viernes, 29 de septiembre de 2023

 RUTAS POR SEVILLA: Ruta Flamenca

Manuel Torre


Calle Amapola número 4

Manuel de Soto Loreto nació del matrimonio gitano de su padre Juan de Soto Montero, matarife de Algeciras, y su madre Tomasa Loreto Vargas, de Jerez de la Frontera, el 5 de diciembre de 1878 en el número 22 de la C/ Álamos en el barrio de San Miguel de Jerez de la Frontera.


Su infancia se desarrolla por las calles de este barrio, sin obtener ninguna formación más que la que pudo conseguir en su ambiente gitano y andaluz, y alternando las tareas agrícolas con algún trabajo como pescadero, en una sociedad gobernada por una oligarquía agraria dominante con una densa población de jornaleros que vivían en una profunda miseria.

Pero al mismo tiempo era una ciudad con una importante actividad flamenca, comenzando por su propia familia, pues su padre era el cantaor conocido como “Torre” por su gran estatura.

Así, se inicia como un pequeño gitano que vagabundeaba por los tabancos (ver) y cafés cantantes de Jerez y que tenía toda la tradición de lo jondo en el eco de su cante.

Sus primeras actuaciones públicas se efectúan en los cafés cantantes de Jerez, en una época en que el flamenco se localizaba en las fiestas de la aristocracia jerezana, los cafés cantantes y las reuniones familiares en las que se daba el cante y el baile más puro. 

Así, sus primeros trabajos remunerados se realizan en los cafés cantantes “La Vera-Cruz” y “La Primera”, y se integra como cantaor en un cuadro flamenco que actuaba en Lebrija y Utrera, actuando con el nombre artístico de “El Niño de Jerez” aunque se generalizó el uso del apodo de su padre “El Torre”. 

El 11 de octubre de 1902 debutó en Sevilla en el Salón Filarmónico de Sevilla, para actuar posteriormente en el Teatro Novedades.

11 de septiembre de 1922. Al fondo el Café-Cantante "Novedades" 

Después de una serie de giras por Málaga, regresó a Sevilla para cantar en el Teatro O´Donnell en 1918, e instalarse definitivamente en una casa de vecinos de la calle Amapola, donde cumple sus aficiones con los galgos, los gallos de pelea y coleccionando relojes de bolsillo.

Su encumbramiento se debe a Federico García Lorca y Manuel de Falla cuando lo invitan a participar, como artista invitado, en el concurso de cante jondo organizado por ellos, Zuloaga y un amplio plantel de intelectuales de la época, en la plaza de los Aljibes de Granada en 1922, donde registró por primera vez la seguiriya “Siempre por los rincones y Quedito los golpes” por expreso deseo de Falla.

 

Plaza de los Aljibes de Granada

En 1923 participó como artista invitado junto a “La Niña de los Peines” en el festival que se celebró en el Palacio de Carlos V de la Alhambra de Granada, y en 1926 en el homenaje al gran cantaor Manuel Vallejo en el Teatro Pavón de Madrid.

Actual teatro Pavón de Madrid

Apadrinado por Antonio Chacón, Manuel Torre entró en contacto con los poetas de la Generación del 27, y los principales intelectuales andaluces de comienzos del siglo XX, como Manuel de Falla, Fernando Villalón, Rafael Alberti, Federico García Lorca, etc.

Realizó grabaciones de 25 cantes, como soleares, seguiriyas, fandangos, bulerías, malagueñas, tangos, peteneras, villancicos y saetas entre otros, y alcanzó la plenitud de sus facultades entre 1909 y 1931 siendo acompañado a la guitarra por los grandes guitarristas de su época como Juan Gandulla “Habichuela”, Salvador Ballesteros, Manuel Barrull hijo y Javier Molina.

Fue el primer cantaor en interpretar una versión aflamencada del tema “Los Campanilleros” que después popularizó “La Niña de la Puebla”.


De izquierda a derecha: Manolo de Huelva, El colorao de la Macarena, Luisa Ramos Antúnez, Manuel Torre, y Manolo Moreno. Homenaje a los hermanos Quintero. Venta de Eritaña. Sevilla. 1930. 

Se casó dos veces, por el rito gitano. Primero con la bailaora Antonia Torres Vargas “La Gamba” y segundo con María Loreto Reyes la “Feonga”.

Durante la interpretación de un cante por seguiriya tuvo un vomito de sangre (Hemoptisis), a través de su amigo el torero Ignacio Sánchez Mejías, fue diagnosticado de tuberculosis y falleció el 21 de julio de 1933 en su casa de la calle Amapola y fue enterrado en el Cementerio de san Fernando de Sevilla, junto al mausoleo del torero José Gómez Ortega El Gallo.

De su cante derivó una escuela de seguidores, destacando Antonio Núñez “Chocolate” y la “Saga de los Agujetas”, junto a sus nietos como Gaspar Fernández Soto, "Gaspar de Perrate"; Tomás Fernández Soto, "Tomás de Perrate" y Antonio Delgado, "Antonio Brenes",y biznietos como Bernardo Vázquez, Irene y Chelo Vázquez ("Las Chamorro"), Cele de Juana, Joseíto Vázquez y Juan Antonio.

Manuel Torre no sabía leer ni escribir solo sabía cantar, fue único en todos los cantes, los dominó todos con mucho arte, lo mismo los cantes chicos que los cantes grandes y hasta los cantes de levante.

Fue capaz de hechizar a todo un auditorio por su sentimiento, su duende y el "quejío" roto de aquel hombre de altura descomunal, que comenzó a ser conocido como "el rey del cante gitano".

Los flamencólogos han reconocido en los cantes de Manuel Torre influencias de Enrique "el Mellizo", “El Viejo de la Isla”, “El Loli”, Manuel Molina, Carito, Loco Mateo o Paco la Luz, entre otros, pero es imposible encuádralo dentro de una escuela porque cantaba tan anárquicamente como vivía, con un gran componente emocional capaz de acompasar rítmicamente el "quejío" y el "desgarro".

Representa un tipo de cante existencial, entre la soledad, la pena y el desgarro, y una estética que tuvo su continuidad con Manolo Caracol, Antonio Mairena, Agujetas o, más recientemente, con José Mercé. 

Federico García Lorca le dedicó los poemas de las “Viñetas Flamencas” incluidas en el libro “Poema del cante jondo” publicado en 1931: “A Manuel Torres, Niño de Jerez, que tiene tronco de Faraón”.

Se refirió a él como “El Hombre de mayor cultura en la sangre” que había conocido.

En 1933, durante una lectura de la conferencia sobre cante jondo en Buenos Aires, poco después de su fallecimiento, Federico le hizo la siguiente dedicatoria, recogida por Christpher Maurer: “Vamos a oír al duende de los duendes, al de los sonidos negros: a Manuel Torres, que ha subido al cielo hace dos meses y sobre cuyo ataúd pusieron unas rosas con mi nombre. Este es, señores, el gran estilo. Manuel: aquí en la hermosa Argentina pongo hoy tu voz, captada en la dramática luna negra del disco de gramófono. Quisiera que, rodeado del inmenso silencio en que estás ahora, oyeras el tumulto de dalias y besos que quisiera poner a tus pies de rey del cantar”. 


Para Domingo Manfredi:” Hay un poco de mitología con Chacón. Si usted me pone a mí como ejemplo a Manuel Torre yo le diré a usted: Manuel Torre era un tipo humano tan fabuloso y tan grande, que si hubiera nacido en tiempo de los romanos hubiera ido a Roma de Cónsul. Si hubiera ncido en tiempo de los moros, hubiera ido a cualquier parte de embajador de los moros de Castilla. Porque era un tipo humano fabuloso”.


Fernando el de Triana comenta “Desde hace cuarenta años a la fecha el mejor cantaor fue Chacón, pero el que más gañafones le tiraba a uno al alma, era Manuel Torres. Porque este artista era sencillamente inimitable el día que le echaba carbón a sus duendes”.  

La Solea y la Seguiriya
de luto las dos están,
a la muerte de Manuel Torre,
que puso estos dos estilos
en un gran pedestal,
Jerez de la Frontera fue su cuna
y llorando también esta
porque murió su gitano
que mejor cantaba por Solea,
la Seguiriyas le llama a voces,
donde esta Manuel Torre,
que ya no, no me quiere cantar,
por eso yo quiero en la memoria,
de este gran cantaor,
siempre poder recordar,
todos los cantes
desde el más chico
Hasta el más grande.

En el Centro Andaluz de Flamenco de Jerez de la Frontera se conservan 26 grabaciones en discos de pizarra que recogen 51 cantes interpretados por Manuel Torre. Los palos registrados son seguiriyas, saetas, soleares, malagueñas, fandangos, bulerías, bulerías por soleá, cantiñas y coplas de campanilleros. Se tiene constancia de su buen dominio de las tonás, los romances y las carceleras, a pesar de no haber sido grabados.

martes, 26 de septiembre de 2023

 ALGUNOS PERSONAJES HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA

Cosme Damián Churruca y Elorza.

Calle Churruca

Cosme Damián Churruca y Elorza nació en Motrico (Guipúzcua) el 27 de septiembre de 1761 en el seno de una noble familia, en la casa solariega del Almirante Antonio de Gaztañeda. Su padre, Francisco de Churruca e Iriondo, era primer alcalde y juez ordinario de la villa de Motrico, y su madre, María Teresa de Elorza e Iturriza,

Realizó sus primeros estudios en el Seminario Conciliar de Burgos y en el Real Seminario de Vergara, bajo la tutela del arzobispo Rodríguez de Arellano, pensando en ordenarse sacerdote, pero concluidos sus estudios solicitó a sus padres la venia para emprender la vida de marino.

El 15 de junio de 1776 ingresó en la Compañía de Guardias Marinas de Cádiz y en marzo de 1777 se terminó de formar en El Ferrol, donde fue promovido a alférez de fragata.

Se embarcó por primera vez en 1778 en el navío “El San Vicente Ferrer” al mando del bailío Francisco Gil de Taboada y Lemos de la escuadra del General Antonio de Arce. Al ser sustituido el general Arce por el teniente general Ponce de León pasó a ser su ayudante personal.

En 1781 participó en el asedio de Gibraltar, planeado por el duque de Crillón, a bordo de la fragata “Santa Bárbara”, comandada por Ignacio María de Álava, y que terminó con el paso de Gibraltar a manos de los ingleses, aunque Churruca fue promovido a alférez de navío.

Tras la firma de la Paz de Versalles en 1783, la fragata fue enviada a Montevideo.

El 25 de marzo de 1784 marchó a El Ferrol para hacer el curso de estudios mayores o sublimes a las órdenes de Vimercati y ascendió a teniente de fragata el 15 de septiembre de 1784 y a teniente de navío el 28 de abril de 1787.

El 5 de octubre de 1788 zarpó de Cádiz, en una expedición, formada por los paquebotes Santa Casilda y Santa Eulalia, mandada por el capitán de navío Antonio de Córdoba para reconocer el estrecho de Magallanes y favorecer el comercio y la navegación a Chile y Perú, regresando a Cádiz el 13 de mayo de 1789.

Junto con su compañero Ciriaco Cevallos realizó el reconocimiento del estrecho, descubrió una ruta alternativa, una ensenada que lleva su nombre y escribió un trabajo titulado “Apéndice al Primer Viaje de Magallanes” (Madrid 1795).

«Arribando los paquebotes españoles Santa Casilda y Santa Eulalia á una ensenada del Cabo Redondo, en el estrecho de Magallanes, desembarca en ella el teniente de fragata D. Ciriaco Ceballos con algunos oficiales; regala a los indios entre otras bujerias, un espejo y al ver en él representada su figura se quedan como encantados de asombro. (Año 1788.)». Litografía de Vicente Urrabieta en Historia de la Marina Real Española (1854). (Crédito CC BY 2.0)

El 10 de marzo de 1789 es ascendido a capitán de fragata y en junio fue agregado al Observatorio de la Marina de San Fernando.

En 1791 se retiró a su ciudad natal de Motrico para recuperarse de su maltrecha salud.

En 1792 es requerido por José de Mazarredo para dirigir junto con Joaquín Francisco Fidalgo, como capitanes de fragata, una operación geográfica a América del Sur, formada por dos secciones, una debía recorrer las islas y costas del golfo de Mexico y la otra el resto de las del continente, para formar el “Atlas Marítimo de la América Septentrional”.

José de Mazarredo Salazar. Jean François-Marie Bellier. Museo Naval de Madrid. (Crédito CC BY 2.0)

La división de Fidalgo salió de Cádiz el 4 de junio de 1792 y la de Churruca, con los bergantines “Descubridor” y “Vigilante” el día 15, volviendo a Cádiz el 18 de octubre de 1795, ascendido a capitán de navío el 25 de enero de 1794. De este modo la expedición duró dos años y cuatro meses y se levantaron treinta y cuatro cartas esféricas, con multitud de canales, portulanos etc. que no se publicaron inmediatamente a causa de la precaria salud de Churruca.

A fines de 1796 regresó al Departamento de Cádiz, ya se había acordado la Paz de Basilea (22 de julio de 1795), que dejaba sin efecto la alianza española con Inglaterra, y se reconocía a la República francesa. España había firmado el Tratado de San Ildefonso (18 de agosto de 1796) que la volvía a ligar a Francia. El 6 de octubre, España declaraba la guerra a Inglaterra, porque ésta continuaba con su política habitual de hostigamiento a los navíos españoles.

En abril de 1797 se embarcó en el navío “Concepción”, como ayudante de la escuadra de José Mazarredo, para defender a Cádiz del ataque de Nelson.  


En junio de 1800, por Real Orden se desplaza a Paris para visitar el Observatorio Astronómico, el Deposito Hidrográfico y otros establecimientos científicos. Como deferencia, el prefecto marítimo Caffarelli le entregó, en nombre del Gobierno, las nuevas cartas de las Antillas que él trabajó y que el Gobierno francés adoptó e hizo públicas, y en nombre de Bonaparte recibió un rico sable y un par de pistolas.

A causa de un tratado secreto entre España y Francia (1 de octubre de 1800), se cursa la Real Orden de 31 de marzo de 1801, por la que debían entregarse a la Marina francesa en Brest, a mediados de abril de 1802, dos hermosos barcos de setenta y cuatro cañones, el Conquistador y el Pelayo, con gran disgusto de Churruca que había dedicado tres años de su vida a organizar y perfeccionar su buque.

Después de disfrutar de una licencia en Motrico, en noviembre de 1803 se le dio el mando del navío “Príncipe de Asturias” y en compañía de Antonio Escaño revisó el “Diccionario de Marina” y redactó un tratado de puntería para la Armada.

En 1805, a los 43 años, contrajo matrimonio con María Dolores Ruiz de Apodaca, hija de don Vicente, brigadier de la Armada, y sobrina de Juan Ruiz de Apodaca, conde de Venadito y Director General de la Armada. 

Posteriormente se le encargó el mando del navío san Juan Nepomuceno, con el que participaría en la batalla de Trafalgar, donde moriría el 21 de octubre de 1805. 

Navío San Juan Nepomuceno apresando a la fragata británica Ellis. Pintura de Carlos Parrilla. (Crédito CC BY 2.0)

Esta batalla fue la consecuencia de la ruptura del tratado de Amiens, firmado en 1802, que establecía la paz entre Francia y Gran Bretaña y el establecimiento de la alianza entre Napoleón y Carlos IV de España, fundada en el interés de los Borbones de recuperar el peñón de Gibraltar perdido en 1713. 

Combate naval de Trafalgar. Ruiz Luna, Justo. 1890. Óleo sobre lienzo. 230 x 700 cm. Museo del Prado. Deposito en otra Institución. Primera Medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes de España de 1890. (Crédito CC BY 2.0)


Cuando ya había muerto el segundo comandante por bala de cañón, que le llevó el brazo izquierdo y parte de las costillas, el mismo Churruca recibía un impacto de bala de cañón en la pierna derecha por encima del muslo, que le derribó sobre el alcázar y trasladado a la enfermería, falleció a las dos horas.

Muerte de Churruca en Trafalgar. Álvarez Dumont, Eugenio. 1892. Óleo sobre lienzo. 300 x 630 cm. Museo del Prado. Depósito en otra Institución (Instituto Cabrera Pinto. La Laguna. Tenerife). (Crédito CC BY 2.0)

El teniente de navío Joaquín Núñez Falcón, después de consultar con los oficiales, rindió el buque al “Dreadnought”, mandado por el capitán de navío John Conn, con ciento veinte hombres muertos y ciento setenta y cinco heridos.

Los ingleses devolvieron los papeles pertenecientes a Churruca y el san Juan Nepomuceno fue remolcado a Gibraltar, donde fue conservado durante mucho tiempo con la cámara de Churruca cerrada, ordenándose a todo el que penetrase en ella que lo hiciera descubierto, en honor y recuerdo de la epopeya del marino español.

La Marina española ha conservado este nombre en la lápida puesta en la tercera capilla oeste del Panteón de Marinos Ilustres, en San Fernando (Cádiz), con una leyenda que dice: “A la memoria del brigadier de la Armada D. Cosme Damián de Churruca. Muerto gloriosamente sobre el navío de su mando, San Juan Nepomuceno, en el combate de Trafalgar el 21de octubre de 1805”.

Entre los años 1812 y 1813, siendo capitán general de Galicia el teniente general Francisco Javier Abadía, se erigió una fuente de cuatro caños, en el centro de la plaza llamada del Carmen o de Armas de El Ferrol, de autor desconocido, en forma piramidal y elevada con una urna encima, en eterno recuerdo del insigne marino. En las cuatro caras de la pirámide que sostiene el vaso cinerario se leen las inscripciones siguientes alusivas a las virtudes y la gloria del inmortal Churruca: “Inmortalitati Churrucae Inclyti Ferralii Decoris”, “Obiti Pro Patria Mdcccv”, “Suus Abadia Galletiam Postea Gubernans”, “Hunc Fontem Erexit, Nominique Tanto Dicavit Mdcccxii”.


Por acuerdo de las Juntas Generales de Guipúzcoa, en 1865, con fondos aportados públicamente, se elevó una estatua en Motrico, obra del escultor vergarés Marcial Aguirre, cuya primera piedra colocó la reina Isabel II el 5 de septiembre de 1866 y vino a inaugurarse oficialmente en junio de 1885. 


Estatua de Churruca en Motrico. (Crédito CC BY 2.0)

Tras su muerte, S. M. le ascendió a teniente general, y su esposa gozó de esta viudedad.

domingo, 24 de septiembre de 2023

ALGUNOS PERSONAJES HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA

Dr. Francisco Palomares García.

Francisco Palomares García nació en Requena (Valencia) en 1838.

Se formó en el Seminario diocesano de Cuenca y fue ordenado presbítero el 24 de septiembre de 1859, ocupando diferentes destinos en parroquias rurales de esta diócesis.

En 1860 fue nombrado coadjutor de San Nicolás y en 1864 cura ecónomo de San Martin y rector del Colegio de San Pablo para estudiantes pobre.

Posteriormente, por desacuerdo con su obispo Miguel Payan y Rico, abandona Cuenca y se traslada a Madrid, donde es empleado por los marqueses de Retortillo como capellán y preceptor de sus hijos.

Tras la Revolución de septiembre de 1868 acompañó a los Retortillo a Kesington (Londres) y en Inglaterra entró en contacto con ambientes protestante que le indujeron a su conversión.

 A su regreso a Madrid en 1870 se convierte a la fe reformada, en el templo del Redentor de la Iglesia Cristiana Española (ICE) regentada por Antonio Carrasco, periodista y colaborador de Castelar.  

Carrasco lo envía a Sevilla con el vicario anglicano L. S. Tugwel y aprovechando la ley de Libertad Religiosa de la I Republica compran al estado el convento desamortizado de San Basilio de la calle Relator, lugar donde nació la hermandad de la Sentencia, para habilitarlo al culto evangélico y como escuelas para niños pobres en junio de 1871. 

Iglesia de san Basilio en calle Relator

Entre 1875 y 1882 estudió Medicina, se especializó en enfermedades respiratorias y fue experto en el tratamiento de la tos-ferina, logrando una receta que la aliviaba y que en Sevilla llamaban el “Jarabe protestante”, pero no consiguió su deseo de tener un hospital para gente necesitada.

Palomares también fundó un Museo de la Inquisición en el que reunió una importantísima colección de documentos, manuscritos referentes a los autos de fe celebrados desde 1483 a 1819, útiles, sellos, testimonios, cuadros de Inquisidores, preseas y otras pertenencias del santo Oficio. Fue clausurado en 1936 y el material se mantuvo durante muchos años por los herederos de Palomares, pero se desconoce   si fueron vendidos a una galería londinense o si se fueron deshaciendo de ellos después de la Guerra Civil para no comprometer a la familia.

Otro aspecto menos conocido de Palomares es su adscripción a la “Masonería”, como pastor de la IERE (Iglesia Española Reformada Episcopal), en la logia Numantina nº 61, con el nombre de Galileo, y puede que la concesión del permiso para la apertura de San Basilio se pueda relacionar con el parentesco masónico de Cabrera y Sagasta.

Falleció en Sevilla en 1915 y está enterrado en el “Cementerio Protestante” de Sevilla, al que la intolerancia denomina “El Corralito” y en 1933 fue acordado rotular la antigua calle del Laurel como Doctor Palomares, pero este acuerdo fue revocado en 1936. 

Calle Laurel

sábado, 23 de septiembre de 2023

 ALGUNOS HECHOS HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA

La Batalla de Menjibar.

Calle Menjibar

Esta calle toma su nombre de la Batalla de Menjibar (Jaén).

El 2 de mayo de 1808, los franceses invaden España y se produce un gran levantamiento del pueblo de Madrid con el comienzo de la Guerra de la Independencia.

El general Dupont se dirige a Cádiz para salvar los barcos franceses que permanencia en el puerto para posteriormente subir a Despeñaperros.

El 13 de julio llegan los franceses a Menjibar (Jaén) y la madrugada del 14 la primera División española del General Reding, al mando del Brigadier D. Francisco Benegas. 

Theodor Reding von Biberegg (1755-1809)

El 16 de julio se produce la Batalla de Mengibar en la que el General Reding derrota a las tropas francesas, muriendo el General François Gobert, que huyen hacia Bailén donde serán derrotadas por el general Castaños.

El General Francisco Javier Castaños, I duque de Bailén. Galván y Candela, José María (Obra copiada de Madrazo y Agudo, José). Hacia 1880. Óleo sobre lienzo. 113 x 83 cm. Museo del Prado. Depósito en otra Institución

Batalla. Vranckx, Sebastián. Hacia 1640. Museo de Bellas Artes. Sevilla

Detalles de la Batalla

 AREA DE MACARENA-FERIA

Convento de la Concepción.

Su nacimiento se relaciona con Doña Leonor de Ribera que al morir su padre, hacia 1428, abandona su casa de la calle san Vicente para instalarse en otra próxima a la iglesia de san Juan de la Palma.

Posteriormente, hacia 1459, la señora Ana de Santillán adquiere una casa contigua a la de Leonor para llevar una vida religiosa junto a la Iglesia. Leonor se une a ella, le compra la casa, comienza a admitir a muchas jóvenes y profesa la Tercera Orden de san Francisco.

Con la expansión de las internas, la casa se hace insuficiente y en 1497 adquiere un corral y un solar para construir cuatro casas y una huerta.

En 1513, Leonor y las monjas que Vivian con ella prestan obediencia al arzobispo Diego de Deza y consiguen que el Papa Julio II le conceda profesar en la orden de las Concepcionistas, con lo que Leonor recibe el báculo de abadesa fundándose el primer convento concepcionista de Sevilla, donde residió la Hermandad de Buenaventura en el año 1814.

Fray Diego de Deza y Tavera. Arzobispo de Sevilla. Zurbarán, Francisco. Hacia 1631. Óleo sobre lienzo. 211 x 161 cm. Museo del Prado. No expuesto.


Retrato de Julio II. Rafael Sanzio. 1511-1512. Óleo sobre madera. 108 x 80,7 cm. National Gallery. Londres

En 1868, durante “La Gloriosa” (ver), la Junta revolucionaria extinguió el convento y las monjas se trasladaron al convento de clarisas de santa Isabel y posteriormente al Convento de monjas concepcionistas de Arcos de la Frontera.

RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Humanistas.

José María Izquierdo.

José María Izquierdo nació en Sevilla, en la calle Castellar 59, en 1886, donde existe una placa que nos lo recuerda. 


Calle Castellar 59

Placa de la calle Castellar 59

Estudió leyes obteniendo el Título de Licenciado en Derecho el 20 de junio de 1907 y el de Doctor en 1914, y ejerció como profesor auxiliar de Derecho Canónico, aunque no prosiguió la carrera académica, sino que se dedicó a la investigación jurídica, la labor periodística, la creación literaria y la participando en la vida cultural de Sevilla, que impulsó desde el Ateneo.

José María Izquierdo

Así, fue autor de obras como “Divagando por la Ciudad de la Gracia” (1914) que ha sido considerado como el libro del “Ideal Andaluz”, por su vinculación con el movimiento andalucista formulado por Blas Infante. 

Se inició en el periodismo local con participaciones en “El Noticiero Sevillano”, “El Liberal” y especialmente en “El Correo de Andalucía”, firmando con seudónimos como “Jacinto Ilusión”, “Iván el Imbécil” y otros.

Joven ateneísta colaboró como conferenciante y sobre todo fue el fundador e impulsor de la “Cabalgata de los Reyes Magos”, celebrada por primera vez el 5 de enero de 1918, con la idea de hacer felices a los niños más desfavorecidos, y seguramente basándose en la primera cabalgata que se realizó en España en 1866 en la localidad de Alcoy (Alicante).   

Los primeros Reyes Magos .ABC

Calle Muñoz Oliver

La Cabalgata del Ateneo partió desde 1919 y durante cuarenta años de la plaza de la Maestranza

Como humanidad era un hombre de carácter misterioso y solitario, según Joaquín Romero Murube era “un hombre fino, enlutado, con su cara de cristo moreno y las patillas largas que le imprimían al rostro un perfil de vieja estampa andaluza”. “Siempre pensativo y solitario. Estaba en todas partes, como la Universidad,  la calle, la Biblioteca, la orilla del rio, aunque no se le veía ir ni se le veía llegar, por eso tenía siempre algo de aparecido, como si bajase del cielo, porque sus palabras traían siempre la paz y la gracia de la inteligencia”. 


Juan Ramón Jiménez se refirió a Izquierdo en “Españoles de tres mundos” (1942) como “ángel anunciador” y “maná congregado en forma de hombre”.

Todos los que lo conocieron coinciden en que su calidad personal estaba por encima de los valores literarios de su obra, aunque esta era la de más fino y claro sevillanismo.

El seudónimo “Jacinto Ilusión” se debe a su personalidad soñadora, su melancolía y su amor a su ciudad.

Falleció en su ciudad en 1922, cuando contaba 36 años, a causa de una apendicitis, y está enterrado en el “Panteón de Sevillanos Ilustres”, situado en la cripta de la Iglesia de la Anunciación.

Panteón de Sevillanos Ilustres. Crucificado que preside la nave principal. Atribuido al circulo de Juan de Giralte o a su maestro Roque Balduque.

Arcosolio que que incluye a José María Izquierdo junto a otros Sevillanos Ilustres

Placa de mármol de José María Izquierdo y Martínez

El Ateneo y el Ayuntamiento editaron sus “Obras Completas” a propuesta de José Muñoz San Román, concejal, escritor y académico, y el también ateneísta Enrique Barrero González editó una antología de textos y libros sobre él.

En el patio del Ateneo se centra una escultura de bronce donada por el escultor Sebastián Santos Calero el 9 de febrero de 2008, que lo presenta sujetando un libro del que emergen Melchor, Gaspar y Baltazar y pequeñas figuritas de niños y paquetes de regalos.

Escultura en bronce del autor Sebastián Santos Calero. 2008

Detalle de la cara de José María Izquierdo

Detalle de los Reyes Magos

Detalle de las figuritas sobre el libro

Detalle de la base de la escultura

En la pared de dicho patio del Ateneo lo recuerda un relieve-placa en bronce y mármol de 92 x 50, anónimo que lleva la dedicatoria ”El Ateneo a José María Izquierdo Martínez 1886-1922”.

Relieve-Placa

Se conserva, en el despacho del Presidente del Ateneo, un retrato de 1918 firmado por Miguel Ángel Pino Sardá y una fotografía con su nombre.

Retrato de José María Izquierdo

Fotografía enmarcada de José María Izquierdo

El 15 de agosto de 1925 fue inaugurada una glorieta en el parque de María Luisa, situada junto a la avenida de Pizarro, cerca del Jardín de los Leones y de la Fuente de las Ranas. 

Está constituida por bancos de azulejos, una columna con capitel corintio romano con su nombre y dos anaqueles para libros del autor y rodeada por álamos negros.

Entrada a la Glorieta

Rotulo

Glorieta

Columna central

Detalle del capitel

Detalle de la base



Detalle de los anaqueles