RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Poetas.
Gustavo Adolfo Bécquer
Los
antecedentes de Bécquer se remontan a Alemania, pues el apellido es frecuente
en Alemania y Flandes y se relaciona con el oficio de “panadero”, desde donde
(ciudad alemana de Moers) se desplaza a Sevilla Enrique Bécquer, en 1588, con
sus hijos Miguel y Adams.
En Sevilla se
desarrollaron ampliamente, de tal modo que un hijo de Miguel, Guillermo, fue
Caballero Veinticuatro (ver) alcanzando la familia gran nivel económico, hasta
tal punto que Miguel y Adam y tuvieron capilla propia en la catedral hispalense,
junto al altar de Santa Justa y Rufina donde fueron enterrados en 1622. Pero, la familia
perdió su estatus social en el siglo XVIII y primeras décadas del XIX.
Capilla de santa Justa y Rufina, fundada
en 1622 por los caballeros Bécquer, cuyo escudo figura en la reja. El “Altar de
los dos Santiagos” está ocupado por las esculturas de las Santas, realizadas
por Duque Cornejo en 1728 y procedentes de la iglesia del Salvador, con la
maqueta de la Giralda obra de Juan de Dios.
José Domínguez
Insausti, padre de Gustavo, fue un importante pintor sevillano, que tomó su
apellido Bécquer para firmar sus obras y se casó en 1827 con Joaquina Bastida
Vargas con la que tuvo ocho hijos. Por ello, su nombre original era Gustavo Adolfo Domínguez Bastida, pero al
igual que su padre adoptó el antiguo apellido Bécquer.
Retrato de D.
José Domínguez Bécquer. Antonio María Esquivel. Donación de Doña Julia Bécquer
Coghan. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala XI
Gustavo Adolfo nació en Sevilla el 17 de febrero de 1836, en la calle Conde de Barajas número 28 (antaño calle Ancha de San Lorenzo, número 9) (ver).
A principios del siglo XX, el torero Antonio Fuentes, conocido como el torero de las golondrinas, por su gran admiración hacia el poeta, la derribó y construyó otra nueva donde residió con su familia, pero se incendió en 1957, por lo que no queda nada de la original.
Fue bautizado en la
parroquia de san Lorenzo (ver) siendo su madrina la señora Manuela Monnehay Moreno.
En 1838 la familia
se trasladó a la calle Potros (actual calle Ana Orantes) (ver).
Gustavo
comenzó sus estudios en el colegio de san Francisco de Paula (ver), en la actual calle Jesús del Gran Poder (ver) en 1842.
Su padre
falleció en 1846, y la familia quedó en una precaria situación, por lo que hay
indicios de que fue ayudado económicamente por su madrina Manuela Monnehay, que
había heredado de su padre una perfumería en la plaza del Duque y poseía una
magnifica biblioteca.
En 1846, inició estudios
de Náutica, en régimen de internado, en la Escuela de Mareantes de san Telmo o Real
Colegio de Humanidades de San Telmo (actual Palacio de san Telmo), institución creada en 1681 bajo el reinado de Carlos
II, y que subvencionaba el Gobierno para niños huérfanos, pobres y de estirpe
noble. No culminó sus estudios pues este centro fue cerrado el 7 de julio de
1847 por Real Orden de Isabel II. Aquí conoció a su gran amigo y compañero
literario Narciso Campillo y empezarán a escribir juntos, por vez primera,
el drama “Los Conjurados” y la novela jocosa “El bujarrón en el desierto”.
Tras la
supresión del Colegio de San Telmo, Gustavo estudia con el poeta Francisco
Rodríguez Zapata, discípulo de Alberto Lista.
En 1847 falleció su
madre por lo que fue a vivir, al principio, con su madrina donde inicio su
ilusión literaria, pues como comentamos, poseía una gran biblioteca. Posteriormente, Gustavo y sus hermanos se
fueron a vivir a casa de su tía materna, María Bastida, en el número 37 de la
Alameda de Hércules.
En 1848 entró en la Escuela de
Bellas Artes, situada entonces en el interior del Museo de la Provincia, pero en
1850 abandonó estos estudios y pasó al taller de su tío Joaquín Domínguez Bécquer, donde se
encontraba su hermano Valeriano, situado en el apeadero del Palacio de san
Telmo, porque era pintor del duque de Montpensier.
Parece ser que cursó
también la enseñanza media en el Colegio de San Diego, situado en la calle de
las Armas (actual Alfonso XII) probablemente entre 1851 y 1853.
En la calle Alfaqueque, junto a la parroquia de san Vicente, esquina con Mendoza de los Ríos vivió, desde 1852, con su hermano Valeriano hasta su marcha a Madrid (ver).
En 1854, a los 18 años, dejó sus
estudios de pintura, se trasladó a Madrid, con la intención de hacer carrera
literaria, acompañando a sus amigos Julio Nombela y Narciso Campillo, y se
instaló en una pensión de la calle Hortaleza, número 35. Pero, Narciso Campillo
enfermó de viruela y tuvo que regresar a Sevilla.
Narciso
Campillo (ver)
Para poder vivir hubo de dedicarse al periodismo y hacer adaptaciones de obras de teatro extranjero, principalmente del francés, en colaboración con su amigo Luis García Luna, adoptando ambos el seudónimo de “Adolfo García”.
En diciembre de 1853
publicó un soneto y un romance en marzo de 1854 en la revista “El Trono y la
Nobleza”, fundada por el historiador Manuel Ovilo y Otero.
El
Madrid de Gustavo Adolfo Bécquer
Posteriormente, su hermano Valeriano, que llegó a ser un reconocido pintor, se trasladó a Madrid con una suma que le había dado Juan Vargas, marido de su tía María Bastida, lo que les permitió instalarse en una pensión de la Plaza de Santo Domingo, y desde entonces permanecieron juntos y ambos adoptaron “Bécquer” como primer apellido, en la firma de sus obras.
Con su hermano
Valeriano realizó un álbum de caricaturas políticas, titulado “Los Contrastes o
Álbum de la Revolución de julio de 1854”
Precisamente, en el
Museo de Bellas Artes de Sevilla, se conserva el retrato más famoso de Gustavo
Adolfo Bécquer realizado por su hermano Valeriano, retrato que fue durante
muchos años la efigie del billete de cien pesetas.
En otoño de 1854
pasó a formar parte de la redacción de la revista “La España musical y literaria”, junto con García de Luna y Julio Nombela.
Con el seudónimo de
Adolfo García y junto con García de Luna, escribió en 1856 la obra
cómica “La novia y el pantalón” y
1857 el libreto en verso de “La
venta encantada”.
En 1856 con Juan de
la Puerta Vizcaíno plantearon una ambiciosa obra titulada “Historia de los templos de España”.
El objetivo era describir todos los templos de España desde un punto de vista
histórico, artístico y religioso. En 1856 terminó a primera entrega y en 1858
había terminado la quinta entrega
En 1858 Bécquer cayó gravemente
enfermo, probablemente de tuberculosis, aunque algunos biógrafos consideran que
fue sífilis. Esta enfermedad le provocó
grandes gastos médicos y su amigo Rodríguez Correa buscó textos de Bécquer para
publicarlos y conseguirle algún dinero.
En 1859 terminó su
sainete “Las Distracciones” y se estrenaron “Tal para Cual” y “La cruz del
valle” y se publicaron algunas de sus “Rimas”.
Entre 1859 y 1860 se
enamoró de Julia Espín, hija del compositor Joaquín Espín y Guillen, al verla
asomada a un balcón, pero ella no le correspondió. Se ha especulado con que Julia se convirtió en
la musa de las Rimas de Bécquer y es posible que inspirara algunas de ellas.
Julia
Espí (ver)
Su amigo y periodista Julio Nombela dejó escrito que el sevillano encontró en Julia Espín “la mujer ideal de las leyendas que bullían en su mente” y que en ella vio “la encarnación de la Ofelia y la Julieta de Shakespeare, la Carlota de Goethe”.
El crítico literario Juan Carlos de Lara, en 2019, sigue las
pistas que ofrece Nombela para situar claramente el balcón de la rima LIII en
la antigua calle de la Justa, pero en los números 21 y 23 (número 5 de la
actual Libreros), donde en el padrón municipal encontró pruebas de que estuvo
el hogar de los Espín, célebre lugar donde se organizaban tertulias musicales.
En 1860, publicó
“Las cartas literarias a una mujer” dedicadas a otra mujer que no le
correspondía.
Posteriormente, amó
con pasión a Elisa Guillen que igualmente no le correspondió, aunque se
especula que este personaje no existió. Parece que estas fracasadas
experiencias amorosas le llevaron a escribir algunos de sus veros más
apasionados.
La etapa más fructífera de su carrera fue de 1861 a 1865, años en los que
compuso la mayor parte de sus “Leyendas”,
escribió crónicas periodísticas y redactó las “Cartas
literarias a una mujer”, donde expone sus teorías sobre la poesía y el
amor. En enero de 1861 publicó
en El Contemporáneo una
reseña del libro de poesías “La
soledad”, de Augusto Ferrán.
Realizó
contribuciones en varias publicaciones como “El Madrileño” entre 1860 y 1863 y
la “Gaceta Literaria” entre 1862 y 1865.
Dos de sus
leyendas están ambientadas en Sevilla. La de “Maese Pérez el Organista” sobre
un organista que tocaba en el Convento de Santa Inés, situado en la calle Doña
María Coronel.
Y la de “La Venta de los Gatos” sobre un pintor y una taberna donde se bebía, cantaba y bailaba, siendo el escenario de una leyenda de amor entre el hijo del Ventero y una joven moza.
En esta venta se colocó una placa conmemorativa realizada por José Suarez Duran y un monumento con un busto de Bécquer, realizado en 1967 por Antonio Illanes, pero actualmente está en absoluta ruina.
La Venta de los Gatos,
a principios del siglo XX. (Archivo ABC)(ver)
Dos de sus leyendas
están ambientadas en Navarra: “El Miserere” en el Monasterio de santa María la
Real de Fitero (1862), y la “Cueva de la Mora” (1863) sobre el amor de un
cristiano con una musulmana.
Cuatro están
ambientadas en la provincia de Soria: “El Monte de las Animas” (1861), “Los
ojos verdes” (1861), “El rayo de luna” (1862) y “La Promesa” (1863).
Dos en Aragón: “El
Gnomo” (1863) y la “Corza blanca (1863)
Entre junio y septiembre de 1861 Bécquer pasó por el balneario Nuevos Baños de Fitero, Navarra, actualmente denominado Hotel Bécquer.
Hotel
Gustavo Adolfo Bécquer. Baños de Fitero
En 1861 contrajo matrimonio con Casta Esteban, hija de un médico, con la que tuvo tres hijos.
En 1863 con Rodríguez Correa y
con el seudónimo de Adolfo Rodríguez, escribieron la zarzuela “El nievo Fígaro”
adaptación de la opereta de Luis Ricci y el libreto “Clara Rosemberg”, basado
en una novela de Madame de Genlis.
En 1863 recayó de su enfermedad pulmonar, posiblemente tuberculosis, y se trasladó con su mujer y su hijo y su hermano Valeriano al Monasterio de Veruela en las faldas del Moncayo, en la provincia de Zaragoza, donde se inspiró para escribir "Cartas desde mi celda, un conjunto de hermosas descripciones paisajísticas.
Monasterio de Veruela. Vera de
Moncayo. Zaragoza (ver)
El matrimonio nunca fue feliz, y finalmente fracasó
en 1868 cuando el poeta se enteró de la infidelidad de su esposa, por lo que acompañado
de sus hijos se fue a vivir con su hermano Valeriano en Toledo.
Cuando se produce la separación, Casta estaba
embarazada de 5 meses y Gustavo reconoció a su hijo, por lo que las hipótesis
de que el hijo fue fruto de una infidelidad parece no ser cierta.
En 1864 realizó una
crónica sobre la feria de Sevilla que apareció sin firmar en “El
Contemporáneo”, periódico que abandonó en 1865.
El 9 de diciembre de
1864 fue nombrado “Censor de Novelas” por el ministro de Gobernación Luis
González Bravo. Perdió este cargo cuando cayó el gobierno de Narváez y volvió a
recuperarlo en 1866 y lo dejó en 1868.
En abril de 1865 se
fundó el diario “Los Tiempos” y
Bécquer entró como redactor. A partir de 1865 Bécquer aumentó sus
colaboraciones en “El museo universal”.
También participó en “El Porvenir”, “La España Artística” y “La Iberia”.
A principios de 1870 fue director de la “Ilustración de Madrid”, que contaba de
dibujos de su hermano Valeriano, y del “Entreacto”
A
comienzos de 1867 Bécquer fue nombrado por el gobierno miembro del jurado de la "Sección de Pinturas de la Exposición Nacional de Bellas Artes".
El 23 de septiembre de 1870 falleció su hermano
Valeriano de una hepatitis aguda, siendo enterrado en el cementerio de la
Cofradía Sacramental de San Lorenzo y san José en el barrio madrileño del
Puente de Toledo.
Valeriano
Domínguez Bécquer (ver)
Este fallecimiento lo deprimió extraordinariamente, y presintiendo su propia muerte entregó a su amigo Narciso Campillo sus originales para que se hiciese cargo de ellos, y efectivamente falleció tres meses después de la muerte de Valeriano, el 22 de diciembre, siendo enterrado, como su hermano, en el cementerio de la Sacramental de san Lorenzo y san José de Madrid.
El médico Joaquín de Higuera, catedrático de la Facultad de Medicina, atribuyó la muerte de Gustavo, en el certificado de defunción, a "un gran infarto de hígado, complicado con una fiebre intermitente maligna o perniciosa".
Bécquer en su lecho de muerte. Dibujo de José casado del
Alisal en la “La Ilustración de Madrid” (ver)
En 1884 la Sociedad
Económica de Amigos del País, abanderado por José Gestoso a la cabeza, solicita
a las autoridades el traslado de sus restos a Sevilla. En 1912 la Real Academia
decide también que regrese su hermano Valeriano.
El 9 de abril de 1913
se exhumaron los restos en la Sacramental de San Lorenzo de Madrid y fueron
trasladados a Sevilla, donde fueron recibidos por el alcalde, Antonio Halcón, para
ser sepultados en el Panteón de Sevillanos Ilustres, de la antigua Cripta de los
jesuitas y posteriormente de la Universidad, en la calle Laraña, aunque
previamente los restos fueron trasladados a la Capilla de las Siete Palabras
en la iglesia de San Vicente (ver).
En el panteón, el marqués de Casa Dalp financió un monumento, obra del escultor Eduardo Muñoz, con la figura de un Ángel de los Recuerdos que lleva un ejemplar en las Rimas y el símbolo del arte de la pintura, apoyando los pies en un pedestal adornado con golondrinas y volutas.
El poeta manifestó
en vida que deseaba ser enterrado en Sevilla, junto al Guadalquivir, y en 2013
fue colocado un cenotafio en el parque del Alamillo, con una cruz alineada con
el monasterio de san Jerónimo, situado en la orilla contraria, con cinco álamos
blancos y cinco cipreses.
Así, las “Rimas, suman
un total de ochenta y seis composiciones, fueron publicadas primero en diversas revistas y después recopiladas en un
manuscrito que se perdió durante la Revolución de 1868, y que volvió a reunirlas
en un cuaderno con el título “El libro de los gorriones” (custodiado en la Biblioteca Nacional de Madrid), de
ellas, setenta y seis se publicaron por vez primera, por sus amigos, en 1871
con algunas correcciones en el texto, y alterando el orden del manuscrito
original, ordenándolos con números romanos. Y con respecto a la prosa, Ramón Rodríguez Correa ayudó a recopilar
textos olvidados publicados en diarios o revistas, la mayoría sin firma.
Edición
de las Rimas, en 1871, en el primer tomo de los dos que componían las obras de Bécquer
(ver)
Se han conservado
algunas obras de la adolescencia en el llamado “Libro de Cuentas”, utilizado
por el padre para la contabilidad de sus clases de pintura y que, tras su
muerte, rellenó los espacios vacíos con poesías y dibujos, entre ellos una
versión de Hamlet.
En 1881 se rotuló con
su apellido una calle (ver), situada frente a la Barqueta, lugar al que era asiduo en
su adolescencia y que evoca en “Cartas desde mi celda”.
El 9 de
diciembre de 1911 fue inaugurada una escultura en el Parque de María Luisa,
promovida por los hermanos Álvarez Quintero, que la financiaron con los
beneficios obtenidos por las representaciones de su obra “La rima eterna”.
La
escultura fue realizada por el escultor Coullaut Valera, discípulo de Susillo y
de Querol, en mármol y bronce. La talla de mármol se hizo en Barcelona, en el
taller del artista italiano Federico Bechini y las figuras de bronce se
fundieron también en Barcelona, quizás en el obrador de Romolo Staccioli.
La
escultura se adapta simbólicamente en torno un Taxodio o Ciprés de los
pantanos, plantado en 1850. Como este árbol está en continuo crecimiento, se
han realizado sucesivas reformas en 1983, 1988 y 1944 a cargo de los escultores Jesús Gavira Alba, Salvador García Rodríguez y Sebastián Santos Calero,
respectivamente.
El mismo escultor Coullaut Valera diseñó el entorno del espacio, las
obras fueron dirigidas por el arquitecto municipal Juan de Talavera y se
instaló una verja de hierro con un motivo floral, fundida en la casa Puch. En
1912, el arquitecto Aníbal González instaló, en la glorieta, un quiosco para
libros y un anaquel marmóreo, de estilo regionalista, desaparecido en la década
de 1980.
El
monumento se alza sobre un basamento circular de mármol y un banco octogonal,
alusivo a la resurrección eterna.
Sobre un
pedestal elevado se sitúa el busto de Gustavo Adolfo Bécquer, con capa
española, quizás basado en el retrato de Valeriano Bécquer.
En la zona inferior, circundada por una guirnalda, símbolo de la fama, consta la fecha de nacimiento y muerte “1836-1870”.
A los
lados, dos figuras de bronce, a la izquierda, de pie, Cupido o “El amor niño” y
a la derecha, tendido sobre el banco, Eros o “El amor adulto”, herido y
moribundo, representado por un hombre que se retuerce de dolor.
Cupido con su arco de
fresno y sus flechas de ciprés, se presenta en actitud de herir a tres mujeres
sedentes, talladas en mármol, que representan al amor que llega, al presente y
al que muere (el amor ilusionado, el amor poseído y el amor perdido).
La primera, más joven, se ruboriza por el presentimiento, la central goza la plenitud del éxtasis, y la tercera,
la mayor, es la viva estampa de la melancolía, del triste recuerdo
del amor disfrutado.
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