domingo, 4 de agosto de 2024

 RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas 

San Antonio de Padua.

San Antonio de Padua, cuyo nombre de nacimiento Fernando Martim de Bulhões e Taveira Azevedo, nació en Lisboa el 15 de agosto de 1195, en el seno de una familia de buena posición en la sociedad lisboeta.

La casa donde se estima que nació, en el barrio medieval de la Alfama, fue destruida completamente en el terremoto de Lisboa del 1 de noviembre de 1755, y sólo se conserva un pequeño sótano.

En su adolescencia temprana estuvo rodeado de frivolidades en un ambiente de libertad, en relación con su buena posición social. 

A los 15 años, en 1210, sufrió una fuerte y grave crisis de pubertad y, en contra de los deseos de su familia, ingresó en la abadía agustina suburbana de San Vicente, en las afueras de Lisboa, perteneciente a los Canónigos Regulares de San Agustín, donde estudió las Sagradas Escrituras y la Teología de algunos doctores de la Iglesia católica, así como los clásicos latinos, como Ovidio y Seneca.

En 1212, para huir de las presiones de familiares y amigos renunció a su herencia y se trasladó, con permiso de sus superiores, al monasterio agustiniano de Santa Cruz de Coímbra que era el centro más famoso de cultura eclesiástica del reino lusitano.

Es posible que, recibiera la ordenación sacerdotal en la “canónica” de Santa Cruz de Coimbra, probablemente en febrero o marzo de 1220, a la edad de 25 años.

En esta ciudad conoció a la pequeña comunidad franciscana, establecida en el eremitorio de Olivais, dedicado a San Antonio Abad, y se sintió atraído por su modo de vida fraterno, evangélico y en pobreza. La llegada de los restos de los primeros mártires franciscanos, (los sacerdotes Bernardo, Pedro y Otó y los legos Acursio y Ayunto), asesinados en Marrakech, le decidió ingresar en la nueva orden.

En 1220, tuvo lugar el acto de toma de hábito franciscano, presidido por Fray Juan Parenti, provincial de España, en el que cambió el nombre de Fernando por el de Antonio.

San Antonio de Padua. El Greco. Hacia 1580. Óleo sobre lienzo. 104 x 79 cm. Museo del Prado. Sala 008 B (CC BY 3.0)

Tras un breve noviciado, embarcó hacia Marruecos junto con fray Felipe de Castilla, pero contrajo la malaria y se vio obligado a abandonar el país.

En su regreso pretendía llegar a las costas españolas y desde ellas volver por tierra a Portugal, pero una tempestad desvió su barco a Sicilia y permaneció algún tiempo en Milazzo (costa noreste de la isla), en una comunidad franciscana, para completar su recuperación.

En la fiesta de Pentecostés de 1221, Antonio participó junto con unos 3000 frailes en el Capítulo General de Asís, el más multitudinario de los llamados “Capítulos de las esteras”, nombre que se relaciona con el hecho de que muchos de los frailes participantes tenían que dormir en esteras.

Capítulo de las Esteras. Benlliure, José (CC BY 3.0)

Al termino del Capítulo, fray Graciano, provincial de Romaña, lo envió al eremitorio de Montepaolo (cerca de Forlí), para que sirviera como sacerdote.

El 24 de septiembre de 1222 acudieron a Forlí multitud de frailes, dominicos y franciscanos, para recibir las órdenes sagradas, y luego participar en el capítulo provincial de San Miguel. San Antonio de Padua fue requerido para predicar en la catedral de Forlí y sin haberlo preparado y sin pretenderlo, puso de manifiesto su gran cultura bíblico-teológica, así como su profunda espiritualidad.

Esto motivó que fray Graciano, como ministro provincial que presidía el capítulo de San Miguel, confirió a fray Antonio, de acuerdo con la norma de la Regla no bulada, el oficio de la predicación, que lo habilitaba para predicar en todo el territorio de su provincia religiosa.

Pronto se divulgó la noticia de la calidad de sus sermones, y Antonio recibió una carta del propio san Francisco, en que le dice  “mi obispo”, con el encargo de predicar y de enseñar Teología a los frailes.

Por lo que se dedicó a la docencia y a la predicación como un viajero asiduo por el sur de Francia y todo el norte de Italia, pronunciándose contra las herejías, consiguiendo la conversión de Bononillo, veterano dirigente cátaro de Remini, ciudad donde se localiza el milagro de “la Predicación de los Peces” y el de “la Borrica”.

En 1226, Antonio fue nombrado “custodio” de los frailes de la región de Limoges, cargo intermedio entre el ministro provincial y el guardián o superior local, y como tal tuvo que asistir en Asís al Capitulo General, tras la muerte de San Francisco (3 de octubre de 1226) (ver),  donde fue elegido fray Juan Parenti como nuevo Ministro General, que lo nombró Provincial de Romaña.

En 1227 fue elegido Ministro Provincial del norte de Italia y se dedicó a visitar los lugares, pueblos y ciudades en que residían sus hermanos, y estableció su residencia en Padua donde fundó la escuela de los Hermanos Menores.

En el capítulo general de 1230, reunido con ocasión del traslado de los restos de San Francisco a su basílica de Asís, pidió al Ministro General, Juan Parenti, que le retirase el cargo, a causa de su mala salud.

El Ministro General aceptó su renuncia a cambio de formar parte de una comisión que debía presentar al papa Gregorio IX varias cuestiones sobre la regla franciscana que el pontífice debía estudiar y aprobar.

Antonio suscitó en los cardenales y en el Papa tal admiración por su predicación que el pontífice llegó a llamarlo, "Arca del Testamento" (Assidua 10, 2), y es posible que colaborase en la redacción de la bula “Quo elongati”, que daba respuesta a los problemas planteados por la Orden al pontífice.

Cumplida la misión que la Orden le había encomendado ante la curia papal, se marchó a Padua, ciudad que quedaría asociado a su nombre. Se instaló primero en la capilla de la Arcella, junto al convento de clarisas, pero solía predicar en el convento franciscano de Santa María, extramuros de la ciudad.

Después de la Pascua de 1231, se retiró al eremitorio de Camposampiero, cerca de Padua, donde se había hecho preparar una especie de pequeña celda de tablas y esteras bajo las ramas de un nogal.

El viernes 13 de junio 1231, sufrió un colapso y pidió que le trasladasen a Padua. Lo desplazaron en un carro y, al acercarse a Padua, para no cruzar la ciudad por el centro y evitar tumultos, se desviaron hacia el monasterio de las clarisas de La Cella, donde murió esa misma tarde, a los 36 años, tras recibir la extremaunción y recitar los salmos penitenciales.

El martes 17 de junio sus restos mortales fueron trasladados de La Cella a la iglesia de Santa María, donde su cuerpo se encerró en un arca en el interior de la iglesia de los Menores.

La celebración de las multitudinarias exequias y la multiplicidad de milagros que se le atribuyeron promovieron su rapidísima canonización, bajo el pontificado de Gregorio IX, el 30 de mayo de 1232, en la catedral de Espoleto, donde se encontraba entonces la curia papal.

El 8 de abril de 1263, se realizó el traslado de sus restos mortales desde la pequeña iglesia de Santa María a la nueva Basílica construida en su honor, en la ciudad de Padua. 

Con la apertura de su sarcófago se comprobó que su cuerpo estaba corrupto con excepción de su lengua. 

El 16 de enero de 1946, el papa Pio XII proclamó a san Antonio “Doctor de la Iglesia”, bajo el título especial de “Doctor evangélico”.

Milagros

Podemos referir algunos de sus muchos milagros y especialmente los más conocidos

La visita del Niño Jesús

Se sabe que, en una ocasión, el Niño Jesús se le apareció a Antonio y este lo sostuvo en sus brazos. Este milagro nos recuerda la ternura de Dios y la nobleza del corazón del fraile portugués. 

Por ello, las imágenes de San Antonio de Padua lo muestran con el Niño Jesús en brazos.

San Antonio de Padua con el Niño. Murillo. Bartolomé Esteban. Hacia 1668-1669. Óleo sobre lienzo. 283 x 188 cm. Desamortización (1840). Museo de Bellas Artes. Sala V

La mula se arrodilló ante la Eucaristía

Un hombre retó a Fray Antonio a probar que Jesús estaba en la Eucaristía. Para ello, con ánimo de mofa, dejó sin comer tres días a su mula. Luego la llevó frente al templo y le mostró pasto fresco para comer, pero se llevó la sorpresa de que la mula no comió, sino que se hincó sobre sus patas delanteras, ante San Antonio que estaba frente al animal con el Santísimo elevado en las manos. 

Techo contra la tormenta

En una ocasión en que estaba predicando, la iglesia no tenía capacidad suficiente para todos los presentes, por lo que decidieron llevarla a cabo al aire libre. De pronto, el cielo amenazó con una terrible tormenta que comenzó a ahuyentar a los feligreses, pero el santo los llamó y les prometió que no se mojarían, y así, efectivamente, la tormenta cayó alrededor de ellos, permaneciendo secos todos los presentes.

Miembro amputado

En la ciudad de Padua, un joven, de nombre Leonardo, pateó a su propia madre en un arranque de ira. Arrepentido, confesó su falta a San Antonio, quien le dijo: "El pie de aquel que patea a su propia madre, merece ser cortado". Leonardo corrió a casa y se cortó el pie. Enterado de esto, San Antonio tomó el miembro amputado del joven y milagrosamente lo reunió al cuerpo.

El “Pan de san Antonio”

Tomasito, un niño de 20 meses se ahogó en un pozo de agua. La madre, desesperada, invocó la ayuda del santo e hizo la promesa de que, si su hijo se salvaba, iba a darle a los pobres el mismo peso en pan que el peso del niño. Y según cuenta Aciprensa, el pequeño, milagrosamente, volvió a la vida.

De aquí que, durante su festividad, en las iglesias que llevan su nombre, se reparte el llamado “Pan de San Antonio”.

Peces

Se atribuyen a san Antonio numerosos episodios de carácter místico, entre ellos la bilocación, que es ser entendido y comprendido por los peces.  

San Antonio de Padua predicando a los peces. Benlliure, José. (CC BY 3.0)

Tradiciones asociadas

"Santo de las Causas Perdidas".

Es conocido como el patrón de los objetos perdidos pues existe la creencia de que por medio de la intercesión del santo, este ayuda a quien lo solicita a encontrar algo que se ha perdido, ya sea material o inmaterial.

Esta tradición se habría originado en un problema que tuvo el fraile con un novicio que le robó su libro de Salmos. Rezó para encontrarlo y finalmente el joven se lo terminó devolviendo.   

Ese libro se conserva en la actualidad en el convento franciscano de Bolonia y desde entonces, los creyentes rezan al Santo de Padua para encontrar objetos perdidos.

“Poner San Antonio cabeza abajo”

Esta tradición tiene su origen en una leyenda popular que relata como una mujer acudió a la tumba de san Antonio, en busca de ayuda divina para encontrar marido. Mientras rezaba tuvo una visión del Santo en el techo del templo, con su cuerpo volteado hacia abajo, indicándole que fuera a buscar a una persona que le proporcionaría el dinero necesario para su dote. Efectivamente, encontró a la persona indicada, recibió el dinero de su dote y pudo casarse con el hombre que amaba.

La tradición sostiene que, al voltear la figura del santo, se le hace una petición específica, generalmente relacionada con encontrar un buen novio o marido. Una vez que el santo cumple con la petición y el milagro se realiza, la figura de San Antonio debe ser devuelta a su posición normal como muestra de agradecimiento.

La representación más valiosa del santo se debe a Goya, quien lo plasmó en los frescos de la Ermita de San Antonio de la Florida

Cúpula de la ermita de san Antonio de la Florida (CC BY 3.0)

La Ermita de San Antonio de la Florida se emplaza en un paraje de huertas y arboledas, situado extramuros de la ciudad, donde existía una ermita. La finca fue comprada por Carlos IV para realizar un conjunto palaciego con jardines, y la nueva ermita fue construida por Felipe Fontana entre 1792 y 1798.

Por pertenecer al patrimonio de la Casa Real y en virtud de un Breve pontificio emitido por Pío VI en 30 de julio de 1798, la ermita quedó desvinculada de la jurisdicción eclesiástica ordinaria para pasar a depender directamente de la capilla palatina.

Goya recibió el real encargo de realizar la decoración pictórica de la ermita y tuvo como ayudante al pintor y maestro de obras Asensio Julià. Se terminó la ejecución de las pinturas en torno a noviembre o diciembre de 1798 y fue inaugurada el día 11 de julio de 1799.

Milagro de San Antonio de Padua. Goya. Pintura de Caballete. Ermita de San Antonio de la Florida (CC BY 3.0)

Precisamente el cadáver (sin cabeza) de Goya fue depositado en el altar mayor de esta ermita, y se le sepultó junto a su amigo y consuegro Martín Miguel de Goicochea. 


Museo de Bellas Artes de Sevilla


San Antonio de Padua con el Niño. Murillo. Bartolomé Esteban. Hacia 1668-1669. Óleo sobre lienzo. 283 x 188 cm. Desamortización (1840). Museo de Bellas Artes. Sala V

San Antonio de Padua y el Niño. Murillo, Bartolomé Esteban. Hacia 1665-1666. Óleo sobre lienzo. Museo de Bellas Artes. Sala V


Capilla de Montesión (ver)


En el ático del retablo, tres imágenes de pequeño tamaño de san Antonio de Padua, Santo Domingo de Guzmán y San Ramón Nonato, de origen reciente y de escaso interés.

Retablo Mayor

Ático del Retablo Mayor

San Antonio de Padua

Capilla del Rosario de los Humeros (ver)

Esta imagen, de talla policromada, de San Antonio de Padua, se venera en una repisa especial de madera dorada situada en el muro de la epístola, aunque llegó a tener retablo propio. La vestimenta estofada en oro corresponde al hábito franciscano. En la iconografía se muestra abrazado amorosamente por el Niño (imagen independiente) al que sostiene en sus brazos, llevando asimismo un libro en su mano izquierda. Su rostro presenta cierta frontalidad. El Niño denota una actitud muy dinámica e inquieta, mientras vuelve el rostro al espectador. Ambas imágenes son obras documentadas de Jerónimo Roldán y fueron ejecutadas en 1759. 

San Antonio de Padua

Detalle de San Antonio de Padua

Iglesia de Capuchinos (ver)

En la nave de la epístola, el primer retablo que nos encontramos es el dedicado a San Antonio de Padua. Es anónimo, de 1992, compuesto por sotobanco, banco, un cuerpo con tres calles y ático. El cuerpo presenta una hornacina central con arco de medio punto que cobija una imagen contemporánea del titular en madera policromada, con el Niño Jesús de pie sobre su rodilla, obra de Francisco Marco Díaz-Pintado

Retablo e imagen de San Antonio de Padua


Iglesia de san Juan de la Palma (ver)

En la Pared del Evangelio, un pequeño retablo de san Antonio de Padua.

Retablo y detalle de la imagen de san Antonio de Padua

Iglesia de Santa Catalina (ver)

La portada da acceso a un diminuto “compas” del siglo XX, con la imagen de san Antonio.

Imagen de san Antonio

Iglesia de Santa Rosalía (ver)

Una vitrina de san Antonio en muro del Evangelio y en el retablo Mayor un busto de San Antonio de Padua. 

 San Antonio en una vitrina en el muro del Evangelio 

 Un busto de San Antonio en el Retablo Mayor

Iglesia de Ómnium Sanctorum (ver)

En el segundo tramo, del muro de la Epístola, se presenta el retablo de san Antonio de Padua, que porta un niño en sus brazos y es de autor desconocido. 

Retablo de san Antonio de Padua

San Antonio de Padua

Iglesia de san Antonio de Padua (ver)

La fachada de la calle San Vicente está decorada con un azulejo de San Antonio con el Niño Jesús, realizado por Enrique Orce en 1948

Azulejo de San Antonio con el niño Jesús

En la espadaña mayor un Azulejo de la aparición del Niño Jesús a San Antonio.

Azulejo de la aparición del Niño Jesús a San Antonio

En el Retablo Mayor, en el centro del segundo cuerpo está San Antonio de Padua con el Niño Jesús, de Felipe de Ribas de 1642, conservada del retablo original.

Visión general del Retablo Mayor

San Antonio de Padua con el niño Jesús

En la nave izquierda del Evangelio se dispone el Retablo neoclásico de San Antonio de Padua del siglo XVII.

Retablo e imagen de San Antonio de Padua

Detalle de San Antonio de Padua

Iglesia de San Lorenzo (ver)

En el muro del evangelio en de la capilla de santa Ana un pequeño retablo de San Antonio de Padua.

San Antonio de Padua

Iglesia de San Martín (ver)

En la pared de la Epístola, dentro del Presbiterio, un retablo en mármoles, con notable talla central de San Antonio de Padua, del siglo XVII. 



Retablo de San Antonio de Padua

San Antonio de Padua

2 comentarios:

  1. Cuantos detalles, colega

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  2. Una maravilla como siempre de tus relatos me gustan mucho y en este particular más por ser mi santo, no conocía muchas cosas de él y los milagros de él que no sabía de todos , gracias Andrés un abrazo A.Iglesias

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