sábado, 10 de diciembre de 2022

 ALGUNOS PERSONAJES HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA

Francisco Pizarro

Se le dedica la calle Pizarro (ver) en la collación de san Lorenzo, en san Juan de Acre

Francisco Pizarro nació en Trujillo, y sin conocerse la fecha con seguridad, por divergencia entre los historiadores, se ha establecido la posibilidad de que fuera entre 1476 y 1478, hijo bastardo del capitán Gonzalo Pizarro Rodríguez de Aguilar, llamado “el largo o el romano”, con Francisca González Mateo.

Retrato de Francisco Pizarro. Amable-Paul Coutan. 1835. Palacio de Versalles

Desde Sevilla, a la edad de veinte años se alistó en los tercios españoles que, a las órdenes de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, luchaban en las campañas de Nápoles contra los franceses.

El Gran Capitán. Grabado de Bartolomé Vázquez por dibujo de José Jimeno. Retratos de españoles ilustres. 1971

Tras esta experiencia militar, en 1502 embarcó a bordo de la flota del gobernador Nicolás de Ovando, rumbo a La Española.


Retrato del virrey Nicolás de Ovando

Los españoles trataban, en eta época, de asentarse en el territorio luchando contra los indígenas. “Los indios eran exóticos. Andaban desnudos, dormían en casuchas de madera y dormían en hamacas. Eran lampiños, de menor estatura que los españoles, pero bien proporcionados (…) En cuanto a las mujeres, iban descubiertas de medio cuerpo hacia arriba (…) Las vírgenes dejaban ver su cuerpo enteramente desnudo, determina el escritor y graduado en Derecho Roberto Barletta Villarán en su libro “Breve historia de Francisco Pizarro”.

Tras su llegada participó como soldado en varias expediciones sabiendo de antemano que, debido a que era un hijo bastardo y carecía de cultura, le sería muy difícil ascender.

En 1509 acompañó a Alonso de Ojeda que tenía la intención de tomar el golfo de Urabá (ubicado cerca de Panamá). La expedición se complicó cuando los nativos locales, asediaron el emplazamiento español, el fuerte de San Sebastián, en el poblado de san Sebastián de Urabá en Nueva Andalucía, donde posteriormente se levantaría la ciudad de Cartagena de Indias. Como resultado de este asedio, Ojeda fue herido en una pierna y tuvo que ser evacuado en un buque.

Alonso de Ojeda

En su ausencia, Alonso de Ojeda dejó al mando a Pizarro, de 32 años de edad, ascendiéndolo a capitán y nombrándolo jefe de la expedición, debido a que era uno de sus mejores soldados y que parecía inmune a las plagas que asolaban a su hueste.

Ojeda ordenó a Pizarro resistir en el fuerte durante 50 días, con los soldados de los que disponía, pero que, si pasado ese período no recibía refuerzos, debía huir junto con sus hombres en dos bergantines que dejaba a su disposición. El español defendió el lugar durante ese tiempo, pero cuando pasaron los 50 días, sin ayuda, los soldados destruyeron el fortín y se amontonaron en los dos bergantines.

Posteriormente, se unió a Vasco Núñez de Balboa en la exploración del istmo de Panamá, aventura que coronó el descubrimiento del océano Pacífico en 1513, llamado entonces Mar del Sur. 

Vasco Núñez de balboa. Anónimo. Siglo XIX. Óleo sobre tela. 94,5 x 73,3 cm.  Museo Naval de Madrid.

En 1519, a las órdenes de Pedro Arias Dávila, se unió a las fuerzas que fundaron la actual ciudad de Panamá, de la cual fue regidor, encomendero y alcalde, lo que le permitió enriquecerse.

Por orden de Pedro Arias de Ávila, alias Pedrarias, gobernador de Castilla de Oro, arrestó y decapitó a su antiguo capitán, Vasco Núñez de Balboa, en uno de los hechos más atroces de la odisea transatlántica y un acto absolutamente infame. 

En 1522, a la edad de 32 años, decidió asociarse con Diego de Almagro y Hernando de Luque para formar la Compañía del Levante, cuyo propósito era explorar los dominios del sur, en beneficio propio, y conquistar “Birú” o “El Birú” (el Imperio inca del Perú), del que tenían vagas noticias, repartiéndose las responsabilidades de la expedición. 

Pizarro la capitanearía, Almagro se encargaría de la intendencia y Luque estaría al cargo de las finanzas y de la provisión de ayuda. 

Realizaron dos expediciones de conquista (1524-1525 y 1526-1528), pero las dos se saldaron con sendos fracasos. 

Retrato de Diego de Almagro. Domingo Mesa. 1873. Óleo sobre tela. 127 x 96 cm. Museo Histórico Nacional

Hernando de Luque


El Juramento. Hernando de Luque junto a Francisco Pizarro y Diego de Almagro. Grabado de la edición española de William H. Prescott. 1851

En la segunda expedición, muchos decidieron que ya habían pasado suficientes calamidades como para seguir adelante, y cuando llegaron a una isla segura, la isla de Gallo, plantearon volver a territorio español. 

Según las crónicas de la época, solo trece hombres tomaron la decisión de seguir, mientras Almagro iba a Panamá en busca de refuerzos.

Los trece de la isla del Gallo. Juan Lepiani. 1902. Óleo sobre tela. 251 x 379,5 cm. Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú. Lima

Según Francisco de Xerez, escribano oficial de la expedición, pudieron ser 16, pues había un mulato y posiblemente un par de esclavos africanos, pero es posible que en la ecuación de las crónicas, no se incluyeran los no castellanos, salvo casos muy especiales como el de Antón de Pigaffeta, Hernando de Magallanes o los pilotos cántabros y vascos.

Los “Trece de la Fama” permanecerían otros cinco meses hasta la llegada de los refuerzos enviados por Diego de Almagro y Hernando de Luque, al mando de Bartolomé Ruiz, y tras explorar una extensa área del oeste de América del Sur, lograron hacerse con todo tipo de riquezas entregadas por algunos caudillos locales y volvieron a Panamá como héroes.  

En 1529 Pizarro viajó a España y con la “Capitulación de Toledo” de 1529, firmada por Isabel de Portugal con la autoridad del rey Carlos I, se le concedieron los derechos de dominio sobre la zona de Perú, llamado en adelante Nueva Castilla, y fue nombrado gobernador, capitán general y adelantado de las nuevas tierras. En adición, el documento otorgó títulos de hidalgos a los 13 de la Fama por lo mucho que habían servido en dicho viaje.

De acuerdo con lo estipulado en las capitulaciones, Pizarro, Almagro y Luque organizaron la tercera expedición, que partió en 1531. 

Tras un año de espera en Coaque, la fuerza expedicionaria recibió a los hombres de Sebastián de Belalcázar y poco después, ya en Puná, se añadió al grupo Hernando de Soto. 

En 1532 Pizarro zarpó desde la ciudad de Panamá desembarcando cerca de Tumbes, en lo que ahora es la frontera norte del Perú; entonces formaba parte del Imperio Inca llamado Tahuantinsuyo, que se extendía desde Colombia hasta Chile.  

Pintura que recrea la entrada de los españoles en la ciudad inca de Atahualpa

Los incas tenían una leyenda sobre que un día el dios Viracocha regresaría desde la tierra del sol poniente, una deidad que según ellos vestía de oro y plata, con barba blanca y ojos verdes, y que se había ido a través del océano Pacífico para volver en tiempos de gran necesidad.

Los nativos norteños vieron la llegada de los españoles que tenían características semejantes a las de Viracocha, narradas en su leyenda. 

Los indios tayanes le comunicaron a Atahualpa que los españoles eran dioses, dada su piel blanca, sus barbas, sus brillantes armaduras y que habían venido en grandes naves desde el océano Pacífico.

Los españoles, planearon invadir a la civilización inca aprovechando que esta se encontraba sumida en una guerra civil que enfrentaba a dos de sus líderes (Atahualpa y Huáscar) por el poder.

El 16 de noviembre de 1532 el conquistador español se entrevistó en la ciudad de Cajamarca con Atahualpa y, tras exhortarle sin éxito a que abrazase el cristianismo y se sometiera a la autoridad de Carlos V, lo capturó en un sangriento ataque por sorpresa.

Retrato de Atahualpa. Anónimo. Siglo XIX. Museo de Arqueología, Antropología e Historia del Perú. Lima

Pizarro capturando a Atahualpa. John Everett Millais.1845. Óleo sobre tela

Para conseguir su liberación, Atahualpa propuso a Pizarro llenar la habitación donde se encontraba preso, el conocido como Cuarto del Rescate, con oro y plata y los súbditos trajeron oro en llamas durante tres meses hacia Cajamarca de todas las partes del reino para salvar su vida. Atahualpa ofreció a Pizarro a su hermana favorita en matrimonio, Quisque Sisa (Inés Huaylas Yupanqui), hija del emperador inca Huayna Cápac.

Captura de Atahualpa en Cajamarca. Juan Lepiani. 1920-27


Francisco Pizarro, a pesar de haber recibido el rescate más alto de la historia, lo mandó ajusticiar la noche del 26 de julio de 1533 por los delitos de sublevación, poligamia, adoración de falsos ídolos y por haber ordenado ejecutar a sus hermanos Huáscar y Atoc.  Atahualpa antes de su muerte recibió el bautismo con el nombre de Francisco. 

Ejecución de Atahualpa, según grabado del siglo xix.

A continuación, se alió con la nobleza inca, lo cual le permitió completar sin apenas resistencia la conquista de Perú, empezando por Cuzco, la capital del Imperio y nombrar emperador a Marco Capac II, hermano de Huáscar, tras jurar fidelidad al rey de España.

El 18 de enero de 1533 fundó en la costa la Ciudad de los Reyes (pronto conocida como Lima) y Trujillo, con lo que se inició la colonización efectiva de los territorios conquistados.

Mientras tanto, su hermano Hernando, que había partido a España para entregar el “Quinto del Rey” a la corona, regresó portando el título de marqués para su hermano Francisco, y el de adelantado para Almagro, al cual se le habían concedido 200 leguas al sur del territorio atribuido a Pizarro.

Poco después, Pizarro y Almagro se enemistaron por la posesión de Cuzco, y acabaron por enfrentarse abiertamente en la batalla de las Salinas, en abril de 1538.

Derrotado y prisionero, Almagro fue procesado, condenado a muerte y ejecutado por Hernando de Pizarro. 

Carlos I sustituyó a Pizarro por Cristóbal Vaca de Castro, con las intenciones reales, de que el nuevo gobernador de Perú mediara en las luchas entre el conquistador y Almagro el Mozo, hijo de su antiguo socio. 

Sin embargo, el propósito pacificador del rey no llegó a cumplirse, y el 26 de junio de 1541 Pizarro murió asesinado en su palacio de Lima, ciudad que él mismo había fundado a orillas del río Rímac seis años antes, a manos de los almagristas.

Casa de Pizarro en Trujillo

La familia Pizarro erigió en la esquina sureste de la Plaza Mayor de Trujillo y al costado del Ayuntamiento, un palacio de estilo plateresco del siglo xvi, mandado construir por su hija Francisca Pizarro Yupanqui, conocido como palacio de la Conquista. 

Se trata de un palacio estructurado en cuatro plantas con el escudo de armas de la familia Pizarro en el balcón de la esquina. 

En uno de sus lados está Francisco Pizarro y en el otro, su esposa, la princesa inca Inés Huaylas, su hija Francisca Pizarro Yupanqui y su esposo Hernando Pizarro. 

Coronan este edificio doce elegantes esculturas que representan alegorías de los vicios y virtudes. 

Son notables sus chimeneas, ventanas y artísticas rejas de forja.


El escultor estadounidense Charles Cary Rumsey (1879-1922) realizó una estatua ecuestre del conquistador de la que existen tres copias ubicadas en las ciudades de Trujillo (España), Lima (Perú) y Búfalo (Estados Unidos).


Estatua ecuestre en Trujillo

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