AREA DE MACARENA-SAN LUIS-SAN JULIAN
IGLESIA DE CAPUCHINOS.
En
la ronda histórica que rodea el antiguo recinto amurallado, justamente
extramuros, frente a la desaparecida Puerta de Córdoba y la Iglesia de san
Hermenegildo se ubica el convento Capuchinos.
Los frailes capuchinos entraron en
Sevilla a principios de 1627, siendo su “Comisario General de la Custodia
de Andalucía” Fray Agustín de Granada, quien consiguió las licencias precisas de
la Ciudad y la autorización del arzobispo Diego de Guzmán y Benavides para la
creación de un hospicio de su orden, con cuatro o seis religiosos para decir
misa.
Para la ubicación del convento
adquirieron una ermita, situada a extramuros de la ciudad, cerca de la Puerta
de Córdoba, dedicada a las santas Justa y Rufina, porque la tradición establece
que en ella se encontraban enterrados los restos de estas santas, aunque otra tradición recuerda su prisión en la Basílica de la Trinidad, donde se
conservan las Santas Cárceles.
Convento de los Capuchinos, iglesia de San Hermenegildo y
murallas de Sevilla. 1831. Richard Ford
Según Ortiz de
Zúñiga, este lugar era denominado “Degolladero de los Cristianos” (ver), en relación al gran
número de cristianos que murieron en las persecuciones del tirano Abderramán,
rey de Córdoba.
En
este lugar las monjas agustinas tuvieron el Convento de san Leandro, hasta
que se trasladaron intramuros de la ciudad en 1367, a la collación de San Marcos, para finalmente acabar en
el lugar que hoy se levanta el convento, en la collación de San Ildefonso.
Portada de la Iglesia de san Leandro
La ermita quedó entonces asistida por una
confraternidad de varones píos y las monjas donaron en 1627 su derecho y
señorío de estas casas a los Capuchinos.
En 1628 Inés de Quintanilla, viuda de Diego
Carreño, donó en su testamento sus bienes para la fundación de un convento de
las Monjas Recoletas Agustinas de Santa Mónica y, en el caso de que este no se
fundara, para los Capuchinos. Y los restos de Inés de Quintanilla, en 1632,
fueron trasladados al convento de Capuchinos desde la Iglesia de Santiago el
Mayor.
Los Capuchinos también recibieron donaciones, de
los duques de Medinaceli, de Joseph Escobedo, capitán y caballero de la Orden
de Santiago, que fundó una capellanía en el templo, de Juan Ordóñez de Pineda,
que en 1668 donó fondos para la decoración de retablos de la iglesia y para
cuadros de Murillo, de Guillermo de Clareboux, oriundo de Pirex y asentado en
Sevilla en 1667, que donó fondos para la construcción de la enfermería y el
noviciado y que fue enterrado en la capilla de dicha enfermería en 1699, y del
noble y poderoso vizcaíno Juan Pérez de Irazábal.
En 1630 estaban concluidos el convento y la iglesia que fue bendecida el 7 de marzo del mismo año, dedicándose a las patronas de Sevilla, las santas Justa y Rufina, y fue consagrada el seis de julio de 1790 por el Arzobispo Alonso Marcos Llanes, a puerta cerrada para evitar los gastos que de su publicidad pudiera resultar, como consta en un azulejo del vestíbulo.
Retrato anónimo de Alonso Marcos de Llanes Arguelles. (CC BY 3.0)
En 1637 los capuchinos
compraron a las agustinas los terrenos de alrededor y, posteriormente,
adquirieron terrenos anejos a los religiosos del Espíritu Santo, de Belén, del
Carmen Calzado y del Cabildo Catedralicio
El convento sufrió las riadas
por el desbordamiento del arroyo Tagarete de 1784 y 1796.
Durante la
invasión napoleónica la comunidad fue suprimida el 13 de febrero de 1810 y el
convento fue convertido por los franceses en un hospital.
Las pinturas de Murillo del altar mayor y otros
laterales se salvaron del expolio del mariscal Soult gracias a que en enero de
1809, por orden del definidor provincial Luis Antonio de Sevilla fueron
llevados en barco a Cádiz y después a Gibraltar, pero se perdió todo el fondo documental del archivo del convento y los libros de
fundaciones de todos los conventos capuchinos de Andalucía.
Jean-de-Dieu Soult, o Nicolás de Juan-Soult. Obra de Louis
Henri de Rudder. (CC BY 3.0)
Tras la expulsión de
los franceses en 1812, y gracias a las gestiones de fray José Cambil y a la intervención del gobernador militar Pedro Gilmaret, el
convento fue devuelto a la comunidad, el 2 de enero de 1813, aunque en unas
condiciones lamentables.
El convento fue restaurado y la iglesia fue renovada y habilitada para el culto. A
la iglesia se le añadieron dos capillas en los laterales, que contaron con la
ayuda económica del Cabildo Catedralicio por lo que, en agradecimiento, el
convento donó a la catedral el cuadro del Santo Ángel de la Guarda.
Ángel de la Guarda. Murillo, Bartolomé Esteban.1665-1666.
Catedral de Sevilla
Todos los cuadros
volvieron al convento, salvo los de San Miguel y la Santa Faz, en 1812, pasando con posterioridad, tras
la desamortización, a formar parte del Museo de Bellas Artes.
Santiago
el Mayor. Polanco Francisco. Hacia 1640. Óleo sobre tela. 100 x 78,7 cm. Museo
de Bellas Artes de Sevilla. Sala VI. Desamortización del convento de Capuchinos
Santiago
el Menor. Polanco, Francisco. Hacia 1640. Óleo sobre lienzo. 100 x 78,8 cm.
Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala VI. Desamortización del convento de
Capuchinos.
Jesús
Crucificado expirante. Zurbarán, Francisco de. Hacia 1640. Óleo sobre lienzo.
255 x 193 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala V. Desamortización del
convento de Capuchinos. (ver).
Retablo Mayor de la Iglesia de Capuchinos. Bartolomé Esteban
Murillo. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala V. Desamortización del Convento de Capuchinos
Fue desamortizado en 1835, aunque la Iglesia permaneció abierta al culto a cargo de un fraile exclaustrado.
En 1838 fue adquirido por la Orden Hospitalaria de san Juan de Dios y en 1856 fue adjudicado al Ayuntamiento, que instaló el Hospital Provincial de Isabel II, tras las epidemias de cólera de los años 1854 y 1855.
En 1859 se habilitó para atender a
heridos de guerra. Posteriormente, sirvió para acoger a pobres y vagabundos y
como almacén de la alcaldía
El
régimen surgido de la Revolución “La Gloriosa” de 1868 (ver) propuso su derribo y de su iglesia, pero se evitó gracias a que se había
convertido en Hospital.
El 4 de mayo de 1889, el Provincial de los Padres
Capuchinos de España, Fray Joaquín María Llavaneras, solicitó al Arzobispo de
Sevilla, Ceferino González, el retorno de los frailes a Sevilla, cosa que
sucedió el 22 de diciembre de 1889 y se hicieron cargo del convento.
El 22 de abril de 1894 el
ayuntamiento les concedió la parte conventual alta,
donde se encuentra la celda de Fray Diego de Cádiz (ver), que fue convertida en oratorio y se colocó un altar con motivo de su
beatificación.
Tras tomar posesión del inmueble,
encontraron el edificio casi en ruinas y expoliado y hasta 1897 no finalizó la
restauración de la iglesia.
En 1914 el convento pasó a ser propiedad de la
orden a cambio de una huerta comprada en 1895.
EXTERIOR
En
la Ronda de Capuchinos se sitúa la puerta de entrada al compás del convento. A
su lado izquierdo, un azulejo recuerda que es ”la cuna de la advocación de la
Divina Pastora”.
Pared lateral del convento en la Ronda de Capuchinos
La portada presenta un gran arco de
medio punto doblado, enmarcado con alfiz, con molduras onduladas, y flanqueado
por sendas pilastras laterales sobre las que apoya un frontón triangular en
cuyo centro porta una hornacina que aloja a una escultura de San Francisco de Asís,
tallada en piedra y realizada por Pedro Navia y Campos en 1927. Esta
escultura es copia del original en terracota realizado por Antonio Susillo (ver),
conservado en las dependencias del convento.
El conjunto se remata con pequeños pilares coronados por copetes de cerámica vidriada en blanco.
La portada
presenta la bicromía característica de muchos edificios sevillanos en los que
se alterna el amarillo y el rojo almagra.
Portada del Convento
Detalle del frontón triangular
Detalle
de san Francisco de Asís
El patio está
decorado con un zócalo de azulejos que cubre todo su tercio inferior. Además,
presenta una Vía Crucis en azulejos.
Panorámica
del patio o compas con el zócalo de azulejos
En la pared
lateral derecha hay varios retablos cerámicos relacionados con la Divina
Pastora, destacando la conmemoración del tercer centenario de la advocación, y
en azulejos más pequeños representación de las diferentes
hermandades de las Pastoras, San Antonio, Capuchinos, Cantillana, Aracena
y Málaga.
Pared
lateral derecha del patio
Azulejo del Tercer
Centenario de la advocación
Detalle del texto del azulejo del Tercer
Centenario de la advocación
Divina
Pastora de San Antonio
Divina
Pastora de Capuchinos
Divina
Pastora de Cantillana
Divina
Pastora de Aracena
Divina
Pastora del Barrio de Capuchinos de Málaga
Seguidamente,
en esta misma pared lateral derecha, se observa el acceso al convento por una
puerta, sobre la que se alza un azulejo, con un tejaroz, de San Francisco de
Asís que combina la cuerda seca y el azulejo pintado, historicista, de la época
de la restauración de la casa, seguido de un azulejo conmemorativo del paso de
Murillo por el convento.
Final
de la pared lateral derecha del patio
Detalle del azulejo de san Francisco de Asís
Detalle del azulejo de Murillo
En la pared frontal, a la derecha, la puerta de la Portería y sobre ella otro azulejo de la Inmaculada bajo un tejaroz y en los laterales se muestran dos azulejos dedicados a la Divina Pastora.
Panorámica
del acceso a la portería
Azulejo
de la Inmaculada
Azulejos
sobre la Divina Pastora
Dentro de la portería, a la derecha una puerta de
acceso al convento y un azulejo con una adoración a la inmaculada.
Lateral
derecho de la portería
Detalle del azulejo de la oración a la Inmaculada
En la pared frontal una imagen del Beato Fray Leopoldo
dentro de una pequeña vitrina, otra vitrina con una Divina Pastora, un cuadro
de fray Diego José de Cádiz y un crucificado.
Frontal
de la portería
Imagen
del Beato Fray Leopoldo
Vitrina
con la Divina Pastora
Azulejo de Fray Diego de Cádiz
Detalle
del azulejo del Calvario
En la pared de la izquierda un bello panel de azulejos, se trata de un tríptico neo medieval, firmado por José Gestoso en 1897, donde aparecen la Adoración de los Reyes flanqueada por San Leandro y San Sebastián.
En la
inscripción que acompaña a las imágenes se explica que Gestoso tomó como modelo
una tabla fechada en el 382 y que se conservaba en unas de las capillas
exteriores del convento, hoy desaparecida.
Tríptico
de José Gestoso
Detalle
de san Leandro
Detalle
de san Sebastián
Detalle
de la Adoración de los Reyes
Seguidamente, la fachada de la Iglesia que tiene tres arcos de
medio punto, sobre pilares con columnas
angulares, siendo el central más ancho y
alto.
Sobre el central se alza un gran azulejo
cerámico de la Divina Pastora, bajo un tejaroz, realizado en 1921
por Enrique
Orce Mármol en la Fábrica de Ramos, encargado por el
P. Juan
Bautista de Ardales, conmemorativo del Rescripto Pontificio
impetrado por dicho P. Ardales que hacía a la Divina Pastora cotitular
de la iglesia.
Sobre el azulejo, se abre un vano rectangular que aporta luz
al coro alto. Y culmina por
medio de un frontón triangular con rosetón en el tímpano, reflejo de la
estructura a dos aguas del tejado de la nave de la iglesia.
Esta fachada se presenta encalada en blanco, resaltando el
frontón del remate, cuyas líneas se presentan en albero.
Fachada de la Iglesia
Retablo de la Divina Pastora
Detalle del azulejo de la Divina Pastora con santa Justa
y Rufina en la parte inferior
La espadaña (ver) se encuentra
situada en el muro de la Epístola de la iglesia, a la altura del claustro. Se
apoya en un sotabanco con una pequeña cornisa. Se estructura en torno a un solo
cuerpo y un vano con arco de medio punto con impostas marcadas, flanqueado por
pares de pilastras de orden toscano sobre las que apoya un entablamento cuyo
friso aparece decorado con metopas lisas y triglifos cerámicos. Descansando
sobre la cornisa un frontón curvo moldurado, con decoración de recortes en el
tímpano, rematado por pequeños pilares finalizados en pirámides, portando el
central una cruz papal de forja.
Es difícil de fotografiar pues se
dispone de perfil respecto a la entrada.
Detalle de la espadaña
Al lado izquierdo del compás, transversal a la iglesia, se levanta la capilla de la Orden Tercera a dos aguas, emplazada en el antiguo Huerto de los Novicios. Se entra a través de una rampa. Fue inaugurada en 1725, para que en ella recibiesen el hábito los postulantes y profesasen los novicios, y alberga un retablo del siglo XVIII.
Capilla
de la Orden Tercera
Al lado de la
capilla la Puerta de la Casa Hermandad de la Pastora.
Casa Hermandad de la Pastora
Azulejo de la Divina Pastora
Tras la puerta, que da acceso al compás
del concento de Capuchinos, junto a la pared que hace de fachada, y escoltada
por dos cipreses, podemos ver un pedestal con la Cruz de hierro que estaba
situada en el antiguo cementerio que dependía del convento, según costumbre de
la época (ver).
Imagen General de la cruz
INTERIOR
El interior del
templo nos transmite la sobriedad y ascetismo tan característico de las
comunidades capuchinas, en las que se huye de toda decoración efectista o
espectacular, a través de un interior de muros y bóvedas blanqueadas.
La iglesia
consta de tres naves, sin crucero, dividida en cinco tramos y coro alto a los
pies de la nave central, bajo el que se sitúa el atrio, y coro bajo tras el
presbiterio. Las naves se encuentran separadas por pilares cruciformes sobre
los que apoyan arcos de medio punto, separados por pilastras dóricas sobre los
que apoya una cornisa moldurada que recorre el interior del templo.
Vista general de la Iglesia desde los pies
La nave central se cubre con bóveda de
cañón con arcos fajones y lunetos que alojan ventanales, las laterales con
bóvedas baídas. El presbiterio se cubre con bóveda de media naranja gallonada
sobre pechinas, precedido por un gran arco triunfal.
Bóveda del Presbiterio
Todo el perímetro del templo, así como
los pilares de separación de las naves laterales, presenta un zócalo de
azulejos trianeros de Manuel Rodríguez Pérez de Tudela, de finales del siglo
XIX, fabricados por Mensaque.
Azulejos
trianeros de Mensaque
Atrio
A la iglesia se accede por un atrio
ubicado bajo el coro alto.
Presenta una cerámica de la Virgen
con el Niño del estilo de los della Robbia y justo al lado hay un azulejo con
inscripción que alude al enterramiento de Fray Isidoro de Sevilla, el ideólogo de
la devoción a la Divina Pastora, en el II Centenario de su feliz tránsito
(1950).
También hay dos paneles de azulejos
de Enrique Orce Mármol. Uno de 1922, premiado por el Ayuntamiento, que
reproduce la fotografía de Castellano de la coronación piadosa de la Divina
Pastora, el día 22 de mayo de 1921, por el Obispo de Ostracine, capuchino,
Auxiliar de Córdoba, Argentina. Y otro de 1928 copia del cuadro de Murillo
“Abrazo de Cristo a San
Francisco”, que se exhibe en la sala V del Museo de Bellas Artes,
encargado como recuerdo de la celebración del VII Centenario del tránsito de
San Francisco.
Azulejo de San Francisco. Enrique Orce. 1928
Nave de la Epístola
Procedemos
a recorrerla desde los pies a la cabecera del templo.
Nave de la Epístola. Vista desde
la cabecera
A los pies de la nave cuelga del muro una pintura con las
santas Justas y Rufina copia del original de Murillo, del antiguo altar mayor.
Santa
Justa y Santa Rufina
La
imagen de un San José itinerante, tallado en madera, donado por el municipio
sevillano en la restauración del convento. La imagen del Niño fue robada hace unos
años.
San José
Presidiendo las capillas se encuentran
unos altares de madera en su color de muy reciente factura y mediocre valor.
El primero que nos encontramos es el dedicado
a San Antonio de Padua. Es anónimo, de 1992, compuesto por sotobanco, banco, un
cuerpo con tres calles y ático. El cuerpo presenta una hornacina central con
arco de medio punto que cobija una imagen contemporánea del titular en madera
policromada, con el Niño Jesús de pie sobre su
rodilla, obra de Francisco
Marco Díaz-Pintado.
Retablo de San Antonio de Padua
Las dos calles laterales están
flanqueadas por pilastras compuestas con fuste acanalado y contienen la pintura
de Santa María Francisca de las Cinco Llagas (mixtica napolitana del siglo
XVIII) a la izquierda y San Lorenzo de Brindisi (capuchino italiano del siglo
XVI).
San Lorenzo de Brindisi y Santa María Francisca de las Cinco
Llagas
Corona el retablo una imagen modelada
en barro y policromada que representa la virtud de la Fe.
En el banco, se abre una hornacina o
vitrina con un pequeño grupo escultórico, obra de Sebastián Santos Rojas de
1940, dedicado al Padre Ardales. Presenta a la Virgen Niña, vestida de pastora,
dormida sobre un cojín, con un cayado en su mano derecha y dos corderos entre
sus brazos. Sobre el pie izquierdo, el globo con estrellas y la luna, y la
serpiente entre el pie y el globo. Bajo la pierna izquierda se presenta el
sombrero de pastora. Sobre el cojín, un rompimiento de Gloria con el libro de
los siete sellos y el cordero.
Virgen Niña dormida
vestida de pastora
La siguiente capilla carece de retablo. Se trata de una imagen sobre una peana de fray Leopoldo de Alpandeire con un niño.
Fue depositado en 2010 tras la ceremonia de beatificación del
fraile malagueño en Armilla, Granada.
Fray Leopoldo de
Alpandeire
Detrás una copia del “Abrazo de Jesucristo a San Francisco”,
conservado en el Museo de Bellas Artes, y la memoria de los mártires de
Antequera, recientemente beatificados.
Abrazo de Jesucristo a San
Francisco
El
siguiente retablo es dedicado al Beato Fray Diego José de Cádiz, cuyo
titular es obra de Antonio Susillo (ver) de 1894, imagen que fue costeada por la Infanta María
Luisa Fernanda. Es titular de la hermandad de la Pastora.
Por el retablo, se distribuyen las
reliquias del Beato, su sombrero, libros y otros artículos personales, así como
ropas y las sábanas en las que se le envolvió una vez muerto. También hay un
relicario que contiene la faringe, y un crucifijo roto del que solo se conserva
los brazos y parte del madero que los sujeta.
Retablo de Fray Diego de Cádiz
Fray Diego de Cádiz
Reliquias de Fray Diego de Cádiz
El último de los retablos, anónimo del
siglo XIX, está dedicado a San Félix de Cantalicio con el Niño Jesús en brazos,
ofreciéndolo a la Virgen. Es una imagen de madera policromada, obra del
escultor Adolfo López Suarez, de 1895. A los lados se encuentran imágenes del
Niño Jesús y de San Juanito.
En el banco se presenta una vitrina
acristalada con una escena del Tránsito de la Virgen, de Sebastián Santos
Rojas.
Parece que este retablo alojaba
anteriormente una imagen de San Luis, rey de Francia, del siglo XVIII.
Retablo de San Félix de Cantalicio
San Félix de Cantalicio con el Niño
La Dormición de la Virgen
Junto a la sacristía, sobre pedestal, una
imagen de la Inmaculada Concepción de escuela sevillana del siglo
XVII.
Presbiterio
Presidiendo el presbiterio estaba un
retablo, conservado parcialmente en el Museo de Bellas Artes, compuesto por
nueve cuadros de Murillo. El Jubileo de la Porciúncula, la Virgen de la
Servilleta, las santas Justa y Rufina, la santa Faz, San Leandro y san Buenaventura,
san Juan Bautista, san José con el Niño, san Antonio de Padua con el Niño y san
Félix de Cantalicio con el Niño, Inmaculada La Colosal.
Retablo
Mayor de la Iglesia de Capuchinos. Murillo, Bartolomé Esteban. Óleo sobre
lienzo. Hacia 1665-1666. Museo de Bellas Artes. Sala V. Desamortización del
Convento de Capuchinos.
El
jubileo de la Porciúncula. Murillo, Bartolomé Esteban. Óleo sobre lienzo. Hacia
1665-1666. Walraf-Richarz. Museum Colonia.
San
Antonio de Padua y el Niño. Murillo, Bartolomé Esteban. Óleo sobre lienzo.
Hacia 1665-1666. Museo de Bellas Artes. Sala V
San
Félix de Cantalicio con el Niño. Murillo, Bartolomé Esteban. Óleo sobre lienzo.
Hacia 1665-1666. Museo de Bellas Artes. Sala V
Virgen de la Servilleta. Murillo, Bartolomé Esteban. Óleo sobre lienzo. Hacia 1668-1669. Museo de Bellas Artes. Sala V
En el Muro de la Epístola se situaba
las siguientes pinturas de Murillo, La Piedad, La Adoración de los Pastores,
San Félix de Cantalicio con el Niño y Santo Tomas de Villanueva dando limosnas.
Piedad. Murillo, Bartolomé Esteban. Hacia 1665-1666. Óleo
sobre lienzo. 183 x 213 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala V.
Desamortización del convento de los Capuchinos
Adoración de
los pastores. Murillo, Bartolomé Esteban. 1668-1669. Óleo sobre lienzo. 290 x
191,50. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala V
San Félix de Cantalicio con la Virgen y el Niño. Murillo,
Bartolomé Esteban. Hacia 1668-1669. Óleo sobre Lienzo. 283 x 188 cm. Museo de
Bellas Artes de Sevilla. Sala V. Desamortización del convento de los Capuchinos
Santo Tomas de
Villanueva dando limosna. Murillo, Bartolomé Esteban. Hacia 1668-1682. Óleo
sobre lienzo. 283 x 188 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala V.
Desamortización del convento de los Capuchinos.
En el Muro del Evangelio se situaban San
Francisco abrazando a Cristo Crucificado, Inmaculada con el Padre Eterno, San
Antonio de Padua y el Niño y la Anunciación.
San Francisco abrazado a Cristo. Murillo, Bartolomé
Esteban. Hacia 1717-1682. Óleo sobre lienzo. 277 x 181 cm. Museo de Bellas
Artes de Sevilla. Sala V. Desamortización del convento de los Capuchinos
Inmaculada del Padre Eterno. Murillo, Bartolomé Esteban.
Hacia 1668-1669. Óleo sobre lienzo. 283 x 188 cm. Museo de Bellas Artes de
Sevilla. Sala V. Desamortización del convento de los Capuchinos
San Antonio de Padua y el Niño. Murillo, Bartolomé
Esteban. Hacia 1668-1669. Óleo sobre lienzo. 283 x 188 cm. Museo de Bellas
Artes de Sevilla. Sala V. Desamortización del convento de los Capuchinos
Anunciación. Murillo, Bartolomé Esteban. Hacia 1665-1666.
Óleo sobre lienzo. 125 x 103 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Sala V.
Desamortización del convento de Capuchinos.
Actual Capilla Mayor de
la Iglesia
En la actualidad en el testero plano
del presbiterio existe un óleo de San Francisco en éxtasis, (220 x 190 cm.), que
alza los brazos, mirando hacia arriba, obra tenebrista de Virgilio Mattoni, muy
oscurecido por el paso del tiempo. Se duda sobre su cronología exacta, pero lo
más probable es que se pintara entre 1895 y 1897.
San Francisco en éxtasis
Debajo
de este cuadro se halla un crucificado de estilo barroco del siglo XVIII, de
autor anónimo. Es un crucificado vivo, que mira hacia la derecha y que se
retuerce en la cruz de forma dramática, como la “serpentinata” manierista.
Crucificado
anónimo. Siglo XVIII
A los lados de éste se sitúan sendas tallas de Santas Justa y Rufina (ver), en madera encarnada, estofada y policromada, del taller de Duque Cornejo (ver).
Santa Justa y
Santa Rufina
A ambos lados del presbiterio destacan tres parejas de ángeles lampadarios de gran tamaño y de autor anónimo, que se distribuyen por los pilares.
Ángeles lampararios
Nave del Evangelio
Nave del Evangelio desde los pies del templo
En la antigua sacristía se encuentra el paso de la
procesión de la tarde del último domingo de mayo de la Divina Pastora, que se
observa tras una reja. De estilo rocalla, fue estrenado el 26 de mayo de 1957.
Intervino en la realización el escultor José Vázquez Sánchez y el
pintor Manuel Flores Pérez. El programa iconográfico fue diseñado por el padre
Juan de Ardales.
En la
Sacristía se encuentra una imagen de vestir de la Virgen de los
Ángeles.
De la
cabecera del Evangelio, hacia los pies, nos encontramos en primer lugar una
simple hornacina que preside una interesante dolorosa de candelero, La Virgen
de los Dolores, obra de Juan de Astorga del siglo XIX. Donada a la
comunidad por doña Francisca Lorenza de Segovia, esposa de Pedro Pumarejo (ver).
A sus lados hay dos lienzos en medio punto
con San Ambrosio y el Arcángel san Gabriel.
A los lados hay dos tablas pintadas con la técnica del
repujado por Virgilio Mattoni, imitando el estilo del siglo XV (142 x 44 cm.),
que representan a San Buenaventura y a Santa Isabel de Hungría, de 1895.
Sobre ellos dos cuadros modernos, de
mediocre ejecución, de San Luis de Francia y de Santa Clara.
A su lado,
sin retablo, hay un lienzo copia de época de Murillo con el tema “El Éxtasis de San Francisco”.
A continuación, sobre un retablo moderno se
encuentra una talla en madera policromada de San Francisco de Asís, de Pedro
Navía Campos. Cuatro pinturas flanquean al Santo, de las cuales destacamos a san
Buenaventura y san Luis de Francia.
Retablo de San Francisco de Asís
San Luis IX, Rey de Francia y San Buenaventura
Seguidamente, sobre un pedestal, una talla de tamaño académico de la
Inmaculada Concepción del taller de Duque Cornejo (ver).
Inmaculada. Duque Cornejo.
Ya cerca de los pies de esta nave
izquierda encontramos un retablo en el que se abre el camarín en que se venera
a la Divina Pastora, obra del escultor neoclásico José Fernández Guerrero
de 1802.
Retablo de la Divina Pastora
Fue traída de Cádiz, en 1802, por el P.
Miguel de Otura en su primer guardianato de Sevilla. Pudo inspirarse para su
rostro en la conocida Venus de Médicis, de la Galería de los Uffizi de
Florencia.
La imagen fue restaurada por Sebastián
Santos en 1956, cambiándosele los ojos y realizando los corderos que la
acompañan. En 1982 se le hizo un nuevo cuerpo para reemplazar el viejo maniquí,
obra de Francisco Buiza. Recientemente ha sido restaurada por Fernando Aguado,
recuperando su rostro su esplendor original.
Divina Pastora
Vino a sustituir a otra anterior, de
Cristóbal Ramos, datada en 1795, que fue costeada por María Rosalía Oseguera,
viuda de Blas Martin Romeo, Coronel del Regimiento de Infantería de Zamora, por
atribuir a su intercesión el haber alcanzado del Rey el aumento de su pensión
de viudez. Fue enajenada cuando se adquirió la
actual y no se ha sabido nada de su suerte.
El Niño Jesús que la acompaña, Corazón
de Jesús Buen Pastor, de 46 cm., es del círculo de Cristóbal Ramos, finales del
siglo XVIII.
Le acompañan a sus
pies el busto de Fray Juan Bautista de Ardales, que impulsó este convento
y a su patrona.
En el banco del retablo, dentro de una
vitrina, un grupo de la Sagrada Familia de la Virgen en terracota policromada,
se trata de una talla de busto de san Joaquín, santa Ana y la Virgen Niña, de
hacia 1760-1770, del círculo de Cristóbal Ramos.
Sagrada Familia
La devoción a la Divina Pastora alcanzo
tanta popularidad, que la empresa directora de las corridas de toro llegó a
suscribir un convenio con el rector del convento, por el que se comprometían a
que no coincidieran las procesiones con los festejos taurinos, y así en un
documento de 1857 se indica: “La empresa taurina entrega un donativo de 640
reales de vellón para que se efectué la procesión en determinado día, y caso de
lluvia salga en otro, ambos elegidos de
acuerdo con ella, en que tampoco se celebre corrida”.
Por decreto del Cardenal Arzobispo Amigo, desde el 23 de mayo de 2004 se la considera coronada canónicamente, en virtud de la coronación piadosa de 1921.
La corona
de plata dorada elaborada en 1921 por Antonio Amián Austria, donación
particular, tiene amatistas y aguamarinas.
Le sigue un
cuadro del Éxtasis de San Francisco de Asís, copia de un Murillo.
Pies de la Nave del Evangelio
Y una talla
del Sagrado Corazón de tamaño natural (taller de Olot, siglo xx).
Sagrado Corazón de
Jesús
Dos pequeñas hornacinas aveneradas con
sendas imágenes de santas coronadas. Ambas portan flores en sus manos. Puede
tratarse de Santa Isabel de Hungría y santa Isabel de Portugal. Las flores se
relacionan con un episodio legendario, consistente en que tenían costumbre de
llevar comida a los necesitados sin conocimiento de su marido. Cuando fueron
sorprendidas por los esposos las provisiones se convirtieron milagrosamente en
flores.
Santa Isabel de Hungría y santa Isabel de Portugal
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