miércoles, 10 de septiembre de 2025

AREA MUSEO

Hermandad del Museo.

La Hermandad del Museo, cuyo título completo es Real, Ilustre y Fervorosa Hermandad del Santísimo Sacramento y Archicofradía de Nazarenos de la Sagrada Expiración de Nuestro Señor Jesucristo y María Santísima de las Aguas, constituye una de las corporaciones más señeras de la Semana Santa de Sevilla.

Su fundación se remonta a 1575, en la parroquia de San Andrés. Al poco tiempo, la cofradía se trasladó al convento de la Merced Calzada (actual Museo de Bellas Artes), donde obtuvo un espacio anexo para levantar su propia capilla.

Diversas crónicas señalan que su origen estuvo motivado por un grupo de fieles que, profundamente conmovidos tras escuchar un sermón de Pasión, decidieron organizarse en hermandad. Entre aquellos primeros hermanos figuraban plateros, escribanos, corredores de lonja, hidalgos y clérigos, sin que pueda hablarse de un carácter gremial, pues los plateros ya contaban con su propia hermandad bajo la advocación de San Eligio.

La primera imagen del Crucificado fue encargada al escultor Marcos de Cabrera, con la particularidad de mostrar a Cristo alzando la cabeza hacia el cielo en actitud de invocación al Padre.

Las primeras reglas de la corporación fueron aprobadas el 4 de noviembre de 1575 por el cardenal Cristóbal de Rojas y Sandoval.

Desde 1577 la Hermandad mantuvo una estrecha relación con la Orden Mercedaria, estableciéndose inicialmente en una capilla claustral conocida como de los Confesionarios. Posteriormente, mediante escritura de 1613, los frailes cedieron un solar en el compás del convento, donde se edificó la capilla que aún hoy sirve de sede canónica.

En sus primeros tiempos, la estación penitencial se celebraba el Viernes Santo, visitando cinco templos en memoria de las llagas de Cristo. La imagen del Señor fue llevada primero a hombros, luego en andas, y más tarde en el paso barroco de Francisco Antonio Gijón. Desde 1772 procesionó junto a la Virgen de las Aguas, realizada por Cristóbal Ramos.

Año 1921

Año 1978

Otra perspectiva para los hermanos del Museo

El cardenal Niño de Guevara dispuso en 1604 que todas las hermandades acudiesen en penitencia a la Catedral, y en 1782 las reglas primitivas fueron adaptadas a las disposiciones de Carlos III.

El siglo XIX trajo graves dificultades: la epidemia de fiebre amarilla de 1800, la ocupación francesa (1810-1812) y las desamortizaciones. Durante la invasión napoleónica, el convento fue saqueado y su patrimonio artístico duramente expoliado por orden del mariscal Soult. Sin embargo, las imágenes titulares lograron salvarse gracias a su traslado a San Vicente. Tras la contienda, la Hermandad restauró la capilla con la ayuda de los mercedarios y personalidades de la ciudad, reanudando su salida procesional en 1813, con un nuevo paso, en el que figuraba el Cristo y la Virgen a los pies. El 17 de abril de 1829 salió con el paso de Cristo y uno de palio extremadamente sencillo donde fue venerada públicamente la Virgen.

Paso de palio de la Virgen

Paso de palio de la Virgen
Paso de palio de la Virgen
Paso de palio de la Virgen

En 1827, Fernando VII aceptó el título de Hermano Mayor Perpetuo, concediendo a la corporación el uso del calificativo de Real. Más tarde, a causa de la exclaustración mercedaria y la estrechez de la puerta de la capilla, la cofradía hubo de salir desde templos vecinos hasta que en 1883 pudo hacerlo de nuevo desde su propio oratorio tras la reforma del acceso.

Durante la II República (1932-1934) la Hermandad suspendió su estación de penitencia, que se retomó en 1935 y 1936, continuando después con normalidad al quedar Sevilla bajo el control del bando nacional.

Hasta los años sesenta se adornaba con joyas de la Duquesa de Osuna, vecina de la Plaza del Museo y Camarera de la Virgen. A destacar el basamento de los varales con Vírgenes patronas de distintos lugares de España. También los candelabros de cola representados por dos seises que impiden su caída.

En tiempos recientes, la Hermandad ha reforzado su vínculo con la Corona. El 13 de junio de 2023 se comunicó oficialmente la aceptación de S.M. el Rey Felipe VI como Hermano Mayor Honorario.

 AREA MUSEO

Capilla de la Hermandad del Museo.

HISTORIA

La Capilla de la Hermandad del Museo se sitúa junto al Museo de Bellas Artes y es la sede canónica de la Hermandad del Santísimo Sacramento y Archicofradía Sacramental y Cofradía de Nazarenos de la Sagrada Expiración de Nuestro Señor Jesucristo y María Santísima de las Aguas.

Cuenta el Abad Gordillo (ver) que esta hermandad fue fundada en el año 1575 en la iglesia parroquial de San Andrés: "tuvo su institución por devoción de unos mancebos oficiales de la platería, los cuales se propusieron, el día de Domingo de Ramos oyendo la Pasión en el dicho monasterio de la Merced, y se aficionaron en atender el particular paso y tiempo en que Cristo Nuestro Señor esperó las aflicciones que refiere el Santo Evangelista y consideraron que levantaba la cabeza al cielo en llamamiento de su Padre Eterno".

De este modo, ese grupo de fieles devotos, pertenecientes mayoritariamente al gremio de plateros, quedaron impresionados al escuchar como el sacerdote describía los sufrimientos padecidos por Nuestro Señor Jesucristo durante la Expiración y decidieron crear una Hermandad (ver) cuyo titular fuera un Cristo que representara ese trágico momento. De hecho, desde sus orígenes, ha sido conocido como la Hermandad de la Expiración.

Al año siguiente de la fundación, la hermandad se trasladó al convento de la Merced Calzada (actual Museo de Bellas Artes) y posteriormente, en 1613, adquierieronn unos terrenos anexos al convento donde levantan su capilla propia. Este templo, que se construyó a finales del siglo XVII, fue sometido a algunas restauraciones en el XIX y en 1985 adquirió su fisionomía actual.

EXTERIOR

El muro exterior, que corresponde en el interior al lado del evangelio, forma un ángulo de noventa grados con el edificio del Museo de Bellas Artes.

Tiene acceso por una sencilla portada, a cada lado sendas ventanas, realizada en 1883, una actuación obligada tras la reforma a la que sometió Balbino Marrón (ver) a la antigua fachada monástica. Al derribarse el antiguo compás, la capilla se hizo visible desde el exterior, realizándose un nuevo diseño que parecer corresponder al académico Joaquín Fernández Ayarragaray.

En el exterior destaca un retablo cerámico con las imágenes del Cristo de la Expiración y, a sus pies, Nuestra Señora de las Aguas. Su autor fue el ceramista Antonio Morilla Galea, que lo ejecutó en 1963. El marco de yesería es de Guzmán Bejarano (ver) y la corona de hierro que lo remata, de Pablo Aguilucho. Fue bendecido el 19 de marzo de 1964. Además de su indudable valor artístico, permite el culto a nuestros titulares en todo momento.

En 1985, se cambió el limosnero inferior por un azulejo con la siguiente leyenda “Al cielo causa alegría al decir Ave María”, y en el año 2000, la Hermandad se vio obligada a poner una lámina de metacrilato sobre el azulejo, debido a actos vandálicos.

Fachada exterior, junto al edificio del Museo de Bellas Artes

Detalle de la fachada exterior

Detalle de la portada

En el día 23 de marzo de 1883 se hizo la Portada y Puertas de esta Capilla de la Espiración 

Retablo cerámico

Detalle del azulejo

Detalle de la Corona y el escudo de la Hermandad

Al cielo causa alegría al decir Ave María 

Real ilustre y fervorosa hermandad del Stmo. Sacramento y Archicofradía de Nazarenos de la Sagrada Expiración de Nuestro Señor Jesucristo y María Stma. de las Aguas

INTERIOR

Se entra a la iglesia por el lateral del Evangelio. Se trata de una iglesia de una sola nave, de planta rectangular, contigua a la principal del antiguo convento mercedario, hoy Museo de Bellas Artes.

Cuenta con un zócalo de cerámica y en el techo apreciamos un artesonado de madera decorado con casetones tallados y policromados en cuyas intersecciones aparece inscrito el primitivo escudo de la Hermandad. Fue realizado a finales del siglo XVII, que corresponde a una reforma posterior a la obra inicial, donde se estipulaba una cubrición por bóveda de cañón.  A los pies se abren dos accesos hacia la actual casa de hermandad.

El suelo está cubierto, por una solería de mármol ajedrezado, que recuerda a la original de mármol de Génova que, durante la invasión francesa de la ciudad, el Mariscal Soult mandó fuera retirada e instalada en el palacio Arzobispal, donde él residía en esos momentos. Ante el escudo de la Cruz de Jerusalén que podemos ver en la solería hay una entrada a una cripta de enterramiento, rehabilitada y usada como columbario, donde se depositan las cenizas de los hermanos fallecidos que así lo hayan dispuesto.

Vista general desde los pies del templo

Vista general desde la cabecera del templo

Detalle del artesonado


Sobre los muros se exponen varios cuadros de temática religiosa, alguno copia de obras de Murillo, y diversas placas conmemorativas

Con la invasión francesa la capilla perdió dos obras pictóricas fundamentales: el lienzo de la Resurrección de Cristo, de Bartolomé Esteban Murillo, expoliado por el Mariscal Soult durante la invasión francesa en 1811. Tras la victoria española fue llevado a Madrid donde quedó depositado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, a la cual tiene la Hermandad planteada su devolución. Y un San Miguel, firmado por Francisco Varela en 1626, hoy conservado en una colección particular. Así mismo, fue expoliado otro cuadro (también propiedad de esta Hermandad de la Sagrada Expiración), debido al pincel del pintor sevillano Francisco Varela, que representaba la Oración en el Huerto.

Resurrección del Señor. Murillo, Bartolomé Esteban. 1650-1660. Óleo sobre lienzo. 243 x 164 cm. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Procede de la Capilla de la Expiración del convento de la Merced Calzada, Sevilla. Ingresa en la Academia en 1813. (ver) (CC BY 3.0)

Detalle de la planta de los pies en primer plano

San Miguel Arcángel. Varela, Francisco. 1629. Colección particular. Sevilla. (ver) (CC BY 3.0)

Adoración de los Reyes Magos

María Magdalena

San Antonio de Padua

Ecce Homo

San Juan de Dios trasportando a un enfermo

San Juan Bautista

Inmaculada

San Francisco de Asís

Santa Justa y Rufina

Cristo en la casa de Ramón el fariseo

Resurrección del Señor

Luis Torres Santos

Lunes Santo

José Gentil Blanco

Su Majestad el Rey de Españas Felipe VI

D. Francisco Fernández y Gavidia

Bendición de las obras de rehabilitación

Francisco de los Santos Infantes

Marcos Cabrera y Cristóbal Ramos

Comenzamos la exposición desde los pies del muro de la epístola para continuar por el Altar Mayor y el muro del evangelio para terminar a los pies´

Epístola

Iniciamos el recorrido por un pequeño retablo con una imagen de tamaño académico de Santa Lucía (ver), procedente del antiguo convento de la Merced. Es obra anónima del siglo XVIII. Presenta la palma en una mano (símbolo del martirio) y en la otra la bandeja con sus ojos.

Retablo de Santa Lucia

Santa Lucia

Detalle de Santa Lucia

Detalle de la bandeja con los ojos


Siguiendo el recorrido aparece el retablo de San Ramón Nonato (ver)Debe su nombre a que su nacimiento se produjo después de haber fallecido su madre. Es el mercedario que fue martirizado con un candado que le cerró la boca (aunque dicen que "aun así evangelizaba"). El busto está atribuido al imaginero Juan de Mesa (ver) y sus manos son un añadido posterior de peor calidad. Viste el hábito blanco de la Orden Mercedaria, sobre el cual lleva la esclavina color púrpura propia de su condición cardenalicia; porta un ostensorio o custodia en la mano derecha, y en la izquierda la palma con tres coronas (castidad, elocuencia y martirio) que distinguen a los mártires de la fe.

La Hermandad siempre ha estado ligada a la Orden Mercedaria, que fue fundada por San Pedro Nolasco para el rescate de los cautivos cristianos que eran apresados y llevados al norte de África. Mantiene gran devoción por ser el santo patrón de los partos, parteras, niños y las embarazadas.

Retablo de san Ramón Nonato

Detalle de san Ramón Nonato

Detalle del rostro de san Ramón Nonato

Detalle del rostro de san Ramón Nonato con el candado cerrándole la boca


A continuación encontramos un retablo realizado a mediados del siglo XVIII, que alberga a Nuestra Señora del Rosario (ver), atribuida a Jerónimo Hernández sobre el año 1577. Virgen sedente, en sus brazos la figura de Jesús Niño portando una Cruz.

En la pequeña hornacina del banco del retablo hay una pequeña figura de un Nazareno, con los mismos rasgos que el Cristo de Pasión, considerado por algunos como un boceto y que, probablemente, sea una copia de la imagen que estuvo situada en los muros contiguos. Es una imagen de vestir atribuida a Montes de Oca (ver).

Retablo de Nuestra Señora del Rosario 

Detalle de Nuestra Señora del Rosario y el Niño

Detalle de la Virgen

Detalle del Niño con un “hoyuelo” en la mejilla derecha

Pequeña figura de un Nazareno


Siguiendo por este lado de la Epístola, en una pequeña repisa hay un San José con el Niño de Ruiz Gijón (ver), de 1732.

Retablo de san José con el Niño

Detalle de san José con el Niño 


Detalle de San José

Detalle del Niño


Seguidamente, ya en el presbiterio, encontramos un altar obra del siglo XVII, aunque ha sufrido muchas transformaciones. En la hornacina principal se venera una espléndida imagen manierista de Cristo atado a la columna (ver) o cristo flagelado, pieza procedente de la sala de profundis del antiguo cenobio mercedario, que fue realizado entre 1583 y 1585, atribuido a Jerónimo Hernández (ver).

En el banco del retablo hay una pequeña hornacina donde se encuentra una Virgen Dolorosa de candelero del XIX. 

Retablo de Cristo atado a la columna 

Cristo atado a la columna 

Detalle del rostro de Cristo atado a la columna 

Detalle del rostro de Cristo atado a la columna 

Detalle de las manos de Cristo atado a la columna 

Detalle del pie de Cristo atado a la columna 

Detalle de la Dolorosa 

Altar Mayor

En la cabecera de la Capilla se encuentra el retablo mayor, de estilo neoclásico, del XVII, dorado en fecha posterior a su ejecución, dividido en tres calles. La central está enmarcada por cuatro columnas de estilo compuesto. La zona superior del retablo está rematada por un ático. Las calles laterales presentan dos hornacinas colocadas verticalmente y coronadas por un arco de medio punto, incluyendo dos pilastras adosadas con decoración vegetal coronadas con pináculos. Su uso ha sido ininterrumpido desde su ejecución como retablo del altar mayor en la Capilla del Museo hasta hoy, que sigue sirviendo para el mismo fin por el que fue creado, siendo eje central de la capilla y telón de fondo de todos los ritos y ceremonias católicas celebradas en dicho espacio por la Hermandad. El retablo es una obra del siglo XIX, realizada tras la invasión francesa (1809-1812), momento en el que la Capilla del Museo es arrasada y expoliada, perdiéndose la mayor parte de sus bienes muebles, altares y obras de arte.

Según la documentación conservada, su fecha de ejecución debe situarse poco antes de 1828, ya que consta en el archivo de la Hermandad que ese año un pintor llamado Juan de Lizasoáin cobró 280 reales por pintar, en perspectiva, el fondo del retablo del Altar del Cristo, por lo que suponemos que éste debió ser montado en 1827, o en los primeros meses de 1828, ya que, el referido pintor, firmó recibo el día 10 de mayo de dicho año. Este retablo, con su pintura de fondo, es el de estilo neoclásico que ha llegado hasta nuestros días, si bien en la actualidad muy reformado.

Aunque el retablo jamás ha abandonado el espacio que hoy ocupa, sí fue movido de lugar en 1986 al invertirse la orientación de la capilla, pasando de estar en el extremo noroeste de la misma, lugar que hoy es dominado por la Virgen Comendadora de la Merced (José Montes de Oca, h. 1735), a la zona suroeste, donde se encuentra actualmente presidiendo la capilla.

Las columnas que sostienen el retablo fueron enriquecidas en el año 1964, siendo añadidas las guirnaldas de la parte alta del fuste y las decoraciones vegetales en la parte baja, las cuales no fueron talladas en las columnas, sino de forma exenta para, finalmente, colocarlas sobre las mismas con posible intención de serle devuelto su aspecto original en caso necesario.

En cuanto a los laterales, las dos hornacinas de cada lado donde se albergan los cuatro Evangelistas son una ampliación lateral del retablo efectuada en el año 1986, aprovechando el cambio de ubicación de este, realizadas por Manuel Guzmán y los arquitectos José Núñez Castain y Pablo García de Zúñiga Caravaca, decidiendo dotarlo de un espacio posterior que sirviera como almacén y para acceder a ciertas zonas del mismo. Momento que se aprovecha para modificar la estética del banco, añadiendo Manuel Guzmán, ya en los años 90, decoraciones en madera dorada con casetones ornamentados con hojas de acanto, roleos y veneras. Anteriormente, el retablo presentaba un banco de estética neoclásica donde se combinaban dos tonos de imitación marmórea o jaspeada con detalles dorados, siguiendo la línea del conjunto; esta franja está actualmente desaparecida.

En el año 2017 Manuel Antonio Ruiz-Berdejo Cansino recuperó la pintura de paisaje que decora el fondo del retablo sobre el que aparecen las imágenes Titulares, donde aparece la firma de Enriqueta Reina. Tradicionalmente se ha señalado a Reina como autora de la pintura, fechándola en 1899 y con la participación de Virgilio Mattoni, siendo la primera la posible encargada de intervenir la obra original a causa de un posible deterioro, momento aprovechado para firmar la obra. En el caso de Mattoni, sus pinceladas no son apreciables en el paisaje por lo que, uniendo el análisis a la falta de documentación que mencione a este pintor, se podría concluir que su mano no modificó la obra en momento alguno. La autoría de la pintura podría estar en la mano de Lizasoáin en 1828 con la posterior intervención de dicha pintora en 1899. Ésta fue tapada posteriormente con una tela de damasco de color rojo, permaneciendo así hasta la recuperación citada.

En la línea de continuar con el proceso iniciado en 2017 por Ruiz-Berdejo, éste hizo una nueva intervención sobre el retablo mayor de la Capilla del Museo en el año 2023, consistente, fundamentalmente, en la limpieza y consolidación estructural del conjunto del retablo, la eliminación de repintes devolviendo a la obra su aspecto original y la decoración de las calles laterales siguiendo como modelo la decoración del conjunto central. Fruto de este trabajo es la imagen que actualmente brinda el retablo.

Altar Mayor

Este retablo mayor está presidido, en la calle central, por el Cristo de la Expiración (ver), obra manierista de Marcos Cabrera (ver) de 1575 y, a sus pies, la Virgen de las Aguas (ver), atribuida a Cristóbal Ramos (ver), de 1772

Cristo de la Expiración

Detalle del rostro del Cristo de la Expiración

Detalle del rostro del Cristo de la Expiración

Detalle del paño de pureza del Cristo de la Expiración

Detalle del paño de pureza del Cristo de la Expiración

Visión frontal de los pies del Cristo de la Expiración

Visión lateral de los pies del Cristo de la Expiración

Virgen de las Aguas

Detalle de la Virgen de las Aguas

Detalle del rostro de la Virgen de las Aguas

Detalle del rostro de la Virgen de las Aguas

Detalle de las manos de la Virgen de las Aguas

En los laterales hay figuras de los evangelistas, que fueron talladas por Francisco Ruiz Gijón. Todos ellos llevan sus respectivos atributos, y de izquierda a derecha son San Juan con el águila, San Lucas y el toro, San Marcos con el león y San Mateo y el ángel, una pluma y un libro, a excepción de San Lucas que lleva un pergamino.

San Juan con el águila

Detalle del águila 

San Lucas y el toro 

Detalle del toro

San Marcos con el león 

Detalle del león

San Mateo y el ángel 

Detalle del ángel


En el banco del retablo mayor, a los pies de la Virgen de las Aguas, se encuentra el Sagrario, diseñado por Manuel Guzmán Bejarano y realizado en plata por Juan Borrero en 1982, con esculturillas de Rafael Barbudo que representan a San Pascual Bailón, a Santa María Micaela del Santísimo Sacramento y la Ascensión del Señor en el ático.

En los laterales dos pequeños ángeles lampareros.

Sagrario

Santa María Micaela del Santísimo Sacramento

Santa María Micaela del Santísimo Sacramento

San Pascual Bailón

San Pascual Bailón

Ascensión del Señor

Ascensión del Señor

Detalle de la puerta del Sagrario. Anunciación

Ángel lamparero

Ángel lamparero

Evangelio

Cercana al altar mayor, en el seno de la hornacina abierta en el muro, destaca el magnífico grupo escultórico en que se representa a Santa Ana con la Virgen Niña (ver), talla de madera policromada atribuida a Benito Hita y Castillo (ver) sobre el año de 1750.

Retablo de Santa Ana con la Virgen Niña 

Detalle de Santa Ana con la Virgen Niña 

Detalle de Santa Ana

Detalle de la Virgen Niña 


Seguidamente, encontramos la imagen de San Lorenzo (ver), representando como es costumbre con el instrumento de su martirio, una parrilla. Es una obra anónima del barroco sevillano, fechable en el siglo XVIII, restaurada por Francisco Berlanga.

Retablo de san Lorenzo

San Lorenzo

Detalle de San Lorenzo

Pie

A los pies del templo (la capilla es pequeña), bajo el coro de la Capilla, sobre un frontal de azulejería trianera renacentista y datado en 1626, dos puertas nos comunican con la zona de sacristía y la Hermandad, coronadas con ambos azulejos de escudo y Santa Justa y Rufina.

Escudo

Santa Justa y Rufina

Entre ambas puertas, se halla la Virgen Comendadora de la Merced, que debió pertenecer al patrimonio del convento, donde presidiría el coro de los mercedarios.

Se trata de una imagen completa, en actitud sedente, revestida con ropajes tallados y decorados con ricos estofados, una túnica escapulario y manto cerrado con un broche adornado con el escudo de la Merced.  

Sostiene en su mano izquierda el Libro de las Horas mientras que la derecha la apoya sobre su pecho en una actitud de profunda reflexión.

Está atribuida con mucho fundamento a José Montes de Oca (ver), y fechada sobre el año de 1732, aunque otros autores la atribuyen a Jerónimo Hernández (ver), con policromía del siglo XVIII y también a Benito Hita del Castillo de 1750 (ver).  

Retablo de la Virgen Comendadora de la Merced

Virgen Comendadora de la Merced

Detalle de la Virgen Comendadora de la Merced

Detalle de la Virgen Comendadora de la Merced

Detalle de la mano derecha

Detalle de la mano izquierda

Detalle del escudo mercedario

Detalle de los querubines a sus pies


Su iconografía representa una antigua tradición mercedaria que narra cómo San Pedro Nolasco y sus monjes se retrasaron en su obligación de acudir al coro, pues se quedó dormido el encargado de hacer sonar la campana que los convocaba habitualmente al rezo de las horas en el templo conventual. Cuando llegaron se encontraron a los ángeles ocupando sus respectivos sitiales y a la Virgen presidiendo el Coro y dirigiendo el oficio de maitines. Es por ello que, desde entonces, se la tuvo como La Comendadora, portando en su mano el libro de Horas. En el caso de esta talla sevillana, fue también conocida, popularmente, como la Virgen del Rayo por haber salido indemne tras una terrible tormenta que destrozó el Coro de la Iglesia conventual.