martes, 5 de agosto de 2025

AREA DE SAN ROMAN

Calle Sánchez de Castro.

Sin salida, en Enladrillada.

Calle Sánchez de Castro

Torre de san Román

A mediados del s. XVI (1562) era conocida como calle de los Moros, quizás por un mesón de igual denominación; en fecha indeterminada, pero al menos desde principios del XVIII (1718), figura como calle de las Hostias (u Ostias), a decir de González de león ( Las calles ... ) porque allí se fabricaban las formas para el aprovisionamiento de las iglesias sevillanas.

En 1868 recibió el nombre arbitrario y común de Mosqueta, pero al año siguiente fue cambiado por el del pintor sevillano Juan Sánchez de Castro, la figura más representativa de la pintura sevillana de la segunda mitad del s. XV, enterrado en la cercana iglesia de san Román.

En sus orígenes era una estrecha calle que pasaba desde Enladrillada a la plaza de Santa Isabel, pero quedó convertida en callejón en el XVIII por la construcción de unas casas frente a la plaza, conservándose como testigo de ella una corta barreduela entre Siete Dolores de Nuestra Señora y Santa Paula.

En 1813, al hallarse las viviendas en estado ruinoso, se solicitó de nuevo su apertura; sin embargo, el Ayuntamiento terminó concediendo un trozo más del callejón al propietario de las casas cuando en 1818 las reconstruyó.

El Plan General de Ordenación Urbana en vigor prevé de nuevo la apertura de esta calle.

Predominan las viviendas tradicionales de dos plantas, la mayor parte de ellas cerradas y en algunos casos con los huecos de puertas y ventanas tapiados.

En el primer tramo se ha procedido a su sustitución por casas de pisos de tres plantas, y al fondo de la barreduela también hay un edificio de nueva construcción, el colegio del Socorro, cuya entrada se encuentra en la calle de este nombre.

 En la fachada de la casa núm. 17, también abandonada, hay un azulejo dedicado en 1931 a Carmen Díaz, Actriz insigne, intérprete insuperable del alma andaluza, allí nacida.

AREA DE SAN ROMAN

Pasaje Mallol.

De Moraira y Juzgado a Santa Paula.

Calle Pasaje Mallol

Calle Pasaje Mallol


Recibe esta denominación desde su apertura a principios del siglo XX, probablemente por el promotor de dicha operación urbanística.

Hasta mediados del XIX (plano de Olavide, 1771 , y plano de Sartorius, 1848) varias huertas ocupaban el entorno próximo de los conventos de Santa Paula y Santa Isabel, pero este espacio fue edificándose progresivamente, hasta constituir una manzana compacta entre Enladrillada, Santa Paula, Hiniesta y Juzgado. Por esta razón, en el primer decenio del siglo XX se decide cortar transversalmente dicha manzana, entre Juzgado y Santa Paula, y se procede a la apertura de Mallol.

Es ésta, pues, una calle larga y rectilínea, de regular anchura para las proporciones propias del casco histórico.

En la edificación se advierte una tipología dispar, que indica que no toda ella fue levantada en el mismo momento; existen algunas viviendas unifamiliares de dos plantas, y en algún caso la edificación original ha sido sustituida por bloques de viviendas de tres, pero el tipo más característico es la construcción de dos plantas, de la que la alta estuvo originariamente dedicada a vivienda, y hoy sólo en parte permanece habitada, y la baja fue destinada a establecimientos industriales, constituyendo entonces el más importante conjunto industrial del casco; hoy dicha función industrial ha cedido a favor de la del almacenaje y, sobre todo, de talleres de reparación del automóvil.

Sus peculiares características motivaron que en el Modificado del Plan de Reforma Interior del Casco Antiguo fuese declarado "conjunto urbano de estudio especial`” y se propusiera la formación de una plaza en parte de las fincas ocupadas por las naves industriales y la apertura de una conexión entre pasaje Mallol y Enladrillada; en cambio el Plan General de Ordenación Urbana de 1987 propugna su conservación.

El numero 8 es un patio de artesanos.

Pasaje Mallol número 8






Pasaje Mallol número 10


AREA DE SAN ROMAN

Calle Siete Dolores de Nuestra Señora.

De Plaza san Marcos y Socorro a Santa Paula y Plaza de santa Isabel.

Calle Siete Dolores de Nuestra Señora

Al menos desde 1832 recibe el nombre de calle de los Dolores, por encontrarse en ella la capilla de Nuestra Señora de los Dolores, construida en el primer tercio del s. XV III por la Hermandad de los Servitas (ver)

En 1845 se prolonga el topónimo Santa Paula hasta la plaza de San Marcos y se pierde el de Dolores; en 1975 se quiere recuperar la denominación primitiva y se le da el que actualmente posee.

Es una calle corta, estrecha y rectilínea, producto esta última circunstancia de distintos proyectos de alineación (1590, 1876 Y1904).

En la confluencia con Santa Paula existe una corta barreduela innominada, que junto con Sánchez de Castro fue una calle que comunicaba Santa Isabel con Enladrillada hasta el s. XVIII.

La acera izquierda está ocupada en su totalidad por una fachada lateral de la iglesia de San Marcos (ver) y por la capilla de los Servitas (ver), ambas de ladrillo visto.

Es de destacar el azuleja que representa los dolores de la Virgen María,
situado sobre la entrada de la capilla, pero de difícil contemplación debido a la angostura de la vía.

Calle tranquila, el suceso más relevante que en ella acontece es la salida el Sábado Santo de la procesión de la Hermandad de Los Servitas.

AREA DE SAN ROMAN

Calle Socorro.

De Plaza San Román a la de San Marcos.

Calle Socorro

Recibe esta denominación desde mediados del s. XVII (1640), por el convento de religiosas de igual advocación, cuya fachada trasera ocupa gran parte de la acera de los impares. Ocasionalmente se le nombra Compás del Socorro o calle de las Monjas del Socorro. 

Junto a la función residencial es de destacar la escolar por la existencia de un colegio de religiosas, el de la Purísima Concepción, que ha propiciado a su vez la instalación de dos guarderías infantiles en la misma calle.

En los bajos de la casa núm. 10 se halla la Casa Hermandad de la Cofradía de
los Gitanos, establecida en la cercana iglesia de San Román, hasta su traslado su sede definitiva en la antigua iglesia del Valle
(ver)
.

Socorro 10



AREA DE SAN ROMAN

Calle Martelles.

De Enladrillada a Sol.

Calle Martelles

Calle Martelles

De 1502 consta una referencia a la barrera de Martel, y desde el s. XVII son continuas las noticias relativas a la calle o plazuela de los Marteles, por la familia de Gonzalo Pérez Martel, comendador de Santiago.

El último tramo era conocido en tiempos de González de León como calle del Azofaifo, según él por un gran árbol (azufaifo) que allí existía, si bien habría que cuestionarlo, por la reducida amplitud de la calle.

Posee una planta quebrada, formada por tres tramos en ángulo recto. El primero, muy estrecho en la confluencia con Enladrillada, con menos de dos metros, se ensancha a la mitad de su recorrido, muy posiblemente como resultado de uno de los proyectos de alineación a los que ha sido sometida; el segundo es sensiblemente más ancho y es el que históricamente era conocido como plazuela; finalmente, el tercero vuelve a estrecharse hasta tener en la embocadura de Sol una amplitud similar a la que tenía en la de Enladrillada.

Del caserío primitivo sólo se conservan dos viviendas; el resto, salvo dos solares, ha sido sustituido en los últimos años de la década de los ochenta por bloques de viviendas de dos y tres plantas; hay que destacar la uniformidad que se ha pretendido conferir a la plazuela central. La calle está cerrada al tráfico rodado y se respira allí un ambiente tranquilo. 

AREA DE SAN ROMAN

Calle Espada.

De Enladrillada a Sol.

Calle Espada

Vista de la torre del convento de santa Paula

Detalle

Al menos desde 1771 era conocida como calle de la Teta, al parecer por una pieza de mármol romano con forma de pecho femenino, que sobresalía en la fachada de una casa; en 1979 la casa fue derribada y la pieza arqueológica se perdió. En 1845 recibió la denominación que hoy conserva.

A pesar del corto número de edificaciones que la flanquean en razón de las mismas dimensiones de la calle, se contempla la gama de situaciones propia de la zona noreste del casco histórico: dos viviendas unifamiliares de carácter modesto, una de ellas fechada en 1906, una casa en ruina y con los huecos de fachada tapiados, un solar y, finalmente, un bloque de pisos de tres plantas de reciente construcción.

AREA DE SAN ROMAN

Plaza del Pelícano.

En la confluencia de Juzgado, Enladrillada, santa Lucia y Alcántara.

Formaba parte de la plaza de Santa Lucía, que a su vez recibía esta denominación, al menos desde 1349, por encontrarse en ella la iglesia de igual advocación. En la reforma general del nomenclátor de 1869 se propuso el nombre de Cetina, en honor del poeta Gutierre de Cetina (1520· 1557], que no prosperó, adjudicándosele finalmente el nombre común de esta ave.

Hasta el último tercio del XIX la manzana situada entre Alcántara y Enladrillada estuvo ocupada por un huerto, circunstancia que da idea de la posición periférica y marginal de este sector de la ciudad histórica.

Actualmente la mayor parte del caserío de la plaza ha sido sustituido por casas de pisos de cuatro plantas o se encuentran en construcción; de la edificación primitiva se conservan unas pocas casas, algunas de ellas cerradas y en ruinas, o con sus huecos tapiados.

En una de sus esquinas un portalón da acceso a un espacio abierto, con pavimento de adoquines y donde se disponen varias naves industriales de una planta, dedicadas preferentemente a talleres de artesanos.  Entre ellos, destaca el Taller El Gremio que lo componemos varios artesanos. Rosario Ordóñez modela y realiza pintura cerámica, Juan Monje a la alfarería y Miguel Fernández, restaurador. Artesanos andaluces de toda la vida. Creadores de una cerámica vinculada a lo funcional, al flamenco y a la tradición más singular.

Plaza del Pelícano numero 4

Plaza del Pelícano numero 4

Entrada

Interior 

Dios bendiga este patio de artesanos, de Plaza Pelicano nº 4, para que Dios les de Trabajo, Salud y Paz

San Francisco Javier

El Quijote y Sancho Panza

Sagrado Corazón de Jesús

AREA DE SAN ROMAN

Calle Enladrillada.

La calle Enladrillada discurre desde la Plaza de San Román hasta las inmediaciones de San Hermenegildo. Por la acera de los números pares confluyen las calles Espada, Marteles y Santa Lucía; por la de los impares, lo hacen Sánchez de Castro, Santa Paula y la Plaza del Pumarejo, a través de la del Pelicano.

Calle Enladrillada

Torre de san Marcos

El tramo que va desde San Román hasta la Plaza del Pelícano era conocido en la Baja Edad Media como Campanario, en alusión a la torre de la iglesia de San Román. A partir de 1586 comienza a documentarse con el nombre de Enladrillada, o popularmente, la Ladrillada.

Según la tradición, fue una dama de alta alcurnia, Doña Guiomar Manuel, quien, mostrando una notable sensibilidad hacia la mejora urbana, costeó el primer enladrillado de las calles de Sevilla, con el objetivo de combatir el barro, la suciedad y mejorar el tránsito. Aunque esta mejora trajo consigo un aumento del ruido por el paso de los carros, supuso un avance importante para la época. Con el tiempo, los ladrillos, poco duraderos, fueron sustituidos por adoquines de piedra.

Existe una creencia popular que atribuye el nombre de la calle a haber sido la última en mantener el pavimento de ladrillo colocado a sardinel (esto es, ladrillos dispuestos de canto, alineados en sus caras mayores). Sin embargo, ya en 1609 hay referencias que señalan que había sido empedrada.

El último tramo de la calle aparece en documentos del siglo XVII con diversas denominaciones: Sitio de Matarnillos, que sugiere una zona aun escasamente urbanizada; calle Mata Asnillos (1665); y Mata Arnillos, nombre que perduró durante el siglo XVIII. También se conoció como calle del Huerto de las Beatas, hasta que en 1845 se le asignó el curioso nombre de calle del Perro.

En 1868, ambos tramos quedaron unificados bajo la denominación de Enladrillada, desapareciendo el topónimo anterior. En 1937, la Falange Española solicitó cambiar el nombre por el de Eduardo Rivas, pero el Ayuntamiento optó por mantener la denominación tradicional "por su popularidad y significado", asignando ese nombre a otra calle.

El escritor Santiago Montoto, citando un padrón de 1533, menciona que entonces se la conocía como calle de los Moros.

Se trata de una calle larga y estrecha, cuya forma actual responde a diversos intentos de alineación llevados a cabo en 1868, 1880 y 1921, aunque nunca se ejecutaron por completo. De ahí los frecuentes entrantes y salientes que aún presenta.

Históricamente, por su trazado discurría una de las principales cloacas de la ciudad, lo que dio lugar a constantes quejas vecinales por los malos olores, vertidos y el mal estado del pavimento. La falta de limpieza de los husillos causaba frecuentes inundaciones. En 1855, los vecinos denunciaron en la prensa que la comunicación entre baches y desagües provocaba importantes molestias para el vecindario.

Con la remodelación urbana del barrio de San Julián a partir de 1962, la calle perdió su tramo final, que llegaba hasta la muralla, al construirse el colegio nacional Sor Ángela de la Cruz.

Pese a la unificación de su nombre en el siglo XIX, aún se percibe una clara diferencia entre el tramo más antiguo y el de Matarnillos. El primero conserva una calzada de grandes adoquines, en buen estado gracias a su reciente repavimentación. También se ha reconstruido parte del acerado con ladrillos colocados a sardinel, evocando su primitivo aspecto.

Entre los edificios más notables se encuentra la fachada posterior del convento de Santa Paula, que ocupa un amplio solar. En ella se conserva un azulejo con la imagen de la santa, fechado en 1739. Es probable que, en la intersección con la calle Santa Paula, existiera una pequeña plazuela, dada la reiteración de solicitudes del convento para ocupar ese espacio, a veces concedidas y en otras denegadas.

En cuanto a la arquitectura doméstica, aún se conservan algunas casas de vecinos tradicionales, de una y dos plantas, habitadas en su mayoría por personas mayores. Sin embargo, muchas viviendas se encuentran en ruinas o han sido demolidas, dando paso a solares o bloques de pisos más modernos, de hasta tres plantas.

Desde la Plaza del Pelícano hasta la calle San Hermenegildo, el trazado se ensancha ligeramente y se vuelve completamente rectilíneo. La calzada, de asfalto, cuenta con aceras de losetas de cemento y permite el paso del tráfico rodado. La edificación de este tramo es de reciente construcción, con bloques de viviendas de tres y cuatro plantas.

A finales del siglo XIX existió en esta calle un colegio para niñas huérfanas. En la actualidad, aunque predomina el uso residencial, Enladrillada también alberga pequeños negocios de diversa índole: comercios de uso diario, una imprenta, un taller de electricidad, un hostal y la sede de la Asociación Profesional de Comerciantes Detallistas de Pescado de la Provincia.

En la esquina con Santa Paula existe una Botarrueda.

Botarrueda en la esquina con Santa Paula

Enladrillada numero 4





Enladrillada numero 16




AREA DE SAN ROMAN

Plaza de San Román.

Situada en la confluencia de las calles Enladrillada, Socorro, Peñuelas, Sol y Matahacas, la Plaza de San Román ha conservado inalterado su nombre desde la Edad Media. Debe su denominación a la iglesia homónima, cuya portada principal, orientada hacia este espacio, constituye uno de sus elementos más reconocibles. En ella se conserva un azulejo histórico de la época del asistente Olavide, en el que se puede leer: “Puerta de San Román”.

En algunas ocasiones aparece también con el nombre de Plaza de la Cruz, apelativo compartido con otros enclaves del casco histórico. Este nombre proviene de una cruz de hierro que, desde los tiempos de la peste, presidía el centro de la plaza, asentada sobre una peana y rodeada por una verja. Esto responde a que esta plaza fue, como tantas otras vinculadas a iglesias parroquiales, antiguo cementerio de la feligresía. A permanecido en la plaza hasta comienzos del siglo XIX, cuando fue retirada y colocada en un retablo mural en el interior de la iglesia.

Plaza de pequeñas dimensiones, posee una planta irregular y abierta, particularmente en la confluencia con Peñuelas.

Desde 1812, los vecinos reclamaron reiteradamente la instalación de una fuente pública, ya que, según alegaban, "sus pozos por lo general son de aguas crudas y salobres", y en verano llegaban a secarse. No fue hasta mediados de la década de 1850 cuando se atendió esta petición, y la fuente permaneció en funcionamiento, al menos, hasta 1910.

En cuanto a las edificaciones que dan directamente a la plaza, destacan la propia iglesia parroquial y dos viviendas situadas frente a ella, de modestas proporciones. 

La iglesia de San Román, de estilo gótico-mudéjar (ver), presenta tres naves y conserva su portada original, con arco apuntado y arquivoltas, correspondiente a la primera fase constructiva. Fue restaurada en 1356 y nuevamente tras el incendio que sufrió en 1931.

El poeta Rafael Montesinos (ver), vecino de la cercana calle Peñuelas, evocó la plaza en su obra “Los daños irreparables con estas palabras: “Sé que, si andando por mi memoria me asomo a ese balcón, volveré a ver allá en el fondo de la plaza los muros quemados, renegridos de la parroquia de San Román”.

Durante siglos, este enclave fue el corazón de uno de los barrios más densamente poblados y populares de Sevilla, habitado por los estratos más humildes de la sociedad: artesanos, lavanderas, obreros, y también personajes de cierto carácter arrabalesco, como los guapos y valentones.

A partir de la década de 1960, la plaza y su entorno comenzaron a despoblarse progresivamente, en favor de las nuevas barriadas periféricas.

El también poeta Juan Sierra, en su libro “Sevilla en Silencio, ofreció una imagen vibrante y festiva del lugar: “La plaza de San Román es un violento tumulto rizado de alegría. La luz rebosa en globos de colores y cristales de fresca manzanilla”.

En la actualidad, aún puede encontrarse en sus inmediaciones una pequeña tienda donde se confeccionan y venden capirotes de nazareno, símbolo inequívoco de la devoción cofrade del barrio.

Artesanía Rodríguez

En la pared del bar “el Uno de san Román”, actualmente cerrado, una placa recuerda que Manolo Caracol (ver) le cantó al Cristo de os Gitanos.

Placa de Manolo Caracol