martes, 8 de noviembre de 2022

 ALGUNAS CURIOSIDADES DE SEVILLA

La Viudita  y el Conde Cabra

En la calle Juan Rabadán (ver) 

Acontecía el año 1654. El conde de Cabra, Francisco Fernández de Córdoba y Folch de Cardona, se había quedado viudo de su primera esposa, Isabel Fernández de Córdoba y Figueroa, hermana del marqués de Priego.

Tres años más tarde, quiso casarse nuevamente y eligió como segunda esposa a una viuda de Castro del Río, doña Mencía de Avalos y Merino, conocida como la “viudita”, vasalla suya y natural de la localidad de Castro del Río, con dos hijos de su marido.

El granadino Jerónimo de Barrionuevo y Peralta, escribió los llamados "Avisos" que fueron publicados por José María Díez Borque con el título de "Avisos del Madrid de los Austrias", y constituyen una especie de crónica periodística de la época. 

Barrionuevo los enviaba periódicamente al deán de la catedral de Zaragoza como información de lo que acontecía en Madrid, capital de la monarquía hispánica de Felipe IV e incluye los años de 1654 a 1658. 

En ellos el autor informaba de los acontecimientos políticos o económicos, de la celebración de fiestas populares, de los asesinatos y otra clase de delitos que se cometían en Madrid y recogía aspectos de las costumbres de la época, y de otros sucesos que llamaban su atención.

Por estos “Avisos” se conoce, que el conde se casó secretamente con la viuda, al no contar con el beneplácito de los Fernández de Córdoba, que la consideraban socialmente desigual.

En aquella España, configurada sobre la base de una sociedad estamental, un matrimonio que no respondiera a la condición social de los contrayentes suponía un atentado al orden social imperante, hasta tal punto que el rey mandó prender al conde y enviarlo a San Marcos de León, viejo hospital en el Camino de Santiago, convertido en cárcel de Estado, y donde también estaba preso el duque de Híjar acusado de promover, años atrás, la insurrección de Aragón, al modo en que lo había urdido en Andalucía el duque de Medina Sidonia. En este centro igualmente estuvo preso don Francisco de Quevedo. 

Luego se decidió conducirlo a Segovia, mientras, la “viudita” fue enviada a un monasterio de monjas de Alcaudete, donde murió en 1697.

A pesar de ello, el conde Cabra mantenía que doña Mencía era su mujer, que era noble por parte de padre y limpia, en alusión a no tener ascendientes judíos ni musulmanes, por parte de madre. Se refería a ella como persona excelentísima y de gran belleza. 

Esta relación dio como fruto una hija, a la que bautizaron María Regina que ingresó en el convento de las Capuchinas de Córdoba donde transcurrió toda su vida, y donde su padre la visitaba con frecuencia.

Pero, las presiones familiares obligaron a la anulación del matrimonio y el conde contrajo nuevo matrimonio con doña Ana de Pimentel y Enríquez, marquesa de Távara.

Esta historia de amor frustrada, dio lugar a una canción popular que se mantuvo viva en la memoria de la gente. La canción decía en su última estrofa: 

"Yo no quiero al Conde de Cabra/ 

Conde de Cabra ¡triste de mí!/ 

Yo no quiero al Conde de Cabra/ 

Conde de Cabra, sino a ti". 

A finales del siglo XIX, el maestro Ramos Carrión, al escribir el libreto de la zarzuela "Agua, Azucarillos y Aguardiente", que se estrenaba en el teatro Apolo en 1897, con música del maestro Checa, recordó la canción popular y la introdujo en el coro de las niñeras: "Ahora la señá viudita/ 

ahora se quiere casar/ 

con el Conde, Conde de Cabra/

Conde de Cabra se la he de llevar". 

Años más tarde esa historia de amor también inspiró a Federico García Lorca una obra juvenil, que título "La viudita y el conde Cabra".

No hay comentarios:

Publicar un comentario