ALGUNOS HECHOS HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA
Batalla de Clavijo
Da nombre a la calle Clavijo (ver) de
la collación de san Lorenzo, en la zona de san Juan de Acre.
Frudela I de
Asturias, llamado el Cruel, hijo de Alfonso I el Católico y de la reina
Ermesinda, fue rey de Asturias entre los años 757 y 768.
El rey Silo accede al trono por estar casado con Adosinda, hija del rey Alfonso I el católico y fue coetáneo de Abderraman I, el emir omeya de Córdoba.
Al morir Silo, fue elegido rey de Asturias el joven Alfonso II el Casto, hijo de Frudela, a instancia de la reina para elevar al trono a un miembro de su linaje.
Durante
su reinado, se descubrió en Compostela la
supuesta tumba del apóstol Santiago.
Retrato imaginario de
Silo, rey de Asturias. Eduardo Cano. 1853. Museo del Prado.
Sin embargo, parte de la nobleza asturiana, que no había olvidado las acciones de Fruela, apoyó a Mauregato, hijo natural del monarca Alfonso I el Católico y una "sierva" del noroeste gallego, quien encabezó una fuerte oposición hasta obligar a Alfonso a retirarse a tierras alavesa.
Tras esto, Mauregato se hizo proclamar rey, apropiándose
del poder en Asturias, entre los años 783 y 789.
A Mauregato se le atribuye la leyenda del
llamado “tributo de las cien doncellas” que habría pactado con el emir de
Córdoba, Abderramán I, a cambio de conservar la paz y tranquilidad en las tierras
dominadas, y que consistía en donar cien doncellas
cristianas, 50 hidalgas y otras 50 plebeyas, según recoge Alfredo Gil
del Rio en su obra "Historia y
Antiguas Leyendas de La Rioja" (1977).
En el año 842 el rey Alfonso II se negó a seguir
pagando este humillante tributo a los moros y su hijo Ramiro I fue quien hubo
de hacer frente a esta negativa, pues las
tropas sarracenas se entregaron al saqueo y la rapiña.
Las tropas cristianas de Ramiro, capitaneadas por Sancho, irían en busca de los musulmanes, al mando de Abderraman II.
Pero, las tropas cristianas al llegar a Nájera y Albelda se verían rodeados por un numeroso ejército árabe formado por tropas de la península y por levas (soldados reclutados obligatoriamente de la población civil para servir en el ejército) que provendrían de la zona que se corresponde actualmente con Marruecos.
Así, el primer choque armado se saldó con la derrota cristiana, por lo que el rey ordenó la retirada hasta un collado denominado Clavijo, en Monte Laturce, situado a unos 15 kms al sur de Logroño.
Allí pasaron la noche los supervivientes, y allí fue donde el rey Ramiro tuvo su presunta visión.
En ella, el apóstol Santiago se le presentó en sueños, diciéndole: “ten valor, en tu ayuda y mañana, con el poder de Dios, vencerás a toda esta muchedumbre de enemigos, por quienes te ves cercado”.
Así
mismo, el Apóstol le aseguró que, en el momento de la batalla, ambos ejércitos “le verían en el cielo vestido de blanco, sobre un caballo del
mismo color y portando en la mano un estandarte blanco”.
Este
gran lienzo representa al apóstol Santiago en la famosa Batalla de Clavijo. El
santo se muestra al espectador montado sobre un caballo blanco, cubierto su
cuerpo con una cota de malla, arrollando desde la zona izquierda de la
composición a las tropas musulmanas. El santo porta en su mano izquierda un
estandarte blanco con la cruz roja de su Orden en el centro, mientras que con
la derecha sostiene la espada. Su rostro es de aspecto fiero, pero subrayando
el dorado nimbo de santidad. A la derecha un grupo de musulmanes lucha contra
tres cristianos, armados con lanzas y a caballo. Musulmanes y cristianos visten
sus ropajes identificativos: aljubas, capas y turbantes, los primeros; cascos y
cotas de malla, los segundos. En un primer plano tres guerreros musulmanes
yacen en variadas posturas alrededor del rojo estandarte caído que indica su
derrota. A la izquierda, otros cuatro árabes emprenden la huida con sus rostros
llenos de terror. En el extremo izquierdo un grupo de cristianos ataca tras el
impacto causado en el bando contrario por la milagrosa aparición jacobea. El
fondo es un amplio paisaje con manchas de arbolado a ambos lados, separadas
entre sí por una zona amarillenta que sugiere la polvareda levantada por los
contendientes. A la derecha se aprecia un caserío y encima un castillo roquero
que recuerda al de Ampuna o al de Aguilar de Campo. En la lejanía se contemplan
unas montañas de tonos azulados. A pesar de ser una obra de carácter religioso,
Casado interpreta la escena como si de un cuadro de historia se tratara.
Retablo de Santiago. Catedral de Sevilla
Santiago en la batalla de Clavijo. Roelas, Juan de. 1612. Capilla de Santiago. Catedral de Sevilla
En la nueva batalla, las tropas cristianas
derrotaron a los musulmanes. Con este suceso, el
Apóstol se convirtió en símbolo del combate contra el islam, y se le reconoció
desde entonces como Santiago Matamoros y la
invocación “Dios, ayuda y Santiago” se
utilizó en los ejércitos españoles, hasta la Edad Moderna, como patrono en
todos los combates, desde los Tercios de Flandes, hasta los conquistadores de
América.
Tras la victoria, en honor al Apóstol, Ramiro ordena
levantar la Iglesia del Bendito Santiago y otorga a Sancho de ciertos
privilegios además del apellido de
Tejada en recuerdo de la rama de un tejo que utilizó como arma, cuando
se rompió su lanza en el combate, y que blandía valientemente arengando a sus
tropas en un último esfuerzo.
De esta batalla surge el voto de Santiago, comprometiendo a todos los cristianos a peregrinar a Santiago de Compostela, portando ofrendas como agradecimiento al Apóstol por su intervención, y un impuesto o tributo a la Iglesia, que fue abolido en las Cortes de Cádiz en el año de 1812, pero que a él se debe esa joya del arte románico, que es la suntuosa Catedral de Santiago de Compostela.
No obstante, al igual que el mito,
la supuesta donación de Ramiro a la Iglesia tampoco es auténtica, y fue
instituida realmente en el siglo XII.
La consecuencia inmediata de esta batalla, fue animar
a la población cristiana a luchar contra los musulmanes, contrarrestando el
espíritu de Guerra Santa, con la que luchaban éstos y que les permitía
conseguir el Paraíso, con una lucha de carácter de Cruzada o “Guerra de
Reconquista” para librar a la península del dominio musulmán.
La primera crónica que cita esta legendaria aparición
fue narrada (hacia 1243) por Rodrigo Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo, que
la ubica el 23 de mayo del año 844, pero escribió unos 400 años después de los
hechos que narra.
Leyenda o realidad, los historiadores no se
ponen de acuerdo sobre sus datos y connotaciones:
Alfredo Gil del Rio, afirma contrastando las diversas crónicas, que la famosa batalla de Albelda tuvo como escenario las inmediaciones de Clavijo en el año 859, pero no en el 844, que es la fecha que la tradición fija en la “leyenda de fe”.
Siguiendo a Sánchez Albornoz, ni Ramiro peleó en Clavijo, ni, aunque hubiese allí combatido, ni él ni su gente habrían creído que a su lado había luchado el Apóstol Santiago.
Es
cierto que hubo batalla en aquellos lugares, pero fue en el año 859, durante el
reinado de Ordoño I; se trata de la batalla de Albelda, librada contra el
gobernador de Zaragoza, el autodenominado “Tercer rey de España”.
El catedrático de Historia Medieval de la UNED en Madrid, José Luis Martin Rodríguez, al referirse a "La Leyenda del Matamoros", señala que "… aunque Santiago no peleara a favor de los cristianos hasta época tardía, el hecho de que se sitúe su intervención en la batalla de Clavijo tiene, sin duda, alguna explicación: en Albelda, lugar muy próximo a Clavijo, combatieron Ordoño I de Asturias y Musa ibn Musa, caudillo de los musulmanes del Ebro, en el año 859.
El lugar, era un punto estratégico que dominaba la vía de comunicación entre las actuales Soria y Logroño y que, cruzando el Ebro, llegaba hasta Pamplona.
Tal vez, por su interés estratégico, aluden a la
batalla con detalle las crónicas escritas poco después en la corte de Alfonso
III, hijo de Ordoño, y el relato pudo llamar la atención de quienes, en la
primera mitad del siglo XII, precisaban una batalla lo suficientemente
importante y antigua para justificar los votos que los fieles pagarían en
adelante al Apóstol Santiago".
Las fuentes asturleonesas cuentan que Orduño I, el
hijo de Ramiro I, cercó la ciudad de Albelda y estableció su base en el monte
Laturce, es decir, el mismo lugar donde la leyenda sitúa la batalla de Clavijo,
y los hallazgos arqueológicos muestran que en Albelda hubo varios combates, lo
que no se puede asegurar es que se correspondan con la Batalla de Clavijo.
Según el Diccionario de Historia de España, "la existencia de esta batalla ni siquiera se plantea a un historiador serio".
La idea de una Batalla de Clavijo, con Santiago Matamoros, fue producto de la imaginación de una persona, un mistificador, si se quiere, cuya identidad no sabemos, aunque no era del siglo VIII ni IX.
Sin embargo, la
batalla fue celebrada como un elemento de conformación de la historia nacional
española y para esto fue creada.
Historia o leyenda aparte, la creencia en ‘Santiago
Matamoros’ se extiende con profusión por toda la cristiandad y da lugar a un
sin número de representaciones pictóricas y escultóricas, especialmente de los
siglos XIV al XVII, claramente interesadas tanto desde el punto de vista
histórico, como religioso y político.
Artista de fecunda producción pictórica al óleo y,
sobre todo, al fresco, considerado el máximo representante de la pintura rococó
en la Roma de la primera mitad del siglo XVIII y cuya obra ha sido punto de
referencia de varias generaciones de pintores españoles.
El cuadro representa a Santiago, en un
caballo blanco y flanqueado por un ángel que lleva una bandera desplegada,
galopa sobre una multitud de moros derribados y caballos caídos en el suelo. En
segundo término, en un paisaje rocoso, se ven escena de la batalla. Este lienzo
es un boceto para el platillo de la bóveda de ingreso a la capilla del Palacio
Real pintada por Giaquinto entre 1756 y 1757. El lienzo y el fresco
correspondiente muestran una evidente derivación de Giordano en la composición
y en el mezclarse cuerpos de musulmanes y caballos en el suelo, incluso en las
actitudes, gestos y escorzos. El tratamiento de la lejanía también es evocador
de las de Giordano.
En la situación actual, para preservar el espíritu ecuménico, conciliador y democrático, la secular imagen del Apóstol, tan feroz y sanguinario contra el noble y pacífico ejército musulmán de Abdel-Rahman II, se ha decidido tapar con una hermosa alfombra de flores blancas las efigies de los aterrorizados sarracenos que yacen a los pies de su caballo, víctimas de la espada justiciera de un Apóstol tan preconciliar y belicista.
De
esta forma, a partir de ahora propios y extraños podrán contemplar la imagen
renovada del Apóstol, ya transformado en “Santiago Mataflores”. Todo sea en
aras del consenso, el diálogo de las civilizaciones y la paz universal.
En recuerdo de esa época sigue viva la
tradición en Sorzano (y en Santo Domingo), como la procesión de las doncellas,
cuando año tras año, un abigarrado grupo de mozas del pueblo, ataviadas en
trajes nupciales, portan flores a la Virgen como gesto de acción de gracias por
haber sido liberadas de semejante humillación.
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