visibles en la mejilla
izquierda, el seno nasal derecho, la boca, y una pérdida menor en la zona de la
frente. Además, se observaba una grieta en la cabeza, ocasionada
por el perno de sujeción de la corona. Dubé procedió a realizar un nuevo cuerpo
para la imagen, articuló de nuevo los brazos, rehízo el candelero, al que dotó
de mayor volumen en la zona de las caderas, y colocó un nuevo sistema de anclaje para
la corona. También planteó una intervención más profunda en el
rostro.
Ya en el siglo XXI, la imagen fue sometida a una nueva restauración por parte del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH). Esta intervención, realizada conforme a criterios científicos y metodológicos actuales, se inició con una fase preliminar de estudio diagnóstico (2004), que permitió identificar con mayor precisión las características técnicas de la escultura, así como la naturaleza y el alcance de las intervenciones previas. Este enfoque riguroso sentó las bases para una actuación respetuosa con la integridad material y simbólica de la imagen.
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