domingo, 7 de septiembre de 2025

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Orden Hospitalaria de san Antonio Abad o "Antoninos".

La Congregación de los Hermanos Hospitalarios de San Antonio, conocidos comúnmente como “antonianos”, tuvo su origen hacia el año 1095 en el Delfinado, dentro del entonces Reino de Arlés, integrado en el Sacro Imperio Romano Germánico. Su fundador fue Gastón de Valloire, un noble de la región, quien junto con su hijo Girondo estableció la comunidad en gratitud por la curación milagrosa de este último. Girondo había padecido la terrible enfermedad conocida como “Fuego de San Antón”, una forma de ergotismo causada por el consumo de pan elaborado con centeno contaminado con cornezuelo. Según la tradición, sanó gracias a la intercesión y a las reliquias de san Antonio Abad, eremita egipcio venerado como protector contra dicha dolencia.

Desde sus comienzos, el carisma de la naciente comunidad se centró en atender a los enfermos y necesitados, en particular a quienes sufrían de ergotismo, muy extendido en la Europa medieval debido a las malas cosechas y a las deficientes condiciones de alimentación e higiene.

El papa Urbano II confirmó la congregación en 1095, y más tarde, en 1218, el papa Honorio III la sancionó oficialmente como orden religiosa, permitiendo a sus miembros profesar los votos de pobreza, obediencia y castidad. En 1248, la comunidad adoptó la Regla de San Agustín, pasando a constituirse en canónigos regulares, es decir, clérigos que vivían en comunidad bajo una estricta observancia. Finalmente, en 1298, el papa Bonifacio VIII otorgó a los antonianos la plena condición de Orden de Canónigos Regulares de San Agustín.

El hospital de La Motte-Saint-Didier

Los primeros antonianos establecieron un hospital junto a la iglesia de San Antonio de La Mota (actual Saint-Antoine-l’Abbaye, en el departamento francés de Isère). En este lugar se conservaban las reliquias del santo, custodiadas originalmente por monjes benedictinos de un priorato. El hospital recibía peregrinos y enfermos atraídos por el prestigio del santuario y la fama taumatúrgica de san Antonio.

No obstante, las tensiones con los benedictinos derivaron en disputas que terminaron con la intervención papal: los monjes de San Benito fueron trasladados a la abadía de Montmajour, mientras que la custodia de las reliquias y la dirección del hospital quedaron en manos de los antonianos.

En este hospital primitivo, se cuidaba a los peregrinos que visitaban el santuario de la Iglesia de San Antonio y de los enfermos, particularmente de aquellos afligidos por el Fuego de San Antón, ​ que fue una enfermedad muy común en la Edad Media, particularmente entre los pobres, por el consumo de cereales contaminados con cornezuelo de centeno  y la falta de higiene corporal.

Expansión y auge de la Orden

Gracias a su eficacia y prestigio, la congregación se extendió rápidamente por toda Europa. Hacia el siglo XIII los antonianos ya estaban presentes en Castilla y Navarra, donde contaban con dos grandes encomiendas generales que coordinaban las casas y hospitales de toda la península ibérica. En su apogeo, durante los siglos XIV y XV, la Orden llegó a administrar cerca de 370 hospitales y encomiendas, con más de 10.000 religiosos. Además de atender a los enfermos de ergotismo, se ocuparon también de los contagiados por la peste negra, convirtiéndose en una institución de referencia en la asistencia hospitalaria medieval.

Los antonianos gozaron de prestigio en la curia romana y obtuvieron el privilegio de atender a los enfermos de la Casa Pontificia. Asimismo, algunos de sus miembros destacaron como eruditos y prelados.

Recursos y símbolos distintivos

El sustento económico de la Orden procedía en gran medida de la crianza de cerdos, animales que podían deambular libremente por calles y campos gracias a un privilegio concedido a los antonianos. Estos cerdos se distinguían por la esquila o campanilla que llevaban al cuello, lo que los hacía fácilmente reconocibles. La práctica despertó recelos entre otras órdenes religiosas, que intentaron imitar el privilegio, provocando frecuentes disputas legales.

También, el papa los había autorizado a servirse de una campanilla para reunir a los transeúntes en las pla­zas públicas o en las calles, y solicitar limosnas.

Los frailes vestían un hábito negro adornado en el pecho con la cruz tau de color azul, símbolo asociado a san Antonio y figura que evocaba protección contra enfermedades. De esa cruz pendía, en ocasiones, una campanilla (Antoniusglocklein), atributo vinculado a la lucha espiritual contra las tentaciones. El inseparable compañero del santo y de la Orden era el cerdo con esquila, convertido en emblema popular de los antonianos.

San Antonio y sus devociones

La figura de san Antonio Abad fue adoptada como patrono por múltiples oficios y corporaciones. Los cesteros lo veneraban por su relación con los eremitas de la Tebaida que tejían canastos; los sepultureros lo reconocían porque, según la tradición, dio sepultura a san Pablo ermitaño; mientras que porquerizos, carniceros, chacineros y fabricantes de cepillos lo tomaron como protector por el vínculo con los cerdos. En distintas regiones de Europa adquirió otras advocaciones: en Bretaña como patrono de los alfareros, en Saint-Omer de los curtidores y en Reims de los arcabuceros.

Decadencia y supresión

La Reforma protestante y, posteriormente, el descubrimiento de la verdadera causa del ergotismo (la intoxicación por cornezuelo del centeno) redujeron considerablemente la relevancia de la Orden. Al disminuir drásticamente la enfermedad, también decayó su función asistencial y, con ello, sus rentas y número de miembros.

En 1777, el papa Pío VI unió canónicamente la Orden de San Antonio a la Orden de Malta. Diez años más tarde, mediante bula fechada el 24 de agosto de 1787, el mismo pontífice decretó su supresión definitiva. La Revolución francesa (1789) y la posterior secularización en el Sacro Imperio (1803) acabaron con sus últimos monasterios. En España, la disolución se produjo en 1791 a petición de Carlos III, repartiéndose sus bienes entre hospitales, parroquias y ayuntamientos, que debían continuar con la labor asistencial que habían desarrollado los antonianos durante casi siete siglos.

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Hermandad del Silencio.

Conocida popularmente como la Hermandad del Silencio, su título completo es Archicofradía Pontificia y Real de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz en Jerusalén y María Santísima de la Concepción.

Fue fundada en la parroquia de Ómnium Sanctorum durante la Cuaresma de 1340 por un grupo de piadosos vecinos del barrio de Feria, con el propósito de glorificar a Jesucristo en el doloroso trance de portar la Santa Cruz sobre sus hombros. En aquella iglesia ocupó inicialmente la capilla del patronato de los Cervantes.

Sus primeras reglas fueron aprobadas el 22 de febrero de 1356 por el arzobispo Nuño de Fuente. En ellas se establecía la estación de penitencia en la madrugada del Viernes Santo, además de la atención a los necesitados y la entrega de dotes a jóvenes sin recursos que iban a contraer matrimonio.

Trasladada a la ermita de San Antón en la Macarena, hizo su primera salida procesional a la ermita de San Lázaro, extramuros de la puerta de la Macarena, el 14 de abril de ese mismo año de 1356.

Ese mismo año, tras su traslado a la ermita de San Antón, en la Macarena, realizó su primera salida procesional hacia la ermita de San Lázaro, situada extramuros de la puerta del mismo nombre.

Los cofrades vestían túnica de color morado sin brillo, ceñida con soga de esparto; el rostro cubierto por una cabellera de cáñamo sujeta con corona de espinas; los pies descalzos y cargando una pesada cruz y llevaban los pies descalzos. Esta imitación de Cristo en su Pasión dio origen a la denominación de “nazareno”, término que con el tiempo pasó a designar de manera genérica a quienes participan en la estación de penitencia durante la Semana Santa sevillana.

En 1546 la Hermandad se trasladó al Hospital de las Cinco Llagas y, en 1571, al Hospital de la Santa Cruz de Jerusalén o de los Convalecientes, en la actual calle Rioja, desde donde continuó su estación de penitencia a distintos sagrarios de la ciudad.

El 14 de abril de 1579, siendo hermano mayor el escritor del Siglo de Oro Mateo Alemán, la corporación adquirió en propiedad la capilla del Santo Crucifijo y parte del huerto del Hospital y Real Casa de San Antonio Abad, en la calle de las Armas (hoy Alfonso XII). Allí edificó su capilla y quedó establecida canónicamente. El propio Alemán redactó nuevas reglas, en las que se reforzó la vida de caridad y se incluyó la obra de redención de presos de la Cárcel Real.

En 1615, bajo el mandato de Tomás Pérez, fue la primera hermandad que hizo solemne Voto y Juramento de creer, confesar y defender (aún con la vida) el misterio de la Inmaculada Concepción de María, frente a los dominicos de Regina Angelorum que sostenían la doctrina contraria. En recuerdo de aquel histórico voto, en el cortejo actual del paso de palio figuran tres nazarenos que portan respectivamente una espada, una bandera blanca y un cirio votivo.

En 1793, el rey Carlos IV donó a la Hermandad el convento e iglesia de San Antonio Abad, que quedó unido a la capilla, consolidando así su sede actual.

Entre sus hermanos figuran personalidades ilustres como Francisco Pacheco, que ilustró su libro de reglas, Murillo, Juan de Mesa, San Antonio María Claret o el ya mencionado Mateo Alemán. Asimismo, en 1627 la corporación fue fundadora del Amparo de Venerables Sacerdotes, antecedente del posterior Hospital de los Venerables.

La Hermandad está incorporada a las basílicas romanas de la Santa Cruz en Jerusalén, San Juan de Letrán y Santa María la Mayor, así como a las del Salvador y del Santo Sepulcro de Jerusalén.

Pese al expolio sufrido durante la invasión francesa, logró recuperar y enriquecer su patrimonio, acompañado de tradiciones singulares que han llegado hasta nuestros días: el fervorín que se proclama antes de la salida, la espada y el cirio concepcionistas, la severa compostura de sus nazarenos, las peculiares saetillas de su trío de capilla, la suntuosidad de las túnicas del Nazareno y, sobre todo, el sobrecogedor silencio que envuelve todo su cortejo.

Paso del Nazareno

Detalle del Nazareno


Detalle del Nazareno

Paso de la Virgen con San Juan



Detalles



Detalles

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Iglesia de San Antonio Abad (Hermandad del Silencio).

HISTORIA

La Real Iglesia de San Antonio Abad se encuentra situada en pleno centro de la ciudad de Sevilla, en la calle Alfonso XII y en la calle El Silencio 3. Es sede de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, conocida como la Hermandad del Silencio.

Es única en su distribución, alejada de la típica cruz latina o del cajón propio de las iglesias sevillanas. Ello se debe a que son dos iglesias, fruto de la fusión entre el antiguo hospital de San Antonio Abad, regentado por los hermanos hospitalarios de San Antón (ver), y la capilla de Jesús Nazareno, de la histórica hermandad del Silencio (ver). La primera, edificada en el siglo XVI, sobre la antigua ermita de san Antonio Abad, y remodelada profundamente entre 1724 y 1730, etapa en la que se le adosó la capilla de la Hermandad de Jesús Nazareno, bajo la dirección del arquitecto Diego Antonio Díaz (ver). Carlos IV donaría la iglesia y el convento a la hermandad en 1793.

Se trataba de un hospital para tratar el ergotismo, una enfermedad causada por la ingestión de alimentos (pan de centeno) contaminados con hongos, el “fuego de San Antón”, regido por la Orden hospitalaria de san Antón, “Antoninos”, actualmente desaparecida.

Tras la desaparición de la orden hospitalaria, hubo otros usos entre 1819 y 1835 por parte de los franciscanos de San Diego (conocidos como "dieguinos" y provenientes del desaparecido convento del Prado de San Sebastián), que residirán en el convento hasta su extinción en 1835. Posteriormente, siglo XIX, se convirtió en parroquia tras el derribo, durante revolución la Gloriosa de 1868 (ver), de la parroquia de San Miguel (ver). Ello explica que buena parte de su patrimonio se conserve en esta iglesia, en la actualidad regentada en su totalidad por la hermandad del Silencio.

Desaparecida la parroquia, quedó como sede de la Archicofradía pontificia y hermandad de nazareno, cuyos titulares son Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz en Jerusalén y María Santísima de la Concepción.

EXTERIOR

El acceso por la calle Alfonso XII se realiza por una portada del siglo XVIII, constituida por un vano adintelado flanqueado por pilastras y rematado por un frontón recto y roto, en cuyo centro se sitúa una hornacina con una pintura de San Diego de Alcalá, recuerdo del promotor de los franciscanos de san Diego que residieron en este convento, a cada lado los escudos de Orden franciscana y la dominica. Se trata del acceso al antiguo convento, aunque la portada es posterior, obra de Diego Antonio Díaz de 1730. 

Fachada a la calle Alfonso XII

Hornacina con San Diego de Alcalá

Escudo de la Orden franciscana

Escudo de la Orden dominica


A la izquierda de la portada hay un azulejo que identifica a la Iglesia y a la hermandad del Silencio y a la derecha un retablo cerámico de la Virgen María Santísima de la Concepción, una de las titulares de la hermandad del Silencio.

Azulejo identificativo 

Retablo cerámico de la Virgen María Santísima de la Concepción

Detalle del azulejo de la Virgen María Santísima de la Concepción

En la calle El Silencio, que corresponde a los pies de la nave de la hermandad, posee una portada moderna sencilla. Sobre el arco vemos un pequeño azulejo de la Inmaculada Concepción, y se corona con una cruz de forja y un pináculo de cerámica. 

Muro de la calle Silencio

Portada a la calle El Silencio 

Azulejo de la Inmaculada 

Detalle de la Cruz de forja

Detalle del pináculo cerámico

En el muro de la derecha podemos ver un retablo cerámico de Nuestro Padre Jesús Nazareno, “Nazareno del Silencio”, y otro azulejo dedicado a la saeta de Manuel Centeno.



Retablo cerámico de Nuestro Padre Jesús Nazareno 

Azulejo de la calle El Silencio 

“Silencio pueblo cristiano”. Saeta de Manuel Centeno

COMPAS

El compás está compartimentado por medio de dos grandes vanos palladianos que apean sobre columnas de mármol. Al fondo se sitúa la iglesia, dispuesta transversalmente al eje del compás.

En el primer tramo, cubierto por techo de madera y sujeto por dos grupos de cuatro columnas de mármol blanco, hay dos pequeños retablos, a la izquierda el dedicado a San Cayetano y a la derecha Santa Rita de Casia.

Vista del primer tramo desde el interior 

Detalle del primer tramo desde el interior 

Detalle de un grupo de cuatro columnas

Detalle de capiteles de un grupo de cuatro columnas

Retablo de san Cayetano

San Cayetano

Detalle de san Cayetano

Retablo de Santa Rita de Casia

Santa Rita de Casia

Detalle de Santa Rita de Casia

El siguiente tramo está descubierto, en él hay una Cruz de hierro , antiguamente llamada de la Retama (ver) colocada en la fachada del antiguo cementerio de la parroquia de San Julián .
Dos nazarenos con espada y libro de reglas, los retablos cerámicos de la Virgen del Carmen, de la Inmaculada y de San Antonio María Claret y un pozo.

En esta zona se encuentra el acceso a la Tienda de Recuerdos y la Casa Hermandad.

Cruz de la Retama

Detalle de la Cruz de la Retama

Retablo de la Virgen del Carmen

Detalle del retablo de la Virgen del Carmen

Retablo de la Inmaculada

Retablo de San Antonio María Claret

Detalle del pozo

El último tramo es la entrada al templo precedida por un pórtico sostenido por columnas de mármol blanco.

En la parte superior de la portada hay una pintura de fray Diego de Alcalá que desapareció en 2024 por un incendio fortuito.

Atrio cubierto

Detalle del atrio cubierto

Pintura de fray Diego de Alcalá

En el lado izquierdo hay dos columnas que no sé de donde proceden.

Detalle de las columnas

En el lateral derecho se encuentra la pequeña imagen de san Judas Tadeo (ver), abogado de las causas imposibles, la de menor valor artístico del templo, pero de gran veneración popular, sobre ella una gran cruz de madera. 

Lateral derecho del atrio

Detalle de la cruz de madera 

Retablo de San Judas Tadeo

San Judas Tadeo

Detalle de San Judas Tadeo

Azulejo de San Judas Tadeo


ESPADAÑA

Airosa sobre el patio se levanta la espadaña, de dos cuerpos y tres arcos de medio punto con sendas campanas, decorada con cruz de forja en su coronamiento y con jarrones cerámicos.

Espadaña

Detalle de la espadaña

Detalle del cuerpo inferior

Detalle del cuerpo superior

Detalle de la cruz de forja y veleta

INTERIOR

Iglesia del antiguo convento de San Antonio

La primera nave es la correspondiente a la Iglesia del antiguo convento de san Antonio. Se entra por el lado del Evangelio, quedando el retablo Mayor a la izquierda y el Coro y Sotocoro a l derecha.

Al frente, en el muro de la Epístola, dos arcos con molduras permiten el acceso a la nave de la Hermandad del Silencio.

Del siglo XVI sólo conserva el esquema general de la planta, rectangu­lar y de una sola nave, iluminada por ventanas, ya que el aspecto que ahora ofrece se debe a las obras efectuadas entre 1724 y 1730.

Como resultado de ellas el interior aparece compartimentado en cuatro tramos, más el presbiterio, con coro y sotocoro a los pies. Los tramos y la cabecera se cubren con bóveda de medio cañón con arcos fajones y lunetas y el antepresbiterio con bóveda vaída.

La bóveda esta bellamente decorada con pinturas murales recientemente restauradas, obras de Domingo Martínez (ver) y Juan Espinal (ver) realizadas en el siglo XVIII y ocultadas con pintura desde 1834 hasta 2020.

En el presbiterio están representado Dios Padre, Jesucristo y la Virgen María,  y en la zona del crucero el espíritu Santo en forma de paloma junto a numerosos Ángeles.

En la parte central de la nave podemos ver el escudo, al Rey Felipe V, las imágenes de San Pablo, San Marcos y el escudo de la orden de los Antoninos, junto a los Ángeles que portan los atributos de San Antón, bastón en forma de Cruz Tau, jabalina, libro, campana etc.).

Vista general desde los pies

Vista general desde la cabecera

Vista general de la bóveda

Detalles de los distintos tramos de la bóveda

Detalles de los distintos tramos de la bóveda

Detalles de los distintos tramos de la bóveda

Detalles de los distintos tramos de la bóveda

Detalles de los distintos tramos de la bóveda

En el suelo una placa de mármol de los Marqueses de Riancvela y la placa que indica la donación de Carlos III de la iglesia de San Antonio Abad a la Hermandad del Silencio. 

Placa de mármol de los Marqueses  de Riancvela

Placa de la donación de Carlos III


Como siempre comenzamos la descripción por el muro dela epístola para seguir por presbiterio y altar Mayor y seguir por el muro del evangelio para terminar en los pies.

Muro de la Epístola

Encontramos primero, un arco que comunica con la otra nave y del que cuelgan placas de mármol de hermanos ilustres.

Arco de comunicación

Luis Ybarra y Osborne

Tomas Ybarra y Lasso de la Vega

Tomas Pérez

Adquisición de la sede. Mateo Alemán

Agregada a la Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén de Roma

Le sigue el retablo de la Inmaculada denominada popularmente “Virgen del Alma Mía”. Se trata de un retablo de 1740 compuesto por banco, cuerpo de tres calles y ático. 

Retablo de la Inmaculada “Virgen del Alma Mía”

Está presidido por la imagen titular, es una talla de vestir, que presenta las manos unidas por la punta de los dedos, en actitud devota. 

Se sitúa sobre una peana de plata de ley del siglo XVIII, realizada por el orfebre Blas Amat, que perteneció a la Virgen del Rosario de la desaparecida iglesia de San Miguel.

Detalle de la peana 

Fue encargada por los frailes del desaparecido convento de San Diego (situado antiguamente en el actual Prado de san Sebastián) al escultor flamenco, avecindado en Sevilla, Hernando Gilman, que le dio el nombre al salvar la vida de su hijo tras un accidente, y fue donada a la iglesia de San Antonio en 1819.

Es una de las tallas de la Inmaculada más antigua de Sevilla.

Inmaculada “Virgen del Alma Mía”

Detalle de la Inmaculada con las manos unidas por la punta de los dedos

Detalle del rostro

Detalle del rostro

A su lado se hallan imágenes de santa Ana y san Joaquín (ver)

San Joaquín

Detalle de San Joaquín

Detalle de San Joaquín

Santa Ana

Detalle de Santa Ana

En el ático, san Miguel (ver), santa Bárbara (ver) y san Rafael (ver).

Ático con Santa Bárbara

Detalle de Santa Bárbara

Arcángel San Miguel

Arcángel San Rafael

Detalle de la Puerta del Sagrario con un pelicano

Seguimos por el muro de la Epístola y encontramos una talla colocada sobre una peana que representa a San José  (ver) obra de Martínez Montañez (ver) de 1607.

San José

Detalle de san José

A continuación, se presenta el segundo arco de comunicación entre ambas iglesias, con un cuadro de Virgen.

Segundo arco

Cuadro de Virgen

Presbiterio-Altar Mayor

Presbiterio-Altar Mayor

Las cubiertas del presbiterio están decoradas con pinturas murales del siglo XVIII, que recuerdan el estilo de Juan del Espinal, que representan a Dios Padre, Jesucristo, la Virgen María.

Bóveda del presbiterio

Detalle de Dios Padre

Detalle de Jesucristo

Detalle de la Virgen María

A cada lado un ángel lamparario.

Ángel lamparario del lado de la epístola

Detalle

Ángel lamparario del lado del evangelio

Detalle

El retablo mayor es barroco, está atribuido a Baltasar de Barahona (ver) y se fecha entre 1694-1709. Se compone de banco, un solo cuerpo subdividido en tres calles mediante columnas salomónicas compuestas y ático superior.

Fue reformado en 1768 por Manuel Díaz y José de Ribera, que transformaron el camarín central y añadieron los estípites que aparecen en el ático.

Retablo Mayor

Preside el retablo la imagen de Jesús Nazareno, que abraza la cruz al revés, al modo de las iconografías habituales del siglo XVI, como la del Cristo de los Ajusticiados (ver) que pintó Luis de Vargas en las gradas de la Catedral, lo cual es una prueba de antigüedad, ya que dentro del estilo manierista así lo interpretaban los artistas del Renacimiento.

Realizado en madera de cedro, totalmente anatomizado, con encarnadura realizada mediante técnica de pulimento, y se atribuye a Francisco de Ocampo sobre 1609, aunque no está documentado, por semejanzas con otras imágenes suyas, aunque algunos autores proponen a Gaspar de la Cueva, más conocido por sus obras en Perú.

A los pies del Nazareno una pequeña imagen de Inmaculada y el sagrario con una puerta de plata.

Jesús Nazareno

Detalle de Jesús Nazareno

Detalle de Jesús Nazareno
Detalle de Jesús Nazareno
Detalle de Jesús Nazareno

Inmaculada

Detalle de los querubines 


Puerta del Sagrario

En el primer cuerpo también se sitúa la imagen de San Antón (ver), patrón del gremio de cordoneros, realizada por Francisco Antonio Gijón en 1676, y la del beato Juan de Prado, que es de la época de realización del retablo.

San Antón

Detalle de san Antón

Detalle del cerdo

Beato Juan de Prado

Detalle del Beato Juan de Prado

El ático presenta en su centro la Santa Cruz y a sus lados las tallas de San Buenaventura y San Juan Nepomuceno (ver).

Detalle de la Santa Cruz

San Buenaventura

San Juan Nepomuceno

Muro del Evangelio

Tras el pulpito encontramos una talla colocada sobre una peana que representa a la Virgen María, obra de Juan Martínez Montañez de 1607, un cuadro de san Nicolás (ver), una celosía de madera y un cuadro de la Adoración de los pastores.

Pulpito

Virgen María

Detalle de la Virgen María

Detalle de la Virgen María

San Nicolás de Bari

Celosía de madera

Adoración de los pastores

Después encontramos la Santa Cruz que porta el Nazareno en su salida penitencial. Es de madera de teca, revestida de planchas de carey, con cantoneras de plata labrada. Pertenece a la Hermandad desde el primer tercio del siglo XVII, fecha en la que fue donada por Juan Leonel Gómez de Cervantes y Carvajal y por Juan de Cervantes y Casaús, residentes en Nueva España (México).

Seguida de un cuadro, dentro de una hornacina, de Regina Caiorvm.

Santa Cruz

Detalle de la Santa Cruz

Virgen de la Antigua. Regina Caiorvm

Detalle

Detalle

Sotocoro

El coro alto se cubre con una bóveda con pintura de la Virgen con el Niño y Santiago Apóstol.

Bóveda del coro alto

Virgen con el Niño

Santiago Apóstol

San Andrés

En el coro bajo, un arco de medio punto sostenido por una pareja columnas de mármol en cada lado, con las pinturas de los arcángeles san Gabriel y san Miguel.

Vista de los pies desde la cabecera del templo

Detalle de la pareja de columnas

San Gabriel

San Miguel

Su interior lo cubre bóveda en forma de pañuelo decorada con pinturas murales de ángeles, el cuadro de la Virgen con el Niño y San Juanito, procedente de la desaparecida iglesia de San Miguel.

Detalle de la Bóveda 

Al lado izquierdo del sotocorro, nos encontramos con el retablo de san Antonio de Padua (ver)barroco neoclásico del XVIII. El santo es acompañado, en los laterales, por san Francisco de Paula (ver) y san Francisco de Asís (ver).

Retablo de san Antonio de Padua

Hornacina con San Antonio de Padua

Detalle de San Antonio de Padua

San Francisco de Paula 

Detalle de San Francisco de Paula 

San Francisco de Asís

Detalle de San Francisco de Asís

De enorme interés es el tondo con la Virgen, el Niño Jesús y San Juanito, situado en el centro, pieza de gran calidad que ha llegado a ser colocado en la estela de Rafael Sanzio o de algunos de sus mejores seguidores.

La Virgen, el Niño Jesús y San Juanito

En la zona derecha del sotocoro, el curioso fresco de las Tentaciones de san Antonio Abad bajo el que se encuentra un Crucifijo.

Zona derecha del sotocoro

Detalle del cuadro

Detalle del crucificado

Detalle del rostro

Detalle del paño de pureza y de la herida del costado

Detalle de los pies

Finalmente, restos de la sillería del Coro.

Sillería

Iglesia de la capilla de Jesús Nazareno o del Santo Crucifijo

Construida por Diego Antonio Díaz en el primer tercio del siglo XVIII. Es de planta rectangular y los retablos se alojan en hornacinas practicadas en los muros laterales, sobre los que hay balconadas decoradas con nazarenos de la hermandad del Silencio portado insignias de la hermandad (difícil de fotografiar por el fuerte contraluz).

Detalle de balconada con nazareno del Silencio

Detalle de balconada con nazareno del Silencio

Detalle de balconada con nazareno del Silencio

Detalle de balconada con nazareno del Silencio

Detalle de balconada con nazareno del Silencio

Detalle de balconada con nazareno del Silencio

Detalle de balconada con nazareno del Silencio

Detalle de balconada con nazareno del Silencio

Es una nave con bóveda de medio cañón, que en la zona del presbiterio se convierte en una cúpula que ilumina la zona.

Vista desde los pies de la nave

Vista desde la cabecera incluyendo la bóveda 

Detalle de la cúpula del presbiterio

Muro de Epístola

A los pies de la nave se sitúa un lienzo en forma de lunero que representa la escena de la Crucifixión.

Le sigue el retablo de San José con el Niño (ver), de estilo barroco, realizado en el siglo XVIII y atribuido al círculo de Montes de Oca (ver).

Retablo de San José con el Niño

Detalle de San José con el Niño

Detalle de san José

Detalle del Niño

A continuación, el retablo de San Miguel Arcángel (ver), obra de Dionisio Ribas (ver), siglo XVIII, que proviene de la desaparecida y cercana parroquia de su nombre. 

Retablo de San Miguel Arcángel 

San Miguel Arcángel 

Detalle de San Miguel Arcángel 

Detalle de un pie de San Miguel Arcángel 

Detalle de un pie de San Miguel Arcángel 

A ambos lados se sitúan sendas tallas que representan a san Joaquín y santa Ana.

San Joaquín

Detalle de San Joaquín

Santa Ana

Detalle de Santa Ana

En su lugar podemos encontrar un retablo dedicado a la Virgen de la Antigua. Esta advocación se representa mediante una copia de la imagen dela catedral de estilo icono bizantino. A sus lados se sitúan las tallas de San Joaquim y Santa Ana.

Retablo de Virgen de la Antigua 

Seguidamente, en el interior de un arcosolio, la Cruz de Guía de la Hermandad, que recuerda que la Santa Cruz de Jerusalén es uno de los titulares de la misma. Junto a ella, los cuadros de la Anunciación y la Adoración de los pastores.

Cruz de Guía

Anunciación

Adoración de los pastores

Presbiterio y Altar Mayor

En los laterales podemos observar los ángeles lampararios.

Ángel lamparario del lado de la Epístola

Detalle del ángel lamparario del lado de la Epístola

Ángel lamparario del lado del Evangelio

Detalle del ángel lamparario del lado del Evangelio

El retablo de esta capilla es neobarroco y fue diseñado por el pintor Alfonso Grosso (1948), correspondiendo la talla a Luis Jiménez Espinosa. Se completa con la antigua crestería del palio de la Virgen, de plata repujada, obra de Rafael Palomino (1871). 

Lo preside la Virgen de la Concepción, acompañada de san Juan Evangelista.

Retablo del Altar Mayor

Detalle de la puerta del Sagrario

Virgen de la Concepción y san Juan Evangelista

Detalle de la Virgen de la Concepción y san Juan Evangelista

Detalle de la Virgen de la Concepción y san Juan Evangelista

La Virgen de la Concepción es obra de Sebastián Santos Rojas (ver), adquirida por la hermandad en 1.954 para sustituir a otra muy antigua, con mascarilla de Cristóbal Ramos, que había sufrido graves deterioros con el paso del tiempo.

Procesiona bajo un rico palio de plata inspirado en las formas de la Catedral de Venecia y con suntuosos bordados del taller de Hijos de Miguel Olmo.

Virgen de la Concepción


Detalle de la Virgen de la Concepción


Detalle de la Virgen de la Concepción

Detalle de la Virgen de la Concepción

La talla de san Juan Evangelista, es de candelero, retocada y modificada en la segunda mitad del siglo XVIII por Cristóbal Ramos, sobre un modelo anterior, y totalmente restaurada en el año 2000.

San Juan Evangelista

Detalle de San Juan Evangelista

Detalle de San Juan Evangelista

Detalle de San Juan Evangelista

Detalle de los pies de San Juan Evangelista


Detalle del pie adelantado de San Juan Evangelista

Muro del Evangelio

Entre los dos arcos que comunican ambas naves se sitúa un retablo de columnas salomónicas de comienzos del siglo XVIII, es el Retablo del Cristo de la Buena Muerte, imagen de tamaño algo inferior al natural, imagen de papelón (pasta de papel), anónima de mediados del siglo XVIII. Le acompañan las figuras de dos ángeles pasionarios.

Retablo del Cristo de la Buena Muerte

Cristo de la Buena Muerte

Detalle del rostro del Cristo de la Buena Muerte

Detalle del rostro del Cristo de la Buena Muerte

Detalle del brazo izquierdo del Cristo de la Buena Muerte fijado por la palma de la mano con un clavo

Detalle del paño de pureza

Vista frontal de los pies

Vista lateral de los pies

Ángel pasionario

Detalle

Ángel pasionario

Detalle

Le sigue una pequeña hornacina que cobija un busto de Ecce Homo y sobre ella un óleo de José con el Niño Jesús.

Ecce Homo 

San José con el Niño 

Finalmente un cuadro de Cristo con la cruz a cuestas, retrato de San Antonio María Claret  y otro.

Cristo con la cruz a cuestas

San Antonio María Claret