jueves, 28 de agosto de 2025

RUTAS POR SEVILLA: Vírgenes

Virgen de las Aguas. Hermandad del Museo.

María Santísima de las Aguas

La Virgen de las Aguas, también conocida como Virgen de Aguas Santas, es una advocación mariana vinculada a la protección frente a sequías e inundaciones. Su devoción se extiende por distintas regiones, siendo patrona de localidades como Villaverde del Río (Sevilla) y Aguas Nuevas (Albacete). La tradición la asocia con la Virgen como “fuente de aguas vivas”, símbolo de vida, pureza y gracia, y se encuentran manifestaciones de este culto en diversos lugares de España y América, como la Virgen del Rosario de Agua Santa en Ecuador.

En Sevilla, la Hermandad del Museo venera como titular a una bellísima imagen de la Virgen de las Aguas, atribuida con bastante certeza a Cristóbal Ramos (ver) y fechada en 1772.

Se trata de una talla de candelero, concebida para ser vestida, representada de rodillas ante Cristo y con las manos entrelazadas en oración, siguiendo la iconografía del "Stabat Mater". A lo largo de los siglos ha sufrido diferentes transformaciones que la han llevado a su fisonomía actual.

La Virgen de las Aguas con las manos cruzadas y de rodillas

El rostro, modelado en terracota, la convierte en la única dolorosa sevillana realizada en este material que participa en la Semana Santa. Su expresión destaca por la serenidad y el realismo, lo que la hace cercana y profundamente conmovedora.

La cabeza se inclina levemente hacia la derecha, los ojos, grandes y abiertos, miran con suavidad hacia lo alto, y las lágrimas, tres en cada mejilla, refuerzan la emoción contenida de la imagen. La boca entreabierta deja ver los dientes superiores, acentuando el gesto doliente.

En lugar de corona, porta una diadema, y suele cubrirse con un tul sencillo dispuesto al modo monjil, que realza aún más su natural hermosura.

Virgen de las Aguas
Virgen de las Aguas
Detalle de la Virgen de las Aguas

Virgen de las Aguas

Detalle de la Virgen de las Aguas

Detalle de la Virgen de las Aguas

Detalle de ambas mejillas

Detalle del ojo y de las lágrimas de la mejilla izquierda


En 1829 se le realizó la más significativa restauración trastocándose su posición primitiva de dolorosa arrodillada a estar erguida.

En 1880 fue restaurada por Manuel Gutiérrez Cano Reyes (ver) que retocó la imagen y la sometió a una limpieza en la policromía.

Ya en 1922, el escultor Infantes Reina le cambió el juego de manos entrecruzadas por unas separadas, al estilo del resto de las dolorosas sevillanas, conservándose las antiguas en la casa Hermandad.

Manos entrelazadas. Cristóbal Ramos. 1772. Barro cocido y policromado. Museo de la Hermandad

El año 1962, el escultor Sebastián Santos (ver) restauró la imagen de la Virgen, a la que dotó de un nuevo candelero, y modificó algo la dirección de la mirada, consiguiendo una más propia para salir en procesión bajo palio.

La última restauración fue realizada en el año 2000 por Francisco Berlanga.

El 28 de marzo de 1998, la Virgen de las Aguas fue proclamada, con la oportuna Autorización eclesiástica, patrona de la compañía municipal de aguas de Sevilla, EMASESA.

 ALGUNAS LEYENDAS DE SEVILLA

Leyenda de la talla del Cristo del Museo

Santísimo Cristo de la Expiración de la Hermandad del Museo

Las crónicas transmiten que un caballero cordobés, perteneciente a familia noble, abandonó su hogar para alistarse en la milicia. Llegó a alcanzar el grado de capitán en los tercios españoles, combatiendo en distintas campañas por tierras de Europa. Su nombre era don Marcos de Cepeda.

Durante sus largas estancias en Italia entró en contacto con destacados maestros de la talla y del arte escultórico, familiarizándose con las técnicas de figuras como Miguel Ángel Buonarroti y Bernini. Finalmente, decidió dejar las armas para dedicarse por entero al cultivo del arte.

En 1625 regresó a Córdoba con la intención de permanecer solo un breve tiempo, pero la solicitud del obispo de la diócesis, que le encomendó la realización de diversas imágenes, lo retuvo en la ciudad. Por aquellos años, la Hermandad del Cristo de la Expiración de Sevilla había perdido a su titular en un incendio y decidió encargar una nueva imagen. Buscaban un crucificado singular, diferente a todos los anteriores.

Cepeda viajó a Sevilla a instancias de la corporación, y allí propuso una solución novedosa: en lugar de ejecutar la talla en madera, como era habitual, la realizaría en pasta modelada en moldes, lo que, según aseguró, otorgaría mayor realismo a la obra y la distinguiría de cualquier otra existente. Convenció a los cofrades y, a comienzos de diciembre, se firmó el acuerdo. Apenas dieciocho días más tarde entregaba el Cristo, que fue acogido con entusiasmo unánime por la hermandad debido a su extraordinaria fuerza expresiva.

Los cofrades, temerosos de que la imagen pudiera ser reproducida, exigieron al escultor la entrega de los moldes empleados. Obligado por la justicia, Cepeda los entregó y, en la tarde del 24 de diciembre, víspera de Navidad, fueron rotos y arrojados a las aguas del Guadalquivir. La tradición añade que el artista, contemplando la escena desde la orilla, derramó lágrimas al ver desaparecer en el río la matriz de su creación.

La leyenda ofrece diversas versiones sobre el destino del capitán-escultor: algunos afirman que, en un arrebato de desesperación, se lanzó al río para recuperar los moldes y murió ahogado; otros sostienen que marchó nuevamente a Italia; y no falta quien asegure que ingresó en un monasterio, donde terminó sus días dedicado al cuidado de los enfermos.

Sea cual fuere el desenlace, lo cierto es que nada se sabe con certeza del capitán Cepeda tras aquel episodio, quedando su figura envuelta en la bruma de la tradición, mientras que está documentado que el Cristo de la Expiración fue esculpido por Marcos Cabrera en 1575.